Esta experiencia sucedió este pasado viernes, pues había olvidado que el servicio de limpieza se adelantaba debido a que este pasado lunes se celebró el día del trabajo en este país. Yo había olvidado la notificación de la agencia y me sorprendió ver a la chica de la limpieza por la mañana. Por suerte ellas tienen clave para entrar por el portón de seguridad sin reportarse al igual que la clave para entrar a la casa. En esta ocasión como tienen mucho trabajo y tienen que cubrir un día más de trabajo, pues no vienen las dos que regularmente vienen, en esta ocasión solamente es una para hacer el trabajo.
A través del tiempo veo pasar a diferentes chicas haciendo este trabajo y son raras las que se vuelven conocidas pues tal parece que el promedio solo dura alrededor de un año laborando para esta compañía. También a través de los años solamente a una de estas chicas me la había llevado a la cama y no es que no haya habido buenos prospectos y es más bien que pasan desapercibidas pues como esta casa es bastante grande se pierden entre habitaciones y baños. Entonces para mi es difícil recordarme de sus nombres, pero en los últimos años he adoptado la rutina que cuando limpian la cocina las he invitado a un café o a algo de tomar para tener una idea de quienes son ellas y es de esa manera que he conocido a algunas.
Es de esta manera que conozco a Naomi, quien es una mujer que ha de rondar entre 30 a 35 años. Por las cortas conversaciones en esos descansos de un café conozco que es casada y tiene dos hijos y ella en cierta ocasión me cuestionaba cómo podía vivir a solas en una casa tan grande. Ella me hacía la sugerencia… algo así como un consejo: – Usted está muy joven todavía y bien puede encontrar a una buena mujer para que le haga compañía. – Fue en esa ocasión que en forma de broma le dije que sí ella estaba dispuesta a casarse conmigo y es como me doy cuenta por su respuesta en son de broma que tiene familia: – Si no estuviera casada y con dos hijos le aseguro que me caso con usted.
La verdad que nunca Naomi había coqueteado conmigo y su comentario en son de broma solamente lo tomé como tal. Me gusta verla con esos pantalones de uniforme que usan, pues esa tela de un color azul turquesa marca y revela fácilmente que tipo de calzones usan, al igual esa blusa blanca casi transparente les marca el sostén y si debo mencionar los atributos de Naomi es precisamente eso, creo que le gustan las tangas y cacheteros y con ese tremendo trasero que se tiene al igual que unos senos triple D, pues la verdad no pasa desapercibida. Su rostro es agradable y me gusta su cabello trigueño ondulado, ojos color miel y tiene unos labios gruesos en un boca verdaderamente sensual. Me gusta ese acento caribeño que tiene y al principio pensé que era de Venezuela, pero luego ella me hizo saber que es dominicana.
Este pasado viernes que se apareció a solas, pues si iba a hacer el mismo trabajo y sí dos se toman cuatro horas para hacer la limpieza, ella sola pues iba a pasar todo el día en mi casa. Pensó que nadie estaba en casa y ella se ha sorprendido cuando entró a mi cuarto y yo estaba en solo bóxer cuando tocó la puerta. Me pidió disculpas y había salido de nuevo. Me puse un pantalón corto y le dije que podía pasar. Encendí el televisor y me puse a ver las noticias en mi cuarto mientras ella lo limpiaba. Semanas antes había visto un video de una de las cámaras en mi habitación donde esta misma mujer se miraba en los espejos que también sirven de puerta hacia el armario de mi habitación. Creo que se miraba cómo se le marcaban los calzoncitos en el espejo y cómo se le miraba ese tremendo culo que se maneja, el cual por lo menos debe de tener de 100 a 104 centímetros. Naomi es una mujer sensualmente curvilínea con una altura de un metro sesenta y cinco y un peso de alrededor de las 150 libras. Realmente su rostro es alargado y sus brazos se miran delgados y todo ese peso está en su busto y nalgas. Cuando limpiaba en mi habitación ella me hacía plática trivial y yo solo la miraba como se le marcaba ese cachetero que llevaba puesto. En ese preciso momento se me antojó esta mujer, pero no hallaba cómo insinuarle y hacer un acercamiento, pues siempre había sido distante o por lo menos nunca me había mostrado algún coqueteo más que la broma que meses antes me había hecho. No encontrando nada más, me fui por esa broma y en mi mente ya tenía esa propuesta indecente que intentaba encontrarle un colchón por sí no le era de su agrado. Le dije:
– Naomi, ¿de veras te casarías conmigo si no estuvieras casada?
