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El tipster (Partes 6 y 7)
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Parte VI 

Asomaba la noche, una foto encuadrada frente a mí mostraba a Jimena y su madre en Orlando, ambas sonriendo y con el mismo vestido turquesa, cualquier persona que las mirase notaría su parecido y familiaridad. Ambas compartían rasgos similares sobre todo en los ojos, azules y profundos en los que cualquier mortal se perdería, lo de Jimena era un calco de su progenitora.

La foto probablemente se la tomaron en unas vacaciones a la que acostumbraban a ir cada temporada en las que el verano terminaba y el viento durante las horas de la noche anunciaba el reinado del otoño. Muchas familias adineradas de mi región huían al clima subtropical húmedo que ofrecía Florida, no se puede negar cierto desinterés que mostraban por el entorno nacional, incluso en las elecciones generando el mayor ausentismo en la votación.

Un olor a pan y harina que llegó a mi nariz me sacó de mis pensamientos, me percaté de que las luces de la cocina y el comedor estaban encendidas, escuché voces provenir de aquella zona, así como también se escuchaban algunas risas y conversaciones que no llegué discernir debido a mi lejanía. Me acerqué un poco más y divisé la silueta de Jimena que conversaba alegremente con Teresa y su madre mientras preparaban una especie de masa de harina. La sonrisa de Jimena exaltaba las virtudes de sus carnosos labios, rojos como el rubí, parecían incluso transmitir cierto misterio. Al verla recordé todo lo acontecido y llegué a la conclusión que la amé y odié en proporciones similares.

Me acerqué con pasos silenciosos, la posición y el ángulo de la puerta que estaba semiabierta ayudaba a que la mirase completamente, en un instante cuando ella giraba la cabeza después de atender a las conversaciones con Teresa, se percató de mi presencia encontrando mi mirada, su tono alegre cambió a uno de expectativa, soltó una ligera sonrisa a la cual respondí de la misma manera, extrañamente un sentimiento de soledad me invadió por completo, no por tristeza sino por reflexión y por este motivo me dirigí a la terraza. Era una noche de invierno y el cielo no estaba despejado, ni siquiera podía ver las estrellas, las nubes lo cubrían todo, en ese instante me dieron ganas de fumar un cigarro, a pesar de que raras veces lo hacía, pero este recuerdo lo ameritaba. Hace unos días cuando por casualidad vi por mi ventana un destello momentáneo surcando el firmamento sin estrellas, empalidecido por la luz de la ciudad, en ese instante por más ridículo que fuese se me ocurrió pensar: “Desearía pronosticar el resultado de las apuestas”.

Sentí un abrazo que me saco de mis pensamientos, era Jimena que pegaba su cuerpo al mío, mientras me daba un beso en la mejilla.

—Estas muy solito, vamos al comedor —me dijo mientras me jalaba del brazo.

En el comedor estaba Sara, la madre de Jimena, esperándonos con un postre de pastel que acababan de preparar, mientras Teresa se encargaba de cortar en pequeños trozos y servir en los platos poniendo los cubiertos correspondientes.

—Prueba, mi amor —mencionó Jimena mientras llevaba pastel en una cuchara a mi boca.

—Delicioso —respondí con sinceridad.

—Ella misma lo preparó, yo solo le di la receta —comentó Sara, dándole los créditos a su hija.

—Teresa también ayudó —agregó Jimena.

Esta mención me dio escalofríos, pero me dio un alivio esperando que estando Jimena y su madre viendo la preparación del pastel no intense hacer nada.

—Si, pero la señorita Jimena estaba muy empeñosa, fue muy estricta con los ingredientes, puso la medida exacta ni un gramo más ni un gramo menos.

Aquello me tranquilizó, y suspiré, ya podía comer con gusto, sin que me hiciera daño. Pero esto no se quedará así; tendré que hablar con Jimena sobre esto. La cena resultó muy amena, se notaba el buen ambiente, tanto Jimena como su madre estaban contentas.

