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En el crucero
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Hace un tiempo, gané un premio en el trabajo. El premio consistía en un viaje de 4 días en crucero por el caribe. Estaba emocionado, nunca me había subido a un crucero. Cuando llego el día, tuve que viajar a Miami para abordar el barco. Como el premio solo incluía el crucero, tuve que pagar mis pasajes yo mismo, por lo que decidí ahorrar lo más que pude. Mi vuelo llegaba a Miami unas horas antes de la salida del barco, por lo que tuve que apresurarme para dirigirme del aeropuerto al muelle. Felizmente tuve tiempo y pude llegar sin problemas.

Al llegar pude ver muchas familias ingresando al barco, no vi mucha gente joven o soltera, por lo que pensé que sería un poco aburrido. Ingresé, me explicaron cómo funcionaba el sistema del crucero y me dirigí a mi camarote. El camarote era un cuarto no muy amplio, con una cama de 2 plazas, un escritorio chico, un sillón para una persona y un baño también pequeño. Acomode mis cosas y me cambie con una ropa de baño, un polo y unas sandalias. Hacía mucho calor, así que decidí dar una vuelta por el barco para conocerlo.

El barco era gigante, tenía muchas piscinas, un restaurante grande de buffet, otro para comida a la carta, muchos bares alrededor de las piscinas y otros ambientes de esparcimiento. Después de revisar todo el barco, decidí meterme a la piscina, el agua estaba tibia. Realmente no era muy agradable, luego me di cuenta que era así para que la gente no este mucho tiempo dentro, y así evitar aglomeraciones. Estuve un corto tiempo y me fui a mi camarote. Me aseé, me cambié y me recosté en la cama a ver que había en el pequeño televisor.

Media hora después, el barco zarpó, así que decidí salir a pasear otra vez. Al salir, me di con la sorpresa de que ya no solo había familias, por los pasadizos y por las piscinas encontré muchísima gente joven y soltera. Me alegré, pensando que de repente conocería algo de gente para no pasar estos días solo.

Al llegar al área de las piscinas, vi muchas mujeres tomando sol. Había mujeres hermosas, con diminutos bikinis, tomando sol o bañándose. Al llegar la noche, comí y decidí ir a uno de los bares a tomar un trago. Me senté en una barra y pedí un cuba libre, mi favorito. El barman me preguntó cuál era mi plan y no supe que decir. No sabía cómo funcionaba todo. Le dije que no sabía cómo funcionaba y me respondió que ya volvería y se fue a atender a una pareja.

-No te preocupes –escuché decir a una mujer a mi lado– primera vez ¿no?

-Si –respondí, al voltear vi a una mujer de unos 30 años, hermosa, cabello rubio, ojos verdes, de facciones muy finas y con un cuerpo de infarto. Unas tetas grandes y bien puestas. Estaba con un top pequeño y una falda corta en la parte baja. No supe que más decir de la impresión.

-Soy Emily –dijo sonriendo al ver mi timidez– si quieres yo te puedo explicar.

-Muchas gracias –respondí ya un poco más tranquilo– Soy Gonzalo.

Me dio un beso en la mejilla y me comenzó a explicar cómo funcionaba el tema, así que cuando llegó el barman, le pedí un paquete de bebidas alcohólicas, pagué con mi tarjeta y me sirvió mi cuba libre. Le agradecí y volteé a conversar nuevamente con Emily. Charlamos largo rato, me dijo que era de Nueva York, hablaba muy bien el español, ya que había pasado su juventud en Sudamérica por el trabajo de su padre.

Después de unos tragos, me dijo para ir a caminar, así que paseamos por el barco, llegamos a la zona del casino y entramos, jugó unas cuantas rondas de ruleta mientras seguíamos conversando. Como a las 2 am, nos despedimos y nos fuimos cada uno a su camarote.

Al día siguiente, salí temprano a tomar el desayuno, esperando encontrarme con Carla. La vi en una mesa tomando su desayuno y al verme me hizo una seña para acompañarla. Tomamos desayuno juntos y luego me dijo que iría a cambiarse para entrar a la piscina. Yo ya estaba listo, así que me dijo que la espere en la piscina. Reservé dos tumbonas y me recosté a esperarla. Unos minutos después, llegó vestida con un diminuto bikini, las tetas con las justas cabían, el pareo que usaba le cubría ligeramente las piernas. Llego se recostó y me pidió que le ponga bronceador. Ahí pude ver su culo, era hermoso, grande, redondo, creo que nunca he visto un culo tan perfecto como ese.

