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En el medievo (P. 3): La polla de Teodon
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Tiempo de lectura: 5 minutos

A la mañana siguiente se despertaron todos con la claridad que emitía el sol antes de salir. La madre se puso a buscar comida en las alforjas del burro.

– Tengo café! Dijo mirando a la pareja. Sahara vio rápidamente una oportunidad.

– Vale. Dentel, ves a buscar agua al río. Yo iré a por leña seca en la parte más alta. La que hay por aquí está húmeda. Mientras lo decía, sonrió a Teodon. Sabía que la madre le diría que la acompañará, y así fue.

– Vamos, Teodon, acompáñala! A Teodon que la estaba mirando sin poder disimular el deseo, se le iluminó la cara. Sahara comenzó a andar por la ladera, subiendo con agilidad entre las piedras. Teodon la siguió mientras no quitaba los ojos de su culo. Después de un par de minutos subiendo, Sáhara se volvió y le dijo.

– Anoche vi lo que te hizo tu madre. Él se puso colorado y agachó la cabeza.

– Tranquilo, no pasa nada! Me gustó verlo! – Dijo ella sonriendo – Cuéntame, como empezó esto?

Teodon levantó levemente la cabeza y comenzó a hablar.

– En la aldea donde vivíamos no había chicas jóvenes. De hecho, tampoco había casi mujeres. Mi madre pensó que hasta que yo pudiera encontrar una chica, ella podría satisfacerme.

– Y tu padre. No dice nada?

– Lo sabe, pero no dice nada. Creo que a veces mira a escondidas! Dijo levantando algo más la cabeza.

– No te preocupes, no te sientas mal por ello. Seguro que donde vamos, hay chicas jóvenes! Le dijo mientras le ponía la mano en el pecho.

– Veo que estás muy fuerte! Le dijo mientras pasaba la mano por todo su torso. Iván era más alto que Dentel. A ella le sacaba la cabeza, y tenía un cuerpo musculoso y fornido.

– Quizás yo… también pueda ayudarte hasta que lleguemos a Irenat! Dijo bajando la mano hasta la bragueta del muchacho. Noto como rápidamente se abultaba el pantalón atado con un cordel. – Solo hacéis eso… o hacéis más cosas? Preguntó Sahara.

– Hacemos muchas cosas!! Dijo el muchacho con una amplia sonrisa.

– Te gustaría hacerme a mi… alguna de esas cosas? Preguntó Sahara con una sonrisa de niña pícara. El asintió varias veces con rapidez. Sahara le seguía manoseando el bulto del pantalón.

– Bueno, pues cuéntame qué más cosas haces con tu madre! Le dijo con mirada lasciva. El muchacho miró la mano de Sahara y suspiró hondo.

– Pues… lo hacemos por delante, por detrás y a veces me pide… – Que te pide? – Pues que le chupe… lo suyo.

– Ah, sí? Insistió ella para que le diera más detalles.

– Síii, y le gusta mucho! Me explicó cómo lo tenía que hacer y aprendí rápido! Dijo el con cierto orgullo. Ella sonrió maléficamente.

– Te gustaría… hacérmelo a mi… a ver si me gusta? El volvió a asentir con la cabeza varias veces. Sahara lo cogió de la mano y lo llevó a una zona de hierba seca y mullida. Se recostó sobre una roca redonda y plana y se subió la tela que cubría sus piernas. Ya no llevaba bragas y el bello que cubría el centro de sus piernas era de color castaño, como su pelo. Paso su mano sobre el y después la alargó para coger la de Teodon.

– Mira, tócalo! Ya verás que suave está! Le dijo apoyando la mano del muchacho sobre el vello púbico.

– Mi madre tiene más pelos y más negros!

Dijo el inocentemente. Después de dejarle que tocará unos segundos le puso una mano en el hombro para que se agachara. El lo hizo mientras no dejaba de mirarlo.

– Vamos, enséñame como se lo haces a tu madre! El muchacho acercó su boca y metió la lengua entre el bello. Encontró los sensuales labios del coño de Sahara y comenzó a lamer su centro. Tenía una lengua larga y carnosa y Sahara comenzó a sentir un placer delicioso. Metió sus dedos entre el pelo de la cabeza del muchacho masajeándole, a la vez que hacía que siguiera al ritmo que a ella le complacía.

– Sabes que lo haces muy bien! – Dijo ella para animarle – Tu madre se pondrá muy contenta cuando se lo hagas!

