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Entre primas
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Mi nombre es Diana. Soy delgada, con pechos medianos, trasero pequeño, piel trigueña. Mi prima es Mariana. Delgada, piel blanca, ojos verdes, pechos chicos, trasero mediano. Nosotras nos llevamos por un año de diferencia; siendo Mariana la mayor en ese aspecto.

Todo comenzó por dos razones. La primera fue en un viaje a un balneario, donde me toco ir junto a mi prima. De regreso ella iba dormida; por lo que me entro el morbo por tocar sus piernas, lentamente iba subiendo un dedo por sus rodillas, hasta detenerme en su entre pierna.

Fue fácil hacerlo; ya que viajamos en auto bus de alquiler y más porque a Mariana le gustaba usar shorts o minifaldas.

No sé si nací con el gusto por las mujeres, pero sentía cierta atracción por algunas chicas; obvio esa inclinación era reprimida por la moralidad que me fue inculcada. Me era muy agradable sentir esa piel suave, blanca y femenina; tanto que con la yema de un dedo pude alcanzar a recorrer un seno de mi prima.

Aprovechaba la obscuridad de aquel transporte, para darle un leve agasajo a mi sentido del tacto. Al querer sentir el sexo de Mariana, esta abrió más las piernas, como si le gustaran mis toqueteos. Yo seguí disfrutando de tocar su vagina por encima de aquel short, cuando me percato que estaba entre despierta y ahí pare todo.

La segunda. Mis tíos se mudaron a unas calles de donde yo vivía. Mariana y yo siempre nos hemos llevado de maravilla; así que mis tíos decidieron que fuéramos juntas al colegio. Pasábamos muchas tardes juntas. A mi prima le gustaba ducharse después de llegar de la escuela. Siempre buscaba una excusa o platica para estar en su recamara, disfrutando de como se desnudaba delante mío.

Como en las recamaras había baño incluido, aprovechaba para espiar a mi linda prima disfrutar de su ducha.

Algunas veces me halle masturbándome al ver como Mariana enjabonaba su blanquizco y lindo cuerpo, sus pechos eran sobados con aquella barra de jabón, haciendo que involuntariamente sus pezones se pusieran erectos. Observaba como entre depilaba su vagina; como abría mucho las piernas podía ver aquel clítoris rosado, sus labios vaginales, entreabiertos, como si fuera una boca.

Así pasaron varios meses y yo me preguntaba del porque esa atracción hacia mi mismo sexo; en especial a mi prima Mariana.

A ella y a mi nos gustaba seducir chicos y en ocasiones hasta cogíamos con ellos, pero eso no me dejaba plena.

Mariana y yo platicábamos de nuestras aventuras; inclusive hasta seducimos a un chico entre las dos.

Una noche Mariana y yo jugamos a verdad o reto con otras chicas.

Como los retos eran algo fuertes elegí verdad.

-¿Te darías un faje con alguna de las aquí presentes?

Pregunto una amiga.

-Probablemente. Respondí.

Las demás chicas medio se sorprendieron. Al volver a ser mi turno, otra amiga me reto a que besara a mi prima. Me le acerque para cumplir con la encomienda.

Mariana: ¿Qué haces guey?

Yo: Relájate. No te va a doler.

Otra amiga interrumpió, pidiendo que cambiáramos a confesión.

Me pregunto si me gustaba mi prima. Tarde un poco en contestar; pero al final les dije que más o menos.

Al retirarse estas amigas, note a Mariana seria.

Yo: ¿Te agrado aquel juego?

Mariana: ¿En serio estabas dispuesta a besarme Diana? Dime que eso fue para molestarme.

Yo: No. Si lo iba a hacer.

Mariana: No mames. ¿Neto?

Yo: Si guey. Es neto.

Mariana: Si guey. Aja.

Yo: ¿Quieres ver que si pendeja?

Mariana: A ver. Te reto y puta sino.

Yo: Nada mas donde empieces de chillona, te rompo tu madre.

Mariana: Va.

No podía creer que mi prima me haya retado en algo como eso.

La verdad ese reto me excito un poco, porque sentiría por vez primera el beso de otra chica.

Le puse seguro a la puerta, me acerque a mi prima, algo nerviosa.