– ¿Y por qué lo pregunta?
– La verdad que eres una chica muy linda… quizá mucho más joven que yo, pero quizá solamente con una chica como tú consideraría volverme a casar.
– Don Antonio, como le dije ese día. Usted está joven… puede encontrar a una mujer mucho más linda y mejor que yo y…
– Disculpa Naomi… quizá eso sea una posibilidad, pero verdaderamente tú me gustas mucho y no te quiero incomodar pues sé muy bien que eres casada. Mira… te voy a hacer una propuesta y si te incómoda solo dímelo y lo dejamos y esto no se repite.
– ¿Una propuesta? Usted si ya me puso nerviosa.
– No… tómalo con calma y si no quieres pues tú continúa trabajando y yo me salgo del cuarto para que estés tranquila.
– Diga… ¿Cuál es la propuesta. -dijo con una voz algo recortada y ansiosa.
– Mira, desde que te vi tengo una fantasía contigo…
– ¿Fantasía conmigo?
– Si… fantaseo que tú haces la limpieza con solo tu ropa interior y quizá nunca te le hubiese dicho, pero hoy has venido sola y quizá esta sea la única oportunidad.
– Usted sabe lo que me está pidiendo y yo la verdad nunca le he sido infiel a mi esposo. Él es el único que me ha visto en paños menores o sin ropa. -Sonreía algo nerviosa.
– Entiendo… yo no te estoy pidiendo nada más. Mira… estoy dispuesto a darte $200.00 si me complaces con esa fantasía.
– $200.00 por trabajar en su casa haciendo la limpieza en ropa interior.
– Bueno, la verdad que te fantaseo solo usando tus bragas.
– Mire que esto no me lo esperaba de usted y me ha puesto muy tensa. ¡No sé qué decir!
– Disculpa mi atrevimiento… no quise incomodarte.
– No… no hay problema. Es solamente que estoy en shock… nunca imaginé que alguien me pidiera algo así.
– ¡Lo siento! La verdad que desde la primera vez que te vi te fantaseo de esa manera.
– Mire don Antonio… yo le cumplo su fantasía pero me tiene que prometer que de esto nadie debe saber. Mi marido se da cuenta de esto y me mata.
– Descuida Naomi… esto te lo pedí hoy porque aquí solamente tú y yo estamos. Esto no sale más allá de estas paredes.
– ¿Me lo promete?
– ¡Tienes mi palabra!
Podía sentir esa tensión en ella, pero también creo que ocultaba el morbo que todo esto le causaba. Comenzó removiendo su blusa blanca y luego sin pensarlo mucho se desabrocho el sostén por la parte delantera y esos dos grandes melones quedaban sueltos. Areola grande y oscura y un pezón alargado y también bastante grandes. Se le miraban erectos y quizá haya sido por causa del morbo o lo frío del aire acondicionado. Ella solo me quedaba mirando a una distancia de unos cuatro metros. Puso su blusa y brasier en mi tocador y pasó a despojarse de sus pantalones de uniforme. Llevaba un cachetero blanco y pude ver esas voluptuosas nalgas que culminaron con una reacción abrupta de mi pequeño amiguito entre mis piernas. Esas nalgas se le miraban inmensas, quizá con algunas estrías y algo de celulitis, pero con toda seguridad se le antojan a cualquiera. Tomó su balde de cosas y simulo limpiar, pues creo que todo esto, esa tensión no la dejaban concentrarse. Yo para romper el hielo le dije:
– ¡Tienes un bonito cuerpo!
