Es muy dura la caída, muy dura, ni hablar para una mujer como yo, sola con dos hijos, Damián de 5 años y Marisa de 3.
Nuestra vida era tranquila, feliz, Mario, mi ex marido tenía un buen trabajo, yo tenía un trabajo que daba para pagar nuestros gastos, usando lo de el para darnos algunos lujos y salir todos los años de vacaciones.
Nunca sospeché nuestro último año de matrimonio que él podría tener otra mujer, o fui muy inocente o lo ocultó bien, pero no importa, después de 13 años de casados, un día que volví de acompañar a nuestros hijos de una fiestita y Mario diciendo que vayamos solos pues no se sentía bien, entre a nuestro departamento con los chicos, con dos globos en la mano, riéndonos, y al rato me di cuenta que mi marido se había llevado todas sus cosas y algunas más. Pensé que había ido a comprar algo, y estaba sentada en el comedor, como dije, soy muy inocente, demasiado, tardé un rato en darme cuenta que el equipo de música no estaba en el rincón, me levanté, fui al dormitorio y el placard que él usaba estaba vacío.
Ahí vi la realidad, se había ido, nos abandonó.
No dormí esa noche, oculté la ausencia de él diciéndole a los chicos que papá salió, los acosté, y me quedé esperando, que estúpida, nunca volvería.
Al otro día por impulso fui al banco, la cuenta estaba en cero, se llevó todo, no le importó de nuestros hijos, hasta el día de hoy nunca más lo vi.
Y se vino la hecatombe, me atrasé dos meses en el alquiler, el dueño del departamento ya estaba llamando a ver qué pasaba. Me deprimí, no sabía qué hacer, por eso en el trabajo me citó mi jefe a una charla, me dijo que la orden de arriba era que a fin de mes me tenía que ir.
No tenía parientes, estaba a punto de ser desalojada y sin trabajo, con mis dos hijos que todavía no entendían que pasaba a pesar que les conté la realidad.
Me invitó una compañera de mi ex trabajo a tomar un café, yo había dejado a mis hijos en el Jardín de infantes, que por suerte era gratuito, y Estela me trataba de dar ánimo.
Me preguntó dónde iría a vivir con los chicos, dado que en unos días tenía que dejar el departamento, cuando le contesté que no sabía, me dijo que debía buscar otro hombre, la miré sin darme cuenta si lo decía en serio o en broma, aunque no era momento para bromas, por lo que me quedó que era una sugerencia.
Le contesté fastidiosa que no era esas mujeres que iban a saltar de cama en cama para que me mantengan, aparte, si hubiera tenido esa faceta en mi, no era una belleza codiciada.
Con mis 31 años, mi cabello negro largo, ojos marrones, pechos medianos y rellenita, no gorda, pero sí con algunos kilos de más, era una más, o menos en comparación con otras mujeres de mi edad, y con dos hijos chicos, era más para que me escapen a que se atrapen.
Estela me miró con lástima, y me dijo que iba a hablar con conocidos a ver que podían hacer por mis hijos y yo.
Una semana antes de que tenga que irme del departamento, Estela me dijo que un conocido de ella tenía una pieza en una casa vieja, en un conventillo como se dice, y que me la daba gratis hasta que consiguiera trabajo, y ahí le pagara. Le agradecí, pero cuando se fue me puse a llorar, era la caída, era la realidad.
Cuando llegamos con mis hijos y un ex compañero de trabajo que llevó nuestras cosas en una camioneta sin cobrarme, me deprimí, y las lágrimas volvieron a invadir mi rostro.
La casa tenía 12 habitaciones grandes y dos baños, no estaba cuidada para nada, las paredes tenían humedad, un patio muy grande donde daban las habitaciones, y una cocina grande.
Casi nadie prestó atención a nuestra llegada, solo un hombre.
