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Enseñándole a una chica lo rico del sexo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Esta aventura comenzó en una reunión. Mi mujer y yo estábamos visitando a unos amigos y había varias parejas invitadas, obviamente el tener sobre 40 años hace que tus amistades ya tengan hijos al menos jóvenes. Una de las parejas llevaba a su hija. Una chica de piel blanca y curvas muy bien definida para su edad. Ya 18 años.

Yo en lo personal no bebo mucho pero todos los de la fiesta beben con singular alegría así que, después de unas horas ya estaban muy entonados. Mi mujer después de unas cuantas cubas quedo en calidad de bulto y le pedí al anfitrión si me permitía llevar a mi esposa a la recamara para que pudiera descansar y reponerse. Cuando entré a la recamara, vi a la chica (la llamaré Lidia para no usar su nombre real). Me disculpe con Lidia y le dije que solo acostaría a mi mujer ahí y que me saldría de la habitación. Lidia me dijo que no había problema si quería quedarme ya que ella estaba aburrida de estar con los adultos y quería apartarse un poco.

Después de asegurarme que mi esposa estaba completamente dormida comencé a platicar con lidia de diferentes temas hasta que ella dijo:

– Te puedo hace una pregunta?

– Claro, dime Lidia.

– ¿Por qué los hombres no dejan de mirarme? es muy incómodo que a donde quiera que voy siempre se me quedan viendo todos libidinosos. Me choca.

– Pues primero que nada, eres una chica muy linda y tienes un cuerpo muy bonito. Pero si es muy primitivo eso que muchos hombres hacen de quedarse mirando como si quisieran cogerte ahí mismo. Perdón por las palabras.

– No, está bien. jejeje. Si lo he pensado pero es muy molesto que se pongan como animales.

. Ahora yo te puedo hacer una pregunta? – le dije para ver hasta donde podía llegar.

– claro. Juguemos a preguntas y respuestas. Pero no se vale decir mentiras, te late?

– súper bien.

Entonces me dispuse a preguntarle sin mayor miramiento.

– Tu ya has tenido sexo alguna vez?

– Un par de veces con un chavo de la escuela pero la verdad fue muy x, el terminó muy rápido la primera vez y después, en la segunda solo me lo metió muy fuerte y no dejaba de decirme cosas como perra y puta y cosas así. Fue muy incómodo.

– Wow, sí que fue una experiencia muy desalentadora. Me imagino no ha de haber sido nada fácil para ti. Entonces la idea de tener sexo no te gusta? Por eso te incomodan las miradas de los hombres?

– Si quiero tener sexo, la verdad a veces me masturbo pensando en alguna novela erótica o viendo algo de porno

Se quedó callada y se puso muy roja. Me dijo que la disculpara, que se le salió el comentario. Estaba muy apenada pero como estábamos sentados al borde de la cama hablando en voz baja, yo le puse la mano sobre su mano y le dije que no se preocupara, que el acuerdo había sido decir cosas sin pena. Entonces ya recobró su color y ella hizo la siguiente pregunta.

Tú has tenido sexo con alguien más chica que tú? Te gusta tener sexo con tu esposa?

– Ya alguna vez tuve sexo con una chica un par de años mayor que tu y el sexo con mi esposa no es malo, solo que se ha vuelto algo monótono, ya sabes, por el trabajo y los tiempos pues luego ya andamos algo cansados o las ganas no coinciden.

– Y… como lo hacen? O sea, quiero decir, solo si quieres contarme.

En este momento se cruzó una idea muy loca por mi cabeza. Viendo a mí esposa ahí dormida, totalmente perdida por el alcohol y saber que los demás estaban en la sala ya quedándose dormidos tenía la oportunidad perfecta para poder acercare mas a ella. Comencé a pensar en la idea de sentir el cuerpo de lidia, de poder oler y probar ese sexo juvenil. Muy pocas veces se tienen esas oportunidades y todo parecía indicar que lidia tenía curiosidad.

– Te propongo algo, solo si tú quieres. Mejor te cuento como me gustaría hacérselo a alguien más que no sea mi esposa.

– Me encanta la idea.

– Vale, Primero que nada, el entorno. Es fundamental que ambos estemos cómodos. Pongamos de ejemplo que la chica en cuestión estuviera vestida justo como esta vestida. Falda arriba de la rodilla, de tela suave, que con solo tocar la tela ya da una impresión de la sensación al acariciar la piel que está cubriendo, Una blusa de color claro, con un escote no muy pronunciado pero que deja ver el borde suave y terso de un par de senos más que hermosos a la vista, no imagino cómo se han de sentir al tacto y más aun, tenerlos en os labios para recorrerlos centímetro a centímetro. Quiero suponer que debajo de esa falda se oculta una tanga muy sensual que, con un solo movimiento podría hacerse a un lado y dejar expuesta la gloria misma.

Mientras le iba contando esto me acerque un poco más a su oído para que la conversación solo pudiera ser perceptible por sus oídos. Yo no dejaba de estar al pendiente de que mi esposa fuera a despertar o de que alguien se acercara al cuarto y fuera a entrar. La miraba fijamente mientras la iba describiendo y podría notar como suspiraba de vez en vez como imaginando lo que le iba diciendo.