Puse mis manos en sus piernas, subiéndolas poco a poco, me acerque a Mariana.

Comencé por encimar mis labios en los de ella.

Lentamente nos besamos. Cada vez con más rapidez y fuerza.

Su lengua invadía mi boca, pasando por parte de mis dientes, rozando la mía.

Mis manos terminaron de acariciar sus piernas para ponerlas en sus pechos.

Por fin comprendía el porque los chicos giraban sus manos alrededor de mis pechos.

Se sentían firmes y suaves a la vez. Mariana se levantó, quitándose la playera y el brasier.

Lo único que hice fue mirarla por un instante para prenderme de sus pechos.

Mis manos masajeaban una chichi y mi boca mamaba su pezón, la otra mano subía de entre sus piernas, para también masajearle las nalgas.

Ella me levanto, quitándome unas mayas negras, junto con una falda que llevaba puesta.

Pronto me desnudo, me acostó en su cama, poniendo mis piernas por encima de sus hombros.

Su boca besaban y jalaban mis labios vaginales. Para esto yo empezaba a gemir, agarrándome los pechos.

Yo: Mmm! Mmmm! Que bien se siente.

Mariana: Que bueno que te esté gustando primita.

Sus mamadas en mi concha, cada vez eran más fuertes, su lengua recorría mis muslos, se posaba en mi clítoris dando giros sobre el. Su lengua simulaba una penetración en mi interior.

La tome de la cabeza para que así pudiera sentir, tanto su respiración como su linda boca, que para ese entonces estaba llena de mis fluidos.

Mariana: ¿Quieres probarme?

Yo: Sssi, si.

Se coló encima de mí poniendo su vulva en mi cara. Hacíamos un 69 perfecto.

Realmente no sabía lo que hacía, pero disfrutaba al mas no poder de su aroma y sabor.

Las bocas de las dos, sorbían los jugos de las conchas; una de la otra.

Cuando bebimos aquellos fluidos, me puse sobre mi prima, besándola como loca.

Besaba su cuello, sus pechos, mamaba sus pezones.

Luego ella me dio la vuelto e hizo lo mismo.

Nuestras manos se entre lazaban al cuerpo de la otra.

Otra vez me puse sobre ella, para bajar y así atender esa concha que tanto admiraba cuando esta era depilada.

Mis labios no paraban de besar su clítoris, metiéndole la lengua lo más que podía.

Jugos y jugos salían de la concha de Mariana.

Los disfrutaba como loca.

Mariana, gemía y daba movimientos como si estuviera siendo follada por un hombre.

Le metí dos dedos; aunque seguía lamiendo su botón del placer.

Ahora le hacia el 69, para que también ella ordeñara mi vagina.

Como si estuviéramos conectadas, las lenguas hurgaban el culo de la otra.

Aparte de todo jamás me habían dado; pero tampoco yo di un beso negro.

Optamos por tener más placer, metiéndonos un dedo en el culo de la otra.

Después fue un dedo en el culo y al mismo tiempo dos dedos en la concha de la otra.

Nos volvimos a colocar una de la otra, disfrutando lo más que se podía.

Nos acomodamos de tal modo que nuestras vulvas quedaran contra la otra, en un inmenso roce.

Fue algo tan rico, excitante y placentero sentir la vagina de Mariana rosando la mía; tanto que nuestras caderas fueron mojadas.

Volvimos a limpiarnos con la lengua, para descansar.

Tomamos la ducha juntas y salimos para ver si no se enteraron de lo bien que la pasamos.

Por suerte no había nadie en casa.

Mariana y yo tuvimos o tenemos una larga y rica relación.

Mariana me confeso que le pasaba lo que a mi.

No sé si es de familia, pero hasta la fecha no sabemos de algún familiar que le atraigan las personas del mismo sexo o de algún caso de bisexualidad.

Su otra confesión fue que le agradaron mis caricias en aquel autobús; que de momento pensó estar soñando, pero que al despertar alcanzo a ver cuándo retire mi mano de su conchita.

Esto sucedió cuando teníamos 19 y 18 años.

En la actualidad Mariana tiene 27 y yo 26 años de edad.

Aunque ahí no acaba la historia con mi amada prima.

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