Desde el inicio de la pandemia, en todo el país se dieron varias restricciones en muchos sentidos, inmovilización obligatoria al inicio, no se podían hacer reuniones, estuvieron prohibidas muchas cosas, sin embargo poco a poco las cosas se fueron liberando, incluso ya se permiten los conciertos, discotecas, entre otros, con ciertas medidas. Esto es algo que aún no se levanta en el condominio donde vive Tania, ya que tiene una directiva muy estricta que no permitía visitas, cerraba las rejas entre otras restricciones. Naturalmente yo tampoco podía entrar a visitarla durante todo ese tiempo por lo que nos teníamos que ver fuera, a veces en mi casa o en algún sitio aunque muchas cosas estaban cerradas.
Luego de un tiempo, ciertas restricciones se fueron flexibilizando, aunque no del todo, pero felizmente permitieron que cada departamento diera una lista breve de unas cuantas personas más cercanas que sí pudieran ingresar al condominio y que se actualizaba una vez por mes. Por otro lado, hay ciertas restricciones que aún no levantan y es que han prohibido al personal de seguridad de la entrada a que reciban cualquier tipo de paquetes que se tengan que dejar, es decir, que si el propietario no está o no puede salir, no va a poder recibir lo que haya llegado.
Este último tema se volvió un problema, cuando los vigilantes no recibieron un sobre con una carta muy importante que debía recibir Tania dirigida por su universidad, pero lamentablemente en ese momento Tania no se encontraba, en ese instante el mensajero llamó a Tania y ella conversó por esa vía con el portero, quien de manera muy déspota y malhumorada le dijo a Tania que ella ya sabía que no se puede recibir nada en portería y que lamentablemente esta no iba a ser la excepción, Tania estaba iracunda.
Cuando Tania llegó al condominio se armó una fuerte discusión entre ella y el portero:
-Buenas tardes señor, ¿por qué no pudo hacerme el favor de recibir el sobre? era solo un simple sobre, no le iba a ocupar nada de espacio! -exclamó Tania.
-Disculpa pero tú sabes muy bien que no podemos recibir nada, hemos recibido una indicación expresa y muy clara con esa directriz y ustedes también lo conocen. -dijo tranquilo el confianzudo portero.
-No puedo creer que sean tan incompetentes! Por un simple sobre podrían haber hecho una excepción. -dijo Tania muy molesta, mientras se iba.
Mientras Tania se alejaba, el portero solo se quedó mirándole la cola a Tania y susurró algo, pero ella no llegó a escuchar.
La relación entre Tania y el portero se volvió muy tensa desde entonces, ella no le dirigía la palabra y él por el contrario, la saludaba y le abría la puerta haciéndole cumplidos de forma bastante sarcástica. El portero se llama Rafael, un joven de aproximadamente unos treinta y cinco años que llevaba ya un tiempo trabajando en la portería del condominio. Él trabaja de forma fija y una vez por semana va un reemplazo para que Rafael pueda descansar ese día.
Tania ya me había contado de este impase, pero sinceramente no le había dado mucho interés al tema, hasta que un buen día pude presenciar una escena que me encendió algunas ideas. Había llegado yo a la puerta del condominio donde vive Tania y pedí por favor ingresar, sin embargo Rafael, no me dejó pasar y me explicó que le habían dado una nueva lista y que yo no estaba ahí. En ese momento llamé a Tania y le comenté lo que había pasado, de más está decir que bajó furiosa a reclamarle a Rafael.
-Señor, ¿como que José no está en la lista? -reclamó airada Tania.
-Puedes revisar si gustas, no figura su nombre. -dijo Rafael, señalando un tablero dentro de su cubículo.
Tania tuvo que inclinarse hacia adelante para poder leer la lista, desde luego Rafael no perdió ninguna oportunidad para mirarle el culo a Tania, y yo también lo noté.
-Debe haber algún error, ¡esta no es la lista que yo envié! -reclamó Tania.
