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El tendero la tenía de burro
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Hola, y gracias por seguir leyendo mis relatos, les recuerdo mi nombre: soy Paulina, una mujer Trans a tiempo completo, esto básicamente quiere decir que hoy en día realizó todas y cada una de mis actividades en mi rol femenino, pienso, siento y respondo en todo como la mujer que soy desde mis primeros años.

El relato que hoy les contaré nos lleva a una etapa en mi vida en la que mi familia ya estaba totalmente consciente y había aceptado mi homosexualidad por completo, para mis padres yo era una hija más, para mis hermanos era una hermana más, para mis abuelos era una nieta más, para mis tíos era una sobrina más y para mis primos era simplemente otra prima, así mismo en las zonas aledañas a la casa de mis padres, lugar en donde crecí para los vecinos era simplemente una chava Tv homosexual, este relato tuvo lugar en la ciudad de México, sucedió en el año 2008, cuando tenía yo 21 años, ya para ese momento era yo mucho de lo que hoy ven, salía algunas veces a la calle con ropas femeninas, realizaba ya algunas de mis tareas y pendientes del hogar y podía acudir a casi todos mis compromisos familiares y de amistades en mi rol femenino, y justamente en uno de estos compromisos familiares es donde comienza mi relato, ojala les guste.

Todo empezó en una de las típicas tardes de domingo, uno más de los consabidos festejos de la familia en casa de los abuelos. Mis primos comentando sobre videos o música, tratando de pasar desapercibidos para llegar hasta donde estaba el bar y robarse un par de tragos; las chicas, primas entre si y jovencitas llenas de dudas, sensaciones nuevas y preguntas sin contestar y claro… deseos insatisfechos, estábamos sentadas en unas sillas plegables que los abuelos tenían en su patio, simplemente para matar el aburrimiento jugábamos con nuestros celulares, presumiendo entre nosotras los nuevos modelos que nos habían comprado nuestros padres, los tíos Hugo y Alfredo atareados con la carne asada pero con su respectiva cerveza cada quien en su mano cerca Mario y mi papá platicaban y daban cuenta de su tercera cerveza, más allá otros invitados, todos disfrutando de la tarde y de los tragos; las adolescentes intercambiaban miradas, Bárbara comentó "a este paso, antes de las seis terminarán bien borrachos", Fanny agregó: "te quedaste corta, antes de las cinco ya estarán bien pedos y discutiendo", Bárbara y yo asentimos convencidas. En eso algo distrajo mi atención, así que le hice señas a Bárbara y Fanny para que voltearan y nos dijimos entre nosotras:

P: Ya vieron quien llegó?

Bárbara volteó extrañada y no supo porque mi asombro, por lo que solo dijo:

B: Es don Javier, el empleado del abuelo… Y?

F: Si, qué tiene, sabemos que es el gato del abuelo pero porque tanto alboroto de que llegó?

Bárbara es una prima, mayor que yo por apenas año y medio, sin embargo y dado a que es un poco llenita no había tenido tanta experiencia sexual a diferencia de mi, y Fanny es nuestra prima más pequeña, entre ella y yo son poquito más 3 años de diferencia, por lo que en aquella fiesta ella debía tener 18 años, por tal motivo era la más verde e inocente de nosotras 3 y la más preguntona del grupo, por estas razones yo para ese entonces ya era la más experimentada y pues si… Aventada y puta en cuestiones de hombres, por lo que mis 2 primas y en ocasiones mi hermana menor me preguntaron muchas veces todas las dudas respecto a la sexualidad, obvio no me importaba ayudarles, para eso es la familia. Y ese día les iba a ayudar nuevamente, por lo que les dije:

P: Es que a don Javier en la calle le apodan “El Burro”, y no es porque sea tonto, dicen las malas lenguas que su apodo es porque se carga una, de tamaño familiar ¡enorme!

Mi comentario provocó las risitas nerviosas de mis primas, por lo que motivada por el momento continue:

P: Si manas, a don Javier le dicen “El burro” porque tiene una verga igualita a la de ese tipo de animalitos.

