Candance
Mi hermano está por casarse. La verdad es que la mujer no me desagrada, simplemente me parece un tanto difícil de tratar. Recuerdo la primera vez que mi hermano la llevó a casa a conocer a nuestros padres; melena cobre teñido, esbelta figura, piel bronceada y por Dios Santo esos enormes senos que por poco escapan de su vestido de diseñador, al parecer fui la única que se fijó en ello porque mis padres la amaron al momento.
Ahora estoy en casa de ambos echada en su sofá. Mi hermano me ha pedido llevarla a recorrer la ciudad en lo que él y mis padres van en busca del mejor restaurante para que él le proponga matrimonio. No sé a dónde llevarla, son ellos quienes viven en la ciudad, yo deje mi lluvioso y frio Londres por venir a dicha cena. Estoy revisando una lista de los mejores sitios a los que ir con una amiga, ella no es mi amiga pero tendrá que serlo por el bien de la familia y mi hermano. Un spa. No recuerdo cuando fue la última vez que fui a uno, y la verdad necesito uno en estos momentos si tendré que estar más tiempo con ella.
Dabria es quien conduce, yo solo me limito a verla de reojo. Ella me pone de los nervios, y no sé si sea por su apariencia, no me considero bisexual y mucho menos lesbiana, claro que llegué a besar alguna amiga en mi juventud solo por curiosidad, pero está mujer me pone la piel de chinita por su simple apariencia. Ahora lleva la melena de color rubio hasta el pecho, sus piernas largas y bronceadas enfundadas en una falda de tubo y su blusa abotonada ceñida a su gran pecho y abdomen plano. Aunque ella haya cambiado su forma de vestir en los últimos años a la de una mujer más madura y profesional, sigue levantando miradas a donde sea que vaya.
Llegamos. No leí demasiado las reseñas, solo me basto con leer que no hay ningún hombre para saber que era ahí donde quería ir. Amo a los hombres, y sobre todo si tienen una gran verga incluida que usan para azotarme el culo y darme grandes estocadas, pero mi último ligue me rompió el corazón y quiero tener distancia de ellos por un tiempo.
Ambas bajamos, nos miramos por encima del coche y sin decir ninguna palabra entramos al edificio. Una amable mujer nos recibe, no lleva más que un sostén de cocos y una mini falda ula con unos largos tacones de palma. Nos ofrece varios paquetes, tomamos el más costoso qué es el que dura más y el que parece mas relajante; nos lleva por un pasillo angosto con paredes de cristal a los lados y vistas al mar así como vistas a sus zonas tropicales, se detiene en una puerta con un letrero en ella "Palma Barbarié" saca una llave y abre haciéndonos una seña para que entremos.
– Esperen aquí. En unos minutos llegará Belén, su masajista. – Cierra la puerta al salir. Dabria y yo solo nos miramos fijamente, una en cada lado de la habitación.
– Está haciendo demasiado calor – se abanica con la mano.
– Ni qué lo digas. – Miro por fuera de la ventana.
– ¿Por qué estás tan molesta? Has sido tú quién escogió este lugar, la verdad no pensé que te gustarán estás cosas y menos las chicas. Tal vez te hubiera propuesto venir antes de haberlo sabido.
– ¿De qué estás hablando, Dabria? – La mire un poco confundida.
– Qué este es un spa para lesbianas. Mis amigas me han hablado de él, lo que pasa aquí se queda aquí, eso no deja mucho a la imaginación que es un lugar para tener sexo pero lo cubren con el nombre de spa. – Debí haber leído las reseñas antes -. Y como has pagado el más caro, supuse que te gustaban las chicas, si te soy sincera yo no me quejo, salí con varias antes de estar con tu hermano.
Antes de que pudiera hablar la puerta se abrió, entrando una mujer madura de tal vez cincuenta años. Tenía la melena rubia con algunas canas, parecía que había sido muy guapa durante su juventud, aún seguía siéndolo. Llevaba una filipina blanca, una falda corta blanca y zapatillas de aguja de color plata.
