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Entré a su departamento y vi cómo le hacían el amor
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Para el momento de mi experiencia vivida ella contaba con 25 años, tenía su pareja el cual prometía para ese momento ser el hombre que ella necesitaba, ya que al parecer; ella era feliz. Se le notaba que estaba bien y que él velaba por ella, aunque también ella trabajaba.

Ese día en particular me dirigí a su departamento por algo que debía hablar, además de llevarle algunas cosas. La llamaré “Claudia” para proteger su identidad ya que esto que les voy a relatar aconteció ciertamente y no quisiera que, a pesar de que ya ha pasado algún tiempo de lo sucedido; hoy me salga el tiro por la culata al yo hacer público el relato.

Eran ya pasadas las 7 y 30 de la noche de aquel viernes cuando estacioné mi vehículo abajo en la entrada del edifico. Al bajar de mi coche pude darme cuenta que estaba el auto de su pareja, el cual yo llamaré “Miguel” para este relato.

Subí como de costumbre las escaleras, ya que su departamento está ubicado en el primer piso. En mis manos llevaba una bolsa con algunos detalles y en mi otra mano las llaves del vehículo, las cuales terminé metiendo en el bolsillo de mi pantalón.

Al llegar a la puerta del apartamento pensé en llamar pero vi la reja abierta y la puerta aparentemente cerrada, pero al fijarme estaba abierta también; aunque verdaderamente a simple vista parecía cerrada.

Abrí ambas puertas y pasé al pasillo de entrada y saludé dando las buenas noches pensando que me habían oído. La luz de la sala estaba apagada más la de la cocina estaba encendida, coloqué la bolsa sobre el mesón y pude ver al fondo una luz encendida que venía del cuarto principal. Percibí la tele encendida y me acerqué aún más pero con cuidado pensando hallarle dormida y no queriendo despertarle.

Empecé a oír unos ruidos extraños, los cuales venían de adentro de la habitación, sonidos guturales pero aún desconocidos para mí ya que tele tenía volumen suficiente como para no permitirme oír con claridad.

Me acerqué finalmente a la puerta con máximo cuidado y; como la puerta estaba entreabierta intenté mirar y echar un ojo a primera vista. La habitación estaba iluminada por la luz de la tele encendida que a ratos daba cambios de reflejos según la imagen que proyectaba la pantalla. La cama se ubicaba al fondo izquierdo de la habitación colocada frente al aire acondicionado y hacia allá fijé la mirada y pude ver dos siluetas; dos cuerpos desnudos abrazados en la habitación sobre el lecho haciendo el amor de lo más apasionados.

Quise salir de inmediato sigiloso del apartamento para respetar el momento que tenían ellos como pareja y alejarme y venir luego.

Sin embargo, la curiosidad y el deseo al ver aquella escena de amor me invadió por completo. Aquello me impactó porque les confieso que nunca en mi vida había tenido ante mí, una escena donde dos amantes se hiciesen el amor.

En ese momento pude sentir como se me erizaba la piel, al ver esa escena tan hermosa, por demás erótica y sensual en donde dos amantes fusionaban sus cuerpos amándose como nunca.

“Claudia” acostada boca arriba estaba con sus piernas abiertas y “Miguel” estaba entre ellas arriba penetrándola con repetidos movimientos de cintura. La luz de la tele hacia que descubriera diferentes sectores de sus cuerpos al cambio casi de inmediato de la luz de cada imagen que proyectaba y que por ende iba a dar sobre aquellos excitados amantes.

Pues, al quedarme allí me dediqué a observar y pude detallar la desnudez de sus cuerpos y oír sus gemidos que por demás está decir, despertaron en mí una erección casi de inmediato al momento que sentía mi pene luchando con mi pantalón para salir.

-Oooh! Rico amor!

-Dame así, me encanta!

-Cariño cógeme! –Susurraba ella.

“Miguel” con su miembro dentro de su vagina, la penetraba a repetición, dándole una dosis de vaivén de cintura que me permitía ver desde mi ángulo como aquel pene; grande por demás, la perforaba entrando y saliendo a intervalos y volviéndose a introducir en sólo fracciones de segundos.

Se notaba la maestría de aquel amante al cogerla de esa manera. Yo por un instante tuve que acomodar mi pija ya que seguía en su empeño insistente al querer salir del encierro en donde yo la tenía.

Hubo un momento en donde él paró de cogerla y sacó su miembro todo erecto; allí pude dimensionar con mayor precisión el tamaño de aquella pija que por momento estaba guardada en el coño de ella.

La tomó por la cintura, la haló y le dio vuelta y alzó su trasero por demás hermoso, rellenito, excitante y provocativo para dejarlo a la altura de su pene como para metérselo por detrás.

Agarró con su mano aquel miembro erecto y lo pasó por su vagina acariciando su delicado sexo. Eso le permitió abrir nuevamente los pliegues rosados y carnosos de su vulva y encaminarlo hacia dentro. Logró meter primero el glande y luego comenzó a empujársela despacio. –Táctica que me excitó mucho ya que yo hubiese hecho lo mismo- luego estando ya dentro, comenzó a darle duro y a mandarle fuertes envestidas de cintura.

