Hace un mes, con Carla mi esposa, y Sofía y Carlos, mis suegros fuimos a pasar una semana de vacaciones a las Sierras de Córdoba, a un lugar hermoso, lleno de arroyos, vegetación, pequeñas playas sobre los cauces de agua. Alquilamos una cabaña, con dos habitaciones muy cómoda, y por el pronóstico del tiempo, esperábamos tener muy buenos días.
A mí, con 30 años, me encanta el senderismo, pasear por lugares casi vírgenes, disfrutar de la naturaleza. A Carla, no, prefiere sentarse junto a los arroyos, y tomar sol. Mi suegra, una mujer de 48 años, con un par de kilos de más, pero con muy buen culo y tetas, en nuestra ciudad, Pilar, solía caminar casi cien cuadras por día.
Al segundo día de llegar, después de desayunar puse un par de botellas de agua en una mochila, me puse un short, zapatillas y una remera y salí a caminar por las sierras. Cerca de dos horas después, estaba regresando y veo a mi suegra, que caminaba como buscando algo. Me detuve a observarla y vi que se sentaba detrás de unos arbustos, a uno cien metros de la casa y se empezaba a acariciar la concha por sobre la malla enteriza. Lo hacía con ganas, y unos minutos después, bajo los breteles y la parte de arriba de la malla y se apretaba los pechos mi entras se frotaba cada vez con más ganas.
Mi pija se empezó a poner dura, y cuando ella corrió la malla para meterse dos dedos saqué mi pija y me puse a masturbarme despacio… Ella gemía suavemente… Me subí el short y sin que me viera, me fui acercando.
—Hola Sofía. Le dije cuando estaba a un par de metros.
—Martín… yo…
—Estas caliente, como yo… mira. Dije y saqué mi pija del short.
—Martín, por favor… Carla.
—Sofía, yo no voy a contar nada, supongo que vos tampoco.
—No, me moriría de vergüenza si le digo que me viste masturbándome…
—Podemos tener más razones para no decirle…
—¿Qué decís?
—Chupame la pija.
—No Martín, no me pidas eso.
—No te lo pido, te digo que lo hagas. Dale.
Me acerqué para dejar mi pija junto a su boca y ella tímidamente al principio la besaba, para luego empezar a chupar y volver a meterse dedos en la concha.
—Que buena que sos chupando, tu marido debe estar loco con vos…
—Martín por eso estoy aquí, ni me toca… y yo…
—Sos muy caliente por lo que veo… seguí chupando.
Ella siguió chupando y yo me agache un poco para apretarle los pechos. Ella gimió y se puso más caliente chupando. Luego de un rato, le dije:
—Ponete en cuatro patas.
—Martín, por favor no…
—Dale…
Ella sin volver a protestar se puso en cuatro, en realidad en tres, porque de inmediato se apretaba las tetas con una mano. Me puse detrás y se la fui metiendo de a poco, y Sofía cuando la empezó a sentir empezó a gemir y a moverse lentamente…
—Que apretadita, me encanta. Dije.
—Ningún uso en cuatro años… Dijo ella.
—Mentira, te vi metiéndote dedos.
—Bueno… eso y algún que otro consolador, pero no es lo mismo…
La tome de la cintura y entraba y salía con fuerza. Su orto, era una hermosura, y por supuesto una tentación irresistible. Llevé uno de mis dedos y empecé a intentar penetrarla.
—No Martín, mi culo no…
—Me encanta, quiero cogerte el culo…
—Ah Martin, es grande. Dejame…
Y para mi sorpresa, mojo dos dedos con saliva y se los empezó a meter y sacar mientras yo la cogía.
—Me gusta mucho que me cojan el culo…
Escucharla y meterle mi pija en el culo, fue una sola cosa. Ella, mientras yo entraba y salía de su culo, se metía dedos en la concha y gemía… La cogí así varios minutos y ella tuvo un orgasmo y yo acabé en su culo. Ella limpio mi pija con la boca, yo me arreglé la ropa y seguí mi camino por otro lado, para volver a la casa. Al ratito, llego ella.
—¿Cómo te fue? Pregunto el marido.