– La verdad que después de parir a dos hijos no creo que lusca de lo mejor.
– Naomi… créeme, tienes un bonito y sensual cuerpo.
El calzón cachetero se le metía entre las nalgas y ella intentaba sacárselo mientras simulaba limpiar. Le dije que no se afanara por la limpieza y le dije que sí se quería tomar un trago conmigo, pues teníamos casi todo el día y eran apenas las diez de la mañana. Ella me dijo lo siguiente:
– No debería tomar… regularmente yo nunca tomo.
– Un trago te va a poner relajada, pues todavía estás tensa.
– Lo estoy… nunca en mi vida he hecho algo así.
– Pues es como que nunca lo hayas hecho. Esto nadie lo sabrá.
– ¡Deme un trago pues!
Le hice una margarita y yo me serví un whisky. Hicimos un brindis por nuestro secreto y esta mujer me miraba con cierta desconfianza pues quizá creía que le pondría mano. Estábamos cerca uno del otro y Naomi se afanaba diciéndome que nunca le había sido infiel a su marido, que su marido había sido el único en su vida y cosas así. Yo le decía que no le estaba siendo infiel a su marido puesto que no habíamos hecho nada… que solo estaba semi desnuda y ella había agregado que los únicos que habían visto su conchita eran los médicos que la atendieron en el parto y los ginecólogos. Yo ni siquiera eso le había visto puesto todavía llevaba su cachetero y se lo hice saber a Naomi. Yo solamente estaba con un pantalón corto, de esos de esa tela suelta y elástica que se diseñan para sudar y sabía que mi bulto se me notaba, pues tampoco quería ocultar mi erección, es más, quería proyectar la erección. Fue cuando se me ocurrió decirle y ver su reacción:
– Sabes, te voy a ser honesto y espero que me entiendas… no quiero que te sientas mal. Cuando te fantaseo siempre termino masturbándome. ¿Podría masturbarme frente a ti… te molestaría?
– No… si usted quiere, pues lo puede hacer. – Dijo con una voz algo tímida.
La verdad que yo nunca me masturbo y si lo he hecho tres veces en mi vida será cogiendo a alguna chica y que le debo echar afuera la corrida o en el cabello, quizá en las tetas. Yo estaba sentado en un sillón de mi habitación y Naomi se encontraba frente al yacusi y de donde se reflejaba de lado el cuerpo sensual de esta mujer en los espejos. Me levanté para quitarme el pantalón corto y que ella me viera el paquete comprimido en mi bóxer y me puse la mano entre ellas como buscándome la verga. La verdad que no me lo esperaba y de repente Naomi me dijo:
– Don Antonio… si quiere yo le puedo dar un mameluco, pero es todo lo que le puedo dar.
– ¡Perdón… no te entendí!
– Que si quiere le puedo dar una chupadita, pero es todo lo que puedo hacer.
– ¡Por mi encantado… es mucho, mucho mas de lo que te he pedido!
Se acerco al sillón y se hincó frente a mi con sus pechos desnudos y me ayudó a removerme el bóxer el cual estaba ya húmedo de lo caliente que me tenía. Me vio la verga y la buscó con sus manos y pude sentir su piel y el calor de ellas y después de darme una mirada un tanto seria, como si estuviera sorprendida de lo que iba a hacer, se metió la punta de mi verga a su pequeña boca y me la atrapó con esos labios carnosos de esta linda mujer. Al principio fue como una mamada de exploración. Se metió lo que mas pudo de mi verga, me lo chupó alrededor en el tronco y a la vez sentía como esos erectos pezones se deslizaban entre mis piernas. La tomaba de su cabello mientras sentía el calor de sus paredes de su boca. Naomi hizo una pausa y me dijo:
– ¡Tiene una pija muy grande!
– ¿Te parece grande a ti?
– ¡Mucha más grande que la única que conozco!
– ¿Te gustaría sentirla en tu coñito?
– ¡Usted sabe que sí, aunque no creo que me atreva! Eso creo que sería ir muy lejos.
