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Entre la arena y el agua, mi novio y mi amiga
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Patricia es mi amiga de toda la vida. Planeaba mis vacaciones en la costa con Mario mi novio. Sin consultarlos decidí unirla al viaje. Ambas nos llevábamos muy muy bien, con algún episodio lésbico incluido cuando explorábamos nuestra sexualidad de adolescentes.

– Tú te vienes con nosotros y no hay más que hablar. Necesitas unas vacaciones y relajarte.

– Pero si os voy a molestar e incordiar. No me gusta hacer de carabina.

– No te preocupes por eso. Ya encontraremos la forma de divertirnos.

En ese momento en lo que pensaba era en incluirla a ella en nuestra diversión. Y me refiero a que estaba deseando tenerlos desnudos juntos a los dos en mi cama o en este caso colchón hinchable y saco de dormir.

Mi novio sufrió cierta desilusión al saberlo pensando en que se había quedado sin todo el sexo que podíamos tener a solas. Pero no demasiado porque Patricia le gustaba.

Estando juntos los tres le había pillado mirando su escote o sus muslos. Como no soy nada celosa eso no solo no me molestaba sino que me excitaba un tanto.

-¡Oh! Vamos, Patricia es un encanto, está muy buena y sabes que nos divertimos con ella.

Pero tenía que dejarle bien claro que por que estuviera con él no pensaba olvidarme de Patricia.

– Es mi mejor amiga, llevamos juntas muchos años y no la voy a dejar sola estos días.

También quería dejarlo claro con ella. Seguiría siendo mi mejor amiga, mi confidente, puede que amante lesbiana ocasional y madrina de mis hijos, siempre.

– Aunque esté con Mario tú eres muy importante para mí y nunca me olvidaré de ti.

– Ya lo sé pero de ahí a hacer de carabina va un mundo.

– No te preocupes, nos divertirnos.

Yo estaba dispuesta a que se llevaran bien y aprovechando la mas mínima oportunidad para meterle mano a Mario delante de Paty. Incluso ponerme cariñosa con ella delante de mi novio. No quería levantar celos en ambos, sino excitarlos.

Hacia mucho calor. Para el viaje en coche me había puesto el bikini más pequeño que tenía y un short vaquero. Mario iba en bermudas amplias y cortas y camiseta.

Si me ponía juguetona podía acariciar su muslo muy arriba, cerca de su polla. Durante el trayecto ya íbamos cachondos los tres. Y yo procuraba picarlos y subir la temperatura.

– ¿Has visto que chico más guapo tengo?

– Muy mono y muy paciente y bueno.

-Y tú. ¿Ves lo buena que está mi amiga?

– Preciosa y una santa que te aguanta. Jajaja.

Girada en mi asiento podía disfrutar de la visión de los bonitos muslos blancos de mi amiga saliendo de su cortísima minifalda. Incluso si o mejor dicho cuando ella los separaba podía echarle fugaces vistazos al mínimo tanguita negro.

Y a sus tetas poderosas asomando por el escote de la reducida camiseta de tirantes. La cabrona sabía que nos gustaba disfrutar de la vista de su preciosa anatomía y no se había puesto sujetador. Marcaba sus duros pezones.

Mario acariciaba mis piernas suaves y bien depiladas muslo arriba. Yo las separaba y dejaba que su mano llegara hasta el short y rozara mi encharcado tanguita. Incluso dejaba que algún gemido escapara de mis labios.

En las paradas yo aprovechaba para ir con ella al baño y echarle un vistazo a su xoxito pelado. Cuando la sostenía para que su culito perfecto no tocara la porcelana.

– Lo tienes precioso, reina. Como echo de menos darle unas lamidas.

– Pero tienes novio, no podemos hacerlo. Aunque yo también lo echo de menos. Cuando tú me lo comes tengo mis mejores orgasmos.

– ¡A ver si eres lesbiana! ¿Y con las pollas no disfrutas?

– Claro que sí. También me gustan. Pero nadie come el coño como otra mujer.

– Seguro que estos días tenemos la oportunidad de repetir. Cielo. Pero Mario no lo hace nada mal, te aviso.

