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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hoy por la mañana platicamos mi esposo y yo, habíamos decidido invitar a un tercero a nuestra vida íntima. 

Ya con anterioridad habíamos platicado sobre nuestras fantasías y una de estas se trataba por mi parte tener sexo con otra persona y la de mi esposo verme haciéndolo con otro.

La verdad desde tiempo atrás los dos teníamos ganas de algo así, pero nos costó mucho trabajo abrirnos, platicarlo y aceptarlo.

En nuestras vidas nos encontramos viviendo una etapa de tranquilidad, es decir estábamos sobresaliendo en nuestros trabajos, económicamente teníamos estabilidad, en pareja no arrastramos problemas que pudieran explotar en un momento de estrés.

Era ahora o nunca.

Bernardo: si lo vamos hacer tenemos que poner algunas reglas una tu y otra yo.

1. Mine. – El afortunado me tiene que gustar a mí.

2. Bernardo. – El contacto con él lo haré yo.

3. Mine. – Si algo nos hace sentir incómodos o pronunciamos la palabra NO todo se termina.

4. Bernardo. – Todo se hará con condón

5. Mine. – Tú tienes que estar presente todo el tiempo conmigo.

6. Bernardo. – No se puede pronunciar nuestros nombres reales, ni intercambio de números de teléfono.

Listo (manos a la obra)

Bernardo. – Yo seré el encargado de presentarle a mi esposa los posibles candidatos para saber cuál le gusta así que descargué algunas fotografías para mostrárselas.

La idea de hacerlo así es que mi esposa no conozca el nombre o número de teléfono del afortunado.

No me había sido tan difícil solo busque en Twitter y la mayoría son singles solventes.

Mine. – Llegó mi esposo con su tableta y empecé a observar fotos de hombres, penes, penes y más penes. Yo buscaba verles el trasero, la espalda algo que dijera su estado emocional o el trabajo que realizan día a día.

Total, nos quedamos con 5 que tenían una foto bien vestidos. (Ojo singles)

Bernardo. – Comencé a entrar en contacto con estos hombres, por mi trabajó he estado en fuertes negociaciones y licitaciones importantes. Qué tan difícil podría ser sobre todo ofreciendo de manera gratuita las ya tan citadas en relatos anteriores, hermosas piernas y nalgas de mi esposa.

Como lo esperaba los tiempos de todos no encajaban para planear una reunión entre semana y conocernos, sobre todo después de comentarles que la reunión sería conmigo.

Por fin hubo uno que aceptó y se trataba de un hombre que era de los perfiles que más le habían llamado la atención a mi esposa.

Llegué a casa y le dije a Minerva, ya está lo veré el miércoles en un café de Coyoacán.

Mine. – Que emoción y que sientes.

Bernardo. – También muy emocionado y no se por que ando con el miembro duro, mas tiempo de lo normal.

Miércoles se llegó el día la hora mágica 5:00 pm.

Bernardo. – Hicimos el plan de llegar unos 20 minutos antes, para que mi esposa entrara sola y tomará una mesa, yo vería a nuestro amigo afuera y lo llevaría a una mesa donde mi esposa pudiera verlo.

El tiempo pasaba y no llegaba, la gente seguía llegando y para los que conocen “Café Negro” de Coyoacán es un lugar que se llena muy rápido a esa hora, tenía preocupación que se llenaran las mesas y no pudiéramos llevar el plan como lo teníamos planeado así que decidí entrar.

Entre y vi a mi esposa en una mesa al fondo del lugar, le pedí al mesero que me pusiera en la mesa que estaba a unos 4 metros frente a Miné, la vista que ella tenía era perfecta.

Pasaban los minutos, las manecillas del reloj avanzaban incesantes 20 minutos, después 30 estaba seguro que no llegaría.

Llame al mesero y le pregunté que está tomando esa mujer tan atractiva que se encuentra sola a unas mesas.

déjeme ver permítame.

Regreso el mesero un (té helado de limón).

Lo sabía dije para mí, le podría decir si me permite invitarle otro y si acepta mi compañía.

El mesero claro con gusto.

Fue junto a mi esposa, ella me miró y me regaló esa sonrisa divina de la que tengo la fortuna de ver todos los días.

Le dijo algo al mesero.

El mesero regresó. Caballero la dama aceptó su petición, me levanté de mi mesa y me senté en la mesa de mi esposa.

Por qué tan sola pregunté.

Esperaba a alguien, pero creo que me dejó plantada. (Ella contestó)

Qué casualidad a mí también. (Juntos reímos)

Con estas bebidas brindo por ti que eres tan bella, por la fortuna que estes en mi vida, pero sobre todo por nuestra perseverancia.

Pasamos dos horas ahí platicando y riendo.

Pedí la cuenta, el mesero la trajo, claro que dejé buena propina.

Muchas gracias le comente al mesero, tomé a mi esposa del brazo y nos dirigimos a la salida, miré atrás y vi al mesero que me levantaba el pulgar y cerraba el ojo.

Levante el puño en señal de victoria y salimos del lugar.

Seguiremos buscando…

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