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El taxista de mi cuñada
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hace tres meses me quedé sin trabajo, traté de conseguir algo de mi profesión, pero pasó el tiempo y nada, así que como tenía mi auto decidí trabajar como taxista en una plataforma. Ya llevo dos meses como taxista. La primera semana no me fue muy bien, así que entre los conocidos y familiares les comenté que si querían un taxi me podían llamar. Fue así que hace un mes mi cuñada me pidió que la llevara al trabajo en las mañanas y la trajera de vuelta en las tardes.

Mi cuñada Tatiana es profesora de un colegio, tiene como 42 años y se conserva muy bien. La primera semana fue todo sin novedad, la llevaba y conversábamos, todo normal. Ya la segunda semana empecé a verla con otros ojos, más que nada porque por los problemas de dinero en mi casa empezaron los problemas con mi esposa y ya era semanas sin nada de intimidad. Así que los lunes cuando veía a mi cuñada, con traje tipo ejecutiva, falda pegada al cuerpo, blusa blanca que se notaba el brasier blanco por debajo y los tacos que realzaban aún más sus nalgas. Fue ahí cuando empecé a ver como mujer a mi cuñada, además que ella es madre soltera con una hija de 20 años.

Los demás días Tatiana se vestía casual, a veces con faldas con licras y blusas escotadas. Tanto ella como mi esposa son de senos grandes. Otras veces Tatiana vestía vestidos tipo coctel, y sí que sabía sacarles provecho a sus pechos. Yo los miraba al disimulo, pero más de una vez me pilló mirándolos. Cuando vestía de leggins se veía que aún traía unas buenas nalgas redonditas aún, no tan buenas como las de su hermana, pero claro, tienen 10 años de diferencia.

El viernes me pidió que no la vaya a ver en la tarde porque se iba con unas amigas. En la tarde casi noche me escribió que la vaya a recoger en un restaurante, cuando llegué estaba bebiendo unas cervezas con sus amigas, y me invitó a quedarme. Salimos casi a las 7 pm, Tatiana un poco mareada me preguntó que me pasaba, que me notaba poco callado y que no soy así.

Le comenté de los problemas en mi casa y otras cosas. A lo que ella me responde que eso no es nada que una buena noche de sexo no resuelva. Le comenté que ni eso teníamos con su hermana, en tono de burla le dije que hasta sexo me falta. “No sé cómo hacen los solteros sin sexo”, ese comentario dejó un silencio incómodo. A lo que Tatiana responde: Yo tengo sexo, aunque soy soltera, así que eso no aplica para mí. Entramos en confianza y empezamos a hacer chistes sobre el tema.

Entre risas le volví a preguntar a Tatiana cómo hace para tener sexo si es soltera, a lo que ella responde:

Tatiana: puedo tener al hombre que quiera, soy guapa y estos bustos dejan loco a cualquiera, ¿quieres que te muestre?

Yo: claro, a ver cómo.

Tatiana aprovechó un semáforo en roja y me pidió que volteara a verla y me besó.

Tatiana: así de simple, ya luego caen redonditos

Yo: pero eso no es sexo

Tatiana: ¿quieres que siga?, bueno entonces, llévame a mi departamento y te muestro cómo termina esto.

Ya estábamos cerca de su departamento, llegamos y pasamos a la sala. Sin más preámbulos nos abrazamos y besamos como locos, yo con las ganas que tenía de comérmela. Mientras no besábamos el bulto en mi pantalón creció, y Tatiana empezó a acariciarme, y bajando la cremallera sacó mi pené que ya estaba bien duro. Mientras yo empecé a besarle el cuello hasta llegar a sus pechos, grandes como dos melones. Tatiana llevaba una blusa de tirante y fue fácil sacar sus pechos sin quitarle el brasier. Empecé a chupar esas tetas como si me estuviera amamantando, esos pezones grandes se notaba que le chupaban seguido, a esa altura no me importaba nada.

Tenía a Tatiana sin nada en la parte superior, solo quedaba quitarle los leggins. Yo en igual situación, con el pantalón aún, pero con la verga fuera, en las manos de mi cuñada. Eso me prendió más, saber que es mi cuñada, que toda la semana la veía y la deseaba más. Fue cuando le di media vuelta, y bajé besando su espalda hasta llegar a sus nalgas, le quité todo y le comí ese culo, le pasé la lengua por su panocha y por su ano. Fueron los gemidos más excitantes que escuché. Sentía como se fue humedeciendo toda su panocha y su culito.

Tatiana: ahora me toca comerme esa verga que tienes, no sé cómo mi hermana no se la come todos los días, si fuera mía estuviera bien deslechada todas las noches.

Se dio la vuelta y se arrodilló para chupar mi verga. En un momento ya tenía todo hasta su garganta, lo dejaba ensalivado, chupaba mis bolas y pasaba su lengua por todo mi tronco. Era toda una experta en chupar verga, lo mamaba y chupaba, y por último una rusa con sus tetas, me chupaba la verga mientras hacía una paja con sus tetas. Luego se acostó en el sofá para que la penetrara, esa panocha estaba apretadita, se nota que a pesar del uso no he han dado una buena culeada. Tremenda cogida que le di, en cada movimiento sus tetas se movían rico. Luego la puse en cuatro, ese culito pequeño pero redondito recibía mi verga apretadito.

Con mis manos en sus dos tetas y de pie empecé el bombeo hasta que todo fue humedad en mi verga, los chorros de fluidos de la panocha de Tatiana. No pude más y ahí le vacié toda la leche. Se fue chorros cuando le saqué la verga. No quedó más tiempo para el segundo round.

Al día lunes siguiente fue normal cuando le fui a dejar al colegio en la mañana. En la tarde ya salió la conversa de lo que hicimos el viernes, y sin más ya tenía a Tatiana chupándome la verga mientras yo conducía. Llegamos a su departamento y esta vez nos acomodamos para hacer el 69, mientras me comía esa panocha depiladita, aprovechaba para meterle las puntas de los dedos en el ano. Le dije que quería hacerle sexo anal, así que fui preparando el terreno, le lamia el ano mientras le metía más y más los dedos, hasta que el pulgar entraba suavemente.

Era tiempo de probar ya con mi verga. Con Tatiana en cuatro empecé a abrirle el ano con mi verga, ella dio un suspiro cuando al fin entró todo en ese culito, se notaba que no le habían penetrado por ahí, o al menos en mucho tiempo.

Le llené ese culito con toda la leche que tenía, nos duchamos luego y seguimos con una buena mamada. Tatiana ahora quería tomar mi leche, así que fue como diez minutos de una chupada y mamada como yo le digo, de una experta, hasta finalmente sacar la leche. Desde esa vez, todos los viernes y lunes nos encontramos en la tarde para comernos. Y entre semana mientras le voy a dejar o traer ella siempre aprovecha para darme una mamada y sacarme la leche.

La próxima les cuento cómo fue el trío que armamos con Tatiana y una de sus amigas.

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