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Entregué mi virginidad a mi primo (Parte 1 de 2)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Aunque vivía con mi mamá en una casa cercana, pasaba todas las tardes en casa de la abuela con mis 2 primos, prácticamente crecimos juntos. Tengo una prima menor (le vamos a llamar Daniela) que en ese momento tenía 18, mi primo, 21 (le vamos a llamar Johann) yo tenía 19.

Veía como ese niño que antes me molestaba, a ratos se me quedaba viendo y a veces me trataba diferente.

En mi adolescencia me crecieron unos pechos firmes y me salieron caderas, me junté con mis amigas que les pasó lo mismo y rápidamente nos convertimos en “las bonitas de la escuela”.

El cabello planchado, delineador ocasional o un centímetro menos de falda era suficiente para salirme con la mía en casi cualquier ocasión, excepto con mi primo, que no sabía cuándo es que él iba a estar de humor.

Desde siempre había tenido un crush con él, era el favorito de la familia y todos adaptaban sus planes para recibirlo como si fuera un santo, desde pequeña me enseñaron a siempre acomodar mis humores para cuadrar con los suyos.

A veces se me quedaba viendo y no lo escondía, solo lo disfrazaba sutilmente con una pregunta o una broma, pero sabía que estaba viéndome la cintura, las piernas o las boobs.

Me ponía bonita para ver como reaccionaba. A veces era el niño más dulce y atento conmigo y a veces era desentendido; 2 o 3 centímetros menos de falda o unas pestañas coquetas no impedían que se burlara de mí como si fuera la niña más “x” y eso me enfurecía.

Así que quería llamar su atención acercándome más a él o invitándolo a jugar videojuegos a la sala de tele que estaba arriba, porque cuando estábamos solos volvía a ser ese niño cariñoso.

En ocasiones aceptaba gustoso, pero otras veces lo hacía con medias ganas y otras solo me ignoraba, cuándo eso pasaba, me escondía en el cuarto decepcionada, bajándome la falda o amarrándome el cabello que había planchado en la mañana para él, sintiéndome ridícula por pensar que, por estar arreglada, esta vez haría que se comportara diferente.

Hubo una vez que decidí que IBA A FUNCIONAR. Me puse la falda coqueta que llegaba arriba de mis rodillas con la que se me veían unas piernas fuertes y largas, un top negro que resaltaba mi piel blanca y que dejaba mis brazos al descubierto y el cabello chino recogido, para que se viera mi largo cuello.

No podía ser muy obvia, porque pasábamos las tardes en la casa de la abuela y en ocasiones podía llegar a ser muy receptiva. Ese día afortunadamente mi abuela no estaba en casa, pero sí estaba mi prima allí.

Sentía como Daniela competía conmigo por la atención de mi primo y también se ponía bonita y se portaba coqueta con él, se reía de sus chistes y acercaba sus brazos o piernas para que Johann los tocara o descansara sobre ellos.

Los vi en el sillón de la sala principal, tranquilos en sus celulares.

Daniela de su lado izquierdo, yo me senté junto a él del lado derecho y dije:

– Tengo ganas de subir a ver películas. – Dije mientras subía mi pierna la pierna de mi primo, estirándola para que la falda se levantara un poco.

Un segundo después, Daniela subió ambas piernas a la otra pierna de Johann

– Sí, mira. Nos vamos a quedar aquí viendo memes. – Dijo Daniela, después rio e hizo una mueca de victoria y abrazando a Johann.

Vi como Johann cayó en esa trampa, sonrío y colocó sus manos en las piernas de Daniela, en las partes de la mezclilla rota que dejaba ver las piernas fornidas y ligeramente morenas de mi prima. Daniela empujó las manos de mi primo un poco más arriba de donde las había puesto, acercándolas a sus bragas.

Esto se me hizo raro de ver, pero me prendió un poco ver como mi prima se ofrecía a Johann, así que continué.

– ¡Vamos arriba y ponemos Netflix! – Propuse. Acercaba mis piernas descubiertas a Johann.

– Ya te dije que nos vamos a quedar aquí. – replicó Daniela.

– Vamos y nos acostamos en el sillón. – repliqué.

Yo intentaba separar a Johann de Daniela, yo quería que mi primo me pusiera atención a mí.

– Yo hago palomitas. – insistí.

Alcancé a oír como Daniela le susurraba al oído a Johann unas palabras en un tono bastante suave y sensual, casi gimiendo.

– Quiero quedarme aquí contigo, primo.