-Yo cumplo con mi trabajo, esta es la lista que yo tengo, si gustas puedes reclamar a la directiva del condominio. -dijo Rafael muy calmado.
Tania me pidió por favor esperar y se fue refunfuñando a buscar al presidente del condominio. Mientras tanto yo me quedé fuera esperando y Rafael, que había interrumpido una conversación con el jardinero, continuó.
-Bueno, son gajes del oficio. -le dijo Rafael al jardinero.
-Si, es algo con lo que se tiene que vivir para poder trabajar. -le respondió el jardinero.
-Bueno… ¿en dónde me quedé? ah sí, entonces me llamó mi supervisor para que este fin de semana pueda cubrir el turno del sábado al otro portero, ya que no se encuentra bien y no va a poder venir, yo le dije que no tendría problema, siempre que me paguen todos los gastos adicionales, y me dijo que me alojaría las dos noches en el hotel que hay a la vuelta… -narraba el portero.
En ese momento, yo imaginé una situación muy excitante y supe que debía aprovecharla, empecé a crear mi plan maquiavélico, cuando Tania llegó, acompañada del presidente del condominio, quien se disculpó ya que por error había entregado una lista que no correspondía, en la nueva figuraba mi nombre y finalmente pude pasar.
Llegado el viernes, sabía que era la primera noche que el portero estaría alojado en el hotel, ese día fui a ver a Tania, pero le dije que tenía algunos temas que hacer y me debía ir temprano, lo que hice en realidad fue esperar a Rafael. Tuve que esperar cerca de dos horas, hasta que por fin salió, y lo pude ver caminando hacia el hotel, lo seguí hasta la entrada, fue ahí donde tuve que esperar a que él entrase y se alejara de la puerta de ingreso para recién poder entrar, me quedé ligeramente escondido en el lobby del hotel viendo todos sus movimientos. Esperé a que terminara de registrarse y pude distinguir más o menos de que casillero sacaban la llave del cuarto de Rafael, una vez que él subió por el ascensor yo ingresé a la recepción.
-Buenas noches, quisiera dos noches en una habitación. -le dije a la recepcionista, mientras identificaba el casillero de donde habían sacado la llave del cuarto de Rafael, que era el 503.
-Buenas noches señor, ¿desea algún tipo de habitación en particular?, tenemos algunas promociones… -comentaba la recepcionista.
-No, disculpe que la interrumpa, pero ya he venido antes y me quisiera quedar en la habitación 504, esa habitación es cómoda para mi. -le dije a la recepcionista.
La recepcionista me miró un poco intrigada, pero finalmente me dijo:
-Claro señor no hay problema, esta sería su tarifa total por las dos noches. -dijo ella.
Yo recibí el ticket y acepté, me dieron la llave del casillero y subí a la habitación, la cual era bastante cómoda a decir verdad, fue en ese momento donde se empezó a sentir olor a cigarro y pude escuchar a Rafael hablar por teléfono con algún amigo aparentemente. Estaba en la ventana de su habitación, la cual tenía vista a la calle y se notaba claramente que él estaba ahí, me quedé más tranquilo, pensando la siguiente etapa de mi plan.
Esa misma noche conversé con Tania, estaba un poco fastidiada porque me había ido temprano, pero le dije que se lo recompensaría, a cambio de haber salido temprano, le dije que tendría una noche de pasión el siguiente día, ella muy emocionada estuvo de acuerdo, pero le pedí algo, le dije que tenía que ir con un pequeño vestido rojo que le regalé alguna vez y que le queda espectacular, extremadamente sexy y muy sugerente, ella estuvo de acuerdo también.
Yo me quedé toda la noche y todo el día siguiente en la habitación, no salí para nada, para poder estar pendiente de cualquier movimiento, incluso muy temprano escuché a Rafael saliendo a trabajar. Durante el día coordiné con Tania, le conté donde estaba alojado, y le dije que le iba a avisar la hora en la que estuviera ahí para que me diera el encuentro. Yo esperé a que llegara Rafael de trabajar y lo sintiera en el cuarto del costado, y así fue. Una vez que llegó Rafael llamé a Tania y le dije que viniera, esperaba que el plan resultase.