Evidentemente yo era la más experimentada en estas cuestiones de nosotras 3, por lo que de repente me daban aires de muy sabelotoda y en ese momento les estaba exponiendo el tamaño del miembro masculino de Don Javier “El burro” separando las manos lentamente para ofrecer con ellas una medida, "así, o más o menos". Entonces Bárbara me cuestiono:

B: Ah sí? ¿y tú como lo sabes?, ¿ya se la viste, pendeja?, ¿se la mediste o qué?, ¡qué pendejadas dices pinche Paulina!, será mejor que te calles la bocota y no hables sin saber!

P: Pues no, no se la he visto… pero… lo se y de buena fuente… mira… ¿recuerdan la pasada fiesta aquí en casa de los abuelos? Bueno… ya casi de noche estaban las tías Leti y Claudia en la cocina platicando, ya estaban medio pedas, ¿recuerdan?, bueno, yo estaba lavando los trastes sucios y… algo hablaban entre ellas y lo que dijeron me impacto: "si, Don Javis la tiene de burrito, no, corrijo, de burrote!, ¡una vergota enorme, casi de 30 centímetros!", dijo asombrada la tía Claudia y la tía Leti "¿a poco se la mediste?"; "pues si, con la regla de la oficina de la tienda y mira", dijo Claudia…. "le pasa de los 23, casi 24 centímetros"… oír aquello me sorprendió y en ese momento Lety descubrió que estaba escuchando y me corrió: "¿y tú, chamaca, qué tanto oyes?, ¿eh?, ¡estás muy atenta, verdad!, anda, vete a la sala, luego terminas de lavar los trastes, déjanos platicar cosas de adultos" y tuve que salir, por eso sé que el apodo de don Javier se debe a que tiene muy grande el… miembro masculino".

B: Ya no digas tarugadas, pinche Paulina, tú qué sabes del pobre don Javier, le dicen el burro porque trabaja como burro para el abuelo, supongo…

Está fue la réplica de Bárbara, y después las 3 guardamos silencio. Y como sin querer miramos al empleado del abuelo, mucho mayor que nosotras 3, cabello pintando canas, de cuerpo fornido y espaldas anchas, que estaba en la fiesta como invitado pero no dejaba de lado su típico espíritu servicial, pues repartía cubas de ron con Coca cola entre los invitados a la comida de los abuelos, y sin embargo, mi curiosidad sumada por la calentura de conocer el fondo de este asunto no me dejo contenerme, entonces les dije:

P: Ahorita veran si no, pinches viejas desconfiadas.

Entonces, llame al empleado:

P: Oiga don Javier ¿cuando termine puede venir un momentito?

El fuerte hombre asintió, y Bárbara y Fanny me cuestionaron sorprendidas:

B: F: Que haces wey??!!

P: Pinches par de mocos!!! Lo que miden Uds. Dos juntas de estatura es lo mismo en centímetros que yo me he comido de vergas!!

B: Que puta eres!!

Y enseguida llegó don Javier a donde estaba el grupo de chiquillas y pregunto cortésmente:

J: Hola niñas guapas, díganme…. Que puedo hacer por ustedes?

P: Oiga don Javier, ¿nos regala una cubita?, ¿sí?, ande no sea malito.

J- No niñas, están muy chamacas para tomar alcohol.

P: Entonces queremos… que nos aclare una duda, ¿sí?

B: No wey…. Ya no le digas!!

P: Shhhh… cállate pendeja!!

J: A ver niñas, digan pa´que soy bueno.

P: Es que mis primas quieren saber por qué… le dicen el burro, ande díganos, ¿sí?

El hombre sonrió bonachón y respondió:

J: No, no, niñas, no deben hacer caso a rumores, son puros chismes los que inventan, y ustedes están muy chiquitas para averiguar ciertas cosas… a su tiempo, niñas, todo a su tiempo, ¿eh?, bueno ya me voy, porque si me ven los señores que me la paso platicando con ustedes capaz y me regañan.

Entonces, una vez que don Javier se alejó de nosotras Bárbara y Fanny volvieron a regañarme, me dijeron:

B: F: Ay pinche Paulina!, ¡descarada!, mira que preguntarle pendejadas al pobre de don Javier, ¡ya ni chingas!, pinche vieja puta!, seguro nomás te la pasas pensando en sexo o en vergas o esas pendejadas!!!

