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Eliana e Isaac otro día (madre e hijo)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Hola Luis, buen día, quería que estés al tanto de lo que estamos viviendo con mi mamá. Te envío una nueva experiencia por si querés continuar el relato anterior o anexar este hermoso episodio que vivimos.

Te recuerdo cual es el relato original: "Eliana e Isaac una historia de amor (madre e hijo)"

Recibimos un pedido de mi tía abuela que vive en una ciudad próxima a la nuestra, para que la fuéramos a cuidar hasta el regreso de su hija, ella estaría fuera aproximadamente un semana. Su casa no es tan grande, pero preparo un cuarto para nosotros, con una sola cama, pero le dijimos que no había problema, nos arreglaríamos.

Esa misma noche hicimos una cena para los tres, mama y la tía se hablaron todo, conversación de mujeres, obvio que yo estaba más que aburrido y no hay peor cosa que Isaac aburrido…

Le contaba de sus tres meses de embarazo y no falto la pregunta de rigor.

– Hay nena, ¿Quién es el padre?

– Mira tía, la verdad es de un novio que tenía, al enterarse que estaba embrazada, desapareció.

Como corresponde, le sacaron bien el cuero al “novio” dedicándole insultos varios.

Mientras ellas hablaban, se me ocurrió una maldad, bajé mi mano para acariciar la pierna de mama, mientras acariciaba sus muslos y hacia pasadas por su vagina, a través de la tela del pantalón pude sentir, el calor que emanaba del templo de mi devoción.

Eliana evitaba demostrar lo que las hormonas habían comenzado a hacer, teniendo que disimular. Su rostro había tomado un color rojizo característico en ella cuando se excita, le costaba no moverse.

La tía noto algo raro en ella, cuando le pregunto, le contesto que tenía ganas de orinar, pero como la conversación estaba linda no quería ir al baño, a lo que le dijo que valla porque era malo retener tanto tiempo la orina.

A su regreso nos quedamos dialogando un rato más, creo que los gritos (debido a la sordera de la tía) se escuchaban desde afuera de la pequeña casa.

Como toda persona mayor, ya el cansancio y el sueño habían empezado a hacer efecto, así que, luego de ayudarla a acostarse nos fuimos a dormir nosotros también.

Ingresamos al cuarto que nos habían acomodado para nosotros, pequeño pero agradable, una cama de una plaza, un televisor viejo, pero en muy buen estado de uso y funcionamiento, un ropero de tres puertas, seguramente de su casamiento, con espejos en cada una, mesas de noche haciendo juego lo mismo que las dos sillas que se encontraban contra una pared.

Nos sentamos sobre ese colchón mullido, abrace Eliana y la bese tiernamente.

– ¡¡¡Isaac, no que nos puede escuchar la tía!!!

– Tranquila mama, de seguro no nos va a escuchar, tiene problemas de audición, está muy sorda.

– Ahí en la mesa te pasaste Isaac, me dejaste muy excitada.

– Al igual que yo, me gusto la adrenalina.

Eliana se arrodillo entre mis piernas, desabrochando mi pantalón saco mi miembro, el que salió disparado de la tela que lo contenía. Lo introdujo en su boca para comenzar con otra de sus excelentes mamadas, tragando toda la extensión carnosa.

Luego de su oral de película, se incorporó para ponerla entre sus pechos y masturbarme con ellos, permitiéndome sentir la calidez de sus senos acariciar la mía.

Debido a la incomodidad de la pequeña cama, nos recostamos de lado, así haciendo cucharita y al compás de sus ahogados gemidos y silenciados por su propia mano o apoyando la cara en la almohada para evitar que la tía, a pesar de su disminución auditiva pudiera escuchar algo, mi miembro se perdió en el interior de la cálida y húmeda vagina, al cabo de unos cuantos minutos de propiciarnos el amor sexual llego el momento de su clímax, el que no se privó de hacérmelo saber, tensando sus piernas y enderezando su cuerpo para, como gran final tener un squirt, a la vez que deposite mi carga seminal dentro de ella.

Al recuperar ambos las fuerzas, tratando de hacer el menor ruido posible hicimos lo posible por acomodar el desastre hecho sobre esa cama prestada.

Abrazados nos dormimos hasta el día anterior.

Al levantarme, ya mi madre se encontraba asistiendo a la tía, aproveche la situación para bañarme, riendo me metí al baño.

Mientras escuchaba que me decían.

– Por fin se levantó el perezoso, vamos que se va el día.

Luego de ese exquisito baño me dispongo al desayuno, acercándome para saludar.

– Buen día Isaac, que hermoso lo pase noche.

Me lo dijo susurrando. Por respuesta recibió un gran masaje en su precioso trasero junto a un “igual yo, como siempre”

Con el pasar de las aburridas horas, sabía muy bien que cuidar una persona mayor no es tarea fácil ni divertida, no hallaba que hacer, me encontraba como un oso enjaulado.

