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El vestidor privado
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Mi nombre es Karen y llevo varios años con Rubén, mi pareja y a pesar de que nos amamos la pasión ya no era la misma. La rutina se había instalado en nuestras vidas.

Pero un día sucedió algo que cambió todo esto. Yo tenía una amiga llamada Melissa que había conocido en un gimnasio.

Melissa era mucho más joven que yo, tiene el cabello castaño, piernas largas, una hermosa figura y un bonito rostro, aunque ya empezaba a mostrar algunos rasgos de madurez.

Nuestra relación comenzó poco a poco, nos saludábamos en el gimnasio y salíamos a tomar algo después. Con el tiempo ella sabía ya muchas cosas privadas de mi vida y yo de ella, porque confiábamos una en la otra. Ella se enteró de mis problemas con Rubén sobre la monotonía.

A pesar de que era más joven que yo, congeniamos en muchas cosas y nos hicimos buenas amigas.

El primer acercamiento que tuve con ella fue en el gimnasio cuando nos estábamos cambiando. Estábamos hablando tan cerca una de la otra que estuvimos a punto de darnos un beso, pero no lo hicimos. No sé porque tuvimos ese acercamiento ya que no me atraían las mujeres en aquel momento.

Una mañana me llamo por teléfono como era habitual, y me pidió quedarse unos días en el cuarto de huéspedes, ya que iban a hacer unas remodelaciones en su casa.

Desde luego, le ofrecí mi ayuda. Nuestro cuarto de huéspedes es grande y tiene su propio vestidor privado.

Al llegar a la casa Melissa traía un vestido con falda que se le veía muy bien. Le presente a mi esposo y esa noche cenamos y platicamos un poco.

– Tienen una linda casa – Dijo Melissa

– Gracias Melissa, puedes quedarte con nosotros los días que quieras – Le dije entusiasmada

– Gracias Karen, espero que solo sea un par de semanas – Respondió con una sonrisa

Un olvido afortunado

Cuando Rubén y yo nos íbamos a acostar, me dijo que algo que me preocupo un poco

– Karen, olvidé apagar la cámara de seguridad del vestidor – Me dijo

– Debes apagarla – De acuerdo Karen, iré mañana y la desconectaré

Pero al día siguiente Melissa entro al vestidor con unos vestidos. Se quito el que llevaba puesto, quedando en ropa interior.

– Mira Rubén, debemos apagar esa cámara, estamos invadiendo su privacidad – Volví a recordarla

– Si quieres puedo desconectar este monitor – Me respondió

-Espera, quiero ver como se le ve ese vestido – Le respondí

– Esta bien – Me dijo

Cuando traía puesto el vestido saco su teléfono y se tomó un par de selfies.

Poco después volvió a quitarse el vestido y para nuestra casa sorpresa también se quitó el brassiere.

Afortunadamente en ese momento estaba de espaldas, sin embargo, en un movimiento inesperado también se quitó las bragas, dejando al descubierto sus nalgas blancas, hermosas por cierto.

– ¿Quieres que lo apague? – Me pregunto Rubén sin dejar de ver la pantalla

– No te veo con intenciones de apagarla. Está bien, disfruta el espectáculo, debo admitir que es atractiva – Le dije

De pronto Melissa giró y comenzó a ponerse otra braga distinta. Mientras lo hacía,

pudimos apreciar su vello púbico de color negro y sus labios mayores.

Cuando se colocó la prenda notamos que le gustaba tocarse, a veces por encima de la braga y otras veces metía su mano en ella.

Aún hay pasión entre nosotros

Esa fue la primera vez que observamos a Melissa en el vestidor y en ese momento Rubén comenzó a besarme apasionadamente, y acariciarme los senos.

-¿Que pasa Rubén? ¿Te calentó ver a mi amiga desnuda? – Le pregunte en tono juguetón

– Si, mucho – Me respondió visiblemente excitado

En el fondo a mí también me agradaba mucho lo que estaba viendo, tanto que me comencé a sentirme un poco húmeda.

Me quité la falda y metí mi mano por debajo de mi braga. Rubén se colocó delante de mí y me ayudo a quitármela. Una vez que el estuvo debajo comenzó a besarme mi zona íntima

Poco a poco Rubén besaba mi vulva con sus labios y usaba cada vez más su lengua.

De pronto Rubén se puso de pie se colocó detrás de mí, me tomó por la cintura y entró dentro de mí lentamente.

Inevitablemente empecé a gemir de una forma muy sexy. Rubén se movía de atrás hacia adelante mientras me hacía el amor muy rico por detrás.

Esa fue la primera vez que Rubén y yo tuvimos sexo mientras Melissa se cambiaba la ropa interior.

Una propuesta inesperada

Cuando terminamos de hacer el amor, le dije algo a Rubén que no esperaba.