– Después la sentaría en la cama y me sentaría por detrás de ella. Tomaría su cabello y lo haría a un lado para poder descubrir su cuello y empezarlo a recorrer con mis labios de una manera suave pero llenándome de tu toda su esencia. Y mientras beso su cuello con una mano empezaría a acariciar sus pechos mientras la otra mano acariciaría sus piernas de manera muy lenta, sintiendo como toda su piel se va erizando y siento como ella va abriendo sus piernas permitiendo que mi mano siga su curso hacia su monte de Venus.

– Ay qué cosas dices, de solo imaginarlo hasta se antoja. Seguro tu esposa ha de estar bien feliz de como se lo haces.

– Como te decía, casi nunca puede ser así por los tiempos y el día a día, pero me encantaría poder hacérselo a alguien, poder disfrutar de ese momento y de ese cuerpo de una manera que sea maravillosa para ambos.

Le dije que saldría por un vaso de refresco porque me había dado un poco de calor, le ofrecí traerle uno también a lo cual ella acepto sin problema. La verdad solo quería saber cómo estaban los demás afuera en la sala. Las dos parejas que quedaban ya estaban como dormitando en los sillones. Así que prácticamente no había nadie que pudiera interrumpirnos.

Llegue al cuarto con los dos vasos de refresco y le dije que ya todos habían caído, como para darle esa confianza de que nadie entraría.

– Alguna vez te gustaría vivir algo así? – le pregunte un poco más directo a lo cual ella respondió que sí.

Me dijo que iría al baño y que no tardaría, así que mientras ella fue al sanitario yo aproveché para bajar mi bóxer por dentro del pantalón y tocarme un poco, quería que ella viera mi pene semierecto debajo del pantalón y ver hasta dónde podría llegar.

Cuando lidia regreso del baño me di cuenta que debajo de su blusa ya no traía sostén. Sus pezones eran muy perceptibles y la redondez de sus tetas brincaba a la vista. Eso hizo que mi erección fuera más notoria y ella se sentó junto a mí, puso una mano en mi pierna y dijo: En que nos quedamos?

Yo no pude contenerme. La tome por el rostro y la bese. Sentí su aliento, su respiración, su lengua jugando con la mía y decidí que no podía desaprovechar esa oportunidad. La puse en la esquina de la cama y me senté justo detrás de ella, así como se lo estaba relatando, comencé a devorar a besos ese cuello tan blanco y divino mientras dejaba que mi mano se llenara con uno de sus pechos. Sentía la dureza de su pezón, podía jurar que hasta estaba temblando. Mientras tanto, deje que mi otra mano explorara ese camino hacia su entrepierna. Rocé con mis dedos por sobre su tanga y ya estaba muy mojada. Seguí frotando suavemente por varios minutos hasta que sentí como sus piernas estaban temblando y soltó un pequeño gemido. Yo puse mi dedo índice en su boca para indicarle que no deberíamos hacer ruido.

Le di la vuelta, La recosté del lado contrario a donde estaba mi esposa dormida y sin perder tiempo levanté su falda y fui besando sus muslos. Dejando que mis labios y mi lengua recorrieran palmo a palmo hasta llegar al borde de su pubis, sin quitar la tanga deje que mi boca sintiera ese sabor, ese olor de su sexo. Sujeté sus piernas con ambas manos y moví la tanga a un costado de su vagina. Pase la puntita de mi lengua por todo el borde superior, casi desde su anito hasta su clítoris. Ella me tomo del cabello y apretó mi cabeza con sus piernas. Sentía como vibraba, como se contenía de no gritar. Entonces dejé que mi boca jugara libremente con sus labios y su clítoris hasta que sentí que terminó. Me levante y la bese de nuevo.

Ella llevo sus manos a mi pantalón, comenzó a tocar mi verga sobre el pantalón y sentía lo mojado que ya estaba y lo duro que se sentía. Entonces bajó el cierre y me dijo que si me quería acostar pero le dije que no. Que quería estar de pie y le puse unas almohadas en la alfombra y le pedí que se hincara. Ella obedeció y de manera muy tierna saco mi miembro de mi pantalón y lo empezó a meter a su boca. Le dije que esperara, que mejor empezara a recorrer desde la base hacia el glande con la lengua, mientras con sus manos masajeaba mis testículos. Así lo hizo. La fui guiando hasta donde ya no podía más y ahora si le dije que ya lo metiera a su boca y con una mano lo empezara a masturbar. Después de algunos minutos empezó a escurrir semen de sus labios, de su boca. Ella se apartó y fue al baño a limpiarse.

Ya que salió nos sentamos en la cama y me dijo que nunca se imaginó que un conocido de sus papas le haría el mejor sexo oral que ella había experimentado y que quería poder estar conmigo bien. En otro lugar y sin nadie alrededor.

En el siguiente relato les contaré del segundo encuentro con esta linda chica.

Les dejo mi mail para poder saber sus comentarios de mi relato [email protected] y en mi perfil está mi contacto de Telegram.

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