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El segundón
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Tiempo de lectura: 20 minutos

Primer relato producto de mi imaginación y segundo de mi autoría, inspirado en muchas cosas, escenas de películas, libros, experiencias, etc. De todo un poco. Espero les guste, aunque a mi no me convence.

“Es que nunca se te va a arreglar esa cara?, si no te molesta, podría hacer una colecta para hacerte un tratamiento, ya que al estar becada supongo que tus padres no tienen ningún centavo para pagártelo.”

Y esa era una nueva frase hiriente que le hacía Javier a Lucía, como casi todos los días en el colegio. Y es que Lucía sufría muy a su pesar, de acné en el rostro pero de manera muy severa, lo que le producía un complejo aún mas grave, volviéndola retraída y antisocial, no tenía casi ni fuerzas para defenderse algo de las ofensas constantes que recibía por parte de Javier, el chico mas guapo de la promoción, pero el mas horrible de carácter.

Javier parecía no cansarse de molestarla, todos los días le ponía apodos o le hacía bromas de mal gusto mientras los de su alrededor le celebraban sus tonterías, sobre todo las chicas que babeaban por él, todas menos una, la víctima de sus maltratos.

En efecto, Lucía era becada, por si fuera poco a su problema facial, su familia era de muy pocos recursos, pero gracias a su gran desempeño académico, logró obtener una beca completa en esa escuela privada.

Quizás ese era uno de los motivos del constante acoso de Javier, ya que aunque no lo crean, él también tenía un gran desempeño, pero siempre estaba segundo, siempre detrás de Lucía, por mas que se esforzaba y estudiaba, no lograba superar las notas de Lucía, y eso lo consumía por dentro, ya que su familia, sobre todo su padre, un importante empresario del país, lo presionaba hasta el cansancio para que llegue a ser número uno en todo, cosa que lo lograba sin problemas hasta que llegó Lucía hace dos años por traslado.

Dadas las circunstancias, Javier era constantemente denigrado por su progenitor, recibiendo frases como “yo no quiero fracasados en la familia” “eres una vergüenza” “vas a ser un puto mediocre”. La frustración en su hogar lo trasladaba al colegio y descargaba su furia contra Lucía.

Había días que lo hacía tanto que terminaban en la dirección del colegio, donde a veces se encontraba con la madre de Lucía, la señora Ester, que lo miraba con odio al chico, igual su hermano Juan, pero este a pesar de tener un año mas, no podía hacer nada dado que tenía notoria desventaja física, y solo recibiría una paliza por parte de Javier. Por otro lado, este no tenía temor, y solo escuchaba con la mirada al techo las riñas suaves que le daban los profesores, ya que estaba consciente de que nunca se atreverían a suspenderlo y menos expulsarlo, dado su rendimiento y el temor que le tenían a su padre.

Lucía, a pesar de ser retraída y anti social por su complejo, por dentro era fuerte, soportaba en silencio los ataques de Javier, y se consolaba diciendo a si misma que pronto acabarían el colegio y esperaba nunca mas verlo. De todas formas, no entendía por qué la trataba tan mal, y no podía evitar odiarlo.

Javier por otro lado, su buen rendimiento no se limitaba a los estudios, era también capitán del equipo de fútbol y también sobresalía en las artes amatorias, que sumada a su belleza corporal, tenía un don de cortejo que le daba buenos resultados. Ya se había acostado con las mas lindas de su promoción y algunas de promociones mayores. Incluso pudo disfrutar de 2 chicas a la vez.

“oh si Javier, que rico!!!”, decía una de las chicas de la promo mientras estaba en 4 patas recibiendo los embistes del muchacho, que le daba con una potencia envidiable, y hacía que las ricas tetas de su compañera se sacudan con fuerza. Era su posición favorita, porque mientras la embiste puede contemplar su anito mientras le va introduciendo uno, dos y hasta tres dedos con saliva.

Luego sin decir nada ni pedir permiso saca la verga lubricada de la vagina y la dirige al agujerito antes manipulado, para luego presionar lento pero sin pausa.

“Ah!, despacio por favor! Uf!”, sufría la chica al comienzo para luego gozar del morbo de sentirse una puta barata y de poder complacer a su hombre.

La velocidad de embiste se incrementaba hasta que ella temblando tiene un orgasmo fulminante seguido de sentir toda la leche de Javier llenándole el recto.

