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Tiempo de lectura: 3 minutos

Si estás al tanto de mis gustos, sabes que me masturbo viendo pornografía de mujeres. Cada que estoy sola, saco todos mis juguetes y me divierto con ellos. Especialmente con uno que lo pego en al piso y me siento encima de él, abro mis piernas y coloco mi vibrador en mi clítoris. De repente siento que me entumece los labios mayores y mi dildo está mojado, empiezo a moverme hacia arriba y hacia abajo y en segundos mis oídos son sórdidos y mi cabeza se embomba, confirmándome que he tenido un delicioso orgasmo. Me levanto y meto el plástico en forma de pene a mi boca, para saborear mis propios fluidos. No se describirte el sabor, solo te puedo decir que si lo pruebas te envicias, ¿te gustaría probarlo?

Te confieso que me encanta ver un par de mujeres lamiéndose la vagina, a veces busco fotos de vulvas mojaditas y les pongo zoom para ver mucho mejor su clítoris rosadito, me encanta imaginar que yo estoy ahí metiendo mi lengua por dentro y que su flujo blanco se queda en mi boca. De solo recordar esos momentos siento que mi cosita se empieza a hinchar y seguramente cuando termine de escribir este relato iré al baño y veré pornografía de lesbianas.

El viernes pasado salí con tres amigas a tomar vino. En la charla una de ellas nos contó que había hecho un trio y en medio de mi curiosidad le pregunté cómo había sido. Al narrarnos su experiencia mi mirada hacia a ella cambió y quería que me detallara todo y en privado. Al finalizar nuestra tarde de amigas, le pregunté a Laura si quería la llevara a su casa y aceptó.

Mientras iba conduciendo le pedí que me especificara su experiencia y a medida que lo hacía imaginaba cada escena. La miraba por el retrovisor y su cabello rubio, sus tetas pequeñas, su cintura delgada y sus largas piernas, hacía que mis labios se resecaran. Al llegar a su casa me pidió que pasara a tomar otra copa de vino y sin tener otra opción acepté.

Nos sentamos en el sofá y al estar tan cerca me sentí un poco incómoda y mi rostro estaba tenso. Me pidió recostarme para que me relajara. Me acomodé, tomé un sorbo de licor y de repente sentí que tenía su mano encima de mi pierna. La miré a los ojos y tenía las pupilas dilatadas, bajé un poco mi mirada y aprecié sus pezones marcados por encima del vestido, me acerqué un poco más y coloqué mi mano en su cintura, la fui bajando hasta llegar a la entrepierna y para mi sorpresa no tenía panties y su cosita estaba muy mojadita – ¿te gusta? – preguntó. Me enloquece – respondí.

Al ver mi cara de novata se sentó encima de mí, rodeándome con sus piernas, levantó mi blusa y al ver mis tetas las acarició, se acercó a mi cuello y con su lengua humedeció mi oreja, su respiración fuerte parecía doparme y envolverme en la excitación más intensa. Metió su mano a la vulva y mojó sus dedos con los fluidos que estaban saliendo de allí, los metió a mi boca y entonces parecían toxinas adictivas para mí.

Se levantó y me quitó el jean que llevaba puesto, se arrodilló y me pidió abrir las piernas. Corrió mis tangas y pasó su lengua por un lado de mi vagina, luego por el otro y a continuación la puso en mi clítoris haciendo movimiento en forma de remolino. Introdujo dos dedos por mi vagina y con el pulgar hacía círculos en mi clítoris. Metió sus manos por debajo de mis nalgas y levantó mi culo para chuparlo. Por mi parte estaba excitada, recordaba todas las escenas pornográficas que había visto y la delicadeza de Laura me llenaba de morbo.

Me paré del sofá y le pedí a mi amiga acostarse boca abajo, empecé a lamer sus pies y con mi boca fui rodeando sus piernas hasta llegar a su cola, le pedí que se pusiera en cuatro y apoyara sus tetas. Su culo quedó en mi cara, lo abrí con mis manos y como un ternero sediento empecé a lamerlo. Mi lengüita por fin estaba probando el sexo de una mujer, su gallito era rosado y su aroma me sacaba de quicio. Laura empezaba a gemir y a pedirme que metiera mi lengua más adentro, mientras con un dedo acariciaba su ano. Luego se giró y con sus piernas estiradas, me senté encima de su coño para sentir la humedad de las dos.

Fuimos a su cuarto y un poco desesperada me empujó, me succionó las tetas y cruzó sus piernas con las mías para quedar en forma de tijera, empezó a hacer leves movimientos y nuestras vaginas se deslizaban al compás, mientras un líquido blanco iba saliendo por los lados. Escupió y su saliva la echó a mi boca, saqué mi lengua y mordí mis labios para que viera que me divertía tanto como a ella lo que estaba pasando. De pronto abrió sus piernas y me puso su rico chocho en la cara y con mis dedos froté su gallito hasta que se orinó en mi boca. ¡Qué rica estás Laurita!

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