P: Hay sí, ¿y de seguro tú no?, ¿a poco no piensas en eso?

B: No hables mamadas….

P: Ya cálmense cabronas! Verán que don Javis al rato viene, verán, ya verán, no podrá aguantar la curiosidad.

Dije segura de mi misma. Un rato después, don Javier paso a dejarnos una cuba de ron, y ese fue el pretexto perfecto para volver a tocar el tema, primero nos dijo:

J: Por favor que nadie las vea tomando eso, ¿eh? Y sobre lo que preguntaron… ¿por qué tienen esa curiosidad?, a ver díganme…

Nosotras intercambiamos risitas, Bárbara moviendo la cabeza con desaprobación. Y fui yo la que hablo, la más experimentada, la más lanzada, la más puta, le dije:

P: Bueno don Javier es que… usted sabe, estamos creciendo y tenemos nuestras dudas, ya sabe… y pues… humm, digamos que… tenemos curiosidad… científica, eso es, queremos aprender sobre algunas cosas y… pues, que mejor viendo algo sobre… eso…

F: Sí, eso es!, estamos en formación y necesitamos aprender… y es eso… curiosidad científica, solamente eso, ¿entiende?

J: Curiosidad científica, vaya, vaya… con que curiosidad científica… ¡ay estas niñas de ahora!, miren… lo que traman es algo indebido… si alguien se entera o sabe algo… no saben el problema en el que me meten, ¿eh?, pero bueno, curiosidad científica, vaya, vaya, pero sólo un momento, ¿eh?, miren ya saben que al fondo de la casa está la bodega de la casa de sus abuelos ¿eh?, está abierta, vayan para allá y procuren que nadie las vea, ¿eh?, al ratito las alcanzó… y a propósito, ¿quiénes tienen esa… curiosidad científica?, ¿eh?

P: Nada más yo, Bárbara y Fanny, sólo las tres.

Respondí con ciertos nervios, y minutos después sigilosas caminábamos con disimulo hacia la bodega, luego don Javier dijo en voz alta a mis tíos que se estaban encargando de la carne:

J: don Hugo, voy a la bodega por más carbón para el asador ¿eh?

Mi borracho tío jamás sospecho lo que su hija Bárbara y sus 2 sobrinas estaban por conocer, solo asintió empinando su vaso de ron con coca y don Javier se dirigió al sitio que nos había indicado. Cuando don Javier entró a la bodega reinaba el silencio y la parcial oscuridad, caminó entre cajas y muebles viejos hasta el fondo, justo a donde estábamos las tres jovencitas, de pie, nerviosas y en actitud expectante lo esperabamos, entonces nos dijo:

J: Con que curiosidad científica eh? ¿con que quieren saber por qué me dicen el burro eh?, a ver, a ver, vamos a ver niñitas curiosas!

Don Javier se detuvo ante nosotras que no movíamos un músculo, nos miró a los ojos, estábamos temerosas, quietas y casi temblando, y con lentitud pasmosa bajó el cierre de su pantalón de vestir y de entre la tela blanca de algodón de su boxer fue sacando su gigantesco miembro, despacio, ante nuestras jóvenes y ansiosas miradas, hasta que el enorme pene, parcialmente flácido, muy moreno y en definitiva, muy grueso, quedó por completo a la vista, en ese momento el "aaah" en conjunto que exclamamos por la sorpresa las 3 primas resonó en la silenciosa bodega, y don Javier así se quedó, con la verga de fuera, colgante, mediría sus 15 centímetros, pero estaba dormida, flácida. La expectación fue rota por este hombre que con su barra de carne bien merecido tenía el apodo de “el burro”, que con gesto de orgullo en la cara tomó su virilidad con la mano derecha y comenzó a balancearlo frente a nosotras, al mismo tiempo que nos pregunto:

J: Y bien, niñas? Ahora ya saben por qué me dicen el burro, a ver digan, qué opinan.

