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EN LA TIENDA (recargada)

Hace un tiempo estaba en la tienda usualmente trabajando, era sábado casi las 6 de la tarde, faltaba como media hora para cerrar. Frente a la tienda hay un Wal-Mart, ya podrás imaginarte que entre semana hay mucha gente, pero los sábados y a esas horas ya está muy vacío.

CONOCIÉNDONOS.

Unos pasos delante de la tienda hay una parada de autobús, por lo que no es raro ver gente esperando el transporte, entre ella había un tipo no mal parecido, aproximadamente entre unos 40 o 45 años; en aquel entonces, yo tendría más o menos unos 34 o 36, comenzaba a levantar, anuncios y demás accesorios que coloco afuera de la tienda, ya iba a cerrar y pues la verdad quería irme rápido.

Entonces vi que esta persona se dirigió hacia mí y me pregunto por una fragancia, le indique que se pasara y se la mostré, en seguida dijo que se la llevaría, me pregunto por más y bueno aparto dos; como te decía, él era de un agradable aspecto. Antes de continuar quiero aclararles, que ya tenía un tiempo sin relación alguna; pero sinceramente esa tarde pensaba más en irme a casa a descansar que en otra cosa.

Mientras lo atendía pude darme cuenta, que atento a mis explicaciones, veía mis ojos y con su mirada me recorría, eso empezó a inquietarme; pero bueno, yo no había dado pie a nada, y en esos momentos solo pensé en mi última venta.

MIRADAS FURTIVAS

De pronto me señalo un perfume ubicado en uno de los mostradores del pasillo; Le pedí me permitiera salir a mostrárselo, él se apartó de la puerta enrejada de protección y pasé a su lado. Como en cualquier perfumería las paredes de los productos son de espejos, comprenderán que en el reflejo se ve todo. Entonces al voltearme para dársela, pude ver cómo me veía mi trasero, y… vi cómo se la tomo y se la acaricio.

Yo estaba de espaldas, pero pude ver como se la tomo todita, fue solo una fracción de segundos, pero eso, en los hombres la verdad no es raro verlos hacer eso; por ello mismo no hice caso, pero reconociendo y ante mi abstinencia pues… que les digo mis amiguitos, la verdad si me inquieto, no fue para tanto, pero tampoco puedo negarlo, fue una inquietud, digamos: mmmm rica.

En fin, regresé al mostrador y me metí dentro de la tienda estaba poniendo el seguro y de pronto alcancé a verlo y tal vez él no se percató, pero vi cómo se tocó ahí acomodándosela, para que no se le notara. Pero pensando lo que yo le había provocado y como las miradas van y vienen, quizá… no sé… fue mi instinto o abstinencia, pero mi mirada sin querer se dirigió a hacia ¡su bultote!, para colmo de males, él se dio cuenta de mí furtiva mirada.

Entonces hizo algo que en lo personal me agrado: ¡Se hizo el desentendido!, eso me gustó pues fue un gesto atento de su parte, hizo que no me cohibiera. No se me hizo descarado, al contrario, me dio… digamos: respeto.

En eso me pidió una fragancia especial y muy cara, le dije que esa sólo la tenía en bodega, y que si no llevaba prisa podría esperarme a ir por ella, asintiéndome que sí, fui por la fragancia y para mala suerte, ésta se encontraba en el anaquel superior y la escalera con sostén de seguridad, no estaba en su lugar, solo la simple y pequeña escalera de tres peldaños no me ofrece seguridad alguna al subirme.

Contra mi voluntad le explique la complicada situación y le pedí que regresara otro día por ella y que se la tendría preparada. Él muy serio me comento que era de Puebla y salía de regreso por la noche. Ante esta situación no me quedó otra y le ofrecí hacerle la cuenta de lo que ya llevaba, el acepto. Le extendí su nota y ahí… en ese momento… fue el primer roce… me toco mi mano; fue algo fuera de lo normal por ello me fijé en eso. La tomo y sin problema la pagó.

EL JUEGO INICIAL.