Nos metimos en la piscina, conversábamos y nos refrescábamos. Había mucha gente dentro, así que estábamos muy juntos. En un momento, un niño choco con ella, lo que hizo que se tambalee hacia mí, la agarré de la cintura para que no se caiga. Quedo pegada a mí y sentí sus senos aplastarse en mi pecho.

-¿Estás bien? –le pregunte, mientras se sostenía.

-Disculpa –me dijo, apartándose de mi– que incomodo estar con tanta gente.

-Si, con el calor que hace, todos se quieren meter –respondí.

Seguimos conversando, entrabamos y salíamos de la piscina, ya que no era agradable quedarse mucho tiempo. En todo el tiempo que estuvimos en la piscina, se repitió ese episodio, haciendo que me excitara de tanto sentir sus grandes senos. Una de esas veces, ella se pegó tanto a mí, que sentí su muslo chocar con mi pene, el cual estaba erecto. Ella se alejó ligeramente sonrojada.

-¿Vamos a almorzar? –me preguntó– ya me dio hambre.

-Claro– respondí saliendo de la piscina y ayudándola a salir.

-Pero, nos cambiamos y ¿me pasas a buscar? –me dijo– no dejan entrar al buffet en ropa de baño.

-Ok, te busco en unos 10 minutos –respondí.

-Ok, mi camarote es el 5083 –me dijo y se fue.

Me fui a mi camarote, me cambié rápidamente y salí hacia el suyo. Demore un poco en encontrarlo, ya que estaba un poco alejado del mío. al llegar, toque la puerta, me abrió la puerta y estaba tan solo cubierta por una toalla. Su cabello mojado, se le veían las piernas desnudas. Mi pene comenzó a endurecerse solo de verla así.

-Pasa, discúlpame, recién salgo de la ducha. Siéntate –me invitó, mostrándome su pequeña salita.

-Gracias –respondí, entré y me senté.

Su camarote era más grande, la cama era más amplia, tenía una pequeña salita y un balcón. Ella seguía en toalla, buscando la ropa que se pondría. Mientras buscaba, pasó frente a mí a recoger un vestido y al agacharse, la toalla se soltó y cayó. Quedo completamente desnuda frente a mí. Ahora si pude ver sus pezones, grandes, rosaditos, su vagina completamente depilada. Estaba riquísima. Por la sorpresa solo atine a acercarme para recoger la toalla y dársela. Nos quedamos mirando, uno frente al otro, ella tomó la toalla de mis manos, estirada para taparse. Nos quedamos muy pegados, uno frente al otro.

-Disculpa, que vas a pensar –dijo ligeramente sonrojada.

-No te disculpes, es más, te agradezco por tan bonita vista –le dije sonriendo.

Sonrió, me acerqué y le di un beso en los labios. Fue corto, ya que no sabía cómo lo tomaría. Nos separamos, me miró a los ojos, no dijo nada. Así que me acerqué y volví a besarla, pero esta vez abrimos los labios y nuestras lenguas se juntaron. Soltó la toalla y quedó completamente desnuda frente a mí, mientras nos besábamos, sus brazos rodearon mi cuello. Sentí sus senos en mi pecho. La tome de la cintura y seguimos besándonos, cada vez más caliente. La giré y la lancé a la cama. Me saqué el polo y me subí encima de ella. La besé, comencé a sobar sus enormes tetas. Estaban duras. Ella comenzó a bajar sus manos y las metió debajo de mi short, comenzó a agarrarme las nalgas.

Mi pene ya estaba durísimo. Comencé a frotarlo en su vagina, ella seguía agarrando mis nalgas y empujaba el borde de mi short. Me levanté, me quité el short y el bóxer y mi pene saltó de golpe, ella abrió los ojos en signo de sorpresa y se mordió el labio inferior.

Se sentó en el borde de la cama y se metió mi pene en la boca, comenzó a darme una de las mejores mamadas de mi vida, lo hacía delicioso, se metía todo hasta el fondo, lo ensalivaba bastante, masajeaba mis huevos. Yo no perdía el tiempo y masajeaba esas hermosas tetas. Le frotaba la espalda, quería llegar a su culo, pero no podía. Ella se dio cuenta.