Fuimos a la pieza que nos tocaba, en una de las habitaciones de al lado estaba una mujer muy mayor, de unos 75 años que nos saludó cuando llegamos y en la habitación del otro lado un hombre con un chico. El tipo tendría 60 años, estaba sentado en una silla en el patio frente a su pieza junto al chico que tendría 18 años. El tipo era pelado, los ojos negros con una mirada horrible, falsa, burlona, el cuerpo era muy peludo, estaba con un short y una camisa toda abierta, era muy peludo su pecho, sus piernas, todo, hasta sus manos eran peludas. El chico tenía por el contrario el pelo negro muy largo atado con una colita atrás, era alto y muy flaco. El tipo me miró desde que entré hasta que me metí en la pieza.
Acomodamos las cosas y vino la vieja de al lado, empezó a hablar y no paraba, pero entre todo lo que decía me quedó grabado que me contó que el tipo de la otra pieza era peligroso y que el chico robaba para él, de eso vivían. Más miedo al que ya tenía, más depresión.
Conseguí trabajo como costurera en un taller de ropa, no ganaba mucho, pero alcanzaba para darle algo al dueño de la pieza y comer.
Salía del trabajo y venía volando al conventillo, los nenes los dejaba con una mujer de una pieza la cual nos habíamos hechas amigas y ella los cuidaba. Ella me decía que el tipo vecino a nuestra pieza estaba atrás mío y que tuviera cuidado.
Un día llegué muy cansada y entré rápido al baño, cuando salí estaba el tipo parado en la puerta, me saludó y empezó a hablarme, yo lo escuchaba, no quería tener problemas con nadie, me tuvo más de media hora hablando de cosas que no entendía sobre la vida de aquí. Me miraba de arriba abajo mientras hablaba y apoyó una mano en la pared al lado de mi cabeza, estaba muy cerca mío, yo me quedé quieta y escuchaba, pero una horrible sensación me invadió, ese tipo me daba asco, repugnancia, tenía aliento a vino y su figura era asqueante.
Yo estaba vestida normal, nada provocativa, con un pantalón verde oscuro no muy apretado, sé que tengo cola bastante grande, pero no eran los pantalones como para provocar y una remera blanca que no trasparentaba nada, no entendía por qué se fijaba en mi.
Le dije que iba a buscar los chicos y a descansar porque estaba muy agotada y me dijo que a la noche iba a pasar a tomar algo por mi pieza para comentarme algunos secretos para estar tranquila aquí.
Le dije que bueno, el asunto era salir de esa posición que me mantenía tan cerca de él y así lo hice.
Esa noche me olvidé que el tipo iba a pasar y estaba con un camisón largo blanco y sin corpiño esperando que los chicos se duerman, leyendo un libro.
Había dividido la pieza con una cortina al medio, de un lado estaban las dos camitas de mis hijos, y del otro la cama mía, junto a una mesita con cuatro sillas.
No sentí golpear la puerta, si es que golpeó, pero de repente lo vi entrar al tipo, sin tener tiempo de ponerme algo arriba del camisón.
Clavó la vista en mis pezones que se marcaban a través del camisón, y con una sonrisa que daba miedo me saludó.
No llegué casi a decir nada que se sentó en la mesa conmigo, muy cerca mío, y me preguntó si los chicos dormían, le dije que si, inocente y comenzó a decirme "Micaela, vos tenés que saber moverte acá y nadie te va a molestar, sino, la vas a pasar mal, y vos sos grande, pero tus hijos son muy chiquitos", me aterroricé, esa mención a mis hijos me sonó a amenaza.
Me contó que se llamaba Pedro, y que él era el más respetado acá, que quien andaba bien con él, la pasaba bien.
Terminó de darme a entender lo que pretendía y lo que me pasaría si yo no accedía.
Como a la media hora que me hablaba mirándome fijo a los ojos y bajando la mirada a mis tetas, me dijo que lo acompañe a la cocina a tomar algo, yo estaba con mucho miedo por mis hijos y accedí.
En la cocina, se tomó una botella de vino tinto, yo solo tomé unos sorbos del vaso que me sirvió y cuando me pidió que le alcanzara otra botella, se vino atrás mío y me tomó de la cintura.