Ni siquiera nos molestamos en ir al camping. Ya habíamos reservado la parcela y aún era pronto. Así que nos fuimos directos a la costa buscando un tramo tranquilo de playa para estar solos.

El playón parecía tener kilómetros. Entre dos pueblos vimos una zona en la que no parecía haber nadie. Cerca de unas rocas planas desgastadas por el oleaje. El sitio era idílico.

Ya en la arena me limité a sacarme el short y dejar mi culo al aire en el tanga de mi bikini. Les ayudé a cambiarse a los dos sosteniendo la toalla alrededor de sus cuerpos. Mientras ellos se deshacían de sus ropas de viaje y se ponían los bañadores.

Mario no llevaba nada debajo de la bermudas y se subió un brief que yo le había comprado en Internet. Era muy muy pequeño y ajustado. Él intentaba que no se le viera nada mientras levantaba una pierna para meterse la pequeña prenda.

Yo en cambio jugaba con la toalla para exhibirlo ante mi amiga. ¡Qué pudorosos! No tardarían mucho en perder esa timidez.

– Noelia, No te conocía ese bikini. Es muy pequeño.

– Es nuevo. Acostúmbrate por que te he comprado dos iguales para ti.

– No sé si me atreveré a llevar un tanga. Y menos delante de Mario.

– Ya verás que sí. Al cabo de un rato no te darás cuenta. Por Mario no te preocupes, seguro que le gusta ver ese culito tan mono. ¿No te pasó eso mismo cuando te pusiste el primer tanga de lencería?

– Me sentí un poco rara, pero entonces me ponía un pantalón por encima y no pasaba nada. Pero es que eso no tapa ni el culo, ni apenas la vulva.

– ¿Nunca te los pusiste con una minifalda?

– ¡No! ¡Qué dices!

– Nena es genial llevar buena ventilación ahí abajo. Incluso ir sin nada debajo de la falda. ¿Te atreves y te lo pones?

– Vale.

– Toma, sujeta y te lo doy.

Adrede solté la toalla antes de que ella pudiera agarrarla. Lástima que en ese momento se me resbalara el trozo de tela de las manos dejándole ver a Mario las tetas bien desarrolladas de Paty. No las perdió de vista durante un buen rato.

– Aquí tienes, aún lleva puesta la etiqueta.

Al fin consiguió enfundarse, sin más accidentes, la pequeñez de microbikini que le había regalado.

Paty había podido ver el duro culo de mi novio un rato antes. Puede que le echara algún vistazo a su polla morcillona pues de reojo me di cuenta que no había perdido detalle de mis descuidos con la toalla.

Bajamos hacia el mar relativamente aislados de los demás bañistas en el solitario playón. Había elegido el sitio a conciencia. Sabía que no era muy concurrido y que incluso se podía hacer nudismo.

Sobre mi toalla me dediqué a embadurnar de crema generosamente el cuerpo de Paty. No me corté en acariciar su suave piel ante los ojos de mi novio. Quería acariciar todo su cuerpo y no solo para excitar a Mario.

Bajaba por la espalda, rozando sus axilas y los costados de sus pechos maternales. Llegaba a su amplio culo que otras veces había comido y lamido el ano. Seguía por los muslos, pantorrillas y hasta los finos tobillos y delicados pies. Metía mis dedos entre los suyos de los pies.

Empezaba a marcar paquete, por enésima vez desde que habíamos salido de casa, en el bañador que le había regalado para el viaje. La escena era bastante lésbica completamente adrede.

Charlaba con Paty de nuestras cosas haciéndome la despistada pero sin perder detalle de cómo se comportaban. Mientras Mario cubierto solo con ajustado bañador tipo slip se daba el primer baño. Evidentemente para refrescar los ardores que los dos cuerpos femeninos le estaban provocando.

Ese bañador también se lo había comprado yo. Ese día me había dejado una pasta en Internet. Pero había disfrutado eligiendo las prendas más pequeñas y sexis tanto para Mario como para nosotras. Estaba convencida que ese primer baño fue para bajar su erección.