Nosotras no salíamos de nuestro asombro, hasta que yo logré articular un par de palabras apenas y sin dejar de admirar está rareza de la naturaleza masculina, dije:

P: Ay don Javier!, ¡con razón le dicen el burro!, ¡está enorme su… cosototota!!!

J: Y necesitas verla totalmente despierta niña Paulina!!! Mi niñote esta dormidito, ¿eh?

Respondió el señor, orgulloso de su verga. Aquello despertó la ansiedad de Bárbara, que dijo:

B: Dormida? ¿dice que está dormida?, ¡pero eso ya esta muy grande!, ay don Javier!! Mire nomás que cosota, y…

Mi prima Bárbara no pudo terminar la frase, pues ante nuestros cachondos ojos “el burro” empezó a frotarse su vergota, con lentitud, con suavidad, ante nosotras que disfrutabamos del erótico espectáculo, hasta que poco a poco la enorme espada de don Javier fue tomando fuerza, creciendo, alzando su amenazadora presencia, morena, venosa, como de hierro, la verga alcanzó los más de 23 centímetros o poco más o poco menos, y el grosor, ¡qué gruesa estaba la enorme verga!; la tremenda lanza hizo temblar de miedo a Fanny y a Bárbara, que ahora se frotaban las manos nerviosas, ahora trataban de esquivar la mirada de aquella cosa monstruosa, y yo? Descaradamente admiraba esa vergota con la boca muy abierta, “el burro” se percató que a mí era a la que más me había emocionado mirar semejante barra de carne masculina, pues me estaba dedicando de frente su espectáculo y me miraba fijamente a los ojos, hasta que de pronto la función terminó y don Javier nos dijo:

J: Bueno niñas…. ¿ya quedó satisfecha su curiosidad científica… ¿o no?, y les recuerdo que nadie debe saber de esto ¿eh?

Y con cierto trabajo se acomodó el miembro dentro del pantalón y luego con paso lento se encaminó a la salida. Nosotras quedamos mudas, temblorosas, el sudor nos recorria las frentes y puedo asegurar que las 3 sentíamos en conjunto una curiosa comezón entre las piernas, ninguna hablaba, al menos hablo por mí, mi cachonda cabecita no paraba de recrear una y otra vez la visión de aquella gigantesca víbora que crecio ante nosotras y nos tenía como hipnotizadas. Asi pasaron algunos largos minutos de silencio hasta que las 3 fuimos capaces de mirarnos entre nosotras y lentamente nuestros labios formaron el inicio de una sonrisa, que luego se tornó en pícara mueca y luego en sonora carcajada, los "ja, ja, ja", y "¿vieron?, ¡que vergota, por todos los cielos!, Yo agregue:

P: Se los dije!, ¡yo sabía!, ¿eh? ¡no qué no nos mostraba su vergota don Javis!!

F: Ay sí!, no me explicó como le hará ese hombre para coger, seguro no hay mujer que le aguante tan tremenda… verga!!!

B: Ay Fanny!, no digas pendejadas, don Javier es casado, tiene tres hijos, no creo que a su señora le cueste trabajo darle su cena a ese tremendo animalito, además, don Javier tiene sus aventuras, si no, como es que las tías Lety y Claudia tenían está información?

F: Ay, no se ustedes manas, pero ver esa… cosototota me puso toda inquieta, temblorosa, hasta las piernas me tiemblan!!

P: Querrás decir que estás caliente y no aguantas las ganas de ir al baño a frotarte la panocha con el dedo, chamaquita cochina, ¿o no? Jajaja!!!

Cuando salimos de la bodega, todas intercambiamos una sonrisa de complicidad con el viejo Javier, y Bárbara y Fanny entraron casi corriendo a la casa, tal vez a buscar un rincón solitario para poner en paz sus jóvenes y calientes cuerpos, mientras tanto yo busque una silla vacía y un tanto apartada, y para poder tomarme tranquila la cuba que anteriormente nos había llevado don Javier, de pronto sentí sobre mi joven y transformado cuerpo la sensación de una mirada persistente y al girar la cabeza me encontré con los ojos lujuriosos de mi nuevo amigo el señor Javier, así que decidí intentar jugar su juego y le sostuve la mirada temblando de emoción o de ansiedad quien sabe, pero de pronto volví a sentir palpitaciones en mi pequeño orificio anal.