Luego del acto, Javier no las maltrataba, pero su conducta era fría y las despachaba rápido. Ellas no reclamaban mucho porque estaban súper contentas de hacerlo con el más popular del colegio.

Pasó el tiempo, sin muchas novedades, los ataques seguían en proporción a la frustración de Javier, hasta que se hizo el fin de año.

La graduación fue una fiesta de lujo, todos contentos, menos Javier ni Lucía. El primero por no terminar como primero y la segunda por la frustración de no poder disfrutar como una persona normal, ya que tanto por dinero como por no tener amigos, ni se apareció por ahí.

Javier por el contrario, estaba, y era el más asediado, pero por dentro se sentía derrotado.

“En la universidad será diferente” fue el pensamiento que se leía en la mente de ambos ex escolares.

Nuevos vientos.

El padre de Javier era como ya se dijo, un importante empresario, principalmente de la construcción. Proyectos enormes de todo el país tenían la marca de su empresa.

Javier comenzó a estudiar ingeniería civil por presión de su padre, y este, aunque quería mandarlo a la mierda constantemente, nunca consiguió el valor suficiente para hacerlo.

Inició su carrera en una de las universidades más caras, los primeros ciclos los llevó en la mañana de forma sobresaliente. Luego a mitad de carrera comenzó a estudiar en la tarde. Demás está decir que ya se había beneficiado de algunas chicas de la facultad, y digo algunas porque esa carrera no era famosa exactamente por tener lindas muchachas.

“Slurp slurp mmm” eran los sonidos de una amiga mientras le hacía una deliciosa mamada en una de las cabinas de un baño de hombres apartado de las facultades.

Cuando dejaba de chupar, se dedicaba a lamer el tronco, los testículos uno por uno con gran dedicación, para volver lamiendo hasta llegar al glande, saborear el líquido pre seminal y volver a meterlo en su boca.

Javier miraba embelesado como se la comían con gran dedicación.

La felación duró casi 10 minutos hasta que Javier cogió su cipote por el tronco agitándolo con la mano derecha mientras con la izquierda le agarró el pelo a ella para jalarlo un poco para atrás. Poco después comenzó a largar varios disparos de leche por toda la cara de su amante de turno, mientras esta la recibía con la boca abierta todo lo que podía saboreando cada instante. Luego mientras ella le limpiaba con la lengua los restos de semen en su verga, Javier la acariciaba como si fuera una mascota con su dueño. Pero al final, como siempre, bastaba con un “adiós” para terminar el momento.

Cuando comenzó a llevar cursos por la tarde, en una de las clases al entrar a buscar sitio por la mitad del salón que era donde se sentía más cómodo, se encontró con alguien que nunca esperó volver a ver.

Era Lucía, estaba diferente, pero sin duda era ella. Seguía con acné, pero era considerablemente menor cantidad, tenía lentes, estaba con una media cola, una blusa ceñida que dejaban contemplar la forma de unos bonitos senos, y también jeans lo suficientemente apretados como para contemplar unas lindas piernas.

No podía creerlo, de nuevo se encontraba con su némesis, alguien que le causó tanta frustración, tanto maltrato por parte de su padre. Su semblante cambió por completo, así como el de Lucía cuando se dio cuenta que alguien la miraba y darse cuenta quien era.

Lucía se puso pálida y hasta se le aguaron los ojos, no podía creer que volvía a estar en esa situación, pensó que iba a vivir otra vida, su padre le había regalado un humilde auto de segunda mano, hizo algunas amigas, estaba encaminada, pero de pronto todo se desmorona por tener al frente al tipo que detestó tanto.

Javier se sentó a la carpeta a lado de ella, mirando ambos al frente.

“Que haces aquí?, que no te alcanzó llevarme a la humillación en el colegio?, quieres quitarme acaso el puesto que merezco aquí también?”, dijo Javier de pronto.

Lucía no entendía por qué le comenzó a decir eso, ella solo iba a estudiar, si se le daba mejor los resultados que a él, no era su culpa, por que tenía que sentirse mal por eso?

Lucía no dijo nada, se mantuvo callada, cogió sus libros y se retiró del aula ante la mirada discreta del profesor, tampoco era raro ver a algún alumno salirse en plena clase.