Llego la hora en que la tía duerme la siesta.

Otro de mis momentos más esperados, ya me estaba gustando por demás lo peligroso de ser descubiertos, no se Eliana, pero yo tenía tanto la libido como las hormonas a full.

Cuando mi madre regreso de la pieza y ya en cama la tía, me encontraba por preparar algo caliente para tomar, entro a la cocina abrazándome por detrás dándome un fugaz beso en la nuca, girando sobre mi eje la abrazo para fundirnos en un cálido y erótico beso.

– Eliana, tu culo esta entre mis planes (le dije susurrando)

– No Isaac, tengo miedo de desgraciarme, no lo prepare acorde la situación y no quiero tener un “accidente” justo aquí.

– Tranquila lo hago muy despacio.

– Tranquilo vos, ya te voy a permitir ser el semental que sos, cuando estemos solos, sin que haya nadie cerca.

– Se lo que te gusta.

Bajando su jean hasta el piso observo lo hermosa que le queda su tanga, beso rozando suavemente con mis labios esos muslos apetitosos y sus glúteos tersos a la vez que vos exponiendo su intimidad a medida que bajo esa tela que me impide acceder a pleno sobre el trofeo que quiero ganar.

Comienzo por tomar entre mis manos sus glúteos para separarlos, me pierdo en su espesura para apropiarme de su rosada presea. A partir de allí comenzó una danza sexual, yo hacía mis juegos bucales en su ano y vagina y ella en mi verga sedienta de culo, alternábamos por turnos que no establecimos, para disfrutar de nuestros genitales.

Ah que rico el sabor de lo prohibido y el temor de ser descubiertos.

Hasta el día de hoy, fui siempre suave y tomando el tiempo para todas mis acciones, pero hoy no sé qué me pasaba, estaba como descontrolado.

Sin previo aviso, se inclina sobre la fría mesada de mármol haciendo de lado las cosas que inertes yacían sobre ella, sus tetas al hacer contacto con la marmórea piedra, hizo que sus pezones se endurecieran por demás y su piel se erizara.

Ya con el esfínter expuesto tome mi dura verga y la clave casi sin piedad, hasta el fondo de sus entrañas, ahogo un grito tapando su boca con una mano, sé que le dolía, pero en ese momento no me importo. Al tomar conciencia de mi rudeza me detuve apoyándome sobre su espalda por un largo rato, pidiendo disculpas a su oído.

Pasado un rato comienzo a estimular su clítoris haciendo que su cuerpo reaccionara, su cadera se meneaba al ritmo de la excitación que iba creciendo al compás de mis caricias “clitorianas”.

Luego de haber transcurrido aproximadamente unos diez minutos de un fogoso mete y saca, ambos llegamos al delicioso y esperado orgasmo, quien primero recibió el placer fui yo, mi madre me acompaño como respuesta luego de sentir mi semen en el interior.

A duras penas alcanzamos a limpiarnos como pudimos que la tía llamo pues se había despertado, al ir a levantarla me dice por lo bajo

– Sos una porquería, todo tu semen se está saliendo y corre por mis muslos, espero que la tía no se dé cuenta.

– Perdón no fue mi intención (lo dije riendo por dentro)

– Entonces bórrate esa sonrisa de la boca, te amo.

Dándome un cariñoso beso fue rumbo a su tarea de cuidadora.

El resto de los días que quedan hasta la llegada de la prima nos pasamos haciendo el amor a escondidas y en cuanto lugar se pudiera, éramos dos adolescentes disfrutando de nuestra sexualidad a pleno en esta aventura que era cuidar la tía.

Ya habiendo regresado la prima, nos preparamos para partir al día siguiente, debo de reconocer que nos acostamos tarde, pero el morbo de saber que había alguien más y también nos podía descubrir, encendió más la llama de lo peligroso, si lo sumo a la camisa blanca transparente que me deja apreciar sus pechos hermosos y su tanga haciendo juego, decidimos un último round en casa ajena.

Poniendo algo en la vieja T.V. a volumen bajo, me acosté boca arriba para que comience con su ritual, sabe que es una experta en el sexo oral y también que me encanta. Salta sobre mí para cabalgarme como solo ella sabe, tomado de sus glúteos para acallar los “aplausos” que daban. Al ver que era inminente mi orgasmo, hizo otra cosa que sabe me encanta, saliendo de esa posición nuevamente introdujo mi verga en su boca para recibir su ración seminal.

Así paso nuestra semana de cuidados intensivos, emprendiendo el viaje de regreso a la rutina de nuestro hogar, hablamos mucho de lo sucedido.

¿Qué si lo repetiríamos? Por supuesto.

Aunque ahora debemos cuidarnos un poco más debido a que el embarazo va en avance.

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