Vi como se dobló, escondiendo que había agarrado la mano derecha de mi primo y la había acercado a su entrepierna. Vi como el bulto de mi primo se había hecho grande y con un movimiento discreto pero obvio acomodó su erección de una manera que no le molestara.

La verdad es que mi prima tiene un cuerpo muy bien torneado y me excitó ver como Johann manoseaba su entrepierna, pasándola por los grandes hoyos de la mezclilla rota de Daniela.

– No tengo ganas de ver películas ahora, estoy un poco cansado. – Dijo Johann, como dándome la espalda para ocultar un poco más que estaba tocando a mi prima, aunque era evidente.

Había acomodado mi pierna izquierda de manera que estaba descubierta y creo que la falda se había subido tanto él podría haber visto mis calzones, pero ni si quiera volteó la mirada. Estaba fúrica, me alejé y comencé a ver mi celular también.

Para mi suerte, a los pocos minutos oímos la puerta de entrada, eran los papás de Daniela que venían por ella para llevarla a su clase de ballet; vi como sus ojos cerrados y ligeramente desorbitados de placer regresaban a su lugar cuando oyó la puerta y la voz de mis tíos.

A pesar de que mi prima debatió para quedarse, Daniela y se tuvo que ir, ahora estaba sola con mi primo y Daniela no iba a volver en un par de horas como mínimo. Era mi oportunidad, así que me porté juguetona y coqueta, y con una sonrisa empujé a Johann diciéndole:

– Ándale, sube conmigo a ver Netflix.

Me empujo de regreso juguetón, preguntó que qué quería ver, sentía que estaba cediendo. Le dije que lo que fuera, y lo miré con mi cara tierna.

Me subí un poco la falda y me aventé encima de él para quitarle el celular, me movía de manera que mis boobs le pasaran por los brazos y mi cintura le quedara en la cara.

Le logré quitar el celular, pero él me cargó en la posición con la que estábamos con mucha facilidad y eso me excitó, me agarró de la cintura y me tiró al sillón diciéndome que le diera el celular, en tono juguetón.

No se lo di y lo escondí en mi bra, le dije que si lo quería lo buscara.

Estábamos prácticamente en misionero, me vio a los ojos con duda, volteó a ver mis boobs y regresó la mirada, esta vez con lujuria. Eso me humedeció muchísimo y le sostuve la mirada.

Metió sus manos entre mis boobs con cuidado para sacar el celular, al principio lo dejé y me recorrieron escalofríos por todo el cuerpo cuando sus manos apretaban mis tetas, él me miraba a los ojos y yo le sonreía; después le quité las manos y lo aventé de lado, para subir corriendo al cuarto de tele de arriba.

Él me gritó: “¡Hey, espera!” pero yo subí corriendo y cerré la puerta sin seguro, escuché como él subió con calma. Metí el celular debajo de la sala y yo me acosté en el sillón, me quité los tenis y me tapé toda con un edredón.

Él se quitó los zapatos, se metió conmigo cuidadosamente debajo del edredón y con cuidado metió sus manos debajo de mi top y de mi bra. Sentí delicioso y estaba súper excitada de la sensación de sus manos en mis pezones. Yo lo miré a los ojos y el clavó su mirada en la mía. Le sonreí con ojos bien abiertos, el sonrío y me preguntó: “¿Y mi cel?”

Yo solo le contesté “No lo sé.” Y me reí tiernamente, miré sus labios y cerré los ojos lentamente insinuando un beso.

Nos besamos, sentía sus manos en mis tetas y en mi cintura. Fue el beso más delicioso que haya tenido, cada vez estaba más excitada y solo pensaba en que lo quería a él dentro de mí, aunque yo fuera todavía virgen. Sentía como exploraba con curiosidad mi cintura, mi cadera, mis piernas. Sentía que no se atrevía a tocarme, así que lo miré y guie su mano hacia mi entrepierna, justo como Daniela lo había hecho hace rato.

– ¡Estás empapada! – dijo.

– ¿En serio? Perdón. – repliqué con pena.

– No, eso es algo bueno.

– ¿Por qué lo dices?

– Por que indica que te gusto.

– Tu no me gustas. – repliqué refunfuñona.

– ¡Claro que sí! – Dijo Johann mientras metía su mano entre mi falda para recorrerla por mis bragas.

– ¡Ah, ah! – escuchaba como unos ligeros gemidos escapaban de mi boca.

– Tenemos un problema. – dijó-

– ¿Cuál? – pregunté.