Luego de un rato, Tania me llamó y me dijo que estaba en el lobby del hotel, entonces le dije que espere y no cuelgue, que iba a llamar a la recepción para pedirle que la dejen pasar. Entonces llamé a la recepcionista.
-Aló, buenas noches, recepción. -atendió la recepcionista.
-Buenas noches señorita, ha venido mi novia a verme, está ahí parada en el lobby con un vestido rojo. -le dije.
-Ah… su novia…, si acá la veo, cuál es su nombre para corroborar? -dijo la recepcionista.
-Se llama Tania, por favor que ingrese. -le reiteré.
-¿Señorita Tania? -le preguntó la recepcionista.
-Si, buenas noches. -respondió Tania.
-Ok. puede pasar señorita… ¿señor? ya la dejé pasar. -me dijo la recepcionista.
-Listo muy amable. -y colgué la llamada con ella.
-Ya puedes pasar -le dije a Tania- estoy en la habitación 503.
-Ok listo, prepárate, voy para allá. -dijo Tania, y colgó.
¿Preparate? Prepárate tú, dije para mi mismo. Tenía el corazón latiendo a mil, estaba super excitado y preparándome para lo que se venía, hacía ya un tiempo que no hacía estas travesuras y de verdad me sentía como si fuera la primera vez. Entonces sentí que las puertas del ascensor se abrían y a medida que el sonido de los tacos aguja se hacían cada vez más fuertes, de igual forma mi corazón se aceleraba cada vez más, de pronto sentí que se detuvo y tocó la puerta tres veces, pero naturalmente no era mi puerta.
Tania estaba parada en la puerta, era una putita, con ese vestido rojo alicrado, pegado al cuerpo, resaltando el tremendo culo que tiene, con unos tacos gigantes, se había cepillado el cabello y lo tenía liso, brillante y hermoso, recién se había bañado y perfumado, olía delicioso, tenía la piel suave, los labios pintados de un rojo que hacía juego con su vestido, su maquillaje hacía pensar que era una especie de anfitriona, muy hermosa, se había puesto uñas postizas en las manos, alargadas, que le daban un aspecto de putita espectacular y sus pies estaban hermosos, con las uñas pintadas y se veían super sexys en esos tacones.
Había pasado cerca de un minuto y Tania volvió a tocar tres veces más la puerta, y de pronto se abrió haciendo un chirrido propio de la falta de aceite, hubo un silencio sepulcral, los dos estaban en shock, ella porque no pensó en ningún momento que le iba a tender esa trampa y él porque tenía adelante a la mujer que lo había estado fastidiando las últimas semanas, vestida como una puta justo frente a él, el silencio se prolongó por varios segundos hasta que Rafael tomó la iniciativa y la jaló del brazo haciéndola entrar, entonces se escuchó que la puerta se cerraba estrepitosamente.
-¿Qué haces aquí? -atinó a preguntar Tania.
-¿Todavía te haces la tonta? Ya sabía que eras una perrita. -dijo Rafael, que no paraba de mirarla de arriba a abajo.
Tania seguía en shock, no se esperaba esto.
Rafael estaba tomando un poco de ron que tenía en una botella pequeña.
-¿Me invitas…? -atinó a preguntar Tania mientras señalaba la botella.
-Claro, sírvete, ahí tienes el vaso. -respondió Rafael mientras se sentaba al borde de la cama.
Tania cogió el vaso y se sirvió un poco de ron, miró a su alrededor buscando una gaseosa para mezclar, pero no encontró nada, se sirvió un poco más y de un golpe se secó el trago, preparándose para lo que se venía.
Tania dejó su cartera en una silla y se acercó a Rafel sin decir ninguna palabra. Rafael se paró y empezó a caminar alrededor de Tania, como un león saboreando a su presa antes de devorarla. Lo primero que hizo fue acercarse a su cuello y olerla.
