Laura
Llevo trabajando en el spa de Ma' desde hace meses. He visto de todo tipo de fetiches sexuales, he visto entrar y salir a muchas mujeres complacidas. Pero una en particular que suele venir a menudo los fines de semana. Hoy es sábado, estoy en el recibidor atendiendo a otra clienta cuando ella entra. Una mujer alta, complexión atlética, piernas largas y bronceadas, lleva el cabello rubio con mechas rosas recogido en una coleta. Jamás he hablado con ella, pero me intimida su forma de ver a las demás mujeres.
-Hola, buenas tardes. Vine por mi masaje con la señorita Cris. He llegado un poco temprano.
Ninguna de las mujeres aquí hace preguntas sobre la vida de las demás. Pero sospecho que dicha mujer es una hipersexual no salida del clóset y este lugar es su salvación.
-La señorita Cris todavía no llega. Si gusta puede esperar. -La mujer a la que atiendo antes se la come con la mirada. Su camisa semitransparente de tirantes deja lucir sus perfectas tetas y el pezón que marca un botón en su camisa, sus piernas resaltan sobre los tacones de aguja y su faldita corta tropical solo dejan poco a la imaginación.
-Me gustaría que me atendieran ya. Llevo un poco de prisa, quién esté disponible.
-Lo siento, pero…
-Vaya sin cuidado señorita. Puedo esperar un poco más. -Me interrumpe la clienta anterior.
-Esta bien. Sigame Sr…
-Marta. Llámame Marta.
-Sigame Marta, la pondré con quién se encuentre disponible de momento.
Pasamos por los estrechos pasillos cálidos, gracias a los ventanales de costado. Tocó una puerta pero nadie responde, tomo el pomo y empujó. No hay nadie.
-Lo siento señorita Marta. Pero al parecer no ha llegado el resto del personal…
-¿Puedes atenderme tú?
-¿Yo?
-Sí. Tengo prisa señorita, por favor.
A la insistencia de la mujer termino cediendo. Ambas entramos a la habitación, echo pestillo a la puerta. Estoy nervioso, jamás he hecho nada como esto, he trabajado aquí y visto a mis compañeras darse sus baños de placer, pero mi lugar siempre estuvo detrás del mostrador.
-Recuestece Marta, por favor.
-Hablame de tú. Por favor.
-Esta bien. Recuestate y desviste Marta, voy a preparar las cosas. -Sonríe.
Colocó velas por el lugar, abro las ventanas y la brisa veraniega inunda el lugar. Acomodó los aceites sobre las mesitas junto a la colchoneta, mientras miró a Marta, quién descaradamente abre las piernas para mí dejándome ver su pequeña tanga roja. Marta sonríe, se pasa la camiseta por encima de la cabeza y sus grandes tetas saltan a la vista, son bronceadas con los pezones de un tono más claros, las quiero chupar, morder, pellizcar. Marta sonríe más, baja sus manos por su abdomen hasta sus muslos y abre más las piernas, levanta su falda hasta sus costillas y pasa sus dedos por encima de la tela de la tanga. Frota levemente sus dedos en su coño, echando la cabeza para atrás.
-Empieza, Laura. -Mira mi gafete de identificación sobre la blusa de mi uniforme, mis pezones están duros y pesan.
Me acerco a Marta. Ella se quita la faldita y se coloca boca abajo, me trepó por encima de ella con mis piernas separadas a la altura de sus nalgas. Hundo mis manos en el aceite y empiezo a masajear su espalda, la escucho gemir, paso mis manos por los omóplatos bajo hasta su espalda baja y me detengo entre sus nalgas. Marta, ladea la cabeza para verme, y vuelve a su posición. Me bajo de ella y paso mis manos por sus nalgas, cuando llegó entre sus muslos ella arquea la espalda más levantando las nalgas. Tengo una vista perfecta de su coño y tanga. Sin resistir más, poso mis dedos entre sus piernas, masajeando su coño por encima de la tela, frotó con delicadeza en su clítoris y muevo en círculos.
-Ahh -gime Marta.
Frotó con más fuerza su coño, empiezo a sentir caliente los dedos por la fricción y el jugo que chorrea de su coño. Abre sus piernas, retiro hacía un lado la tela de su tanga y siento una delgada línea de vello, masajeó ese punto y empiezo a hundir los dedos. Masajeó al mismo tiempo que hundo los dedos en ella, Marta gime apoyando la cara en la colchoneta para amortiguar los sonidos.
-Date la vuelta Marta. Quiero verte mientras te corres en mi boca. -Se da la vuelta, el triángulo de tela rojo está corrido y termino deshaciendome de él.
Me subo a la colchoneta y abro sus piernas a la altura de mis hombros. Su coño rosado es lindo, tiene una delgada línea en el monte de Venus teñida de rosa, y sus pliegues se abren como flor, rosados y jugosos. Me permito jugar con él bajo mi nariz, oliendo sus pliegues. Paso la punta de mi lengua sobre su coño, sintiendo cómo sus jugos se adhieren a mi lengua, se estremece en mi contacto. Empiezo con lamidas suaves, continúo en círculos con la nariz y besos y muerdo el coño. Después, chupo su coño, hasta que mis mejillas duelen y sus gemidos albergan la habitación. Chupo con más fuerza, la cremosidad de sus pliegues llega a mi boca, es dulce y ácida a la vez.
-Laura, por favor. Sigue así me estás matando.
Hundo mis dedos en ella. Frotó mis manos sobre sus tetas, y chupo hasta que me duele el pecho. Para tomar aire paso mi lengua en su coño tomando todo su jugo caliente en mi boca.
-Laura, dame un beso. Quiero probarme. -Así lo hago. Paso mi lengua por sus labios dejando que la suya entre en mi boca y reclame su sabor.
Me toca por encima del uniforme, siento su mano entrar bajo mi falda, sus dedos encuentran mi coño. Y oh sorpresa. No llevo ropa interior. Estoy completamente mojada, pasa la palma de su mano por encima de mi coño, siento como se me hincha el coño hasta que frota en círculos mi clítoris. Me pellizca los pezones por encima de la blusa, lo cual tampoco llevo sostén, abre mi camisa y mis tetas, no tan grandes como las suyas, saltan a la vista. Las chupa mientras mi coño es masajeado por su mano, pasa sus dedos una y otra vez por mi raja hasta que se harta y hunde sus dedos en ella. Me exalta haciéndome brincar encima de su vientre, me deslizó entre su cuerpo aceitado y junto mi coño con el suyo. Frotandome lentamente en ella, sus dedos siguen pellizcando mis tetas, pero mis muslos están sobre los suyos y mi coño se empapa de su jugo cremoso.
-Ahh, Laura no pares. Después te quiero comer el coño a ti.
Me froto.
Sigo frotandome hasta que me cansó y caigo encima de ella. Me bajo y me pongo encima de nuevo pero está vez viendo a su coño palpitante y ella se lame el mío en cuestión de segundos. Posa sus manos en mis caderas haciéndome gritar de placer mientras hunde una y otra vez su lengua para después lamer.
Froto mi rostro en su coño. Chupo nuevamente hasta que ella levanta las caderas y su estómago se pone rígido.
Escucho como se abre la puerta lentamente y entre los rayos del sol puedo percibir el rostro de Cris. Sonríe, entrando en la habitación, sentándose en una silla.