Comenzó a caminar rápido por el pasillo hasta entrar en el baño y meterse en una de las cabinas. No pudo evitar llorar, de rabia, de su cruel destino, de tener que sufrir la pesadilla de nuevo, una pesadilla llamada Javier.

Decidió no afrontar de nuevo el problema, aquello la superaba, lo hacía antes y lo haría ahora. Decidió cederle el puesto, bajaría su rendimiento para que su promedio sea menor al de él, así ponga en riesgo su futuro profesional, no quería vivir de nuevo esas terribles humillaciones.

Fueron pasando las semanas, y Lucía cumplió el trato hecho con ella misma, la universidad tenía la política de publicar los promedios de cada curso en la intranet, que no pasó desapercibido por Javier, que por momentos se sintió mejor, el primer puesto seguía en su poder, Lucía estaba en segundo y hasta a veces tercer puesto, pero algo no le cuadraba, es que al final se pudo imponer?, no, algo andaba mal, pero no quiso averiguarlo por el momento, aunque le afectó en el ánimo, debía sentirse bien, pero por alguna razón, no lo hacía, por qué?

La triste estrategia de Lucía dio frutos. Javier no le hablaba, no la insultaba ni la ofendía, pero la miraba, a veces mucho, y eso la mantenía en constante tensión, tanto que se volvió a aislar, ya casi no quedaba con sus amigas y se fue quedando sola.

Lo que también pasó es que su beca completa se comprometió, y si, también era becada, así que tuvo que buscar un trabajo de medio tiempo porque le retiraron un tercio de la beca y necesitaba cubrir gastos, todo fuera del conocimiento de sus padres.

Lo que no pasó desapercibido para ellos fue el cambio de conducta de su hija, volvían a ver a la escolar retraída. Su madre se acercó para hablar con ella, y a pesar de las continuas manifestaciones de Lucía de que todo estaba bien, le seguía insistiendo.

Para mala suerte de Lucía, su madre un día averiguando el horario de salida en la universidad fue a tentar suerte en encontrarla sin avisarle. Lamentablemente para ella no tuvo suerte, no la encontró, y justo cuando estaba por retirarse, lo vio salir.

No podía estar equivocada, era él, ese miserable que le hacía la vida imposible a su hija. Ahora creyó comprenderlo todo, ya sabía el por qué del cambio de actitud de su hija.

Sin poder controlarse se acercó hacia el joven y le habló fuerte en frente del grupo que la acompañaba:

“Deja en paz a mi hija!, esta vez no te voy a permitir hacerla sufrir!”

Javier se quedó en shock por un instante, no sabía bien a que se refería la señora, hasta que la pudo ver bien y la reconoció. La mamá de Lucía, con la que algunas veces se encontraban en la dirección de colegio. La miro fijamente con una ligera sonrisa.

“Señora no sé de qué me habla, y por favor no me vuelva a amenazar porque se puede arrepentir, sabe muy bien quien es mi padre, aquí por fin se dio el orden natural de las cosas como siempre debió ser”

“Me importa un cuerno quien sea tu padre, te repito, deja en paz a mi niña, es la última vez que te lo digo”

Luego de esto la señora salió rauda hasta su casa para hablar con su hija.

Javier se quedó parado sin saber cómo reaccionar. La furia en los ojos de la señora no lo había visto más que en los de su padre cuando le gritaba.

Pensaba en la razón por la que la madre de Lucía lo había encarado así, si no le hablaba, solo la veía, la veía en silencio, con un interés que no sabía traducirlo, quizás por el hecho de que ella ya no lo superaba, quizás porque la veía diferente físicamente, quizás sea por culpa, culpa?, por qué?, él era sobresaliente y competitivo, si ella no podía con la presión de la competencia entonces no merecía que él se sintiera culpable.

“Así que Lucía fue a acusarle a su madre de algo que ya no hacía, pues bien, si quiere joderme, la joderé el doble”

Confrontación

La madre de Lucía llegó a casa pero no la encontró. Entró a su cuarto y comenzó a rebuscar en sus cosas de estudio. Encontró exámenes de varios cursos, la mayoría con notas buenas pero no tan buenas como cuando comenzó ese turno en la universidad, encontró una notificación de esta indicando su recategorización, también documentos de una empresa de medio tiempo. “Porque sucumbe ante los ataques de ese miserable?, eso no lo voy a permitir”.

