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Tiempo de lectura: 5 minutos

Los primeros trabajos, esas primeras entrevistas donde se mezcla la inexperiencia con la falta de estudios, esas buscando lo que sea, encontrar el trabajo ideal no existe, solo necesitas trabajar.

Tenía 21 años, había intentado estudiar pero no me había ido bien, solo quedaba buscar trabajo y ganar experiencia.

En esos momentos ya se usaba las páginas de internet para poder buscar, los clasificados ya quedaban estaban quedando en la historia.

Un día me llega una entrevista en capital, la cita era un miércoles a las 18 h en pleno Microcentro, salí con tiempo para no llegar tarde, el viaje fue tranquilo pero estaba nervioso, iba vestido con un lindo pantalón y una camisa, el puesto era para cadete.

Al llegar me hicieron esperar un rato, era solamente una persona haciendo las entrevistas, un señor de unos cuarenta y algo, oficinista típico, anteojos y barba candado.

Muy amable y cálido para atender a cada persona que pasaba para ser entrevistado, yo era el último, la noche iba cayendo de a poco, estábamos cerca de entrar en el invierno y el sol se escondía rápidamente.

Cuando por fin salió el ultimo me toco entrar, “Sentate cómodo” me dijo, siguieron un par de preguntas y finalmente era el momento de un ejercicio en la PC, escribí una historia que contenga 100 palabras, sobre trámites bancarios.

Me senté y la termine rápido, era muy ocurrente para ese tipo de cosas y no me costó nada, fue una sorpresa para el entrevistador, que enseguida noto mi tarea finalizada, al acercarse y leerla me felicito, yo me había parado para dejarle espacio para leer tranquilo.

La charla continuo a la pregunta si hacia algún deporte, si juego al tenis, “se nota, tenés las piernas marcadas”, gracias respondo.

La charla continuó sobre lo mismo, el deporte, él se fue acercando, hasta que se agacha y me pide permiso para tocar mis piernas, yo le digo que sí, no había problema.

Sus manos empezaron a pasar por mis bíceps y cuádriceps, gemelos acompañado de palabras como que firme todo, que linda forma tienen. Estuvo así unos minutos, en mi cabeza había algo raro, esto ya no parecía una entrevista, también mis nervios se habían ido y estaba intentando comprender la situación.

De pronto su mano roza cerca de mi entrepierna, a lo que respondo mirando hacia otro lado, con timidez me había dado vergüenza, pero en seguida una erección empezó a querer salir, a lo que él se dio cuenta y volvió a pasar su mano cerca, ahora si estaba erecto, me habían rozado de manera particular y se notaba mi calor.

El me mira y me dice “Parece que te gusto”, lo primero que hago es reírme, con vergüenza y sin miedo, y cuando la mano sabe, sabe le digo.

A lo que el clavo su mirada en mis piernas y se volvió a acercar pero esta vez por detrás…

¿Por acá atrás como estas? Y me pasa la mano por una nalga, mi cuerpo tembló un poco, mi pene estaba erecto al máximo.

Le respondí por ahí nada, es un lugar sagrado.

Me vuelve a pasar la mano por la nalga y de pronto la otra mano diciéndome “Sagrado y muy lindo”.

De pronto me apoya y me empieza a respirar por el cuello, susurrándome al oído, diciéndome que tenía muchas posibilidades de pasarla bien con él, mí cuerpo era muy lindo.

Me seguía apoyando y de apoco sus manos empezaron a pasar por mi cintura, mis nalgas, mi cuello, una adelante acariciándome el bulto y la otra agarrándome una nalga.

Una de sus manos desabrocha el pantalón y se mete en busca de mi pene, muy erecto y caliente, la otra mano baja por mis nalgas, tocándome, mi pantalón empieza a bajar, luego mi bóxer, estoy parado semi desnudo, erecto y con un desconocido que me está calentando como nadie.

Me saco la camisa, ahora si estaba desnudo, el con ropa, pasándome la lengua por mi espalda, tocándome la cola con sus manos y masturbándome, freno y le digo que quería pasar al baño, entro y me lavo mi cola y mi pene, por las dudas, salgo y él estaba sentado en el sillón de la oficina, esperándome, me acerco y me siento tímido y con ganas de todo. Por suerte la luz era tenue ya, y no me podía ver toda la cara de vergüenza, pero estaba caliente, quería probar todo.

Llego el beso, raro, había besado a un vecino una vez y nada más, me gusto y seguí, hasta que me empezó a chupar mi pene, suave y con placer, lo saboreo entero, lo metió en toda la boca, mi cuerpo ya estaba entregado, de pronto me empieza a tocar el agujero con un dedo, húmedo por su saliva jugando con mi parte más sagrada, de pronto se abre, permite que su dedo entre, mi placer era altísimo, un dedo adentro y me la estaba chupando.