Me empezó a besar el cuello, lo empujé para atrás y le dije "Basta, déjame tranquila, no soy la mujer que te crees que soy o las que estarás acostumbrado a tratar", me miró fijo, con odio, me temblaron las piernas ante esa mirada fría y me dijo "No seas boluda, idiota, mañana podes tener una fea noticia cuando vengas de trabajar, piénsalo estúpida". Me temblaron más las piernas, no sé cómo me mantuve de pie, creí que me desmayaba. Se quedó mirándome unos minutos, riéndose, gozando el efecto que había tenido con sus palabras y volvió a tomarme de la cintura pero esta vez comenzó a besarme en la boca.
Yo no reaccionaba, estaba dura del miedo, pensaba en mis hijos, en lo que estaban pasando y lo que podrían pasar, abrí mi boca y recibí su sucia lengua , cerré mis ojos, me besó más de quince minutos revolviendo su lengua dentro de mi boca y cruzándose con la mía, me abrazaba fuerte, me apretaba contra él. Me soltó y mirándome a los ojos, siempre con esa risa burlona, me empezó a bajar el escote para dejar mis tetas al aire, le agarré sus manos con las mías, bruscamente me las sacó y poniéndose muy serio me dijo "Micaela quieta, no me hagas enojar, no vuelvas a molestarme, no soporto eso, deja las manos quietas, no me jodas más".
Dejé mis manos al costado de mi cuerpo y no pude contener las lágrimas que empezaron a caer sobre mi cara, volvió a agarrar el amplio escote de mi camisón y lentamente lo bajó dejándolo apoyado bajo mis tetas que estaban a su merced. Las miró, puso una mano en cada teta, las apretó, vio como cerré los ojos y me mordía los labios, y enseguida sentí que su boca empezó a chupar mi pezón derecho, succionando fuerte mientras gemía de placer él y yo comenzaba a respirar más fuerte. Estuvo un buen rato chupando, hasta que pasó a la otra teta y ahí por instinto le agarré la cabeza con mis manos y lancé el primer gemido. Me puso una mano en el culo por arriba del camisón y me apretó una nalga, le dije que basta por favor, se incorporó y me dijo "Vamos a tu pieza, en la mía está el pibe durmiendo y si se despierta va a querer meterse y hoy sos mía nada más". No dije nada, me tomó de una mano y fuimos a mi pieza.
Entramos, fui a mirar que los chicos durmieran, los tapé, puse la radio cerca de ellos con música lenta para que tapara cualquier ruido que seguro se produciría y cuando fui a mi lugar, lo vi al tipo ya desnudo esperándome.
Su cuerpo era algo horrible, como dije antes, todo peludo, era muy flaco, medio encorvado, alto, y su pene era largo, muy largo, de un grosor normal, pero con la cabeza muy pronunciada y me asustó lo largo.
Vino hacia mi, me besó en la boca un rato, después en el cuello marcándomelo, me empezó a levantar el camisón, antes de sacarlo me empezó a tocar el culo por arriba de la bombacha, me apretaba la bombacha para adentro del agujero con un dedo, me sacó el camisón y me sacó la bombacha, me acostó, se paró al lado de donde estaba mi cabeza, se agarró la pija con una mano, la llevó a mi boca y me dijo "Chúpala bien".
Le agarré la pija con una mano y con mucho esfuerzo pude meterme la cabeza en la boca, empujó para adentro y me produjo arcadas, sentía ganas de devolver, pero él me agarró la cabeza con sus manos y me empezó a coger la boca, sentía que me llegaba hasta la garganta y una sensación de asco terrible, me cogió tan fuerte que se dio cuenta que me estaba ahogando, la sacó y vomité flemas, era asqueroso, me agarré el cuello con las manos mientras él me corría a un costado y se acostaba a mi lado, me puso de costado mirándolo y con una mano me levantó una pierna para arriba y me dijo que la tuviera allí. Agarré mi pierna y la sostuve en alto mientras acomodó su pija en la entrada de mi vagina y empezó a presionar.
