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El sereno me cogió atada
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Pensé toda la semana en las cosas que ese chico me hizo el último lunes, no podía quitármelo de la cabeza, deseaba desesperadamente volver a sentirlo, volver a ser su puto, volver a embriagarme con el aroma de su miembro, con el olor de sus huevos, con el sabor de su esperma, volver a ser su mujer, a perder la razón al sentir su lengua lamer mi ano, al llegar el lunes no podía pensar en otra cosa que en ir a pasar la noche en su cama y llegado el momento no pude evitarlo, casi como un autómata, con la mente en blanco fui a ese sucio galpón a entregarme nuevamente.

Llame a su puerta y aguarde que me abra, cuando me vio, dijo socarronamente

-Sabía que vendrías, pasa putito.

Él sabía que me tenía dominada y que cada vez le permitiría ejercer más poder sobre mí, para empezar a hacerlo esa noche, me dio la primera orden.

-Andá al cuarto, y espérame desnuda en la cama, que ya voy.

Le obedecí y caminé sola hasta la habitación, me quité toda la ropa y lo esperé recostada en la cama, como me dijo.

La espera, mi ansiedad por sentirlo, y mi completa desnudez, me pusieron más cachonda de lo habitual.

Tardó unos minutos y entró al cuarto, se desnudó en silencio, se paró al lado de la cama y puso la pija bien cerca, encima de mi cara, se la quise agarrar para acariciarla, pero me frenó diciendo que él no me había dicho que podía tocarlo todavía, y dijo

– Por ahora, solo mirá lo que vas a comerte, ¿esto es lo que venís a buscar no?

-Si papi –respondí.

-¿Vos venís a buscar pija, no es cierto?

-Si papi -volví a responder.

-Eso es porque sos una puta.

-Si mi amor -le contesté- soy una puta y me encanta la pija.

-Bien, ahora besame y lameme bien los huevos.

Todo esto fue para que me quede claro que él iba a hacer lo que quisiera conmigo, la verdad es que era humillante la forma en que me trataba, pero supuse que mi actitud sumisa desde el principio y viendo que me dominaba fácilmente, lo llevó a ser más demandante.

-Vos estás acá para darme placer, sos mi propiedad, y vas a hacer todo lo que te ordene sin quejas.

-Si señor -le respondí.

-Así me gusta puta, que me llames señor.

Por mi única experiencia anterior con el hombre que me desvirgo, que me había tratado con tanto desprecio, y ahora éste, con esta forma humillante e hiriente, comencé a pensar que todos los hombres activos eran así con sus putitos pasivos, bueno, que eran así con los mariquitas como yo, y que en definitiva, los machos activos eran hombres superiores a los afeminados y lo hacían bien evidente cuando se acostaban con uno, con el tiempo aprendí que esto no era una norma ni una práctica general, depende de ambas partes establecer qué tipo de trato y relación quiera cada uno llevar.

Siguiendo con esa noche, él estaba de pie pegado a la cama, había acercado su miembro lo suficiente a mi cara, como para que yo pudiera chupar sus huevos sin cambiar la posición en la que me encontraba.

Mientras lamia la bolsa de sus bolas desde abajo, él apretó y estiró mis pezones, lo suficientemente fuerte como para incomodarme, pero no tanto como para provocar un dolor insoportable, eso me excitaba sobremanera, ya les he comentado sobre la extrema sensibilidad que tengo en mis tetillas y el efecto que tiene en mí, cuando un hombre juega con ellas, siento como se abre mi ano.

Mientras yo dedicaba mi lengua a lamerlo, él tomó una tela, y sin advertírmelo, la usó para vendarme los ojos y dejarme totalmente privada de mi visión, al sentir la tela en mis ojos, me sobresalté e intenté una protesta

-No, ¿qué estás haciendo?

-Callate perra, seguí con lo tuyo, hoy vas a sentir mi pija sin verme.

Obviamente me resigne de inmediato y seguí disfrutando de esa maravilla que tenía colgando entre sus piernas y del olor que emanaba de allí.

Unos minutos después, se alejó un instante de mi, estiro mis piernas, junto mis tobillos bien pegados y antes de que me diera cuenta lo que hacía, me los ato con una soga, uno junto al otro, volví a protestar, ahora con más vehemencia, pero fue inútil, se rio y dijo que esta era una de las sorpresas que tenía preparada para mi.

Seguidamente me hizo girar en la cama y me puso boca abajo, tomó mis manos y las ató juntas detrás de mi espalda, como había hecho con mis pies, ya con la cola para arriba, abrió mis cachetes, y escupió sobre mi hoyito totalmente indefenso. Mis piernas juntas, no permitían una buena apertura de mi ano, por lo que pensé que cualquier cosa que me metiera, iba a dolerme.

Comencé a lloriquear y suplicar que me suelte, le rogué que no me haga daño, pero no me escuchaba, siguió con su plan.

-Deja de quejarte, hoy voy a usarte como un juguete, ni te imaginas lo que te espera, vas a recibir lo que viniste a buscar, sos mía, sos mi puta, y te voy a dar lo que merece un maricón.

Y allí estaba, atada, completamente a ciegas, totalmente indefensa, desnuda, expuesta y mi ano todo empapado de saliva, esperando ser sodomizado sin piedad.

