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Eli. Una deliciosa madura (Parte II)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Pasaron los días y yo no dejaba de pensar en esa noche, deseaba darle más placer a esta señora. Una noche, le mandé mensaje para avisarle que pasaría por ella al finalizar su corte. Antes de llegar a su trabajo, pasé a un sex-shop por lubricante, pensaba hacerle el culo como nadie.

Sin mayores contratiempos estábamos ya en la habitación del motel. La notaba un poco nerviosa, por tanto empecé a besarla y desnudarla despacio, a su tiempo. Aunque estaba yo ansioso de ver su cuerpo desnudo, de admirar esas nalgas y tetas de concurso. La recosté en la cama y comencé por besarle las tetas e irme bajando poco a poco por su abdomen… hasta llegar a un bellísimo monte de venus limpio y depilado. No pude resistir más las ganas de chuparle el clítoris y sus empapados labios. Recorrí cada pliegue de sus labios vaginales, chupé y lamí su clítoris de mil formas, ella se revolcaba a cada orgasmo que llegaba a mi boca ¡era delicioso su jugo!

Se quedó extasiada en la cama unos minutos, yo seguía besando y tocando su cuerpo, mientras se perdía en mis besos invasores, mi mano derecha hacía su camino en dirección a su culo. Introduje el pulgar en su pucha y con el índice comencé a jugar con su ano ardiente, en un momento, saqué mi mano de allí y llevé mi dedo a su boca, le dije que me lo mojara bien. Obedeció. Regresé mi mano a donde estaba y metí el dedo empapado de su saliva bien dentro de su recto. Gimió delicioso. Metí un dedo más para asegurarme que se relajara ese esfínter hasta poder recibir mi verga dura…

La puse boca abajo, besé sus grandes nalgas, tan tersas y firmes, con mis manos separé esas montañas de carne para poder tener su culo a mi alcance. Comencé por lamérselo, por chuparlo, dándole lengüetazos alrededor, y ella gimiendo por esa nueva sensación. Cuando sus gemidos eran más y más agitados le metí la lengua en el centro del culo, ella sólo gritó: “wwooo” qué rico mi amor! Metí y saqué la lengua lo más dentro que podía, lo más rápido posible. Ella estaba mil veces más mojada. Separé mi cara de entre sus nalgas, me coloqué sobre ella y apunté mi verga sobre su ensalivado ano, previo había lubricado mi falo. Le dije que se relajara e hice presión para doblegar su esfínter y poco a poco invadir su recto infernal.

Sólo gimió un poco, lo excitación le ayudó a pasar rápido el dolor. Mi verga palpitaba, sentía su ano apretarme por completo la verga, su recto estaba caliente. No me moví hasta que ella empezó a gemir de placer, con mi mano llevé la suya hasta su pucha, le ordené que se masturbara. Comencé a moverme, la hice sentir el desplazamiento de mi pistón. Jadeaba cada vez más y más… Mientras le sacaba la verga despacio, justo hasta dejar la punta mi glande apenas saliendo de su ano, le pregunté al oído: ¿te gusta mi verga en tu culo, mi amor?. Me respondió – Sí; entonces le metí la verga duro hasta el fondo, gritó de dolor, placer y sorpresa. Estuve bombeando su tubo de placer hasta hacerla llegar a un orgasmo combinado, cuando sentí llegar mi eyaculación, le dije: -Ya me voy a venir, hermosa, siente mi leche llenar tu culo. Le di duro apenas unos 10 segundos y me vine copiosamente, mientras ella suspiraba al sentir mi jugo caliente invadir sus intestinos. En el camino de regreso a su casa, me confesó que yo era quién la había iniciado en el placer del sexo anal, era el amo de su culo, mi semen era el primero en diluirse en su recto.

Le llamé al otro día y entre la charla me dijo: “…me duele un poco el culo, pero me encanta sentirlo, mi amor”.

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