-Uhmm… huele a perfume caro, perfume de puta cara. -dijo Rafael
Tania estaba inmóvil. Rafael, que seguía pegado a su cuello, empezó a recorrer a Tania con sus manos, primero le acarició el rostro, luego enredó ligeramente sus dedos en el cabello de Tania, luego fue bajando por sus hombros, le cogió las tetas por un momento y siguió bajando por su abdomen y su cintura hasta llegar a las caderas, en ese momento Rafael se sentó nuevamente en la cama y metiendo sus dos manos por debajo del vestido de Tania, cogió el hilo que llevaba puesto y se lo empezó a bajar lentamente hasta que cayó al piso, Tania se hizo a un lado y Rafael lo recogió, se lo acercó al rostro y le dió una profunda olida.
-Quítame la ropa. -ordenó Rafael, quien aún estaba con su uniforme de vigilante…
Tania se quedó inmóvil unos segundos pero luego obedeció, primero le terminó de desabotonar la camisa que ya estaba entreabierta y se la quitó, luego se arrodilló en el piso y se sacó los zapatos y las medias y los puso a un lado, y finalmente le sacó la correa, desabotonó el pantalón y le bajó el cierre. Rafael estaba apoyado hacia atrás, relajado, pero excitado en demasía.
-Ya sabes que hacer, perrita.- dijo Rafael.
Tania le bajó el pantalón a Rafael dejando libre la verga del vigilante, terminó de sacarle el pantalón y lo dejó a un costado, se hizo el cabello para un lado y cogió la verga firmemente con su mano derecha y empezó a mamar, como solo ella lo sabe hacer.
Mientras esto pasaba, yo abrí lentamente la puerta de mi habitación y me acerque a la puerta del costado, aún se podía oler el perfume de Tania, pegué mi oído a la puerta y pude escuchar a Rafael disfrutando de la mamada que le estaba dando Tania, y también el sonido que hacia Tania con la boca al chuparle la verga a Rafael, yo estaba en mi clímax, pero debía ser paciente, así que volví a entrar en mi habitación.
Tanía estuvo de rodillas mamando por un buen rato, hasta que Rafael le jaló el cabello para que se detuviera.
-Sírvete más ron. -le ordenó Rafael.
Tania se sirvió un trago y tomó de golpe, luego se sirvió uno más y repitió. Se acercó nuevamente a Rafael quien estaba de pie esperándola. Rafael la cogió del cabello fuertemente y la jaló hasta la cama, donde la puso en cuatro, Tania con amplia experiencia, puso su cara en la cama y levantó la cola.
-Eres una perra bien amaestrada, ya sabías que hacer. -decía Rafael mientras se acercaba a ella.
Rafael le terminó de levantar un poco más el vestido y se preparó para la acción. Sacó un gran escupitajo directo al culo de Tania, le pasó el dedo rápidamente y sin mayor reparo, le metió la verga por el culo.
-¿Así que te crees más que yo verdad? ¿Crees que soy tu sirviente? Hace tiempo te quería romper el culo como la perrita que eres. -decía Rafael mientras le daba sin piedad a Tania.
Tanía gemía, gritaba y se sujetaba fuertemente a las sábanas, le dolía, pero también lo disfrutaba, estaba muy excitada y cada cierto rato volteaba a mirarle la cara a Rafael mientras la seguía partiendo.
Al cabo de un rato, Rafael se detuvo e hizo que Tania se pare, le quitó el vestido y lo tiró a un lado. Rafael se echó en la cama boca arriba.
-Ven, ponte encima mío, quiero que me muevas ese culote que tienes. -ordenó Rafael.
Tania obedeció y se puso encima de Rafael, ella misma le cogió la verga y se la acomodó para que se la pueda meter.
-Quiero que tu me beses perrita.- dijo Rafael.
Tania nuevamente obedeció, lo empezó a besar en la boca mientras lentamente empezaba a mover el culo para que la verga de Rafael entre y salga. Tania estaba muy mojada y la verga le resbalaba por dentro. Tania gemía.
-¿Te gusta perrita? -preguntó Rafael.