Cuando Lucía llegó, encontró a su madre sentada en la mesa mirándola fijamente.

“Lo sé todo Lucía.”

“Se dé lo de tu recategorización por bajar el promedio, se lo de tu nuevo trabajo y se sobre Javier.”

Lucía se quedó paralizada, bajó la mirada y se le aguaron los ojos.

“Esto se termina ya mismo Lucía!, no voy a dejar que vivas la vida así, sufriendo y dejándote, tu padre y yo dejamos que eso nos pase en parte, pero tú tienes que salir adelante, ya no puedes estar agachando la cabeza. Si no reaccionas ahora, esto te perseguirá por el resto de tu vida. Tú puedes hija por favor”, seguido de esto, su madre cayó de rodillas y rompió en llanto.

Ver a su madre llorar así frente a ella, la rompió por dentro. Todo este tiempo, sus padres y hermano se rompían el lomo trabajando para llevar un pan a la mesa, y ella no lo valoraba, solo se refugiaba en su mundo sin ver el esfuerzo de los que mas quiere en la vida. Ella es la única que pudo estudiar, ella es la esperanza para que las cosas cambien en su familia, ella tiene que cambiar, ya basta de esconder el rostro.

“Es mejor mandarse que estancarse” dijo Lucía.

Su madre levantó el rostro al escuchar eso de su hija. Lucía se arrodilló con ella y la abrazó mientras caía una lágrima por su mejilla.

“Perdóname mamá, todo este tiempo fui una egoísta, no pude valorar su esfuerzo, mientras me dedicaba a rendirme. Pero no te preocupes, eso se acaba hoy, te juro que nunca mas voy a dejar que pasen sobre mi ni de mi familia, los quiero tanto, perdóname por favor”

“No tengo nada que perdonarte hija, tú siempre fuiste especial, y no supe ver tu sufrimiento, disculpa esta escena que te hice pero es que me mataba por dentro verte así y no saber como ayudarte”

“Ya no te preocupes por nada mamá, ten paciencia, todo cambiará para bien desde hoy”

Madre e hija se abrazaron sonriendo en el centro de su diminuta sala. En ese momento se abrió la puerta y se apareció su padre y su hermano que venían de trabajar, las miraban no entendiendo nada. Ellas al darse cuenta se secaron las lágrimas y se fueron a abrazarlos riendo. Ellos se dejaron abrazar y mirándose entre ellos confundidos, solo dijeron “mujeres”.

Después de un rato, ya a solas, Lucía contó todo a su hermano ya que era su único amigo y confidente.

“Tú dime si necesitas ayuda, podré ser mas chico que ese imbécil, pero aprendí a pelear muy bien, si te molesta de nuevo, me dices”

“No te preocupes hermanito, se como tengo que actuar y esto debo resolverlo sola”

Su hermano aunque intranquilo, decidió confiar en su hermana. Igual, aunque se dé la oportunidad, seguía estando en desventaja con Javier, ya que este aparte de medir 1.85, practicaba mucho deporte entre los cuales estaba varios de box y artes marciales, destacando en todos ellos.

Al día siguiente en la universidad, entró al salón y vio a Javier sentado donde solía hacerlo, vio un sitio libre a lado de él y fue hasta ahí a sentarse.

Javier la miró extrañado, ya que ella siempre lo evitaba cada vez que podía. Tenía un temple diferente, incluso en su vestimenta, un jean ajustado donde esta vez si pudo apreciar una bella anatomía, cosa que sorprendió a Javier. Lucía se sentó y se giró hacia él.

“Solo vengo a decirte que las cosas van a cambiar, volverás a ser mi segundón, pero te advierto que en caso quieras volver con tus acosos, ya no te enfrentarás a la misma Lucía de antes porque esa ya murió”

Javier la miró fijamente como tratando de descubrir ese repentino cambio.

“Así que no solo bastan las amenazas de tu mamá, si no que ahora tú con aires de lo que nunca serás, me amenazas también. Por favor no seas igualada que no va contigo, vuelve a tu hueco donde siempre estuviste si no quieres quemarte mas, sobre todo de la cara”

Por un momento, Lucía no reaccionó, su madre no le había dicho que había hablado con él, pero mantuvo la calma, y sonrió.