—Perfecto Pedro, perfecto, disfrute mucho, mañana voy a hacer otro paseo. Dijo y me miró de reojo.
Al día siguiente, nuevamente salí a hacer senderismo y cuando regresaba, decidí pasar por donde había encontrado a mi suegra el día anterior. Ella estaba sentada, como esperando.
—Hola Martín.
—Hola Sofía, ¿Pasa algo?
—No…
—Entiendo…
—Entendeme, años sin estar con un hombre y ayer… desataste un fuego.
—Veamos que tan caliente. Sacate la malla por completo.
—Pero…
—Y chupame la pija, no perdamos tiempo.
—Ella lo hizo, se puso de rodillas y me empezó a chupar la pija.
Atraje su culo hacia mí, y le metí dos dedos en la concha… ella empezó a gemir como loca…
—Como te gusta chupar suegra…
—Me encanta, eso y que me rompan en culo… y las dos cosas juntas, ni te cuento.
—Le gustan los tríos a la puta de mi suegra…
—Me encantaban, pero como mi marido no puede…
—Tríos y con tu marido… cornudo feliz entonces.
—Jajaja.
—Basta de hablar y chupa…
Ella siguió chupando y yo metiéndole dedos… de pronto se me ocurrió una idea para probarla.
—Quiero ver como te coges el culo con algo, si te veo gozar realmente, te acabo en la boca, si no… al arbusto ira todo.
—No Martín… si querés te monto por el culo…
—YA dije lo que quiero…
Ella me miró y de su bolso sacó un pepino bastante grande.
—Viniste preparada puta…
—Deje mi consolador en casa, y por si no venías…
—Dale entonces…
Sofía lo chupo un poco y lentamente fue metiéndoselo. Era grande pero lentamente fue entrando… Le di un chirlo en el culo y ella gimió y aceleró la entrada y salida del pepino… Gemía y resoplaba sin parar. Lleve mi mano a su concha y estaba chorreando…
—Dale puta, chupame hasta hacerme acabar en tu boca.
Corriéndose un poco, y poniéndose de forma que vea como se masturbaba el culo con el pepino, empezó a chupar como loca… casi cogiéndose su propia boca con mi pija. Me hizo acabar con todo, y se tragó todo… limpió mi pija y siguió masturbándose hasta tener un orgasmo.
Mientras ella lo hacía, me fui vistiendo.
—Esta noche le voy a hacer el culo a tu hija, y vas a escuchar como goza…
—Desgraciado…
Esa noche, con mi mujer tuvimos un sexo tremendo. Debo decir, que parte de mi morbo era hacer que Sofía escuche como gozaba la hija. Y lo logre.
Al día siguiente, hice mi recorrido más corto, y cuando la Encontre a Sofía, ya se estaba masturbando el culo con un pepino.
—Hola.
—Parece que estas muy caliente…
—Estallo, anoche hiciste que me haga una paja en el baño de como la hiciste gozar a Carla.
—¿Celosa de tu hija?
—Eh… yo…
—Sí…
—Hagamos un acuerdo: Desde hoy sos mi puta… cuando, y donde quiera te voy a coger, solo, con un amigo, dos, con una amiga…
—Martín…
—¿Qué?
—Es que tu mujer, mi marido… y nunca estuve con chicas…
—De mi mujer me ocupo yo, de tu marido, vos, aunque no me molestaría cogerte bien cogida y mostrarle lo puta que sos delante de él.
—Sos un desgraciado… ¿Si no quiero?
—Serás siendo mi suegra. Pero no nos encontraremos nunca más.
—Bueno, acepto…
—Me alegro… Ah, por no haberme esperado para empezar, termina sola. Nos vemos.
—No Martín, dame tu pija por favor…
Le di el gusto, y le cogí el culo con todo. Mordía el pepino para no gritar… Yo la cogía, le daba chirlos y le decía lo que le íbamos a hacer con un par de amigos… Ella se puso totalmente loca, me pidió montarme, y en un solo movimiento se enterró mi pija en su culo y de ahí en más saltaba como loca, hasta hacerme acabar.
Los días de la semana que quedaban, todos la cogí y me chupo la pija. Tremenda puta mi suegra.