Después de pasar lo que quedaba de tarde en nuestra cala, decidimos que ya era hora de volvernos al hotel. Sospeché mientras se daban un último baño, que hablaron de las relaciones que habían tenido conmigo. Siendo amigas, eran cómplices para todo. Nos subimos al coche y puse dirección al hotel. La tarde había sido fantástica en todos los sentidos e intuía que para Laura y Julia, también lo había sido. Volví a poner música para que nos sirviera como colofón a nuestra excitante excursión. En esta ocasión, el "White Knuckle Ride" de Jamiroquai. Nuevamente volví a acertar de pleno, pese a lo intenso del día, no tardaron en ponerse a cantar y con amagos de baile. En este caso, la música y el buen rollo, activó las ganas de continuar. Viendo su actitud, baje el volumen para proponerles el siguiente plan.
-¿Que os parece si nos vamos al hotel, nos arreglamos y vamos a cenar a un italiano que hay cerca y ya después nos tomamos algo?
Su respuesta fue un si al unísono. Les encantó. Una vez llegamos al hotel, aparqué y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Ya en el pasillo antes de entrar, les pregunté a que hora reservaba para cenar. Julia me dijo que tenía que arreglar su pelo y que tardaba bastante y Laura no tardaría menos en hacer lo mismo. Escuchando su planteamiento y viendo que eso demoraría bastante la hora de la cena, les comenté que yo no tardaría en ducharme y cualquiera de ellas podría usar mi baño para aligerar.
Sin pensarlo 2 veces, les pareció buen plan y Laura se ofreció ir a mi habitación mientras Julia comenzaría su ducha. Como un equipo coordinado, Laura y Julia entraron en su habitación. Yo me dirigí a la mía, dejando la puerta entreabierta para que Laura entrara tras recoger sus enseres de aseo y ropa. En menos de 2 minutos se presentó. Le planteé que lo usara ella primero, ya que tendría que lavarse el pelo y arreglárselo y luego yo no tardaría mucho en darme una ducha. Esa opción le pareció bien y así mientras, me relajaba tumbado en la cama viendo algo en la tele. No habían pasado ni 5 minutos y escuché a Laura que me llamaba. Fui a ver que quería y al abrir la puerta la encontré dentro de la ducha, cortó el agua y me pidió que si podía acercarle una crema hidratante que había olvidado coger de su neceser. Accedí de inmediato no sin antes observar su hermoso cuerpo y los hilos de agua que se deslizaban por sus pechos mientras ella me miraba con sonrisa provocadora.
Instantáneamente volví a tener una erección de campeonato. El olor a gel de coco que Laura estaba usando, despertó mi instinto salvaje y deseo de follarla dentro de la ducha. Llevaba solo mi bañador y se notaba el bulto que ella no dejaba de mirar. Justo al darme la vuelta tras recoger la crema hidratante, ella había abierto la mampara de la ducha y me hizo un gesto invitándome a entrar, el cual yo no pude resistir, tras desprenderme de mi ropa. Comencé a abrazarla y besar su cuello bajando a sus pechos, en los cuales me entretuve el tiempo correcto para endurecer sus pezones firmemente.
Me extendí en sus grandes areolas dando pequeñas succiones que a veces incluían sus pezones y esto, la excitaba aún más. Entre la humedad de la ducha y la que emanaban nuestros cuerpos, aquello se estaba convirtiendo en un volcán a punto de estallar. Después de comerme sus senos, la giré y la puse contra el cristal de la mampara. Su excitación iba en aumento. Besé su cuello a ambos lados, le susurré lascivia a sus oídos. Sus pechos pegados contra el cristal dejaban su silueta perfecta, impresa en la mampara. No dejé ni un solo centímetro de su espalda sin besar, mientras mi mano derecha la deslicé para acariciar su vagina empapada e introducirle mi dedo que entró con facilidad absoluta. Mi otra mano, agarraba su cintura, la cual, arquee hacia fuera.