-Métemela en cuatro –dijo después de sacarse el pene de la boca– de una vez, que estoy chorreando.

Se levantó, se puso a cuatro patas y me dejo ver ese culo hermoso. No pude aguantar y coloqué la punta de mi pene en la entrada de su vagina, la sentí mojada, comencé a empujar y entro fácilmente, se sentía caliente y húmeda, comencé a bombear despacio, pero rápidamente subí la velocidad y la fuerza. Sentía como sus nalgas chocaban con mi abdomen las comencé a masajearlas. Se sentían increíbles. La empujé para que se recueste, junte sus piernas y la vista era increíble. Se la volví a meter, así con sus piernas juntas, las mías separadas a cada lado. La visión que tenia de su culo en esa posición era espectacular.

-¡que rico! ¡sigue así! ¡me encanta! –gemía.

-¡que rico culo tienes! Me encanta tu culo –le dije mientras le daba suaves palmadas.

-¡dame más duro! –pedía a gritos.

La seguí embistiendo en esa pose unos minutos más, cada vez más fuerte. También subió la fuerza de las nalgadas. luego me tumbe encima suyo, ella giro la cabeza para poner su boca a mi alcance, nos besamos apasionadamente, mientras seguía embistiéndola.

Se dio la vuelta, quedamos frente a frente, abrí sus piernas y se la metí de golpe. Comencé a besar sus tetas. Lamia sus hermosos pezones rosados. Ella me abrazo con sus piernas y levanto el culo. Se lo agarré con ambas manos y mientras besaba y lamia sus tetas, comencé a moverme desesperadamente.

-¡me voy a venir! ¿Dónde la quieres? –le dije agitadamente.

-¡tírame la leche en las tetas! Báñame con tu leche –dijo con una cara de puta increíble.

-¿quieres mi leche caliente? –le dije mientras la sacaba de su chorreante concha. Me comencé a masturbar encima de ella– quieres que te bañe en leche ¿no putita?

-¡si por favor! Quiero tu leche caliente –suplicó. Esto, más la imagen de sus hermosas tetas, hizo que no aguante más.

-¡Ah! ¡ahí vieneee! –grite mientras me venía y un chorro grande salió de mi pene para caer en sus tetas y su cara.

-¡si! –grito ella recibiendo un poco de leche en sus labios– ¡que rico! ¡cuánta leche por dios!

Caí rendido a su lado. Con el pene comenzando a perder la dureza, empapado con sus jugos. Ella seguía recostada, con sus tetas embarradas con mi leche, su cara tenía una línea de leche que corría desde su frente hasta su mentón, pasando por su nariz y sus labios. Después de unos segundos, se levantó y se limpió la cara con pañitos húmedos. Para luego limpiarse las tetas. Me lanzó un pañito que cayó en mi pecho.

-Límpiate puto –me dijo sonriendo– vamos a comer y después volvemos para seguir cogiendo –me dijo con cara de puta mientras agarraba su ropa para vestirse.

-No tienes idea de lo que estas pidiendo –le dije envalentonado– te voy a partir en dos, putita.

-¡uy qué miedo! –dijo riendo– te voy a dejar seco.

Nos reímos, nos dimos un beso muy caliente, nos cambiamos y nos fuimos al comedor a almorzar. Mientras almorzábamos, nos decíamos obscenidades en voz baja, apoyó su pie en mi pene, por encima del short y lo comenzó a sobar. Terminamos de almorzar y nos fuimos a su camarote. Cuando íbamos por los pasadizos, al ver que no había nadie, metía mi mano por debajo de su vestido y metía la mano por el costado de su tanga hasta entrar en su vagina. Cuando veíamos a alguien, la sacaba. Ella también me apretaba el pene por encima del short, cada vez que estábamos solos.

Llegamos a su camarote, abrió, entramos rápidamente. Al cerrar, nos besamos apasionadamente. Nuestras lenguas entraban en nuestras bocas. Estábamos muy calientes. Me saque el polo y el short rápidamente. No me había puesto bóxer a pedido de ella. Ella se sacó el vestido, sus tetas saltaron al descubierto al no llevar sostén, a pedido mío. Quedó solo en tanga. Me empujo a la cama y se subió encima mío. Hizo al lado su tanga y se metió mi pene en su ya húmeda vagina. Entró de un sentón. Comenzó a saltar encima mío, sus tetas rebotaban y ella gemía. Comencé a apretar sus tetas, sentía como su vagina se iba humedeciendo cada vez más.