Supongo que yo me lo había buscado y lo merecía.

Entonces todo comenzó, primero chupo mi ano y siguió dejando allí su saliva, eso me dio obviamente mucho placer, luego empecé a sentir un dedo entrando en mi conducto anal, empezó a molestarme un poco, la molestia se acentuó cuando fueron dos los dedos que me introdujo.

-Ah ah ah por favor, amor, qué me haces.

No sentía dolor, estaba acostumbrada a ser penetrada, pero el miedo a no saber que vendría después, me tenía espantada y quería que me libere, no confiaba en él, de todos modos, estar así inmovilizada y a ciegas, me excitaba muchísimo, de ahí en más, toda mi vida viví el temor como algo excitante.

De pronto sacó los dedos y empecé a notar algo duro y frío apoyado en la puerta de mi orificio anal, me sobresalté y pregunte alarmada que era eso.

Me contestó:

-un lindo pepino de 25 centímetros de largo que te vas a comer, pero por la cola.

-No por Dios, es muy grande, no voy a soportarlo.

-Si, vas a hacerlo, me voy a encargar de que te entre entero.

-No, te lo ruego por lo que más quieras, me vas a matar con eso.

-Te advertí que te iba a romper el culo, perra.

Inmediatamente empezó a introducirlo, pero no me entraba a pesar de estar muy lubricada, el grosor que parecía tener eso, le impedía metérmelo y apenas entraron unos 5 centímetros que en el principio eran más angostos, al intentar seguir, yo grité como una loca porque mi agujerito se resistía y no cedía al paso de ese monstruo.

Entonces lo quitó y me dijo que si no podía penetrarme con el pepino, iba a tener que castigarme, inmediatamente recibí una palmada muy fuerte en una de mis nalgas

-ay por Dios, no me pegues, por favor no lo hagas.

-sino puedo penetrarte, tengo que castigarte hasta que pueda hacértelo.

-yo me dejo, pero eso es muy grande y no me entra.

Volvió a introducir un par de dedos y los movió a los lados, para dilatarme a la fuerza. Grite y volvió a pegarme sobre las nalgas. Me dijo que cuente en voz alta, cada uno de los azotes que me daba en mis apetitosas nalgas y agradezca todos, uno por uno, porque él me pegaba por mi bien y para que aprenda a ser una buena perra. Y conté hasta 10 cada cachetazo que me dio en mi culo, y por supuesto se lo agradecí. Me dejó lloriqueando ya que cada golpe que me dio fue subiendo la intensidad y al final sentí mi culo muy dolorido y acalorado.

Todo en esa noche, era nuevo para mí, nunca me habían tenido atada y mucho menos pegado de esa manera, Me sentía humillada aunque no dejaba de excitarme sentirme así.

Entonces agarro el pepino y volvió a intentar penetrarme, pero no había forma de que esa cosa entre en mi culo sin desmayarme, por suerte comprendió que no era posible y en su lugar, decidió pegarme 10 golpes más en la otra nalga, creo que para no quedar como un flojo y luego como pegarme lo había calentado mucho, se colocó sobre mis piernas adheridas por la atadura en los tobillos y me violó el culo con bastante fuerza, al tener las piernas juntas, él decía que mi hoyo le apretaba mucho la pija y lo hacía gozar más y la verdad es que al tener mi culito apretado, yo sentí su verga entrar y salir tan justa que gocé como nunca.

Al poseerme estando atada, tuve la fuerte sensación de ser violada, la verdad es que lo disfrute como loca, a pesar de que al principio rogué y suplique que no lo haga, en realidad, lo que estaba pidiendo es que me use, que me haga lo que quiera, que me rompa el culo sin importar lo que yo diga.

Mi mayor fantasía siempre ha sido esa, creo haberlo dicho antes que sentirme violada es la forma en que siempre he limpiado mi conciencia. Ser puto no es mi culpa, son los hombres que se aprovechan de mi.

A pesar de que el juego de la violación o de sentirme ultrajada sigue fascinándome, con lo años acepté que nadie me obliga a ser homosexual pasivo y que es mi elección, cada uno es el artífice de su propia vida, yo disfruto sentirme mujer en una cama con un hombre, eso lo tengo en mis genes, y no puedo ni quiero evitarlo.

Demás está decir que a lo largo de mi vida, dejé que algunos hombres, pero no muchos, me hayan penetrado estando atada, es una sensación maravillosa para mi, pero hay que saber con quién hacerlo, solo se puede hacer con alguien que inspire absoluta confianza, ya que la entrega es total, y está en juego hasta la propia vida.

Esa noche terminó obviamente con Carlos depositando todo su esperma dentro de mi culo, haciéndome sentir hasta su último espasmo, luego saco su miembro goteando semen, lo acercó a mi boca y me ordenó que no limpie con mis labios y se lo deje seco.

Recibí una pequeña porción de mi premio en la boca y no lo desaproveché, saboreé esas pocas gotas, luego me desató y me fui a mi casa con la firme convicción que volvería el siguiente lunes a recibir lo que mi macho quiera darme.

Espero que les haya gustado y dejen algún comentario aquí o si alguien quiere hacerme alguna pregunta, puede escribirme a mi correo [email protected].

Besos

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