– Bueno, si me vas a hacer correr con una mamada, me gustaría hacerte correr a ti con una chupadita también. ¿Me la darías?
– Usted es muy malo don Antonio… usted sabe como me tiene y que usted con esa pijota es una tentación. Si quiere chupármela yo se la doy, pero debo ir al baño para limpiarme… usted sabe como somos nosotros las mujeres.
– Está bien, solo dejame tener el privilegio de removerte ese calzoncito y me gustaría tocar ese coñito si se puede.
– Mire que solo mi marido ha hecho eso… nunca me imaginé que esto me sucedería con usted. Quítemelo pues. – y se paró para luego salir al baño.
Sabía que era imposible no encontrar esa panochita húmeda. Su sexo estaba caliente y lleno de miel y supe que terminaría dándome su panochita, pues si me daba ese coñito para chuparlo, de seguro le sacaría más de un orgasmo y terminaría pidiéndome la verga. La verdad que Naomi se me antojaba, pero lo que más se me antojaba de esta mujer, era poder explorar ese suculento culo y que mi amiguito cabezón sintiera ese calor dentro de él. Escuché como se abrieron los grifos y esta mujer se duchaba. Salió envuelta en una toalla y yo ya la esperaba en mi cama.
Para hacerle sentir que todavía ella todavía tenía el control y que todo esto pasaba porque también ella así lo había querido, le pregunté si le podía tocar y mamar las tetas. Ella solo contestó con un: -Si usted quiere. – La verdad que quería… quería sentir esos pezones adentro de mi boca, chuparlos, halarlos, morderlos cuidadosamente y creo que todo esto Naomi lo disfrutó, pues solo podía escuchar esos gemidos de placer. Yo solo le pregunté: ¿Te gusta que te coma las tetas? – Ella entre palabras recortadas me contestó: – Parece que usted lo sabía… es mi debilidad.
Cuando llegué a su coñito este estaba emanando jugo que su entrepierna estaba super mojada. La panochita de Naomi es de esas de labios gruesos y de un clítoris bastante grande. Estaba afeitada pero no era un trabajo reciente y fue donde también descubrí la cicatriz de una cesaría. Besé todo esa zona del monte venus hasta llegar lentamente a su clítoris, el cual saboreé delicadamente pues no creía que Naomi pudiese aguantar mucho más pues parecía que se correría en cualquier momento. Le gustaba que le halara el clítoris y que se lo succionara mientras mi índice se lo insertaba en el coño o jugaba haciéndole masajes circulares en su perineo. Naomi no decía mucho y solo se le escuchaba gemir de placer mientras mordía una almohada. Sabía que en cualquier momento podría explotar y fue cuando le dije:
– Naomi, ¿quieres que te pase por encima la cabecita de mi verga?
– Usted sabe que estando ya allí se va a deslizar hacia dentro.
– Tendré cuidado. -le dije.
– Pero solo la cabecita… acuérdese.
Me hinqué frente a ella, mientras seguía con sus piernas abiertas y le puse mi glande chocando con su clítoris. Se lo golpeaba con la punta y luego tomé el tronco de mi verga y se lo pasaba de arriba abajo y podía sentir su clítoris como vibraba e incluso sus labios parecían vibrar. Fue cuando Naomi dijo: -Así, así… hágale así. – Seguí así guiando mi verga con mi mano de arriba abajo y en ciertas ocasiones le hundía solo el glande para que lo sintiera y fue allí cuando ya no pudo. – Me corro… me corro, por Dios que rica corrida me esta sacando…. Húndemela, méteme toda la verga que ya no aguanto. – Me fui por sobre ella mientras mi verga se hundía completamente y comencé a darle un embate frenético mientras le atrapaba una de sus tetas con mi boca. Solo gritaba: – ¡uff que rico… deme, deme, deme… no pare. – Naomi llevaba el mismo vaivén violento y su respiración era profusa. Vi en sus ojos y en su sonrisa el placer de una buena corrida y recuperando la respiración me dijo: – Usted es malo… sabía que terminaríamos cogiendo finalmente.