Para cuando regresó yo ronroneaba como una gatita notando las suaves manos de mi amiga recorrer la piel de mi espalda e incluso de mi culo descubierto y muslos. Ya, cuando llegó a mis pies estaba a puntito de correrme. Puede que exagerara un poco pero no me hacía falta mentir, estaba disfrutando. Nos habíamos acariciado así muchas veces y por suerte Patricia no se cortó. Siguió con las caricias.

Seguro que el espectáculo de nuestros cuerpos hermosos al sol no lo dejaba indiferente. Aprovechando que me había soltado el nudo de mi sujetador al girarme mostraba mis tetas sin pudor. Me puse panza arriba para que mi querida amiga magreara mis tetas sin pudor.

Estábamos prácticamente solos, había más gente pero estaban lejos. Y me parecía que algunos de ellos estaban haciendo más que nosotros amparados por la lejanía del resto de la gente.

Pobrecitos míos, los estaba calentando adrede. Patricia se levantó de encima y fue a bañarse. Deduzco que para enfriar sus ideas, como había hecho mi novio momentos antes.

Mario se tumbó sobre mí para descargar un poco su calentura. Lo recibí boca abajo con los muslos bien abiertos para que se acomodara entre ellos y girando la cabeza, juguetona, con mi lengua buscaba la suya. Notando su polla, bien dura a pesar del agua fría, en mis nalgas. No me importó que su cuerpo estuviera mojado al completo.

Sin que le importara ya tener de espectadora a mi amiga, que volvía también mojada, noté sus manos en mis tetas. Yo conseguí deslizar una entre nuestros cuerpos para agarrar su ya dura polla y sacarla por una de las perneras de su pequeñísimo bañador.

Masajearla suavemente y apretar sus huevos que me había preocupado de depilar previamente al viaje. Dejarlo todo bien suavecito para poder lamerlo a gusto.

La saqué del bañador por el lado en que Patricia podía verla. Sabía que ella disfrutaría de la visión de su belleza dura y tersa acariciada suavemente en mi mano.

Me aparté la braguita del bikini a un lado y dejé que el glande acariciara mis humedecidos labios mirando a los ojos de mi amiga. En ellos descubrí con excitación que ella estaba mirando directamente a la polla de mi novio cuando se incorporaba un poco para facilitar mis maniobras.

Su duro capullo abriendo mi vulva mientras mi amiga cogía mi mano tan excitada como yo. Tiré de ella hacia nosotros, no pensaba perder esa oportunidad y conseguí que se inclinara lo suficiente como para besar sus labios ante mi caliente novio. Un momento después me había penetrado.

– Seguro que nunca habías visto porno en vivo.

– Solo a vosotros cuando os beséis y metéis mano en las discos delante de mí. Noe no te cortas nada.

– ¿Por qué iba a hacerlo? Él es mi novio y tú mi mejor amiga. Os quiero a los dos.

Para entonces apenas podía decir nada coherente. Solo gemía. Mario estaba follándome, despacio y suave pero, tumbados del todo, boca abajo, no conseguía llegar todo lo dentro que a mí me gusta. Así que levanté la cadera, me puse a cuatro patas dejando la cabeza apoyada en la toalla.

Mario también se incorporó lo suficiente como para follarme con más comodidad. Ya no le importaba tener público, su calentura había podido con sus remilgos. Él también suspiraba en mi oído.

Ya no me sorprendía por casi nada, pero lo siguiente lo consiguió. Patricia también se había desinhibido. Se deslizó al lado de mi cuerpo y noté sus finos dedos acariciando mi clítoris y probablemente los huevos de mi novio. Además de sus besos en mi espalda, suaves y tiernos.

No quería poderme nada pero con la cabeza apoyada en la toalla de lado lo único que podía ver eran los bonitos muslos de mi amiga y su xoxito aún cubierto por el tanga. Poniendo el oído su pude darme cuenta de que un momento más tarde ambos se estaban besando.