“Del hueco donde estuve solo me traeré esa parte donde te dejaba segundón, al cual vas a regresar pronto” dijo Lucía para luego mirar al frente a atender la clase.

Javier cambió la cara, no puedo evitar apretar los dientes, si pasaba lo que pasaba, no quería imaginar regresar al tormento que le hacía pasar su padre, todos los comentarios denigrantes y ofensivos, su madre mirándolo como una decepción, todo volvería. Pero por alguna razón, también algo se prendió en él, algo se avivó.

Consecuencias

Pasaron las semanas y el promedio de Lucía se acercaba “peligrosamente” al de Javier. Este comenzó a sentir miedo, mucho miedo, pero también sentía su corazón latir como nunca. Digamos, si nos queremos poner frikis, se sentía como Gokú del anime Dragon Ball, quien tenía miedo cuando se enfrentaba a adversarios mas fuertes que él, pero a la vez su corazón saltaba de la emoción.

Contra lo que Lucía esperaba, Javier no la acosaba como en el colegio, pero si se le acercaba a retarla.

“Ni pienses que con tu discursito de Juana de Arco, dándote ánimos para salir adelante, vas a cambiar de sitio, ya no estamos en el colegio, te darás cuenta que a mayores retos no estarás a la altura, tu mediocridad irá creciendo y terminarás trabajando en un empleo de medio pelo”

“Exacto, ya no estamos en el colegio, y sobre Juana de Arco, no pienso terminar como ella. Tú sigue gozando de tus 5 minutos, que se te acaba el tiempo. Aunque acepto que al principio seguro tendrás un mejor trabajo que yo en la empresa de papi, no?”

Javier sonrió, y no por mostrar superioridad, si no por que realmente le dio gracia, aunque seguramente era la verdad, su padre lo iba a poner contra su voluntad en un buen puesto, pero contrario a muchos que estarían ilusionados, para Javier no era así, pensar de tener que rendir cuentas a su padre, por mas que gane lo que gane, por mas que se convierta en un ejecutivo joven y exitoso. A Javier eso lo carcomía por dentro, cosa que se notó en su rostro.

Miró fijamente a Lucía y se fue a otro lado del salón. Ella por un momento se extrañó de su reacción, pero no le dio importancia y siguió en lo suyo.

Pasó un poco mas de tiempo y se acercaban los finales. El profesor mandó el trabajo final, el cual advirtió que se calificarán por ranking, es decir, no habrán empates, solo habrá una máxima nota al mejor proyecto. Si Lucía ganaba, lograría superar a Javier en el promedio final.

Ambos se concentraron al máximo, sólo tenían una semana para presentarlo y exponerlo. Las amigas de Javier estaban al tanto de quienes estaban luchando el primer lugar, y deseaban con ansias que Javier ganara, sobre todo una, María, que estaba encantada con él.

Con María tuvo un par de encuentros donde hicieron de todo. Pero ya hace varias semanas que ya no pasaba nada, cosa que la inquietaba. Así que se propuso hacer algo para que se vuelva a fijar en ella, y lo mejor que pudo pensar es asegurar su victoria en el proyecto.

Lucía estaba mucho en la universidad usando todas las herramientas posibles para lograr su objetivo, a su casa solo iba a dormir. Su madre estaba mas tranquila por que vio el cambio en su hija, se sentía feliz.

Javier, cuando tenía oportunidad la veía de lejos, de pies a cabeza, su acné ya cada vez era menos, tenía un muy bonito cuerpo, y se preguntaba si sería por el ejercicio o por genética. Pero donde mas miraba era su rostro, nunca se había detenido a ver sus ojos grandes, café oscuro, cabellera negra y larga, unos lentes ovalados que le daban un aire muy sexy. Se sorprendió pensando esas cosas, su corazón latía, “que mierda me pasa?, concéntrate en lo tuyo!”.

El día de la presentación, Lucía estaba finiquitando detalles en su trabajo en la biblioteca, usando la computadora que estaba ahí ya que ella no tenía una portátil. Mientras lo hacía, no daba cuenta que alguien la miraba de lejos con malicia, era María.