– Hola. Me llamo Belén, seré yo quien las atienda durante su estadía aquí. No se preocupen lindas, están en muy buenas manos. – Belén camino por toda la habitación, sacando cosas de un lado y de otro -. Permítanme acomodar el lugar antes de empezar.
Belén se puso en cuatro para poder acomodar varias velas sobre una pequeña repisa y darles fuego. La tenía frente a mí, vi su tanga blanca encariñarse a su coño, movió el culo de un lado para otro y, eso me calentó. Mientras lo hacía Dabrie me sonreía pícaramente susurrando un "lo ves", Belén se levantó, fue hasta el escritorio y saco una bala sonriendo lujuriantemente.
– Ahora si, empecemos. – Gimió.
Se sentó en la colchoneta del suelo, mirándonos, abrió sus piernas a la altura de sus hombres, saco el pecho y levanto su falda. Ahí estaba un triángulo blanco cubriendo su coño, una pequeña humedad se marcaba en el centro de su tanga. Bajo la mano en la que tenía la bala, la encendió y comenzó a frotar su coño en pequeños círculos lanzando gemidos entre susurros. Hasta que la tela estaba empapada y las vibraciones no podían pasar por la humedad, removió la tela a un lado dejando ver un coño rosado perfectamente depilado donde estaba empezando a escurrir una nata blanca, quería chupar esa nata. A mi lado Dabria había empezado a acariciar sus senos, mordiendo su labio inferior, mis piernas estaban flojeando indecisas si acercarse a ella o a Belén.
Me acerqué a Dabria, me acerque por detrás, cubriendo sus senos abultados con mis manos; desabroche los botones y subí su brassier por encima de sus tetas, dos grandes melones saltaron a la vista con pezones rosados erguidos. Los tomé entre los dedos acariciando sus pezones y pellizcando, Dabria se retorció contra mi cuerpo, aproveche el descuido para besarla en el cuello buscando un punto sensible que la hiciera gemir para mí. Deslice una mano por su abdomen sintiendo como se contraía, baje hasta sus muslos acariciando por encima de la tela, enrolle la tela y metí mi mano entre sus muslos. Sus bragas estaban húmedas, frote tanto que mi piel ardió por la fricción. Sin resistirlo más tome un costado de su ropa interior en mi puño, subiendo la tela más hasta que gimió en el momento que la tela se metió entre su hendidura, teniéndola así, moví mi puño de un lado a otro para que sintiera la fricción de la tela en su vulva y clítoris. Al frente, Belén tenía la cabeza echada hacía atrás, gimiendo más fuerte mientras hundía un dedo y después dos en su coño, con la bala frotando su clítoris.
– También quiero tocarte, Candance. Déjame hacerlo. – Se dio la vuelta y me miró.
Me besó. Su lengua entrando y saliendo por mi boca y de vez en cuando sus dientes mordiendo mis labios. Acaricie su culo, se separó sacándome la blusa por la cabeza, mi brassier negro estaba dejando salir mis tetas muy excitadas, las tomo sobre la tela y masajeo, eché la cabeza hacía atrás cuando desabrocho el brassier dejando caer la tela y empezó a morder mis pezones. Tome su cabello en mi mano e hice un puño con él, viendo por encima como los chupaba y pellizcaba, tenía el culo hacía afuera apuntando a Belén, quien se arrastró a gatas para tomarla por el culo.
Le termino de sacar la falda, le bajo la tanga y empezó a besar sus nalgas. Abrió sus nalgas, para hundir su lengua en su ano y resbalar hasta su coño, Debría movió su culo en la cara de Belén, mientras a mí me chupaba las tetas y deslizaba su mano por la tela de mi pantalón corto. Mi tanga estaba mojadísima, así que no le fue difícil hundir dos dedos en mi coño.
– Preciosa, por favor siéntate en mi cara. – Gimió Belén para Dabria.