Sentí dolor cuando la cabeza empezó a meterse, no estaba bien lubricada y aparte la cabeza era grande, lancé un grito ahogado por miedo a que escuchen los chicos, la cabeza se metió toda y empecé a sentir que el tronco estaba introduciéndose rápidamente en mi interior. Parecía que no terminaba nunca de entrar, el viejo me apretó contra él y clavó la pija bien adentro, sentí que me atravesaba es estómago, contenía los gritos mordiéndome los labios, era fuerte el dolor y sentía como puntadas con esa pija tan larga adentro mío. El tipo gemía en cada estocada con su cara apretada en mi pecho y se movía rápido ahora, sentía esa pija entrar y salir a gran velocidad, me estaba lastimando, traté de frenarlo con mis manos, pero las sacó con fuerza de allí y me dio más fuerte. Cuando sentí que estaba lubricada, me empecé a mover para que acabara más rápido, pero nada, seguía metiendo y sacando sin miras de acabar. No sé el tiempo que pasó pero una hora seguro, hasta que me llenó de leche, sentía que desbordaba, y él me gemía en el oído.
Sacó su pija de mi inflamada vagina, fue muy duro. Se quedó como durmiendo, me levanté, me puse el camisón y fui al baño. Me lavé bien, me molestaba cuando me tocaba la vagina, sentía un dolor y ardor. Me quedé un rato con agua fría allí, me aliviaba, me puse el camisón y fui a la pieza.
Me quedé congelada cuando entre y lo vi al viejo sentado en la mesa desnudo con el pibe que estaba con él. El viejo me dijo "Vení Micaela, que Ricardo no puede dormir, vamos a hablar". El chico me miraba con cara de lujuria total, el viejo se reía, yo me senté muda, sabía que si decía algo, podría pasarle algo a los chicos que estaban durmiendo. El viejo hablaba de boludeces mientras miraba mi reacción ante el chico. El pibe, Ricardo, no aguantó más, se levantó, se paró a mi lado mientras yo lo miraba y se inclinó sobre mi, me dio un beso en la boca y con una mano empezó a tocarme una teta.
El viejo festejaba eso, también se paró y se puso del otro lado, me besó el cuello mientras Ricardo ya tenía su mano manoseando mi vagina. Le tomé la cabeza al pibe y con la otra mano lo agarré del brazo al viejo. Me sacaron el camisón y me llevaron a la cama.
Mientras el pibe me chupaba violentamente el culo, el viejo estaba chupando mis tetas y yo sentía un calor que me subía y me hizo gemir.
No vi cuando el pibe se desnudó, solo sentí que me llevaban la mano y me la apoyaron en una pija. Abrí los ojos y vi que la pija del pibe era más corta que la del viejo pero bastante más gruesa, muy gruesa, me llevaron la cara ahí, se la empecé a chupar, era gruesa en serio y estaba durísima.
El viejo seguía ahora chupándome la vagina y se dijeron algo, me dieron vuelta poniéndome boca abajo, me abrieron las piernas, el viejo se puso de rodillas a mi lado y me agarró de los hombros y me besaba el cuello y sentí que el pibe se acomodaba arriba mío. Pasaron diez minutos que me daba cuenta que me estaban calentando, me besaban por todo el cuerpo, hasta que sentí presión en el agujero de mi culo, y sentí que éste se abría ante una cabeza que lo empezaba a invadir.
Quise moverme pero el viejo me sostuvo fuerte, enterré mi cara en la almohada para no gritar por los chicos y empecé a llorar al sentir un terrible dolor atrás. Mi culo se resistía a dejar entrar eso, parecía mentira, pero nunca tuve una experiencia por atrás, a mi ex marido no le gustaba, y yo solo de oídas sabía que era doloroso, ahora lo estaba comprobando, era terrible, sentía como que explotaba, que estaba hinchada, que me estaba inflando.