La verdad hasta este punto había sido una buena cogida aunque yo continuaba sin correrme. Naomi sabía que todavía no me había corrido y ella me preguntó:
– ¿No se ha corrido todavía?
– No quería correrme adentro de ti.
– No hay ningún problema… yo me opere después del segundo parto… tuve una complicación y me hicieron cesaría y es por eso por lo que el médico me recomendó esterilizarme. No se preocupe, que esta mujer nunca lo hará padre de nuevo.
Me hizo reír, pero desde ese punto Naomi fue mucho mas suelta. Ella me había preguntado si la había fantaseado dándole de perrito. Se me puso en cuatro y que espectáculo es ver ese tremendo culo de Naomi, pero yo le dije lo siguiente: – Sabes, obviamente te fantaseé dándote de perrito, pero antes fantaseaba comerte el coñito así. Sin hacer mas pausas me fui a comerle la conchita en esta posición a esta linda mujer y llegué a su perineo con mi boca y suspiró y dio tremendo gemido cuando sintió mi lengua en el culo. En ese momento con mis dedos le golpeteaba el clítoris mientras mi lengua se hundía lo que más podía en su ojete. Ella solo decía: ¡Ah, Dios… uste me va a volver loca! – Me gusta chupar un buen culo y una buena conchita y puedo pasar largos minutos en ello y todo depende de cuanto aguanta la chica en turno. A la mayoría les encanta, son solo una minoría a quienes les da cosquilla y no lo pueden tolerar. A Naomi parecía gustarle aunque en el proceso le pregunté:
– ¿Te gusta?
– ¡Es una sensación rara!
– ¿Pero te gusta… quieres que continúe?
– ¡Si usted quiere!
– ¿Ya te lo habían hecho verdad?
– No, esto es la primera vez.
– ¿A poco no te han cogido la colita nunca?
– Mi marido me ha cogido como él a querido, pero esto nunca.
– Naomi… ¿Me darías la colita?
– Mire cómo comenzamos… que solo era estar con mis calzones ante usted. Luego que solo una chupadita, luego que solo la puntita… Ahora que quiere que le diga si al final usted me va a coger como usted quiera.
– Naomi… ¿me das tu colita?
– Solo vaya con cuidado, que su pija usted sabe que no es normal.
Después de recibir su bendición me dediqué a dedearla para dilatar ese ojete. Asimilaba muy bien la invasión e imaginé que el sexo anal era parte de su rutina… no me había puesto tanto pretextos o travas. En posición de perrito le he asomado mi glande y ese anillo se siente flexible y es porque Naomi tiene experiencia en ello. Cuando entró mi glande y se la empujaba me dijo: – ¡Por Dios, cómo se siente esa verga! -Mientras asimilaba el grosor y el tamaño podía sentir como Naomi contraía el ojete y me mandaba ese apretón y yo puse una de mis piernas sobre la cama y así tener espacio para seguirle chaqueteando la conchita. Así estuve por unos dos minutos y esta mujer debe ser tan caliente que no aguantó más y se corría. Yo solo le di un embate de nuevo mientras sus gemidos de placer y ver ese rostro en un gozo total a través de los espejos hizo que explotara con la primera corrida. Ella se había quedado en esa posición de perrito y miraba como le quedaba de abierto el ojete y con los segundos comenzó a aparecer mi esperma. Se tiró un par de ventosos los cuales por pena me daba la explicación que era el aire que le había metido con mi pompeada, lo cual intenté no ponerle mucha atención para que no se sintiera apenada por tal situación.
Nos fuimos a bañar a la tina y luego pasamos al yacusi y nos sumergimos e hice que Naomi se sentara frente a mi por sobre mis piernas y sentí de nuevo su conchita. Mi pene reaccionó y se introdujo por aquel caliente canal. Estábamos así cogiendo y viéndonos los rostros y Naomi me dijo:
– Sabes… esto me parece un sueño. Nunca imagine estar cogiendo con usted.