Y en ese momento, tomo mi mano y la guio hacia su miembro. Sentí un pene gigante y duro. Estaba excitadísima y asustada, y eso me excitaba más. No tenía idea de como es que eso iba a caber dentro de mí, pero definitivamente lo quería adentro.

Nos acomodamos sentados, el me tenía con las piernas abiertas de par en par y el calzón empapado de un lado, usaba sus dedos con delicadeza para explorar con curiosidad mis labios, yo sentía delicioso y no quería que parara. Nunca me había sentido tan mojada y excitada en mi vida.

Yo estaba tocando su gigante miembro, estaba caliente y palpitaba. Intentaba masturbarlo, pero creo que no le gustaba por que se quitaba, así que decidí acomodarme y metérmelo a la boca, estaba excitadísima.

Para mi sorpresa, por más que abría la boca no entraba completo, así que decidí ponerle esfuerzo extra en la punta. Lo sentía palpitar y cambiar de tamaño. Yo solo lo quería dentro de mí.

De mi boca salían gemidos e instrucciones involuntarias. La pedía “más” y no me daba cuenta hasta que ha habían salido las palabras de mi boca. “Lo quiero adentro”, susurré.

Johann se quitó el pantalón, yo tenía mi falda levantada y los tirantes de mi blusita estaban decorando mis brazos. Me sentía súper sensual y atractiva. Mi primo me bajó el top para descubrir mis pezones durísimos que masajeó y mordió suavemente, yo lo sentí como un relámpago que me recorrió el cuerpo y termino en mi sexo; él se colocó frente a mí y vi a ese monstruo duro y lleno de venas; me asusté, pensé que iba a ser doloroso o rudo.

El comenzó a frotar ese poderoso falo en mí y eso me excitó más, en vez de meterlo de lleno empezó a jugar con mi humedad, cada vez que me tocaba sentía escalofríos recorrerme la espada, los brazos, las piernas. Se me adormecieron las puntas de los dedos, tuve un pequeño orgasmo, diferente a los que me provocaba cuando yo me tocaba sola. Yo ya estaba lista para entregarme.

En ese momento escuchamos la puerta de entrada abrirse, por que la cerradura hacía un escándalo. Rápidamente nos separamos, fuimos a baños diferentes y prendí la tele. Era mi abuela, que había llegado de la tienda. Escuché que les decía que quería subir a ver Netflix con Reneé (o sea conmigo) pero nunca subió. Me metí al baño a tocarme y lancé un squirt gigante, estaba excitadísima.

Pasaron las horas y oí llegar a la familia, bajé con el celular de Johann y lo busqué para entregárselo. Pero no lo encontraba, cuándo pregunté por él me dijeron que seguramente estaba charlando con Daniela en la terraza o en el jardín. Me enfurecí, yo lo estaba esperando arriba y él estaba platicando con mi prima. Fui a buscarlos y los encontré en el jardín jugando “luchas”.

Daniela estaba abrazando a mi primo por la cintura con sus piernas, Johann la estaba cargando y se estaban riendo. Vi como Johann la acostó en el césped, en la esquina del jardín para frotarse con ella.

– ¡HEEEY! – grité con voz de relámpago.

En ese momento se separaron como si los hubieran encontrado haciendo algo ilegal.

– ¡Johann, tengo tu cel! – Grité.

Se acercó a mí, lo recibió y se metió a la casa a cenar, yo estaba celosísima. Vi que Daniela tenía mojado ese triangulito que se hace entre los muslos a la altura del clítoris, se alcanzaba a ver a través de sus leggins rosas de ballet, ella estaba excitada.

Después de la cena invité a Johann a dormir a mi casa. Era común quedarnos a dormir en las casas de los primos, pues hicimos muchas noches de películas en nuestra adolescencia y la familia no sospechaba que nos veíamos con intenciones distintas a ello.

Él dijo que no podía por que al día siguiente tenía universidad y se despidió como siempre. Incluso, sentí que le dio un abrazo más fuerte a Daniela y yo no sabía cómo sentirme.

Pasaron un par de días y Johann no iba a la casa de la abuela ni me contestaba los whats. Llegó el viernes y ni sus luces. Yo iba vestida con faldas, maquillaje ligero y no me ponía bragas, esperando terminar lo que empezamos.

El viernes, ya decepcionada, me regresé a mi casa temprano. Apenas anocheciendo recibí su Whats… ¿A que hora te caigo en tu casa?

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