Hasta esos momentos, yo pensé que hasta ahí había terminado la… venta. Fue entonces que me pregunto: ¿Oiga quiere que la espere a que vaya por mi fragancia? Yo pensando que se iría, le respondí que no estaba negándosela, sino más bien me era difícil alcanzarla de su ubicación.

Fue entonces que me dijo muy propio, serio y muy respetuoso, que si quería me ayudaba a bajarla; al verlo tan serio, pensé que todo sería muy normal, aunque honestamente por dentro y en medio de mis piernas quería que algo sucediera y bueno… pues lo pase.

Yo traía una falda blanca algo suelta. Entonces… lo que en el interior de mi cosita realmente deseaba… ¡Pasó! Pues hasta esos momentos había pensado que él caballerosamente se subiría a la escalera… Pero me quedé… ¡Seca, Temblando!

Cuando tomó la escalera, le puso sus pies y dijo: ¡Adelante yo la sostengo!, Para esos momentos… ¡Ya estaba más que nerviosa, ya estaba deseosa!, Y bueno me subí y la verdad… la verdad, es que moví más de la cuenta mis caderas, sabía que haciendo eso mi mucho muy paradito trasero y carnositas nalgas, se moverían, que temblarían a cada paso que subía esos cuatro escalones, y segura estaba lo que lograría con ello, sabía perfectamente lo que pasaría con la parte de ese atractivo varón, sabía que le provocaría una super erección, que todo, pero aún desconocido, miembro se le pararía.

Por un lado, confirmé lo que perseguía, pues vi cómo sus ojos me deseaban, vi cómo su rostro se sonrojaba, y no conforme con ello, me empiné más y más… provocando, dejándole a él las acciones que su deseo le dictara hacer conmigo. Claro no tardo mucho pues de pronto… sentí su mano: “hay que ricooo sentí”

Fue delicioso, un exquisito deseo recorrió mis piernas, mis muy pronunciadas nalgas, mi cosita se estremeció, pues no fue un toque brusco, fue un toque firme, pero a su vez delicado, claro lo hizo sobre mi tanguita, tocando mi pierna y una de mí ya muy candente nalguita, pero pude sentirlo y no puse resistencia alguna, dejé que suavemente hiciera de lado lo que llevaba puesto, que recorriera con sus dedos mis muy húmedos y salidos labios vaginales.

Obvio comencé no solo a mojarme, a humedecerme… sino que con su toque, lento y en círculos sobre mi cosita, él notó que estaba empapándome, entonces sin fuerza, pero con firmeza me abrió las piernas, no puse resistencia alguna; pero tengo que aclararles amiguitos que siempre he pensado que cada parte de nuestro cuerpo tiene una función, por lo que ya se imaginaran que con mi exesposo nunca se llegó a nada por “la puerta de atrás”.

De pronto, despacio, suavemente, y de forma delicada por un ladito de mi entrepierna sentí algo húmedo: su lengua, que me recorría, humedeciéndome, y provocaba que de mi clítoris emanara liquido caliente… de tal manera que quise más de esa sensación, pues me encaro y entonces abrí ya sin restricción alguna mis muy torneadas y morenas piernas. Pues “mi cosita”, mi jadeante verija gritaba deseosa, de forma silenciosa que quería: ¡Ser COGIDA, Totalmente ¡PENETRADA!

CON TODO.

Él por su lado, con su otra mano, se tocaba despacio, firme y fuerte, por encima del pantalón; donde ya para ese momento su bultote se notaba mucho. Con cierta dificultad, logró bajar su cierre, yo por mi parte quería verla ya, quería saber cuánto me iba a tragar, porque que mis queridos amigos, debo decírselos, tengo que confesárselos: ¡ME ENCANTA MAMAR VERGA!, quería ver cuánto iba a recorrer con mi lengua, cuánto me iba atragantar, con cuánto después de cuatro meses se iba a llenar mi ya jadeante verija, que para esos momentos ya estaba emitiendo, escurriéndose en jugos un tanto ácidos y muy calientitos.