Me puse de rodillas frente a su culito, saqué mi dedo de su vagina. Laura cada vez jadeaba más. Mis manos agarraron sus cachetes abriéndolos para mostrarme sus tesoros que tenía frente a mi. Pasé mi lengua por su culo, lamiéndolo como un cachorro. Laura no paraba de gemir.
La extensión de mis lamidas se ampliaron hasta su coño y en ese momento, se abrió de piernas, facilitándome el cunnilingus. Me centre en succionar sus labios empapados a la vez que introducía mi lengua en su vagina. Comenzó a moverse despacio circularmente, frotándome su rajita por toda mi cara. Mientras seguía succionando, mi mano la posicione sobre su vulva y empecé a acariciarle su clítoris a la vez que no paraba de chupar con mi boca. No tardó mucho en correrse, sus piernas y cuerpo temblaron de placer.
Me reincorpore subiendo lentamente a la vez que besaba delicadamente su espalda que hacia que se estremeciera y no parase de jadear. Una vez que estuve de pie, la agarré de la cintura para acercarla a mi pene que puse en la rajita de su culo frotándoselo, me acerqué a su oído para susurrarle que mi fantasía seria hacer un trío con ella y con Julia. Me arriesgué a perderlo todo o alcanzarlo con esa frase sentenciadora. Esa petición por el contrario, la excitó aún más y su reacción fue coger mi polla y posicionarla en la entrada de su coño que estaba bastante empapado, a la vez que me preguntaba sugerentemente, si me gustaría follarlas a las dos. Nada más concluir su pregunta, mi pene ya estaba dentro de una estocada a modo de respuesta.
Mientras iba penetrando y sacando suavemente, Laura me preguntaba que me gustaría hacerles cuando estuvieran desnudas y frotando sus coños húmedos. Dichas cuestiones hacían que la excitación de ambos fuera in crescendo. Yo no respondía, tan solo me centraba en aumentar mis embestidas que hacían que los senos de Laura se adosaran al cristal de la mampara, golpeándola a cada movimiento. El deseo estaba concentrado en ese pequeño espacio de ducha y no paraba de crecer a medida que se iba haciendo más intensa la follada. Los sonidos se amplificaban con la reverberación del baño; gemidos, golpes de cadera de las embestidas, dedos friccionando el cristal de la mampara en un intento de contener el placer, etc…
Una gran melodía de sonidos que junto a algunas frases que Laura me decía, hicieron del baño, el lugar más lascivo y placentero del momento. Ambos estábamos en un éxtasis frenético y no tardaríamos mucho en corrernos por la temperatura que estaba cogiendo la situación. La estaba penetrando con intensidad mientras agarraba su cintura con fuerza. Laura me pidió que le tocase sus senos. Con mi mano derecha agarré su pecho y froté mis dedos en su pezón que estaba durísimo mientras que con mi otra mano trataba de asegurar que su cuerpo no se separará en ese momento, ya que íbamos a llegar al clímax. Los dos jadeábamos sin parar, le pedí de corrernos a la vez y ella en ese momento llegó al orgasmo mientras seguía embistiéndola contra la mampara. Me pidió que le diese mi néctar, que quería saborear mi esencia.
Solo con decirme esa frase y seguir escuchando sus jadeos, me separé y saqué mi pene. Laura se arrodilló frente a mi y sin contemplaciones, agarró mi polla con su mano derecha y empezó a chuparla sincronizando el movimiento de su mano con el ritmo de su mamada. En unas pocas sacudidas, hizo estallar todo el placer acumulado en su boca, mientras no dejaba de chupar. Relajó el ritmo tratando de asegurar que no quedase nada sin tragar, recorriendo con su lengua todo mi miembro haciendo hincapié en los pliegues de mi glande. Su mirada contemplaba mi cara de éxtasis total, mientras yo me sostenía agarrándome a sus hombros. Se reincorporó y me abrazó, fundiéndonos en un apasionado beso.