Las tres nos separamos, quitándonos lo que nos quedaba de ropa. Belén me entrego un dildo vibrador que se pegaba en las superficies, así que nos acomodamos. Yo estaba en cuclillas sobre el dildo entrando y saliendo de éste besando a mi cuñada, Belén estaba bajó ella comiéndole el coño mientras una sex machine la penetraba con tanta fuerza que pensé se desarmaría la máquina. Las tres no podíamos dejar de gemir con Dabria pellizcando mis tetas y yo las suyas y Belén comiéndole el coño éramos dignas de una película porno. El tiempo se pasó y nuestra cita había concluido, pero Belén no nos dejó ir hasta no terminar con ello.
Belén nos hizo cambiar de posiciones, puso su coño maduro sobre mi cara. Yo recostada comiendo su coño y las manos atadas sobre mi cabeza, Dabría estaba acostada mirando mi coño mientras me penetraba con un maxi dildo, la sex machine se la cogia ahora a ella. Belén estaba chupando un pene de goma, que después se giraba y lo pasaba a Dabria para que hiciera lo mismo.
– ¡Vamos Candance! ¡Así! – Gemía Belén para pellizcarme las tetas.
Yo levante la cadera más hasta que el dildo me froto el clítoris y mi orgasmo estaba llegando junto con el de Belén. Su nata desprendió de su coño a mi boca, traté de tragarlo todo pero los borbotones que se hicieron en mi boca hacían que escurriera la nata fuera de mí, tenía un sabor agridulce. Y mi cuerpo no pudo más, pasando ondas de placer por todo mi cuerpo hasta la puntas de los pies, sentí como se me hinchaban más las tetas. Dabria se levantó al igual que Belén. Primero se acariciaron unos segundos para dejarme descansar, las manos de ambas moldeando las tetas de la otra, se besaban.
Dabría me acomodó la sex machine para que me penetrara colocándome también una mordaza en la boca. Ambas siguieron acariciándose, Belén se sentó sobre el escritorio y Dabría se colocó un arnés, Belén la tomo de la cintura y la beso, Dabria entró lentamente en ella, ambas gimiendo a la vez. Se movió con más fuerza, sus caderas chocando tras estocada y gemidos, sus manos acariciando sus tetas, Belén bajo su mano para acariciarse su coño mientras Dabria seguía cogiéndola con tanta fuerza que cayeron varios papeles del escritorio. Entonces, me corrí por una segunda con el dildo de la sex machine dentro de mi vagina.
– Date la vuelta. – Gruño Dabría para Belén.
Así lo hizo. Se bajó del escritorio, apoyo su cadera en la superficie y se inclinó con el culo empinado hacía Dabria. Ella resbaló el dildo del arnés por su coño tomando jugos de éste para pasarlos por el ano de Belén, Belén cerro las manos entorno al escritorio y Dabria la penetro con tal fuerza que unos gemidos entre sollozos se escaparon de los labios de Belén, quién dejo el culo quieto para que Dabría entrara y saliera de su ano tantas veces quisiera. Entonces, Belén comenzó a mover el culo para que mi cuñada la cabalgara, Belén sin dejar de gemir y sus tetas moviéndose de arriba abajo, saltando y chapoteando en su piel sudorosa. Cuando no pudo más se separó de Belén, se acercó a mí, me desató las manos me puso en cuatro me acomodo la sex machine en el coño y dejó que nuevamente me penetrara, Dabría unto aceite sobre mis nalgas y me penetro analmente. Mi cuerpo sintió una gran oleada de placer entre mis dos orificios siendo penetrados, Belén temblorosamente se acercó y levanto mi cabeza agarrándome del cabello poniendo mi boca en su coño para yo chuparle la nata que acaba de expulsar por su delirio de placer.
Me corrí otra vez, y luego otra y otra. Me corrí tantas veces como no me había corrido antes. Me comí la nata de Belén y Dabría. Y ellas la mía.