—Estoy muy feliz de verte bien hija, me tenías muy preocupada estos días.

—Yo también me alegro de verte feliz madre, hace tiempo que no te veía así, tu semblante cambió, siempre fuiste preciosa, qué opinas Carlos.

—Pues sí, Sara eres muy hermosa, se nota de donde sacó Jimena lo linda que es.

Aquello sonrojó a Sara, verla así me causó cierta gracia, antes su presencia me daba la impresión de una mujer con clase y fría.

—También lo estricta —agregó Teresa, pero luego Sara le envió una mirada seria.

Teresa se tapó la boca, al darse cuenta de que metió la pata.

—Buenas noches, los dejo tranquilos —se despidió inclinando su cabeza y se dirigió a poner los platos al lavavajillas.

—Carlos quiero agradecerte por estar con Jimena en sus días más difíciles, demostraste ser una buena persona, cualquier hombre en tu lugar no haría lo que tú hiciste. Siempre estaré agradecida contigo, mi hija es lo más importante para mí, es la única familia que tengo, te juro que verla sufrir me partió el corazón.

—Sí madre, si Carlos no estuviese no sé que hubiera sido de mí, es por esto por lo que lo amo tanto —comentó mientras me acariciaba con una mano mi rostro.

—No fue para tanto, cuando te vi estabas muy decaída y bajaste de peso en tan corto tiempo, que me preocupé. Tenía que quedarme contigo por lo menos hasta que te recuperes —respondí.

—Tu compañía en esta casa es muy grata, mi hija está muy feliz y yo también. Déjame decirte que te considero como parte de mi familia y si es así te podrías quedar todo el tiempo que quieras. Me enteré por Jimena que no tienes una casa y estas en un departamento, lo hablamos y te quería proponer que te puedes quedarte a vivir aquí con mi hija, nada te faltará.

—Nada me haría más feliz —agregó Jimena con un semblante esperanzado mientras me agarraba del brazo esperando mi respuesta.

Era cierto que si me quedaba estaría en una buena casa con todas las comodidades, pero yo quería algo propio, la idea de quedar como un mantenido me parecía absurda y en cierta manera no quería caridades, aún tenía el deseo de conseguir las cosas con mis propios medios, no quería ser la sombra de nadie, claro que ellas no sabían que actualmente tenía dinero para recuperar la casa de mis padres así que les dije.

—Agradezco su hospitalidad, pero aún tengo opciones de recuperar la casa de mis padres, así que me iré a vivir ahí cuando lo consiga.

—¿No estaba confiscada? —preguntó Jimena con cierta confusión.

—Es cierto, pero pienso comprarla en la subasta. Sé que no será fácil, hay muchos lobos queriendo tenerla, por eso estoy contratando un abogado, mañana me reuniré con él.

Después de decir estas palabras ambas se quedaron con un rostro de perplejidad, seguro que no se lo esperaban.

—Cómo… ¿Cómo conseguiste el dinero? —preguntó la madre de Jimena titubeando al pronunciar las palabras.

—Estuve creando una pequeña empresa de apuestas, negocios de deportes, adicionalmente mi padre me dejó una cuenta con suficiente dinero, estaba esperando el momento para usarla.

La verdad es que mi padre solo me dejo una cuenta con poco dinero para mis estudios, lógicamente para ser más creíble mi versión les comenté aquello.

—Seguro que lo recuperas —respondió Jimena, en sus ojos reflejaban muestreas de admiración pero también de desilusión.

—Me sorprendiste, tienes el espíritu de superación, ya veo porque mi hija esta tan apegada a ti y no deja de comentar lo increíble que eres —agregó Sara.

Luego nos despedimos y en el cuarto de Jimena decidí terminar con el embrollo con Teresa y le hice escuchar la grabación de la llamada.