Después de un rato de ardua resistencia, el culo cedió y la cabeza empezó a perforar para que pase el resto. El viejo degenerado tenía su boca en mi oído y se la pasaba diciéndome "Te duele amor?, parece que descubrimos algo sin tocar ahí atrás, pero no te preocupes, esta noche te lo dejamos como una cacerola de abierto".
El pibe siguió empujando y gimiendo al mismo tiempo y yo creí que me desmayaba del dolor. Me estaba rompiendo el culo y no era muy delicado para hacerlo. Sentí que paró de empujar, la pija estaba toda adentro, la retuvo allí mientras le hablaba en voz baja al viejo y empezó a bombearme el culo sin piedad. Creí morir, era una pesadilla, me daba sin parar, sin preguntarme como estaba, no le importaba, se movía a gran velocidad, sentía el ruido de la pija cuando entraba y salía, sentía puntadas en toda la zona de atrás, sentía ganas de ir al baño, sentía muchísimo dolor, sentía todo junto.
Imposible tratar de moverme para que acabara más rápido, me sentía estaqueada, clavada, estaba quieta llorando con la cara en la almohada, cada golpe era como que la tenía en mi panza.
No se calcular lo que estuvo, más de una hora seguro duró ese calvario, hasta que con un terrible empujón que me hizo pegar con los puños a la pobre almohada me acabo lo que parecía litros de leche adentro, era como una enema caliente, horrible.
Se salió de arriba mío, y quedé tendida tal cual me había dejado, no podía moverme, sentía una puntada en la cintura que me tenía allí.
Al rato lo sentí al viejo que se acomodaba, llegué a decir "No por favor, de nuevo no", pero era inútil, otro invasor estaba adentro, más fino pero más largo. De un saque lo metió todo y empezó el bombeo. Esta pija llegaba más adentro por lo tanto el dolor fue muy intenso. La velocidad con que me bombeaba el viejo parecía inaudita para su edad, me daba casi más rápido que el pibe.
Tardo menos en acabar, pero muy poquito menos, y nuevamente mi culo se sintió desbordado de leche caliente.
A las 6 de la mañana me dieron los dos juntos, el viejo se puso de espaldas, me subieron arriba clavándome la vagina me tiraron bien para adelante y el pibe me clavó el culo. Había visto películas de doble penetración, jamás soñé que sería una de las actrices principales y las envidié.
Ellas se movían y gozaban, yo sufría con dolores punzantes de todo tipo, lloraba. Sentí que el viejo hablaba y en mi desastre miré y vi que mi hijo estaba mirando, lloré mucho más y le grite que se fuera a la cama y que no viera, así lo hizo, pero sabía que ver a la madre así como me vio sería un trauma muy difícil de sacar.
Me tuvieron casi una hora y cuarto así clavada por los dos agujeros, hasta que sentí que me llenaban, no paré de llorar todo el tiempo que duró ese padecimiento.
Al rato se fueron y me acosté con mis hijos, los abracé y lloré mucho con ellos.
Fueron todos los días así, una noche mientras uno estaba en la pieza nuestra con mis hijos, el otro me cogía en la otra pieza, esa noche el pibe me dio tan fuerte por el culo que me salió mucha sangre, pero sin importarle, al rato apareció el viejo y me la enterró casi una hora dejándome tan dolorida que no me podía sentar bien.
Pensé que estábamos condenados con mis hijos a eso, a esa vida, pero por suerte Dios mandó a alguien a que me rescate de allí, no importa quién es, pero se apiadó de mi cuando de casualidad lo conocí y le conté después de un tiempo mi vida en el conventillo. Nos sacó de allí, el viejo y el pibe intentaron seguir su historia conmigo, pero no eran tontos, ellos eran fuertes dentro del conventillo, afuera, la fuerza se medía de otra manera, y sabían que terminarían aplastados.
Hoy soy feliz, mis hijos, terapias mediantes, están viviendo su vida en forma normal, yo no quiero recordar al conventillo, solo ahora que lo conté, pero ya no más.
Este relato es 100% real, espero sus comentarios sin malas ondas a [email protected], cuídense, muchos besos.