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Ella me pagó el favor con su lengua y sus tetas
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Me la estaba jalando en mi casa, con un video porno donde una negra estaba rodeada de seis vergas blancas. Quedaba poco para terminar el video cuando mi querida amiga Coty me mandó un mensaje.

Ella necesitaba ayuda con una tarea, quería que fuera al ciber ayudarla. Pausé el video, medité un rato mi respuesta y le contesté que no. Coty mandó otro mensaje suplicando y yo le respondí: ¿Qué gano en ayudarte?

Enseguida me mandó una foto de sus gigantescos y gloriosos pechos, tiene unas tetas tremendas. Era la respuesta que necesitaba para ayudarla.

El ciber de mi barrio es de dos pisos, Coty estaba en el piso de arriba, metida en el último cubículo. Me saludó con un beso en la boca, yo aproveche para acariciarles las nalgas por debajo de la falda. Solo había una silla en el pequeño cubículo frente a la computadora.

—Siéntate para que yo me pueda sentar —me dijo de forma coqueta.

Coty se levantó la falda y se sentó en mis piernas donde el bulto de mi pantalón rozaba sus nalgas. Me explicó su tarea mientras la toqueteaba las piernas o los pechos por encima de su blusa rosada. Tenía que darle diferentes formatos a varios documentos de Word. Empecé a trabajar mientras ella movía sutilmente el culo encima de mí.

—Serias una gran stripper.

—Lo sé, es mi segunda opción si fracaso en la escuela —dijo riendo—. Ya la tienes demasiado gorda dentro del pantalón, no vayas a explotar antes que te de tu premio.

—Estoy así por tu culpa, puta. Por tu puto culo y tus putas tetas.

—No seas tan grosero, se más amable. Dime putita en vez de puta.

Ambos nos reímos en vos baja. Tarde otros siete minutos en terminar su trabajo. Cuando se lo dije se levantó, me dio un beso en el cachete y se arrodilló frente de mí, metiéndose debajo del pequeño escritorio donde reposa la computadora.

—¿Lo vas hacer aquí?

—¿Qué tiene? Somos los últimos de la fila, nadie nos vera. Además todos están ocupados trabajando o viendo porno en las demás computadoras —habló mientras me desabrochaba el pantalón—. A tu amiguito ya le urgía salir a tomar aire. Santa madre, me encanta como huelen las vergas. Y la tuya huele muy bien.

—Y sabe mejor.

—No lo dudo.

Fue un ritual lo que ella hizo entre mis piernas: agarrando firme mi pito como si fuera un micrófono, sacudiéndolo con lentitud mientras usa el glande como labial, pasándolo varias veces por sus labios, después empezó a lamerlo como si fuera una paleta sin desprender sus ojos lujuriosos de los míos, y por último, se lo tragó desde la cabeza hasta el tronco. Toda mi verga en esa húmeda boca de perra.

—No te olvides de los huevos.

—No lo hare, pero para la próxima rasúratelos un poco.

Alcé la mirada cuando sentí su aliento y su lengua en mi escroto y su mano enrollando mi pito. De repente fije la mirada en la pantalla del ordenador y en los audífonos.

—¿Quéh habces? —me preguntó, con la mitad de mi verga en su boca, cuando me vio ponerme los audífonos.

—Voy a terminar de ver un video porno.

—No mames. ¿Yo no te entretengo lo suficiente?

—Cállate y sigue chupando, putita. Todavía te hace falta usar tus mejores cualidades.

—Eso es cierto. —Se levantó la blusa para usas esas voluptuosas y jugosas tetas en mi verga.

Reanudé el video donde me quede. En la computadora veía a una puta negra atragantándose con dos vergas en su boca, y cuando baja la vista, veía a una puta tetona pajeandome con sus tetas mientras lamia y chupaba la punta de mi verga. Me faltaba una cerveza para sentirme como un rey.

Sentía como el arma se preparaba para disparar. Se lo dije a Coty; ella, entusiasmada, me dijo.

—Dame mi lechita en la boca, descárgalo todo en mi garganta.

No hizo falta que hiciera nada, ella misma sujetó mi verga y la guío en su boca donde recibió mi leche con mucho placer. Los hombres del video también se vinieron sobre la boca de la negra, para ser más exactos, le cubrieron toda la cara de semen.

—Gracias por ayudarme con mi tarea y por darme lechita.

—Siempre es un placer ayudar a una amiga.

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