Sin embargo, era evidente que don Javier no intentaría más en aquella ocasión, pues toda mi familia estaba presente. Pase un largo y aburrido rato, mis calenturientas primas no daban señales de vida, pensé que obviamente se estaban masturbando así que se me hizo de mal gusto ir a interrumpirlas, mis tíos ya borrachos discutían acalorados sobre asuntos de trabajo, ganancias y deudas y esas cosas, las mujeres platicaban entre ellas, algo borrachas también; los primos tomaban a escondidas de una botella de ron y jugando Xbox, fue entonces que sin querer, como suelen pasar las cosas, me percaté de aquella escena: Isela, "la prieta y chichona", empleada de la casa de los abuelos, de lacio cabello largo y negro, platicaba algo con don Javier, con mi don Javier….. Con mi burro, y luego de algunos momentos, al retirarse la chica de 27 o 28 años, no más, de cuerpo llenito pero chichona, como sin querer le dispensó al maduro burro una pícara caricia con la mano en la entrepierna y se retiro como si nada, meneando con lubricidad su firme trasero, mirando al frente como si nada hubiera pasado, para mezclarse con los tipos que brindaban con cubas de ron. Aquello fue como una llamada de alerta para mí, pues en ese momento pensé:

P: Qué?, ¿Cómo?, ¿O sea… qué?… El viejo Burro y esa pinche negra chichona… se entienden, ¿eh?, andarán… ¿cogiendo?… ¡hijos de su mala madre! Seguro que Don Burro se quedó caliente de hace rato y buscará aplacarse con esa prieta!!… pero… ¿intentarán algo aquí?, ¿dónde?… ¡en la bodega!, ¡seguro!

Y con paciencia segui con mirada atenta las evoluciones de aquella pareja hasta que… la chichona Isela se dirigió sigilosa a la bodega y… momentos después don Javier El burro fue tras de ella, estaba indecisa y ansiosa, no sabía que hacer, al final, la ansiedad acompañada de calentura pudo más y decidí ver si podía utilizar esto a mí favor, por lo que sigilosamente me escabullí detrás de ellos a la bodega.

Cuando entre de nuevo en aquel gran cuarto semi oscuro de forma sigilosa busque a la pareja, pero nada, no se escuchaba un solo sonido, ni murmullos, camine cuidadosamente hasta el fondo y… ahí, recargado sobre unas cajas estaba el maduro burro, con el pantalón parcialmente bajado, y entre sus piernas, hincada, la chica de grandes tetas, que con habilidad le mamaba la tremenda vergota al hombre, que cerrando lo ojos y entregándose por completo al deseo, suspiraba y gemía pidiendo más, yo con ojos sorprendidos, miraba atenta como la mujer con lujuria y deseo besaba, lamía y chupaba la cabeza del enorme miembro del burro, suspirando, lengüeteando la verga, tragándose todo lo que podía del vigoroso miembro masculino, succionando amorosa agarrada con ambas manos de la dura barra.

En eso una repentina idea me vino a la cabeza, y pensé para mi misma “algo tengo que poder sacar de este cochino secreto, ahora verán estos 2”, así que me aleje un poco y grite en voz alta hacia el fondo, donde estaba la pareja haciendo sus eróticos ejercicios:

P: Don Javier, don Javier!, ¿no ha visto a Isela?, ¡le llaman por teléfono!, ¿sí?, oiga si la ve le avisa por favor, además a usted lo anda buscando mi abuelo que tiene que comprar más hielo y cocas.