Salimos de la ducha y mientras nos secábamos, me comentó que Julia y ella habían estado hablando en la playa y que como buenas amigas que eran no les importaba compartir. Al principio me dio cierto reparo pero una vez que ella empezó a entrar en detalles, dicha timidez se fue tornando en una nueva excitación. Se sinceró conmigo diciéndome que en alguna ocasión, Julia y ella habían tenido sexo y les apetecía tener una nueva experiencia que en este caso me incluía a mi. También me dijo que el hecho de incitarme en la ducha con la fantasía de formar un trío con ellas, había sido planificado esa misma tarde mientras estuvieron solas en el agua contándose mutuamente como habían sido sus contactos conmigo y lo excitadas que se pusieron al retroalimentarse con sus propias experiencias.
Ante esta confesión de Laura mientras se ponía una loción hidratante sobre uno de sus muslos que tenía en alto, pude ver su vagina totalmente depilada. Un nuevo impulso volvía a mi mente y a mi miembro, que volvía a tener una nueva erección ante la escena que estaba viendo y escuchando. Ella se percató de que mi pene volvía a ponerse duro y me dijo que me relajase y me dejase llevar, que lo bueno estaba por llegar. Traté de contener mi emoción y excitación, pero interiormente pensaba que todas las vacaciones que hace uno en su vida no tienen un giro tan inesperado como el que estaba teniendo.
Por ello era el momento de pronunciarme con la misma sinceridad que Laura había tenido conmigo. Aprovechando que era mi turno de réplica, me acerqué a ella mientras cogía su otra pierna y levantándola para apoyarla sobre una banqueta, extendí unas líneas de crema hidratante sobre su muslo para extenderla sutilmente mientras le susurraba al oído mi deseo irrefrenable de formar ese trío que me había propuesto minutos antes. Le dije con todo lujo de detalles que desde que las vi haciendo el checking esa misma mañana, se había despertado en mi la fantasía de follarlas a las dos, de hacer un trío insaciable, de disfrutar viendo como una a otra se comía su coñito mientras yo penetraba, de disfrutar intensamente los placeres que nos brindaba esa situación, en ese momento y en ese lugar. Con esas palabras que le narraba y con el masaje en su muslo, conseguí una vez más poner duros sus pezones y que su mirada encendiera fuego.
Mi mano se fue acercando a su rajita y delicadamente acaricie con mis dedos sus labios que tras un leve frotamiento, volvieron a empaparse sin llegar a introducirlos. Dejé de hablar y fui bajando desde su oído hasta su cuello dando pequeños besos hasta llegar a sus pechos, comencé a ensalivar sus pezones que ahora estaban más duros. Tras extenderme más de un minuto en cada uno y seguir frotando mis dedos, Laura comenzó a suspirar y dar unos cortos pero intensos jadeos. De repente, paré de acariciar su clítoris y de chupar sus pezones. Abrió sus ojos y con mirada inquisidora me dijo que porque paraba.
Al igual que ella hiciera dos minutos antes, le dije con tono pícaro, que se relajase que lo bueno estaba por llegar. Los dos comenzamos a reírnos mientras me decía que estaba mojada de nuevo y de esa forma la iba a tener rabiosa durante la cena. Le dije que esa era mi finalidad, tenerla "rabiosa", a lo cual no pudimos evitar reírnos con complicidad. Salimos del baño a vestirnos y el teléfono de Laura sonó. Era un mensaje de WhatsApp de Julia diciendo que en 10 minutos estaba lista. Mientras ambos nos vestíamos, puse la tele para buscar alguna emisora de radio y poner música mientras nos arreglábamos.
A la primera búsqueda di con Radio 3 que en ese momento sonaba el "Heavenly Maybe" de Gengarh, menudo temazo para arrancar la noche y para terminar de vestirnos mientras lo bailábamos. Justamente fue terminar la canción, cuando sonó la puerta. Laura abrió y allí estaba Julia, espectacular con un vestido corto blanco de estilo ibicenco que resaltaba sus curvas y su piel bronceada. Laura optó por un mono corto con escote de pico que mostraba sus hombros y sus muslos. Salimos del hotel en dirección al restaurante donde teníamos la cena y donde después, esta historia tendría un antes y un después. Pero eso lo contaré en otro momento…