-¡que ricas tetas tienes! –le decía mientras las amasaba.

-¡palméalas! –decía gimiendo– dales duro.

Le daba golpes suaves, me encantaba como rebotaban. Eran espectaculares. Ella seguía saltando encima mío, su vagina chorreaba empapando mis muslos y mi pene. Se recostó encima mío, sus tetas pegadas a mi pecho. Agarré sus duras nalgas y moví su culo de arriba abajo. Mi pene entraba y salía de su vagina con gran facilidad gracias a sus jugos.

-¡sigue así! ¡me voy a correr! ¡Dale más duro puto! –gritaba ella, hasta que sentí, como de su vagina chorreaba su corrida.

-¡córrete puta! ¡córrete así! –le decía yo, totalmente excitado– date la vuelta que quiero ver ese culo rebotar.

-¿te gusta mi culo puto? –me dijo mientras de forma magistral se giró sin sacárselo de adentro y dejar su culo a la vista– voy a hacer que te corras mirando mi culo puto.

Comenzó a moverse de forma increíble, veía sus nalgas rebotar en mi abdomen. Abrió mis piernas, puso sus pantorrillas debajo de mis muslos y siguió moviendo su culo de arriba abajo. Se lo apreté y ayudaba a sus movimientos. La vista de cómo su culo subía y bajaba haciendo desaparecer mi pene era gloriosa. Después de unos minutos ya no podía aguantar más.

-¡nalguéame puto! ¡azótame el culo! Que me voy a correr de nuevo –suplicó, comencé a nalguearla muy fuerte -¡ahhh! ¡así! ¡duro! –gritaba -¡me vengo puto! ¡Me vengo otra vez!

-¡yo también! –grité yo, ya sin poder aguantar más -¿Dónde la quieres??

-¡lléname! ¡ni se te ocurra sacarla! –dijo, ya eso hizo que no aguante más.

-¡ahhh! –grité, mientras me venía dentro de su mojada y caliente vagina.

-¡ahhh! –gritó ella también.

Nos recostamos abrazados y, así desnudos, con nuestras corridas saliendo de su vagina, nos dormimos.

Nos despertamos dos horas después. Nos duchamos juntos, nos cambiamos y nos fuimos al bar a tomar unos tragos. Estuvimos ahí unas horas. Conocimos a una pareja de italianos, Gennaro y Chiara, ambos de unos 25 años aproximadamente. Gennaro era alto, de cuerpo esbelto. Chiara era de mediana estatura, unos senos muy grandes y un culo mediano. Nos llevamos bien de inmediato. Conversamos un buen rato. La conversación era agradable. Nos reíamos bastante.

-Voy al baño –dijo Emily, levantándose.

-Te acompaño –dijo Chiara.

-Gonzalo –me dijo Gennaro, una vez las chicas se fueron– quiero consultarte algo.

-Dime –respondí, mientras tomaba un sorbo de mi trago.

-De repente te va a sonar un poco raro –siguió– pero Chiara y yo tenemos un secreto. Somos swingers. Nos gusta intercambiar parejas. Nos acercamos a ustedes porque Chiara me dijo que le parecías muy atractivo.

-Ok –atiné a responder, asombrado– Chiara es muy hermosa la verdad, no te voy a mentir, pero no sé si Emily esté dispuesta. Tendría que hablar con ella le dije.

-Sí, claro, no te preocupes –se disculpó– entiendo.

Después de eso, estuve un poco incómodo, ya que no sabía si Emily aceptaría una petición de esa manera. Después de todo recién nos conocíamos. Cuando las chicas volvieron, Gennaro y yo ya llevábamos varios minutos sin hablar. La conversación volvió a ser amena una vez las chicas llegaron. Estuvimos charlando y tomando un poco más, hasta que nos despedimos y nos fuimos.

-¿te quedas a dormir conmigo? –me dijo con una sonrisa coqueta.

-Claro que si –respondí rápidamente– pero recojo unas cosas de mi camarote.