¿Qué puedo decirles?, de lo que a continuación paso… fue todo un maratón de posiciones… que hoy entiendo que fue más una exploración para encontrar el mayor punto de placer entre ambos; Por lo que tengo que decirles que la que más mayor placer me dio, fue cuando me puso con las palmas y rodillas en el piso, es decir me puso “En Cuatro”, donde quede totalmente expuesta a él, empinada, incluso con mi cara tocando el tapete del piso… con mi muy amplio trasero dándoselo todo sin reserva alguna… bueno le decía por primera vez… tómalo es tuyo.

Quiero decirles que desconozco porque surgió esto, pues realmente desconocía ese deseo en mí, y mucho más de él, lo que siendo sincera… estaba dispuesta a darle todo lo que me pidiera… y esperaba un tanto temerosa… pero a la vez deseosa… una penetración… suave… lenta… sin dolor, o más bien lo que deseaba es sentir centímetro a centímetro lo que esa muy amplia y poderosa verga haría en mí.

Conociendo un tanto a los hombres y en un buen avance de una muy rica cogida, sabría que vendría con todo… ¡Pero no fue así! Sino que puso sus manos en cada una de mis muy carnosas nalgas y las abrió aún más… entonces mí ya candente “puertita de atrás”, mi aún virgen hoyito, gritaba de forma muy discreta, algo que ni siquiera yo había oído antes, silenciosamente pronunciaba: “¡Ven Chúpame, mámame ya!”, “anda rápido”, pero de nueva cuenta no fue así, sino que empezó lento, despacio, suave; él sabía lo que hacía… y más… “lo que me hacía”.

Fue entonces que dio inicio con un hermoso y lento recorrido con su lengua, como nadie me había probado, pues daba vueltas y en redondel de mi hoyito disfrutaba; De vez en vez se detenía y me penetraba, humedeciéndolo y que de pronto paraba nuevamente y me lo mamaba de forma exquisita. Y si hasta estos momentos había una pequeña resistencia, por el punto que estaba tocando, con ese nuevo trabajito que yo desconocía, ésta desapareció de inmediato. Pues sin penetración alguna, a excepción de su lengua, alcancé dos orgasmos riquísimos y casi al hilo.

Ya habrá tiempo de platicarles con lujo de detalles todo lo que su inquietante lengua había provocado, pues mí ya totalmente dilatado hoyito, sin aceptarlo, ya esperaba, era algo nuevo, no conocido para mí, pero que el deseo de experimentar pedía: “Dame, penétrame, con toda tu amplísima verga… pero no, de pronto, paro se detuvo y de pronto ¡se apartó de mí!

Comprendí lo que quería, el muy astuto, quería escuchar de mis labios, con mi voz jadeante que ¡le rogara!, que le pidiera: “¡ándale cógeme ya por favor!”

Y pues la verdad, no solo se lo pedí… ¡Le grité que lo hiciera ya!, que me penetrara, que me cogiera fuertemente, y como él quisiera y por donde quisiera…bueno hasta yo me sorprendí de escucharme. Pero algo noté… que me agradó aún más, pues sentí que, con cada ruego, a cada una de mis palabras, su carne se tensaba más, su hermosa verga pulsaba y temblaba más y más, poniéndose más tensa, dura, fuerte y mucho… ¡Más mamable!

Y entonces vino a mi pensamiento una pregunta, un tanto morbosa, pero reconociéndolo era muy rica: ¿Cómo se sentiría, esa pulsación dentro de mí? Y no me importaba ya por donde fuera… Si dentro de mis ya inflamados labios de mi verija o de mi muy dilatado hoyito, era más bien por done él quisiera, pero que yo sintiera esas pulsaciones dentro de mí.

Puede al fin disfrutar de ver su cara… como el dolor y el placer de venirse alcanzaba y no sé si andaba o no, también en abstinencia, lo que sí sentí el cuándo y el cuánto se derramó… uuufff fue riquísimo.

Sus visitas a la tienda… fueron continuas por un par de años más… y, continuaré más adelante.

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