El asintió con la cabeza sin dejar de lamer. – Sigue! Sigue! Le animó moviéndole la cabeza. El muchacho lamía y metía todo lo que podía su lengua. Después buscó el clítoris, lo chupó, lo lamió e incluso lo mordisqueó.

– Ufff! Dioses de los bosques! Que caliente me estás poniendo! Tu madre te ha enseñado bien! Asiii, asiii!

Sahara recordó como Iván obligaba a Deva a comerla el coño para divertirse. Deva era una esclava de unos treinta años, con grandes pechos y un enorme culo. Le hacía la comida y le limpiaba la casa y alguna vez se la follaba al estilo perro dándole con la vara de fresno en el culo para divertirse. Deva emitía sonidos como los rebuznos cuando le llegaba el orgasmo y eso divertía a Iván. También hizo de maestra, enseñándome lo que tenía que hacer para darle placer a Iván. Era una maestra comiendo el coño, e hizo que Sahara se corriera muchas veces cuando se lo chupaba. Sahara estaba ya tremendamente caliente y quería sentir el gran miembro del muchacho dentro de ella. Tiró de la cabeza de Teodon hacia arriba, se abrió la tela de lo que hacía las veces de vestido y le mostró sus hermosas tetas. Después le subió las manos hasta ellas y el muchacho, con los ojos muy abiertos, comenzó a manosearlas. Mientras lo hacía ella le quitó el nudo del cordel que sujetaba sus pantalones. Le sacó el miembro y se asombró al ver lo duro y gordo que era. Puso el redondo capullo entre los labios de su coño y movió sus caderas lentamente haciendo que penetrara.

– Ufff! Muévete despacio! Le susurró mientras pasaba sus manos por detrás para agarrarse al culo del muchacho. Teodon, sumiso a los encantos de la mujer, obedeció como un cordero. Comenzó a mover sus caderas y Sahara pudo sentir como esa polla gorda y dura le abría el coño como un cuchillo romo abre una sandía.

– Joder, que gorda la tienes! Me lo has llenado por completo!

E muchacho hizo caso omiso a las palabras de Sahara. Empujaba con fuerza y apretaba hasta que se metía entera. Bajó la cabeza hasta llegar con la boca a las tetas de la mujer y comenzó a chuparle los pezones. Iba de uno a otro como un perro buscando agua en dos pequeños charcos. Sahara sintió como todo su cuerpo ardía. El muy cabron sabía mamar bien las tetas y la había puesto como el hierro candente de la herrería. La gorda polla ya entraba en su coño como si le hubieran untado en sebo.

– Sigue, sigueee! Susurraba Sahara mientras se agarraba al pelo de la cabeza del muchacho. Noto como una de sus manos se metía por detrás hasta llegar al culo. Se lo apretó y busco el centro con uno de los dedos. Comenzó a meter la punta del dedo en el culo mientras no paraba de embestirla como si fuera un carnero.

– Diosss! Que cabronazo que eres! Ya veo que tu madre te lo ha enseñado todo!!

– Te gusta? Preguntó el muchacho casi afirmando.

– Joder, que si me gusta! Sigue, sigueee! – A mi madre, le encanta. A veces me dice que le gustaría que tuviera dos pollas para que se las metiera a la vez!

Sahara ya solo jadeaba como una posesa y sintió un placer delicioso mientras su coño se empapaba con sus propios jugos. Teodon siguió embistiendo varias veces más hasta que su polla estalló. Sahara ahora sintió varios chorretones de leche que llenaban su coño para acabar desbordándolo. Noto como comenzaba a resbalar por sus piernas.

– Madre de todos los diosesss! Pues si que tienes leche! Me estas empapando todas las piernas!

Cuando Teodon sacó la polla empapada, Sáhara se dio cuenta que seguía dura.

– Joder chico, todavía tienes más ganas? El muchacho seguía agarrado a las tetas de Sahara y asintió con la cabeza mientras ella se las retiraba.

– Pues no nos da tiempo a más! Vamos, coge la leña rápido que nos estarán echando de menos!

Teodon se guardó su miembro todavía duro y se puso a recoger las ramas secas que había por el suelo. Cuando llegaron donde estaban los demás, Dentel le dijo a Sahara.

– Habéis tardado!

– Si, es que es difícil encontrar leña que esté algo seca!

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