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En tiempos de toque de queda
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Con esto de la pandemia y el toque de queda nocturno no todo es tan malo… hace un par de semanas mi señora organizó un encuentro clandestino de chicas en la casa el viernes en la noche con sus compañeras de trabajo y su jefa, todas trabajan en el área de contabilidad. Así que el día antes me tocó ir al supermercado de compras y como estoy con teletrabajo me desconecté temprano el viernes para ponerme a preparar todas las cosas, el picadillo, unas brochetas de verduras y los distintos tragos

Finalmente llegaron 3 compañeras y su jefa la señora Marcela, con esto de las restricciones por cuarentena no puede reunirse muchas personas para que no lleguen los municipales jajaja.

Una hora antes del toque de queda se retiraron dos compañeras que andaban en un auto y se quedaron solo una compañera de trabajo y la jefa. Todo era risas, los chismes de la oficina y karaoke así que yo subí a mi pieza y me encerré a ver televisión. Fue como a las 2 am que todo quedo en silencio así que baje a ver que sucedía y bueno el trago hizo su efecto además del día de trabajo y mi señora y su compañera estaba durmiendo en los sillones, pero la jefa, la señora Marcela veía su celular. Fui a buscar frazadas y las tape a ambas borrachinas que dormían y comencé a recoger toda la loza y vasos para llevarlos a la cocina y ponerme a lavar.

Marcela apareció en la cocina y me ofreció su ayuda y bueno, cualquier ayuda es bien recibida. Me dio un poco de risa ver a la jefa de la oficina mareada, bamboleándose al caminar y cuando hablaba su lengua era traposa, pero bueno igual ayudaba, mientras andaba de un lado a otro en la cocina aproveché de mirarla bien y la veterana a sus años tenía un buen pedazo de culo, más con la falda de traje se lo modelaba redondito y respingón, las tetas eran grandes, carnosas, trasluciendo un poco sus sostenes en su blusa, luego de mirarla bien pensé, este es la mía

Le dije que prepararía otro trago de mango sour para que siguiéramos charlando, la idea era terminar de emborracharla. La empecé a llenar de cumplidos, ella se reía y decía gracias hasta que descaradamente le miraba las tetas y el culo cuando pasaba, se dio cuenta y se puso nerviosa. Comenzamos a secar la loza y a guardarla y en cada movimiento aprovechaba para rozar su mano, o su brazo y le pedía disculpas, pero fui subiendo la intensidad de los roces “accidentales” hasta que comencé a guardar unos vasos en un mueble sobre el lavaplatos y me puse detrás de ella, me la jugué y le acerque el paquete rozándole el culo y con cada vaso que guardaba le daba una punteada, me di cuenta que cerró los ojos, ahí pensé “esta lista” la tome por la cintura y se la clave con fuerza refregándole toda la verga en su culo, trato de impedírmelo, balbució una palabras pero estaba borracha y caliente, seguí con ese punteo por detrás y le agarre las dos tetas, se las apretaba, las estrujaba y ahora ella comenzó a empujar su culo, clavándose ella misma la verga, le comencé a decir al oído ”así putita, muéveme el culo, te lo voy a llenar de lechecita” ahí Marcela pedio el control y se entregó a mí.

La di vuelta y comencé a besar su cuello, a chuparle las tetas, luego volví a su oído y le dije “ahora chúpame la verga” y solita bajo y comenzó a soltarme el cinturón, bajo mi cierre y lo agarro como desesperada, lo chupaba exquisito con la experiencia de sus años, el glande, el tronco, los cocos, luego lo chupaba por completo, lo apretaba con la lengua uffff me tenía loco, le pedí que parara y la tome de los hombros y la invite a levantarse, la tome de la mano y la lleve hasta la mesa de la cocina, ahí comenzamos a comernos a besos con lengua mientras yo la agarraba del culo, se lo apretaba, se lo estrujaba y la apretaba contra mi falo, la di vuelta y la apoye sobre la mesa de la cocina, quedo con sus tetas apoyadas a la mesa y brazos estirados, rápidamente le baje los calzones y comencé a meterle un dedo en la concha, estaba empapada, no había nada que esperar, lo apunte y comencé a metérselo de apoco, la penetraba suavecito, ella resoplaba y hacia unos gemidos suaves desde su garganta, lentamente llague hasta la mitad, ahí la tome firme de la cintura y de un solo golpe se la ensarte hasta los cocos, comencé a culeármela como un salvaje, sin ninguna contemplación, sonaba como chocar con un charco de agua cada vez que se lo metía hasta el fondo.

Fue un momento intenso de un mete y saca, con lujuria, era la señora Marcela y yo la tenía ensartada, era mía completamente, pare y escupí saliva a la entrada de su ano, era un manjar, lo tenía estrecho, clave mi dedo pulgar hasta adentro, lo tenía hirviendo y seguí culeándomela ahora por los dos hoyos, la agarré del pelo y arqueé su espalda, mientras la montaba como a una perra, era fantástico, hasta que no aguanté más y comencé a llenarla de mi semen, me vacié por completo y seguí con el mete y saca pero ahora despacito hasta que ella se fuese relajando. De pronto quedo tirada sobre la mesa, exhausta, casi desmallada, acaricie su pelo, su espalda, le hice mucho cariño hasta que se incorporó, la abrace un buen rato, hasta que quedo tranquila, terminamos el trago y la lleve de la mano hasta el living, la deje en un sillón y la tape con una frazada para que durmiera. Acaricié su cara y le di un beso en la frente, Marcela me miro con cara de adolescente enamorada mientras mi señora y su amiga seguían durmiendo la borrachera.

La mañana siguiente baje y las desperté a las tres, les prepare desayuno y tomamos los cuatro en la terraza, conversamos y nos reímos un poco hasta que llegó la hora en que se tenían que ir. Salimos a despedirnos a la calle y se fueron en el auto de Marcela.

Cuando entramos a la casa mi señora me pidió disculpas por haberse pasado de copas y por todo el trabajo que me dio a mi por su junta de amigas.

Yo la abracé y le dije que no se preocupara, que hiciera junta de amigas las veces que quisiera, que le hacían bien para distraerse y que se lo merecía.

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