Momentos después junto a mi pasó la chichona Isela arreglándose el vestido y caminando presurosa para salir de la bodega, y sobre todo… sin atreverse a mirarme. Entonces confirme con esto que tenía al viejo burro a mi merced, bien agarrado de los huevos, algo tenía que hacer por mi o de lo contrario le contaría al abuelo los "sucios y horribles juegos a que se entregaban el burro y la prieta y chichona de Isela" y… así se lo hice saber al maduro tipo que con ojos sorprendidos no alcanzaba a entender que cosa quería yo de él, pero… ni yo misma sabía que pedir a cambio de guardar silencio, hasta que, adoptando una pose de mujer seria sentencie:

P: Con que si ¿eh? Don Javier, ¿con qué esas tenemos?, usted y la cochina vieja esa haciendo ese tipo de porquerías, aquí, en casa ajena, la casa de sus patrones, aprovechando que todos están de fiesta, como dice el dicho "cuando el gato no está… los ratones hacen de las suyas", ¿eh?

Y acercándome más aún a el añadí:

P: Ahora Ud. Se va a portar buena gente conmigo, pues para no decir nada a nadie Ud. Me va dejar hacer algunas cositas con su… cosa de burro, ¿eh?

J: Está bien chiquilla linda, debo aceptar que me tienes agarrado de los huevos, sin embargo también puedo decirte que no es necesario que tomes esto para amenazarme, pues no necesitas tú personalmente tener una ventaja para que yo quiera meterte la verga.

P: En serio?

J: Desde luego, ya hace un rato cuando decidí mostrarte lo que me cuelga entre las piernas, fue con plena intención de dártela a desear, si no hubieras venido con tus primas te hubiera cogido aquí mismo.

P: Y porque a ellas no? Ellas son iguales a la chichona prieta que metio a la bodega a que se la mamara.

J: Porque me dejaste caliente chamaca nalgona!!! Isela está chichona, igual que tu prima Bárbara, y Fanny solo es una niña torpe, tu en cambio, con esas nalgotas que la vida te dio, esa carita de puta que tienes. Me la pasaría cogiéndote todo el tiempo.

P: Pero yo no soy mujer.

J: Biológica?? Y que?? Estas más rica que mi vieja, que la Isela, que tus primas y que cualquiera en esta casa. Siempre he dicho que los mujercitos como tú se cuidan más que una verdadera mujer. Así que, porque no dejas la actitud de mujer sería y regañona y te pones de rodillas a hacer con la vergota de don Burro, lo que la Isela no termino de hacer, yo se que te mueres de ganas por hacerlo… anda ven aquí.

El viejo burro tenía razón, no había nada más en ese cachondo momento que yo quisiera hacer que no fuera mamarle su vergota, así que sumisamente me arrodille ante el para abrirle el pantalón y sacarle de entre la ropa su verga monstruosa, prieta, casi negra, muy gruesa, olorosa a hombre, pero flácida, colgante y mustia.

Levante mi cabeza para mirar una última vez a don Javier, como buscando su aceptación, la cual me llegó en forma de una pícara sonrisa, para enseguida tomar con ambas manos la gorda verga del viejo burro y con amorosos gestos hacer que reaccionara, no era nueva en esta arte de mamar vergas, sin embargo, está me causaba respeto, en aquel momento andaba con un chavo que me gustaba mucho, pero sexualmente me dejaba a medias, así que en ese momento tener la oportunidad de satisfacer mi parte femenina con una verdadera vergota de este macho maduro era un sueño para mi lívido que iba en aumento, comencé a acariciar con ternura y suavidad el tronco prieto.

Luego la levante con ambas manos, pues debido al peso de la masa muscular de este gordo miembro quedaba de manera cabizbaja aún cuando la sangre estaba ya bombeando a su máxima capacidad, fue entonces cuando tuve de frente a esa gordisima verga y con un gesto casi místico, como rezando ante una imagen religiosa, lleve la cabezota a mis labios carnosos y suspirando, le di un beso tierno, luego comencé a besar de manera golosa toda la extensión del tronco de la larga verga de don Javier, quien con ojos sorprendidos me miraba atento pues en verdad creo que no esperaba que yo supiera mamar verga de la forma en que lo estaba haciendo, y en verdad que mi deseo era darle una mamada para el recuerdo a su "niñote" como don Javier le decía a su inmenso atributo masculino.