– ¿Has pensado con ella mientras estás conmigo?

– Si, por momentos pienso en lo que vimos – Me respondió

– ¿Qué es lo más te gustó de ella? – Le pregunté con curiosidad

– No sé, deberíamos hablar de otra cosa

– A mí me gustaron sus pechos, son muy redondos a diferencia de los míos.

– No sabía que te gustaban las mujeres – Me dijo

– Yo tampoco sabía hasta que nos mostró su cuerpo desnudo, debo admitir que es muy bella. Se que la deseas y que te gusta. No te culpo, es normal que desees estar con alguien como ella

-Si, es verdad, es muy bonita, he pensado mucho en ella, no esperaba ver su cuerpo, pero también pienso en ti, claro – Se sincero conmigo

– Ve con ella, satisface tus fantasías más profundas. Prefiero que lo hagas con mi consentimiento a que lo hagas a escondidas y me engañes

– No sé si ella desee estar conmigo

– Acércate a ella desnudo mientras se está bañando y veamos que pasa

– ¿Estás segura de esto? – Le pregunte

– Si, no pasa nada – Me respondió

Melissa explora su sexualidad

Melissa entro al cuarto de baño se desnudó y se colocó debajo de la regadera. He de mencionar que ahí también hay una cámara.

Mientras estaba de pie en la Regadera, comenzó a acariciarse los senos.

Poco después Melissa se sentó en un borde, se abrió de piernas y comenzó a tocarse.

Esa era la primera vez que admirábamos sus labios mayores de esa forma.

-No creo que se detenga hasta tener un orgasmo – Le dije a Rubén

Rubén no decía nada, estaba idiotizado viendo lo que sucedía

Melissa no dejaba de acariciar su clítoris de forma circular.

Su dedo medio la ayudaba a sentir que le estaban haciendo el amor, ya que los sacaba una y otra vez. Sus jadeos poco a poco se convirtieron en gemidos muy sexys.

Finalmente Melissa comenzó a gemir de forma más aguda. Estaba teniendo un orgasmo de lo más rico, mientras Rubén y yo la observábamos a través de la cámara oculta.

Cuando Melissa terminó, sus mejillas estaban ligeramente sonrojada, sus pezones erectos y su vulva visiblemente húmeda.

Entonces Melissa se puso de pie y abrió la regadera para ducharse.

– Ve Rubén, esta es tu oportunidad

Entonces Rubén bajo y entro al baño desnudo

Melissa no lo había escuchado por el ruido del agua

Rubén se acercó a la regadera

Pude ver como Melissa quería cubrirse con las manos, pero al ver que Rubén estaba desnudo no hizo el esfuerzo por cubrirse

Rubén se acercó a ella, tomo su mano y la condujo hacia su pene erecto

Al parecer a Melissa le agradó y comenzó a hacerle sexo oral. Poco después Melissa se sentó en el borde y abrió las piernas. Rubén la estaba disfrutando con sus labios y su lengua hasta que finalmente empezó a hacerle el amor. Melissa gemía, mientras la tenía tomada por las nalgas.

Después cambiaron de posición y empezó a hacerle un perrito muy rico debajo de la regadera.

Cuando Rubén regreso lo besé

– Estuviste muy bien cariño

– ¿Tu crees?

– Si, la volvías loca, no dejaba de gemir

– Si, es muy apasionada – Me respondió

– La disfrutaste?

– Si mucho, espero que todo esté bien entre nosotros

– Si todo está bien. Mañana iré a verla y quiero que veas como la seduzco

– Me encantaría verlas juntas – Me dijo

Una velada incomoda

– Ese día durante la cena se sentía un poco raro el ambiente. Melissa y Rubén estaban más callados de lo normal.

Todos sabíamos lo que había pasado ese día entre Melissa y Rubén, pero Melissa no estábamos consciente de que yo los había visto a través de las cámaras de la regadera.

Al parecer Melissa estaba apenada con Rubén y él y yo decidimos no mencionar nada en ese momento y hablar de otros temas.

Al terminar de cenar, Melissa se despidió de nosotros y se fue a dormir.

Me acerco a Melissa por primera vez

Al día siguiente espere a que Melissa entrara al vestidor a cambiarse. Me puse lencería, un vestido corto, perfume y tacones.

Cuando entre al vestidor se sorprendió de verme

– Hola Karen ¿qué haces aquí? – Me pregunto

– Quería decirte que supe lo que pasó entre Rubén y tú el día de ayer. No estoy molestar ni nada.

– Lo siento Karen. Estaba en la ducha, el entró desnudo y me hizo suya. No supe como negarme, solo me tomó.

– Entiendo Melissa, solo quería saber qué fue lo que vio en ti – Le dije al tiempo que dejaba caer mi vestido al piso quedando desnuda.

