Me excita mucho tener sexo en lugares extraños o en riesgo de ser descubiertos. Por eso tengo varias experiencias de ese tipo que les iré contando, algunas buscadas y otras que se dieron por casualidad. Cómo aquella vez que me contacté por chat con un flaco muy rico que me mostró sus fotos y me hizo dar muchas ganas de conocerlo personalmente.
En el diálogo me dijo que es abogado y que estaba solo en su estudio trabajando y que si yo le prometía que iba se quedaba esperándome al mediodía (era de mañana) porque a esa hora se retiraba su secretaria y ya no iban clientes, podíamos charlar y conocernos tranquilamente.
Le dije que sí y como a las 13 horas llegué a su oficina en el centro. Toque el portero y el me abrió la puerta. Me excite al verlo, es rubio, de ojos verdes, más alto que yo y de buen cuerpo, delgado pero con muy buenas piernas y cola, más bien lampiño o de un vello muy corto y claro según las zonas.
Me invitó un café y estuvimos charlando por un rato para conocernos más, hablando de nuestros gustos… hasta que un momento me dijo que tenía ganas de hacer algo, que no había problema porque estábamos solos y el lugar es discreto, pero que como es tímido le costaba avanzar, tener la iniciativa. Su belleza y su forma de hablar cada vez me calentaban más, así que no me demoré en ser yo quien avanzara.
Tomé su mano y me puse de pie, él también lo hizo y nos abrazamos. Empezamos a besarnos y tocarnos, al sentir nuestros cuerpos juntos, me di cuenta que también estaba muy excitado. Me gustó tanto como nos besábamos que inmediatamente mi pija que ya estaba al palo, empezó a mojarse.
Yo estaba vestido de jean y remera, él de traje bellísimo. Aflojé su corbata, le quité el saco y desabroche su camisa. Él ya había perdido toda timidez a esa altura y me desnudo a mi también. Estábamos completamente desnudos, sintiendo nuestras pijas calientes rozar nuestros cuerpos, besándonos y manoseándonos por completo.
Me pidió que me sentara sobre su escritorio y él se sentó en su sillón, comenzó a chuparme la chota. Era la fantasía de la oficina perfectamente cumplida.
Yo también tenía ganas de comerlo, así que le propuse ir a un sillón muy amplio que había al costado y nos prendimos en un tremendo 69. Nos comíamos todo con mucha calentura. Chupándonos pija, huevos y orto mutuamente. Yo lamía y mordía toda la redondez de sus hermosas nalgas y me sumergía en su lampiño y rosado orto, besándolo y penetrándolo con mi lengua, recorría su hermosa pija de arriba abajo y la pajeaba con mi boca mientras él hacía lo mismo con la mía.
Nos metíamos nuestras bolas en la boca y gozaba muchísimo sintiendo como me besaba la pelvis y la entrepierna, a veces recorriéndola con la lengua por todas partes. Yo no podía dejar de acariciar sus hermosas piernas. Nos caímos del sillón y rodamos por la alfombra, seguimos unidos besándonos pero yo no aguantaba más las ganas de estar adentro suyo.
Me acerqué hacía mi pantalón que había quedado a un costado y saqué un forro, me lo puse y suavemente lo lleve hasta el escritorio nuevamente, se inclinó apoyando su manos sobre el escritorio y ofreciéndome su cola, me agaché y le chupé el orto por unos minutos más para después penetrarlo y gozar como loco sintiéndolo completamente mío. Fue hermoso sentirlo así y poseerlo tomado de sus piernas, mientras se oía el golpe de su culo contra mi cuerpo.
Estábamos culeando con un buen ritmo, gozándolo mucho, cuando sentimos ruido de llaves en la puerta. Era la secretaría que por alguna razón había vuelto temprano. Nos separamos, levantamos rápidamente nuestra ropa y nos metimos al baño. Ella preguntó ¿Doctor, está por ahí? ¿Es usted? él contestó que sí, que estaba en el baño descompuesto y que por eso no había podido irse a su casa.
El baño es chiquito, los dos estábamos desnudos y juntitos, nuestras garchas seguían al palo. Yo estaba muy nervioso. La secretaría se preocupó por su estado y dijo que había vuelto por unos papeles para poder terminar un trámite por la tarde a primera hora. Él la tranquilizo, mientras hablaban de un lado y otro de la puerta del baño, se arrodilló y me chupó la pija hasta que acabamos, yo en su cara y él en el piso. Aguantaba los gemidos, mordiéndome los labios.
Por suerte, la secretaria se fue en unos minutos. Salimos del baño y nos dimos cuenta que igualmente sospecharía algo porque no habíamos podido levantar toda nuestra ropa y algunas prendas mías habían quedado sobre en una silla.