Las gotas de la saliva de ambos resbalaban hasta mi culo. Mientras yo me corría jadeando y segundos más tarde mi novio me llenaba el xixi de semen. Me derrumbé en la toalla y me puse de medio lado mirándolos divertida. No sabía cuando Patricia había perdido el sujetador

– ¡Por fin! Ya pensaba que tendría que empujarla encima de ti.

– Llevas calentándonos todo el viaje, tenía que pasar. Y sí que es verdad que tu amiga es preciosa. Y veros a las dos en plan rollo bollo sería un sueño para mí.

– Me vais a sacar los colores par de pervertidos. Pero ya te puedo admitir que me gustaría probar esa polla y su comida de coño que me la has puesto por las nubes. Por ahora quiero saborear su jugo.

Y uniendo la acción a la palabra pasó dos dedos por los labios mi vulva, de donde rezumaba la lefa de Mario. Con una increíble cara de lascivia los llevó a su boquita para lamerlos.

Me quedé un poco asombrada pero encantada de que las cosas se hubieran desatado tan rápido. Pensaba que tendría que esperar a la noche en la tienda.

– Vamos al agua un momento para quitarnos la arena de encima. Deberíamos ir a plantar la tienda y el colchón hinchable. Para no tener que dormir en el coche esta noche.

Eché a correr hasta la orilla perseguida por los dos, que me rodearon con sus brazos en cuanto me alcanzaron dentro del agua.

Mario me abrazó buscando mis labios y lengua puede que un poco arrepentido de haber morreado a Paty. Su polla que había perdido dureza después de correrse estaba de vuelta al encierro del bañador. Mi amiga me abrazaba por la espalda clavándome sus durísimas tetas en los omóplatos.

– ¡Que buenos estáis los dos! ¡Cabrones! Que ganas os tengo.

Ella aún conservaba el tanga del bikini bien puesto. El mío era el que estaba descolocado por completo esperando más caricias. No tuve que esperar mucho. Pronto noté los deditos de mi amiga acariciando el clítoris y la polla de mi novio bien pegada a mi pubis.

– Ya tenía ganas de notarte, Paty. Hacía mucho que no me acariciabas así.

– Es que tienes novio.

Refrescada por el agua del mar mi excitación volvía a subir muy rápido. Pero era Paty la que necesitaba desahogarse, ella aún no se había corrido. Me giré buscando ansiosa su boca. Abrazándola con fuerza, pegando nuestras tetas y agarrando su amplio culo con las manos.

Le hice un gesto a Mario para que se pusiera detrás de ella. Como él agua me ayudaba a sostenerla la levanté hasta que ella rodeó mi cintura con sus torneados muslos. Mario había recuperado la erección al vernos juntas acariciándonos.

Se puso detrás de ella. Yo la sostenía por las nalgas separándolas para hacer sitio al rabo duro. Hice a un lado el tanguita que le había regalado y clavé un dedo en su ano. Nuestras tetas se rozaban con los pezones duros como piedras. Lamiendo su orejita le pregunté.

– ¿Por donde la quieres? Nena. ¿Por el culito o el coñito?

– Quiero sentirla en el xixi. Ya tendremos tiempo de todo lo demás. ¿Dejaras que se corra dentro?

– Pues claro, cielo. Si es lo que quieres tú.

Mario dobló las rodillas lo suficiente como para deslizar su bonita polla entre los labios de mi amiga. Intenté ayudarle levantando el culito y que ella se apoyará más en mí. Buscando mi lengua y ahogando sus gemidos en mi boca.

Ambos estaban tan excitados que no tardaron casi nada en llegar a sus fuertes orgasmos. Paty desmadejada entre mis brazos se recuperaba. Mario Conseguía sostenernos a las dos, llegando a sujetar mi cadera.

– Vamos chicas ya es hora de irnos.

– Tendremos que colocarnos bien los bikinis y tú el bañador.

Contesté con una carcajada. Pero por fin conseguimos separarnos lo suficiente como para vestirnos y volver al coche. Montamos la tienda en el camping, sin ninguna de las divisiones interiores por supuesto.

Teníamos que pasar esas vacaciones muy juntos. Ya veríamos cómo seguir después, al volver a casa. Pero estaba convencida de que los tres nos deseábamos y gustábamos mucho.

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