—¡Voy a matar a esa perra! —gritó Jimena muy alterada.

No esperaba esa reacción, ella estaba dispuesta a salir del cuarto, pero la tuve que contener porque temía que hiciese una locura.

—Espera, tranquilízate —le dije tratando de calmarla, cuando la sostuve sentí que su cuerpo estaba muy tensionado y ella se mostraba furiosa tratando de soltarse. Así que la abracé mientras esperaba que se serenase un poco.

—Es que te hizo mucho daño, mi amor —me dijo mientras soltaba lágrimas de impotencia.

—Y pagará, mi amor, pero lo haremos a mi forma, ¿Esta bien?

Creo que era la primera vez que le decía “amor” después de mucho tiempo, yo mismo me sorprendí después pronunciarlo. Ella me vio, creo que también se dio cuenta de lo que dije.

—Será a tu manera —me contestó mirándome con un brillo intenso, algo parecido a cuando a una niña le dan su primer regalo e irradia alegría de sus ojos.

Estuvimos abrazados un breve tiempo y luego nos fuimos a dormir, ambos tuvimos un día muy cansado y después de darnos un tierno beso nos quedamos dormidos.

Parte VII

Me desperté en la noche, mi brazo que se encontraba debajo de la cabeza de Jimena estuvo entumecido, sentí los hormigueos recorrer la zona, síntoma de la mala postura, Jimena tenía un sueño profundo, no se inmuto ni cuando despegué mi brazo, yo no tenía la suerte de ella así que me levanté y me dirigí al baño, quería lavarme el rostro pero me acordé de que cortaron el agua en todo el distrito ya que al parecer realizarían mejoras en el sistema de agua potable y alcantarillado.

Esta casa no tenía muchos problemas con estos inconvenientes, ya que poseía un tanque de agua, lamentablemente la instalación no llegaba al cuarto de Jimena por lo que tuve que salir al pasillo donde se encontraba otro baño que si estaba conectado a la fuente de agua. Cuando estuve a punto de entrar al baño escuché un ligero quejido, casi imperceptible, estuve a punto de ignorarlo pero se repitió de nuevo, mi curiosidad me llevó al origen de estos sonidos, sorprendentemente provenían del cuarto de la mamá de Jimena. Acerqué mi oído para escuchar mejor.

—Mmm… mmm… Sí… más… así.

Aluciné, se estaba masturbando, me pregunté, la sola idea causó que se me endurezca la verga, una mujer como Sara que aparentaba ser delicada y de cierta manera con escrúpulos en estos temas, simplemente me parecía contradictorio y causándome un shock emocional, pensándolo bien quien era yo para juzgar a las personas, así que me retire dejando que disfrute su intimidad, cuando regresaba me percaté de que el cuarto de Teresa estaba entreabierto, tal vez se olvidó cerrarlo pensé; y no me acerqué por miedo a que me denunciase por acoso, tenía que estar alejado de ella, sus tendencias feministas eran un peligro. Regresé al cuarto y me acosté junto a Jimena para quedarme dormido.

En la mañana escuché que me llamaban.

—Carlos, despierta amor, te dejaría dormir más pero me acordé de que tenías una reunión y no quiero que lo pierdas.

—No te preocupes; que es en la tarde, pero gracias de todos modos.

Me levanté porque ya iban a ser las 8 de la mañana, le dije la idea que estuve pensando para vengarme de Teresa, Jimena aceptó la propuesta con cierto desgano, ya que por si ella fuese tal vez la sirvienta ya no estaría en la casa.

Bajamos a la cocina, solo estaba Teresa terminando de preparar el desayuno, la noté con el rostro cansado como si hubiese pasado una mala noche. Toqué con el codo a Jimena para que también se percatase, en respuesta sonrió con complicidad.

Mientras desayunábamos, su madre bajó y se sentó en el comedor con nosotros. Me puse muy nervioso con su presencia, recordando lo que pasó en la noche, me costaba entablar conversación con Sara.