Ella al verme se sorprendió y no dejaba de verme los pezones.

Me acerqué a ella y le di un beso en el cuello.

Así fue como comenzó nuestro encuentro, con besos y caricias.

– Mmm Karen, ¿estas segura de esto? Solo somos amigas

– Lo se Melissa, pero lo que hiciste con Rubén lo cambió todo. Quiero que seamos algo más

– Algo más? – Me pregunto mientras besaba su cuello

– Déjame quitarte el brassiere, quiero verte – Le dije

Melissa se desabrocho el brassiere, dejando sus pechos al descubierto y en ese momento pude acariciarla.

Poco después Melissa y yo nos sentamos en el sofá y después de algunos besos, ella abrió sus piernas. Al parecer quería algo más que eso.

Entonces comencé a usar mi lengua encima de su tanga color blanco y semitransparente.

Sus labios mayores no tardaron en insinuarse por debajo de su prenda húmeda a causa de mis besos y mi lengua.

– Estas muy húmeda Melissa

– Si Karen, así se me pone cuando me excito.

– Quítame la tanga, ya no aguanto.

Una vez que le quite su prenda, Karen quedó totalmente desnuda. Mis labios y mi lengua la llevaron a tener su primer orgasmo conmigo.

Después de que Melissa llego al orgasmo fuimos a la cama, y nos sentamos frente a frente, y comenzamos y besarnos y frotar nuestros bollitos. Melissa me tenía agarrada por el culo mientras me besaba y entonces no aguanté más y me vine muy rico, tanto que se me salió un poco de orina.

Cuando terminamos, nos acostamos y platicamos de lo que había pasado:

– Lamento lo de Rubén, pondré seguro a la puerta cuando me bañe

– No es necesario que hagas eso Melissa, sé que tienes necesidades al igual que yo. Si el entra, deja que te haga el amor, disfrútalo tanto como yo lo disfruto a el

– ¿Estas segura? Porque en realidad me gustó estar con el

– Ah si? Que te gusto de Rubén?

– Que se mueve muy rico cuando está dentro, sabe hacer el amor muy rico

– Si, sabe moverse muy bien. Confío en que también me atenderá a mí, el siempre quiere sexo.

– ¿Y que hay de nosotras? – Me pregunto

– No se, tu dime. ¿Te gustó estar conmigo?

-Si, mucho

– Entonces podemos seguir viéndonos independientemente de las visitas que te haga Rubén

– Me parece bien

Nuevas reglas del juego

Ese día en la cena hablamos los tres

– No quiero interferir en su relación. Sería mejor que me fuera – Nos dijo Melissa

– Nos gusta que estés con nosotros – Le respondimos Rubén y yo

– Como han podido ver soy una persona abierta a nuevas experiencias, me gusta el sexo pero nunca imagine encontrarlo aquí con ustedes

– Nosotros tampoco Melissa, pero nos ha impresionado tu personalidad y tu belleza – Le dijo Rubén

– Nos gustaría que siguieras viviendo con nosotros – Le dije

– No sé si pueda contener mis impulsos con ustedes, me ha gustado vivir ciertas cosas con ustedes. Es probable que quiera repetirlas. – Nos dijo sonriendo

Entonces me levante del sillón y tome a Melissa de la mano. Ella se levantó, me acerqué a su rostro y la besé.

– No Karen, no hagas eso. Vas a hacer que quiera tener sexo con Rubén y contigo – Me dijo en voz baja

– Hagámoslo, quiero volver a tenerte en mis brazos – Le dije también en voz baja

Entonces tome también la mano de Rubén que aún permanecía sentado en la sala y los lleve a la alcoba principal.

Lo que sucedió en esa noche esta por demás detallarlo. Solo puedo decir que hubo muchos besos, caricias y placer.

Esa fue la primera vez que estuve con Rubén y otra persona. Por momentos me salía del cuarto para dejarlos solos y que disfrutarán.

Después salía Rubén para descansar un poco, y Melissa y yo teníamos nuestro momento de pasión hasta que cada una tenía su orgasmo.

Después de eso Melissa siguió viviendo con nosotros. A veces ella buscaba a Rubén y otras veces a mí. Otras veces dormimos los tres juntos.

Tuvimos muchos encuentros con Melissa, nos gustaba salir de viaje y hospedarnos en un hotel donde pudiéramos tener privacidad.

Finalmente Melissa dejó de vivir con nosotros para continuar con su vida.

En lo personal fue una experiencia muy agradable. Después de todos esto puedo decir que está experiencia avivó la llama de la pasión entre Rubén y yo.

Hemos intentado conocer a alguien más, pero no ha habido la misma química que teníamos con Melissa. Por lo pronto, invité a quedarse con nosotros a alguien que conocí en mi trabajo.

Desde luego, dormirá en el cuarto de huéspedes.

FIN

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