Se para y le saco la ropa de a poco, su pene era lindo, el tamaño justo para mi cola bastante virgen todavía, al querer sentarse le digo que espere, lo empiezo a saborear yo, a tragarme toda su carne, hasta la garganta, con la legua jugaba y después le escupía, tragaba y salía, así un rato, estábamos desnudos los dos, nos frotábamos, nos besábamos, el cuello, el pene, la espalda, las nalgas, me dio vuelta y me empezó a chupar la cola, el agujero, su lengua era larga y sabía lo que hacía, estaba todo entregado, mi cuerpo relajado al compás de su sabiduría, su pene estaba muy erecto, grande, rico, se puso su preservativo y lo baño en vaselina, siguió chupándome mi cola, mis partes, hasta que me pidió que me agachara y empezó a montarme, despacio, su pene fue entrando en mi cuerpo, abriéndose camino entre la inocencia y el placer que todo me generaba, su oficina era un hotel ahora, no había más entrevista, solamente nosotros dos haciendo el amor. Estuve en cuatro patas durante un buen rato, ya mis gemidos eran fuertes y alguien se paró en la puerta, pero siguió su camino.

Después me levanto como un macho en celo y me tiro en el sillón, me levanto las piernas y las coloco en sus hombros, mi cola estaba completamente abierta, dilatada y lista para una última vuelta a toda velocidad, era un fórmula uno, pegando sus huevos contra mis nalgas, el ruido encantador del placer, esa sopapa que se genera por el choque de los cuerpos, era una bestia sexual que me estaba sometiendo al mayor de los placeres, acabe a medio camino de su carrera, apretando su pene con fuerza, y gritando que quería más, siguió dándome más, una hora más, en cuatro, abierto, en el piso, de atrás, en el baño, yo acabe tres veces, y el todavía no sacaba nada, pero quería seguir y siguió hasta que se sentó en el sillón y me pidió que fuera arriba, ahí me senté sobre su miembro y al ritmo de unos besos acabo adentro mío, su semen salió calentito, tan caliente que lo pude sentir a través del preservativo. Mi ano estaba dilatado y satisfecho, su semen caliente había logrado su cometido y me estaba haciendo gemir de nuevo, me había encantado lo que paso.

Ya eran más de las 21 h y tenía que volver a mi casa, me estaba esperando mi familia para ver cómo me había ido, se ofreció a llevarme como un caballero.

Subimos a su auto guardado en el estacionamiento de la oficina, un auto muy lindo, grande, negro.

El viaje fue tranquilo, hablamos un poco más de la vida de cada uno, sin preámbulos raros solamente charlar. Faltando poco para llegar yo estaba erecto todavía, me habían cogido tan bien que mi pene se había levantado de nuevo, él lo noto y me manoseo, paro en un árbol donde se generaba sombra y me levanto hacia él, nos besamos y fuimos a la parte de atrás, le baje el pantalón y trague su pene, ya cansado pero duro de nuevo, lo trague, lo chupe, lo disfrute, arriba y abajo sin parar, me bajo los pantalones y de nuevo me senté arriba de él, me penetro con ganas y decisión, subí y baje varias veces hasta que me dijo que estaba llegando, salí, le saque el preservativo y me predispuse a masturbarlo y chuparle para sacarle el semen con la boca, una cascada de sabor salió de su hermoso pene, todo en mi boca, lo disfrute y lo trague con un gemido de placer, trague todo sin dudarlo, era muy rico todo.

El bajo su boca y me masturbo sin dudarlo, su boca jugaba muy rico, me hacía volar, subía y bajaba, escupía y volvía a chupar, se tragó todo, mi semen invadió su paladar.

Yo estaba sin pantalones, y me saque la remera, quería estar desnudo, no daba más del calor, el hizo lo mismo, quedamos los dos desnudo, por suerte en un lugar tranquilo, donde no pasaba nadie.

Había mandado un mensaje que llegaba tarde, me podía quedar un rato más, nos acostamos en forma poco natural pero desnudos y llenos de placer, sin esperarlo me dormí unos segundos.

De pronto siento su pene otra vez erecto, apoyándome, él estaba semi dormido, bajo y lo vuelvo a tragar, se lo chupo sin dudar un rato, el me abre las nalgas, con sus dedos me dilata la cola y otra vez me vuelve a coger, a metérmela suave y dulcemente, otra vez haciendo el amor, era como la quinta en este día, pero quería mas, me seguía penetrando, ahora de manera más tranquila, pero me cogía como nadie.

Me senté arriba de él, cabalgue como una hembra en celo, me acostó y me siguió cogiendo sin freno, mi cola pedía mas y mas, sentía todo abierto y era hermoso, el siguió haciéndomelo sin parar, su pene estaba muy erecto de nuevo, acabe de nuevo todo en el asiento y mi cuerpo, con sus movimientos me bañe en semen, mi propio semen, el seguía, hasta que llego al punto final y acabo como nunca, al grito de placer más lindo que podría haber escuchado.

Nos quedamos un rato acostados desnudos, arriba de él, tocándole su pene y el tocándome a mí, se hizo la medianoche y me alcanzo hasta muy cerca de mi casa, antes de bajar me dio su número y nos besamos fuerte.

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