Así que me tome mi tiempo para satisfacer a este macho con mis labios cuando decidí posarlos con suavidad sobre la inflamada cabezota, mire para arriba para deleitar mis ojos con los gestos que don Javier el burrote dibujaba ante mis caricias, enseguida abri lo más que pude mi boca para rodear la circunferencia de la verga ya erecta y comenzar a lamer, succionar y mamar el monumento de verga que tenía ante mi, y pasaron los minutos más agradables para mí en aquella tarde, en tanto que don Javier se abandonaba al placer que recibía, permitiéndome jugar con su virilidad y disfrutarla, aferrado con las manos a las cajas de cartón en las que estaba recargado, suspirando y gozando, entregándose a mi.

Y cuando don Javier suspiraba sintiendo que su corrida era inminente, suspendí mis eróticas y sensuales caricias, entonces me puse de pie, me gire y dándole la espalda me incline un poco sin soltar la vergota de don Javier que mantenía aferrada con una mano, con la otra levante mi falda que llevaba ese día, mostrandole mis nalgotas enfundadas apenas en mi diminuta tanga que casi era tragada por las redondas protuberancias femeninas que la vida me regaló, en esta posición restregaba la verga morena y dura como el fierro por todo mi culo, entonces le dije:

P: Ahora mi don burrito, vamos a jugar un poquito, ya que tengo hambre y usted… está más que puesto para darme lechita, verdad?

J: No sabía cómo pedirtelo pequeña puta!

Ante los ojos lujuriosos de don Javier comencé a frotar sobre mi ansioso ano la punta del miembro erecto, lentamente, me sentía totalmente húmeda y caliente, entre suspiros de ambos, y con ayuda de don Javier que aplicó un poco de presión para adelante, logramos que el garrote endurecido fuera engullido por mi agujerito que estaba demostrando ser tragón y estar a la altura de semejante verga, sin embargo, bien sabía yo que esto nada más había sido la gruesa cabezota y algunos pocos centímetros, entonces volví a sacarla y de nuevo la introduje la venosa verga dentro de mi jugoso y caliente hoyito, así lo repetí varias veces, en que de la manera más lujuriosa posible jugaba con el grueso mástil del viejo burro que se dejaba hacer de todo por mi, hasta que la excitación de este macho fue mayor al deseo de seguir aguantándose, y tomándome fuertemente por mis anchas caderas, comenzó a embestirme desde atrás de una forma deliciosa, el burro estaba demostrandome que a pesar de su madura edad, aún tenía pila para coger jovencitas putitas como yo, y esa tarde yo era la afortunada.

Don Javier estuvo cogiéndome en esta posición cerca de 15 minutos para después permitirme ahora a mi recargarse en las cajas en donde previamente estaba el pero ahora yo de frente, es decir que nunca deje de darle la espalda a este delicioso hombre que estaba haciéndome maravillas con su dote masculino adentro de mi, hasta que al cabo de unos 10 minutos más don Javier comenzó a bufar y decía:

J: Voy a terminar ricura de puta!! Voy a terminar!!

El burro me sacó su gorda vergota de mi ano y entonces pude apreciar el delicioso espectáculo mientras su escopeta expulsaba fuera el primer y más abundante chorro de semen, y luego el segundo y el tercero y más y más, pude observar su vergota palpitando. Nos regalamos un par de minutos bien merecidos para reponer fuerzas y recobrar la realidad, entonces mi burro me dijo:

J: No pudimos llegar a más hoy niña deliciosa, pero ahora que ya fuiste mía una vez, quiero que vuelvas a serlo.

P: Tu dime cuándo don burrito!!

J: Siempre que quieras puta! En la tienda de tu abuelo del mercado hay espacio suficiente, yo siempre me quedo a hacer corte y a acomodar mercancía en los anaqueles y en los refrigeradores, el día que quieras yo cierro a las 7 de la noche. Lleva ropa de puta cuando me vayas a ver, estaré ansioso de meterte de nuevo mi vergota.

Así conocí al madurito don Javier, alias “el burro”, un apodo más que bien merecido por sus atributos masculinos. Volví a verlo? Claro que sí!! Fui su amante oficial por mucho, mucho, mucho tiempo… pero eso se los contaré en el siguiente relato.

Fin.

Espero sus comentarios a mi correo:

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