Hola, soy Gloria, la esposa de Jaime.
Él es un esposo muy apasionado, le encanta el sexo y experimentar cosas nuevas, sé que me ama y me desea, es muy protector y cariñoso conmigo, aunque me cuesta abrirme a nuevas experiencias, es muy paciente conmigo, por eso lo amo y disfruto mucho nuestra relación.
Con él estamos casados casi 25 años, tuvimos nuestros vaivenes en nuestra relación, pero este es el mejor momento en cuanto al sexo, más intenso, maduro y con muchas fantasías.
Sobre eso quería escribir, el me confesó que su mayor fantasía es ver qué otro hombre me coja, tengo muchos tabúes con respecto a eso, nunca le fui infiel, bueno físicamente hablando, pero no le voy a negar, sí tengo fantasías sexuales con otros hombres, la mayoría imaginarios.
Me estoy abriendo de apoco, hasta ya me hice un tatuaje con su complicidad, la verdad me hace sentir más sexy, él dice que soy una mujer muy rica y que cualquier hombre querría cogerme.
Soy alta, piel blanca, cabello negro corto moderno, buen pecho y ahora que estoy bajando de peso, cada vez estoy mejor, soy una milf con los años bien llevados, mi cola no es grande pero está bien formada y con mi tatuaje en la parte baja de mi espalda se ve muy apetecible.
Nunca me considere una belleza, pero si atractiva y simpática, y sé que todavía me miran con deseo y eso me gusta.
Empecé a ponerle rostros reales a mis fantasías, como al hombre que vino a tatuarme en casa, lo vi alto, moreno, buen físico y simpático. Como mi hijo estaba en su cuarto, nos encerramos en la mío, y mi esposo se quedó a vigilar en la sala, para que mi hijo no se entere de lo que estaba haciendo su madre.
Charla va charla viene el tatuador me dijo que me colocara boca abajo, me alzó bastante la remera y para mi gusto me bajo mucho la calza, dijo que era para centrar bien el tatuaje, también alabó bastante mi piel acariciándome de forma rara, diciendo que era muy suave y tersa. Estaba nerviosa y no le di mucha importancia, me pego el tatuaje dibujado con un líquido frio me estremecí un poco y aprovecho para acariciarme y supuestamente calmarme en la parte mas baja de la espalda casi mis nalgas. Empezó a preparar sus instrumentos, charlando siempre y diciéndome que no debí esperar tanto tiempo en hacerme uno, que ese trasero se merecía un adorno desde hace mucho tiempo, yo solo reí de su ocurrencia. Se puso los guantes de látex y empezó a hacerme el tatuaje, no dolía pero se sentía como pinchazos y raspadas, él no desperdiciaba oportunidad de apoyar su mano en mi trasero y cada vez bajaba más animado por mi silencio. Llego un momento que se paró y bajo aún más mi calza diciéndome que iba a corroborar si el dibujo estaba centrado, empezó a masajear las nalgas y no voy a negar ya me estaba excitando bastante, mis partes íntimas ya estaban húmedas.
En una de esas un dedo se deslizó hacia mi vagina y rozó mi clítoris, lance un gemido y él sonrió, me dijo que me veía muy tensa y quería hacer algo para relajarme, como no dije nada, supongo que tomo como un permiso, siguió masajeando mi clítoris y yo estaba a mil, realmente excitada, de pronto introdujo su dedo en mi vagina ya inundada, comenzó a penetrarme suavemente al principio y después metió otro dedo y empezó a hacer movimientos mas fuertes y duros, yo mordía la almohada que tenía debajo para no gritar y llamar la atención. El tatuador me decía cosas, como que era una flor de hembra y que si no fuera porque mi cornudo marido estaba en la sala ya me hubiera follado en forma salvaje, no paraba de masturbarme con sus dedos hasta que llegue a un orgasmo intenso, sacó sus dedos de mi vagina y lamió mis jugos como si fuera un manjar, "sos riquísima" me dijo, estaba toda colorada, "mirá como estoy" me dijo y vi su pantalón súper abultado, alíviame un poco me dijo, sacó su pene y era enorme, gordito en la punta como me gusta, grueso y largo, todo un poema, sin importarme nada lo metí en mi boca y empecé a chuparlo, le lamía la punta, metía mi lengua en su orificio y eso le puso como loco, gruñía y gemía, "chupame puta" me dijo, "me volves loco", yo apure mis caricias para hacerle terminar rápido, tenía miedo que entre mi esposo y después pensé que él hubiera disfrutado mucho el espectáculo, terminó en mi boca y trague hasta lo último su leche, "me chupaste hasta el cerebro" me dijo riendo. Después me colocó bien la calza y continuó su trabajo como si nada, poco después entro mi esposo y le encantó como quedó el tatuaje.
Nos despedimos y me guiñó un ojo.
Ahora mi esposo quiere que me haga otro tatuaje, creo que no me voy a negar.
Fin