—Estás un poco callado —me susurró Jimena.

—Si, estuve pensando en lo de la mañana —le respondí en voz baja.

—Eres una buena persona, no te arrepientas, ella debe pagar por lo que hizo, y de cierta manera creo que tiene suerte, si fuese por mí; habría destruido su vida.

Tragué saliva, ciertamente no estaba así por Teresa, la causa era su madre.

—¿Qué planean, me tienen intrigada? —preguntó Sara al vernos hablar a solas.

—Estábamos pensando en pasar la mañana en la piscina —respondió rápidamente Jimena.

—Es el tiempo para relajarse, bien por ustedes, disfrútenlo —agregó su madre.

—¿Por qué no te unes mamá?

—¡Ay hija!, no quiero incomodar… —respondió Sara tapándose con las manos el rostro.

—No es ningún problema, ¿Cierto? —me preguntó Jimena mientras me miraba de forma inquisitiva.

—Si… todos merecemos disfrutar del agua, por mi parte no hay ningún problema.

—Y no solo del agua, también del sol, con el hermoso cielo despejado que nos sorprendió la mañana —comentó Jimena.

—Aun así, creo que lo pasarán mejor ustedes solos, yo aprovecharé para terminar de leer mi novela —replicó Sara.

—Pero lo puedes hacer en la tumbona, vamos mamá, mira que incluso Teresa nos acompañará —Jimena le lanzó una mirada fulminante a la sirvienta— ¿No es así, Teresa?

—Como… como usted desee señorita Jimena —respondió Teresa, con un rostro sorprendido.

—No te preocupes por la vestimenta, te prestaré un bikini —le comentó Jimena a Teresa.

—Gracias, pero creo que no es necesario, señorita.

—Seguramente hará mucho calor, no quiero verte sudar como un pollo —argumentó Jimena con una mirada penetrante—. Es por tu bien.

—Haz caso Teresa —agregó Sara de una manera tajante.

—Si madam.

La sirvienta no tuvo lugar a contestaciones, la propuesta para vengarme era agobiar a Teresa, pero no me esperaba esto, todo fue por iniciativa de Jimena. Era cierto que hablamos de darnos un chapuzón en la piscina al ver que el sol brillaba con intensidad y el cielo estaba despejado, sin embargo incluir a Teresa y a su madre no estaba en mis expectativas, sobre todo a esta última, con todo lo que había pasado me tenía intranquilo.

Luego de esta extraña charla, mientras me desnudaba me miré al espejo, no tenía los músculos marcados ni tampoco era obeso, en fin soy lo que muchos consideran como un chico promedio, pensé, decidí ponerme unos shorts que solía usar cuando iba a la playa o a la piscina, siempre lo usaba como bañador, de pronto sentí los brazos de Jimena que rodeaban mi cintura mientras trataba de llenarme de besos el rostro buscando mi boca.

—Eh… Alto, me estoy poniendo el short —traté de pararle porque estaba en una posición incómoda.

—Estas muy bueno —me respondió mientras me daba un último beso.

Luego cogió unos bikinis y al ver que salía le pregunté.

—¿Qué tramas?

—Ya lo verás —contestó guiñándome un ojo y salió por la puerta.

Por el sonido de los pasos supuse que se dirigió al cuarto de Teresa, yo me quedé con la duda sobre lo que estaba tramando hacer.

Hice unos cuantos ejercicios de estiramiento y me dirigí a la piscina, me sorprendí por lo conservada y moderna que la tenían, incluso contenía una instalación de electrólisis para la desinfección, se notaba la importancia que le daban a la sostenibilidad, después de todo el mínimo uso de sustancias químicas contribuye a la protección del medio ambiente y reduce los costes de producción. Me dieron ganas de entrar y cuando estaba a punto de zambullirme, una voz me detuvo.

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