-Recoge todo –dijo riendo.

Fuimos a mi camarote. Entramos y me dio pena mostrarle un cuarto tan pequeño en comparación al suyo. Ella no dijo nada, entro y me ayudo recoger mis cosas. Sacamos todo de mi humilde camarote y nos fuimos al suyo. En el camino, muchos pasajeros nos miraban ir pasando con una maleta. Muchos sonreían, otros solo miraban sorprendidos.

Llegamos, acomode mis cosas y nos tumbamos en la cama, cansados. Nos desvestimos, y nos acostamos desnudos. No solo por el calor, sino que, al viajar solos, ninguno vio necesidad de llevar pijama. Una vez acostados, comenzamos a hablar de la noche.

-¡que paso cuando me fui al baño con Chiara? –pregunto– cuando volvimos estaban como que raros.

-Nada, sino que Gennaro me contó algo que me puso un poco incómodo –respondí.

-¿Qué cosa te dijo?

-Me dijo que él y Chiara son swingers y que se acercaron porque le pareciste muy guapa –dije.

-¿qué? ¿en serio? Y ¿qué le dijiste?

-Nada, que le voy a decir, no sabía cómo responder, solo le dije que no sabía si tu estarías interesada.

-Y ¿a ti te interesa? Chiara está muy buena.

-Es guapa, pero tú eres mil veces mejor –dije un poco nervioso.

Me dio un beso y la conversación quedo ahí. Continuamos besándonos, comencé a recorrer todo su cuerpo con mis manos. Ella fue directamente a mi pene que ya estaba erecto. Acercó su boca a mi pene y se lo metió a la boca. La agarré de la cintura y la jalé con fuerza hacia mi cara, para dejar esa hermosa vagina depuradita. Comenzamos un 69 espectacular. Su mamada era deliciosa y el sabor de su vagina ere increíble.

-¡asiii! ¡Cómeme la concha! -gemía ella mientras me chupaba el pene y lo masturbaba con fuerza.

-¡que rico sabes! Me encantas –decía yo, completamente excitado.

La conversación anterior me había puesto muy caliente. Al parecer a ella también. Porque estaba sonadísima. No tardó mucho en correrse, mojándome la cara con su corrida, lo que hizo que me viniera yo también, llenándole la boca de leche, la cual trago sin dudarlo. Nos recostamos y nos quedamos dormidos.

A día siguiente, desayunamos, y bajamos del barco a pasear. fuimos a una playa, nos bañamos juntos en el mar y regresamos para almorzar en el barco.

-Oye, ¿Qué será de Gennaro y Chiara? –pregunté tratando de retomar el tema de la noche anterior.

-No sé, seguro los veremos más tarde –respondió ella– seguro también bajaron.

-Y ¿Qué piensas de lo que te conté anoche?

-No sé, nunca he hecho algo así, pero quien sabe, suena interesante.

-Veo que te gusto Gennaro, picarona –bromeé.

-Es atractivo, pero no creo que coja tan bien como tú –dijo guiñándome un ojo.

-Jajaja –atine a reír.

Trascurrió el día con normalidad. En la noche cenamos y fuimos a la discoteca. Mientras bailábamos, vimos al otro extremo de la pista de baile a nuestros amigos. Emily me miro y me hizo una seña para ir con ellos. Asentí y fuimos a su encuentro.

Nos saludamos, Chiara pego sus tetas a mi pecho mientras me daba dos sonoros besos en la mejilla. Mientras bailábamos a su lado, bromeábamos unos de otros, más de mí, por mi forma de bailar. Bailo pésimo.

-Que bien bailas –se burló Chiara– jajaja.

-Jajaja –me reí incómodamente.

-No creas todo lo que ves –dijo Emily– en verdad se mueve muy bien para otras cosas –dijo riendo.

-¿ah sí? –respondió Chiara mirándome coquetamente.

Seguimos bailando hasta que Emily agarro de la mano a Chiara, le dio una vuelta y la puso frente a mí. Comencé a bailar con ella. Al comienzo era un baile normal, hasta que Emily se pegó a Gennaro, se dio vuelta y comenzó a bailarle sensualmente con el culo a escasos centímetros de su pene. En ese momento, todos nos dimos cuenta que Emily estaba dando la aprobación para el intercambio que vendría en la noche.

Continuará.

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