-Aaaahhh!!! -Pude oír el gemido salir de su boca algo ahogado al momento que enterraba su cara sobre la almohada tratando de ahogar sus suspiros y sonidos vocálicos por demás excitantes.

No quedaba dudas que aquella escena amorosa me tenía por las nubes y todo excitado. De verdad me provocaba sacar mi pene y masturbarme allí mismo, y ya no me importaba si se daban cuenta de mi presencia, ya que estaba tan excitado que casi me imaginaba dentro de la escena amorosa participando también.

Les confieso que me hubiese gustado cogérmela también; ella provocaba, con ese culo tan hermoso contorneado y provocativo; además, sus lindos pechos colgando de esa manera con esos movimientos de bamboleo que hacían, ya que con cada empujada de cintura que le daba, permitían verse lindos al moverse en esa forma. Toda una hembra era ella.

Bajé mi mano y presioné mi pene con el deseo de sacarlo y pajearme allí, de todas formas no podían verme, ya que en el pasillo no había luz y yo me aseguraba de no dejarme ver.

Pero al momento que intenté hacerlo, escuche al amante desenfrenado jadear y comenzar hacer quejidos propios que daban muestra que ya iba acabar, que su semen estaba pronto a correr por toda aquella espalda o dentro de ella si así lo deseaba.

-Aahhh!

-“Claudia”, que rico es tu coño!

-Ooohh!

-voy acabar!

Esos quejidos presagiaban que ya no había tiempo para nada más. Quise detallar una vez más aquellos cuerpos desnudos y hermosos -desde el punto de vista artístico, la escena parecía sacada de una película erótica; ya que la luz que se reflejaba en ellos, así lo dejaba ver- imaginé.

Ella con sus cabellos largos azabache, en la posición de cuatro, por demás hermosa, gemía, susurraba, estaba siendo feliz, gozaba, ella también estaba acabando y a pesar de ser un poco menos espontánea y atrevida, disfrutó la cogida que le hizo su amante. Indudablemente que las curvas de su cuerpo eran hermosas y de verdad provocaba amarla.

Siento que fue tímida, ya que sus susurros y quejidos eran un poco menos y no gritaba y en ocasiones los ahogaba con su almohada. Tal vez se cohibía por pena a que le oyeran sus vecinos; pero la tele, -magino yo- estaba encendida con la idea de esconder cualquier gemido o grito, por eso pienso que hacer el amor era para ella motivo de timidez y/o tal vez no tenía la confianza al cien por ciento con su pareja y desatar todo ese deseo que pudo tener por dentro. –Siendo ella me hubiese dejado coger como nunca y hubiese gritado, llorado, gemido y meneado a reventar -Tal vez mí excitación me hizo pensar así-.

Finalmente, él dejó saber que había terminado, ya que sus movimientos, susurros y quejidos fueron muy seguidos, a la vez que, con movimientos y espasmos lo dejaba ver.

-Aahh, aaahh, ooooh!

Terminó dentro de ella y depositó todo su semen en su coño, al momento que ella susurraba:

-Oohh! Cariiñooo!

Se dejaron caer sobre la cama cansados, habían terminado de amarse.

Yo aproveché y me deslicé con cuidado hacía atrás con la idea de no hacer ruido y regresé por donde entré, tomé la bolsa que había puesto sobre el mesón de la cocina y salí. No sin antes cerrar la puerta con cuidado y recostar la reja casi como cerrada.

Me subí al auto aún con mi sangre hirviendo y aquel miembro parado y adolorido por tanta excitación.

Quise encender mi vehículo pero con aquella excitación aproveché y saqué mi pene; inmenso, latente, parecía un tronco. Al momento recliné mi asiento hacia atrás allí mismo y comencé a masturbarme. A darme pajas pensando en ese momento que acababa de presenciar. No me fue difícil pensarlo porque estaban vivas las imágenes que acaba de ver y así poder bajar la enorme presión de aquella pija que me exigía satisfacción.

-OooH!

-Qué rico!

Me daba aquella rica masturbada tan gloriosa por demás.

Mi pene no tardó en escupir una buena cantidad de leche.

-Aaaahh! Acabé rápido.

Tuve que tomar una toalla que siempre cargaba en mi coche y tapar las escupidas de semen, porque de lo contrario, hubiesen llegado al techo. Podía darme el lujo de hacerlo sin ser visto ya que mis ventanas estaban luminizadas y bien oscuras.

Quedé allí agotado y sin aliento. Esperé un momento a recuperar mi aliento y marcharme de allí. En el camino, abrí las ventanas delanteras y dejé entrar la brisa para que saliera aquel olor propio a semen recién eyaculado. Además, tuve que arrojar la toalla a mitad del camino y deshacerme de ella.

He vuelto de visita al departamento de ella intentando poder ver la escena nuevamente, sin éxito hasta hoy. Pero no pierdo la esperanza de poder mirar otra vez.

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