-Me encanta… -gemía Tania.
-Háblame más, putita. -susurró Rafael.
-Hoy yo soy tu putita…-seguía gimiendo Tania -quiero que me llenes de tu lechecita.
-Así será perrita, te voy a dejar bien embarrada de leche. -dijo Rafael.
Tania empezó a mover el culo más rápido mientras Rafael la tenía sujetada de las nalgas acompañando el movimiento. Tania puso su cuerpo a un costado mientras se seguía moviendo, para que Rafael pueda ver como rebotaba el culo que se estaba comiendo. En ese momento Rafael la sujetó con más fuerza y le empezó a dar más duro, hasta que Tania sintió el latir de la verga de Rafael, quien la llenó de leche completamente.
-Ahh… -gimió Rafael- putita, límpiame con tu boca lo que me quede de leche en la verga, y te la tragas, luego te vas a bañar.
Tania obedeció, le pasó la lengua hasta la última gota, se tragó todo y luego se fue a la ducha. Cuando Tania salió del baño, con la toalla amarrada al cuerpo, encontró a Rafael revisando su cartera.
-¡¿Qué haces?! -exclamó Tania.
-Eres más perrita de lo que pensaba… -dijo Rafael riendo mientras sacaba algo de la cartera de Tania.
Era un disfraz de presa, que consistía en un top y una mini blancos de rayas negras, también un pequeño gorro rayado y unas panties negras largas, como accesorio venía con unas esposas.
-Te lo pones de una vez -ordenó Rafael, mientras le quitaba la toalla de encima a Tania.
Tania solo lo miró, pero no le quedó otra alternativa que ponerse el disfraz.
Rafael la miraba de arriba a abajo, disfrutando cada detalle de Tania y su disfraz. Le hizo una seña a Tania para que se sirviera más ron y ella gustosa aceptó y se sirvió. Al mismo tiempo, Rafael llamó al servicio a la habitación para pedir más trago, seguro que iba a ser una noche larga.
Tania, ya con todo el disfraz puesto, estaba un poco mareada, no había dejado de tomar ron, a pesar de que ya lo estaba tomando mezclado con gaseosa se estaba excediendo.
-Y cuantos años tienes Tania -conversaba Rafael.
-¿Cuántos crees que tengo? -respondió Tania, coqueteando.
-No lo sé, ¿unos treinta? -preguntó intrigado Rafael.
-Casi, tengo veintisiete añitos… -respondió Tania, cada vez más coqueta.
-¿Y cuantos crees que tengo yo? -preguntó Rafael.
-Uhmmm, bueno yo creo que tienes unos treinta y cinco. -dijo Tania.
-Treinta y siete, exactamente diez años más que tú. -dijo Rafael.
Estaban sentados al borde de la cama, tomando unos sorbos de sus tragos mientras Rafael pasaba su mano por la espalda de Tania hasta llegar a la cola, luego pasó sus manos por las piernas de Tania, y ella lentamente las fue abriendo, Rafael le metió la mano en la vagina y la pudo sentir mojadita.
-Parece que estás lista para ser castigada y pagar las penas por tus delitos. -dijo muy excitado Rafael.
Tania le agarró la verga por encima del buzo que llevaba puesto Rafael y le dijo:
-Soy tu puta… -susurró Tania.
-Voltéate. -ordenó Rafael.
Tania obedeció, y Rafael le puso las esposas, la sujetó de las muñecas y la tiró a la cama. Tania cayó boca abajo y con el culo al aire. Rafael no desaprovechó la oportunidad, hizo que Tania se apoye en sus rodillas y levantara la cola, Rafael le comió el culo. Le pasó la lengua por todos lados, la tenía sujeta de las caderas y no la soltaba por nada, por ratos le mordía el culo, Tania intentaba zafarse pero no podía. Rafael estaba fuera de sí.