– ¿Nunca te paso por la cabeza?
– No… nunca. Y eso de pedirme que me quería verme solo en ropa interior me dejo anonadada pero también me encendió.
– Lo bueno que ya no estas tan tensa, como al principio.
– Eran nervios… yo nunca había hecho algo así.
– ¿No se te antojaba coger con alguien más?
– Si… uno también fantasea, pero uno sabe cuando alejarse y en esta ocasión aunque nunca fantaseé con usted, no me pude alejar cuando me sentí tentada.
– ¿Nunca imaginaste que ibas a estar cogiendo con un hombre viejo como yo… verdad?
– ¡Usted no está viejo! La verdad que usted se mira bien, pero siempre me pareció ser un hombre elegante que tendría por allí alguna mujer y que alguien como yo le era totalmente fuera de su vista.
– Eres una mujer hermosa Naomi. Siempre has llamado mi atención.
– ¿Qué es lo que más le llama la atención de mí? Sea honesto.
– Mira… tienes muchas cosas que llaman la atención de un hombre como yo. Me gusta tu rostro, tienes unos pechos que siempre se me antojaron, pero lo que siempre deseé probar, es ese trasero que tienes.
– ¡Qué pena… es lo que más me incomoda! Creo que tengo un complejo con ello.
– La verdad que a mi me gusta y me gustaría cogérmelo otra vez. – Y le tomaba sus nalgas debajo del agua y le contraía mi pene.
– Como se siente su verga. La verdad que eres un hombre bastante grande y por lógica debía de haber esperado una cosa a tu altura, pero nunca la imaginé así de grande.
– Pero ahí me la tienes atrapada con tu coñito.
– ¡Que rica se siente! Usted si sabe coger don Antonio… esta cogida así no me la esperaba. Mire que solo la puntita y aquí me la tiene bien hundida.
Platicábamos así mientras seguíamos cogiendo en esa posición sin mucho movimiento más con ese intento y deseo de contraminar mi pelvis con el de Naomi. Le comencé a mordiscar las orejas y más que todo a chupar su lóbulo. Esto fue la clave para que explotara en otro rico orgasmo. Sentí como contraía su vagina y comenzó a chuparme de una manera erótica mis labios para luego mover lentamente su pelvis buscando el placer y prolongar su orgasmo. Luego ella me preguntó de esta manera:
– ¿Te estás corriendo verdad? Siento el calor de tu corrida.
– Ya no me aguante y la verdad te lo quería echar de nuevo en tu culito.
– Bueno si tienes más, me lo puedes echar si quieres.
– ¿Te gusta que te den por el culo?
– La verdad que me encanta pero ese orgasmo que me sacaste, ese orgasmo me fascinó. ¡Por Dios lo que estoy diciendo! ¿No sé como le veré la cara a mi marido esta noche?
– No pienses en ello… luego asimilaras ese sentimiento.
– Tiene razón… no quiero pensar en ello. Como dicen por ahí: – Ya lo bailado no me lo quita nadie. La verdad que no me puedo arrepentir ya… esta ha sido una rica cogida que solo recuerdo esos días de mi juventud.
Naomi se había corrido en aquella conversación y yo le había dejado ir otra corrida más en el yacusi. Ya con más confianza fue más abierta al sexo anal y me confirmaba que le encantaba. Como dije, esta linda mujer tiene tremendas nalgas que mis 22 centímetros de mi verga parecían pequeño en ese tremendo culo. Pasamos cogiendo por alrededor de unas cinco horas y se fue de la casa con esa tensión y sentimiento de culpa lo cual era entendible, pero con la tentación que aquella rica culeada en cualquier momento posible la repetiríamos. Quedamos en que ella me llamaría y la verdad que no me aguanto para poderme follar de nuevo ese rico y suculento trasero de Naomi. El dinero nunca lo quiso aceptar, pero finalmente se lo he dejado en el bolsillo trasero volviendo a sentir esas nalgas en las que deseo volverme a hundir.