Después de nuestro primer encuentro pactamos el segundo.
Se iba a llevar a cabo el jueves de la semana siguiente, entonces intenté seguir mi vida como de costumbre, excepto cuando llegaba a mi casa después del trabajo, ahí me bajaba el pantalón y me ordeñaba pensando en el pito de mi amante, recordaba como se sentía moverme sobre él y también como se sentía cuando eyaculó su semen en mi boca. Incluso me ponía en posiciones inusuales para poder eyacular en mi propia boca, ya no podía esperar a sentir su rico pene en mi boca y hacia de todo para intentar calmar las ganas.
Mi amante por su parte me decía que había pensado en mí cuando se cogía a su esposa, que la puso a mamar justo como me había puesto a mí, aunque ella no se quiso tragar el semen. Entonces yo sentía una mezcla de emociones cuando me contaba todo eso, sentía asco, vergüenza, pero sobre todo me excitaba mucho y no sé qué rayos pasaba por mi mente pero yo quería hacerle sentir más placer que el que su esposa le daba, entonces le decía que era una lastima que su esposa no supiera apreciar su leche, y que si fuera yo, me la habría tragado toda y que incluso no lo hubiera dejado sacar el pito de mi boca hasta haberlo ordeñado una segunda vez.
El día finalmente llegó, y mi amante llamó a la puerta, lo dejé entrar y nos besamos muy rico como si fuéramos una parejita de jóvenes enamorados, entonces me tomó de las manos y las levantó, me hizo dar media vuelta y me puso contra la pared mientras me restregaba el pito en el culo y me dijo al oído que me iba a hacer todo lo que no lo dejaba su esposa y esto fue como una palabra mágica que me hizo parar el culo y ponerme flojito y a su merced, entonces con voz temblorosa solo pude responderle que yo era suyo y que lo iba a complacer con lo que me pidiera.
Entonces ahí mismo recargados en la pared me dio la vuelta y me puso frente a él, me hizo sentar en el suelo quedando mi cara frente a su pene, fue ahí que supe lo que venía, él iba a desabrochar su pantalón pero me adelanté y lo hice yo, ansiaba con ganas volver a ver ese pito y poderlo chupar hasta sacarle leche. Entonces su pito emergió de entre su ropa interior y pude tomarlo y meterlo en mi boca, mi amante soltó un gemido ahogado y me tomó del cabello inmovilizando mi cabeza contra la pared y moviendo su cintura comenzó a darse placer con mi boca como si me estuviera cogiendo por medio de ella, me gustaba tanto que mi pito se había parado y como pude me desabroché el pantalón y empecé a masturbarme mientras le daba placer a mi amante, era una sensación incomoda pero placentera, lo miraba fijamente a los ojos y esto hacía que me metiera su pito hasta la pared de la garganta y me provocara el reflejo de vomitar, pero después de un rato lo sacaba y me dejaba recuperarme.
Me tuvo así unos diez minutos, sentía sus bellos públicos alrededor de mi boca y sus bolas me pegaban en la barbilla con cada bombeada hasta que su semen invadió mi boca y me hiciera tragarlo, y justo cuando él había terminado y quería sacar su pito de mi boca, solté mi pene y me abrace fuerte de sus piernas impidiendo que sacara el suyo de mi boca y empecé a hacerle circulitos y caricias con mi lengua en su ahora flácido pene haciendo qué esté recuperara su erección.
Entonces entendió, quería hacerlo terminar por segunda ocasión y me volvió a acomodar como estábamos y me dijo que le encantaba verme masturbar mientras se la mamaba, en esta segunda ocasión no tardó ni dos minutos en terminar, pero lo disfruté mucho, tanto que terminamos al mismo tiempo, me da un poco de pena admitir que se la mamé sin compasión, quizás por eso duró muy poquito pero sin duda lo disfrutamos mucho. Me ayudó a levantar y tomamos agua, se notaba mucho qué yo tenía 22 y él 47 porque le temblaban las piernas y se fue a sentar al sofá para recuperarse y yo…
Yo seguía caliente y con ganas, lo que pasó después se los contaré en la tercera parte.
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