Rafael se levantó y se dispuso a partirle el culo, Tania, aún esposada se estrujaba de dolor, pero al mismo tiempo de placer a medida que Rafael se la metía cada vez con mayor intensidad, no tenía ninguna compasión y mientras Tania más gritaba, Rafael más se excitaba y aceleraba cada vez más. Hasta que finalmente, el culo de Tania sirvió de depósito de semen, Rafael le dejó hasta la última gota adentro.
Tania se levantó temblando de dolor y solo entonces, Rafael se apiadó de ella y la liberó de las esposas. Tania se fue al baño a ducharse nuevamente siguiendo la orden de Rafael, mientras que él prendió un cigarro en la ventana.
Al salir del baño, Tania vio a Rafael ya metido en la cama.
-Ven perrita, hoy vas a dormir conmigo. -ordenó Rafael.
Tania no dijo más, obedeció y se metió a la cama, estaba agotada y se quedó dormida finalmente. Y yo, al no escuchar más bulla al costado, también fui vencido por el cansancio.
A la mañana siguiente, Tania se despertó temprano con la alarma de Rafael, él ya se estaba vistiendo con su uniforme para ir a trabajar al condominio.
-Vístete de una vez, tenemos que irnos. -dijo Rafael acomodándose la corbata.
-¿A dónde vamos a ir? -preguntó Tania, aún un poco somnolienta.
-¿Cómo que a donde? al condominio, a donde más. -respondió Rafael impaciente.
-Pero, no me pueden ver llegar así y contigo… -susurró Tania.
Rafael volteó y caminó hacia Tania.
-Claro que te van a ver volver así, como la perrita que eres, y te van a ver volver conmigo. -sentenció Rafael tomando del rostro a Tania.
Rafael la acarició y luego la cogió del pelo, con la otra mano se sacó la verga, ya erecta, y Tania no tuvo más opción que mamársela, y no paró hasta que Rafael se vino.
-Tómate todo. -ordenó Rafael.
Tania obedeció gustosa, se tomó toda su leche.
-Ya ves, hasta te invité el desayuno. -bromeó Rafael acomodándose el uniforme nuevamente.
Tania se vistió y se puso el vestido nuevamente, sus tacos y alistó su cartera.
Yo estaba en mi habitación listo para lo que se viniera, fue entonces cuando escuché la puerta abrirse y los tacos de Tania, pero también los pasos de Rafael, sabía que habían salido juntos de la habitación, esperé un rato prudente y salí también.
Al bajar, esperé en las escaleras mientras terminaban el check out de la habitación, cuando salieron del hotel, hice lo propio en la recepción.
De lejos y muy disimuladamente, los seguí hacia el condominio, el hotel estaba solo a unas cuantas cuadras por lo que fueron caminando, podía observar todas las miradas e incluso algunas palabras subidas de tono que le gritaban a Tania y mientras tanto Rafael sacaba pecho y le agarraba el culo a Tania, haciendo alarde del culo que horas antes había partido y llenado de leche.
Finalmente llegaron al condominio, en la recepción estaba el vigilante del turno anterior esperando a Rafael, un poco molesto por su demora, y cerca se encontraba el jardinero quien observó toda la situación. Se abrió la reja y Tania entró un poco avergonzada, detrás suyo Rafael. En ese momento, Rafael le cogió el culo a Tania y se lo apretó, Tania se sobresaltó pero siguió caminando hacia su casa ruborizada.
Rafael se quedó en su cubículo ante el asombro del relevo y el jardinero, quienes boquiabiertos se le acercaron a preguntar que había sido eso. Fue entonces cuando aparecí, haciéndome el desentendido naturalmente, saludé y pedí que me permitieran ingresar. Rafael me miró y se sonrió.
-Déjalo pasar. -le dijo Rafael a su relevo.
Se abrió la reja e ingresé.
-Solo les puedo decir que ese culo te deja sin leche en instantes. -escuché decir a Rafael, mientras me iba alejando.
Noté como los tres me miraban y se reían, lo que no sabían era que todo fue mi plan.
Cuando llegué al departamento de Tania, ella seguía con el vestido puesto, me estaba esperando. Pasó lo que tenía que pasar…