Con complicidad de esta, un amigo comenzó a hablarle a Lucía sobre un grupo de la universidad sobre labores sociales, cosa que la distrajo un momento de sus cosas que ya estaban listas con el computador apagado. Esto fue aprovechado por María, que pasando a lado, discretamente le cambió el USB sin que Lucía se diera cuenta. Los USB que usaban en la universidad eran standard, era costumbre por que los vendían dentro, eran buenos y baratos y casi todos lo usaban.

Lucía fue al salón a esperar su turno, Javier ya estaba ahí algo nervioso pero sereno. Cuando vio entrar a Lucía, ambos se miraron a los ojos por un momento. Javier le sonrió, cosa que Lucía lo intuyó como de burla, pero fue una sonrisa involuntaria que le salió, cosa que Javier inmediatamente dejó de hacer sintiéndose un poco estúpido, esa mujer lo comenzaba a poner nervioso sin saber por que.

Cuando le llegó el turno de Javier, todos quedaron deslumbrados, incluyendo los 2 profesores que calificaban. Tuvo soltura al hablar mientras explicaba los planos estructurales, tema central del proyecto. Cuando terminó, por supuesto lo aplaudieron y los profesores lo felicitaron, siendo el tormento de los alumnos que le sucedían en turno ya que sus trabajos se verían peor de lo que estaban, pero Lucía lucía (valga la redundancia) tranquila, incluso con una pequeña sonrisa, no pudo evitar darle crédito a ese cretino, su presentación fue muy buena.

Cuando le tocó el turno a ella, salió confiada y con la cabeza en alto, comenzó su exposición de gran forma dejando rápidamente sorprendidos a los profesores y alumnos, pero cuando abrió el archivo de los planos estructurales (por norma los nombres de los archivos eran iguales seguido del nombre del alumno), la enorme pantalla mostró el dibujo de un hombre de espaldas mostrando las nalgas, cosa que hizo estallar de la risa a todo el salón, menos a Javier y Lucía que no podían reaccionar de la sorpresa.

“Que significa esto señorita?!!, es acaso alguna clase de broma??!!”

“No profesor, no sé lo que ha pasado, yo tenía mi trabajo aquí, listo!”

“Pues yo lo único que veo es una tomadura de pelo. Retírese y ruegue que el área de disciplina no la suspenda o la expulse”

Lucía estaba devastada, no entendía que pudo haber pasado, si ella lo tenía todo listo hace un momento, hasta que recordó la biblioteca, el chico que la distrajo y una mujer que en ese momento se retiró de ahí. Volteó hacia la clase, mientras todos reían y se encontró con la de Javier que la miraba serio. Ella se acercó hasta él.

“Debí darme cuenta que seguías siendo la misma basura de siempre, que mi impresión de una competencia limpia era solo eso, tenías que volver con la mismo, eres un cobarde. Pues ganaste, deberías estar contento”

“Lucía, yo no…”

Pero Lucía dio media vuelta y salió del lugar, donde saliendo de este, le comenzaron a brotar las lágrimas de impotencia y frustración, las mismas que le salían en el colegio. “Pero yo ya prometí que cambiaría, no me voy a dejar amilanar por nadie”

Javier no entendía nada, hasta que María se le acercó sonriente junto con otras amigas, se le colgó del cuello felicitándolo por su triunfo, diciendo que estaba segurísima que lo iba a lograr.

La miró a los ojos.

“Que hiciste María?”

“Bueno, digamos que ayudé un poco a que esa zorrita se mantenga en el lugar que le corresponde y no sea igualada, así que le cambié el USB jajaja”

Javier la miró con una furia inusual.

“Yo no necesito ayuda para ganar entiendes?, dame ese USB!”

“Pero Javier yo solo…”

“Que me lo des!!”

María se lo entregó asustada, no entendía por que se enojó tanto, si él siempre mostraba odia hacia esa chica.

Javier fue corriendo a buscar a Lucía desesperado, fue por todo lado pero nada. Buscó suerte fuera de la universidad y la vio a lo lejos subiendo a su auto, y por mas que corrió gritando no la alcanzó, así que paró un taxi haciendo que lo siga y la alcance, que le pagaba el doble.

El taxista fue raudo fruto del incentivo, pero iba a ser complicado por que se acercaban a la autopista. “Señor, ese auto no lo veo bien, va muy rápido” dijo el señor taxista. “No puede ser, cuidado Lucía, cuidado” pensó Javier.

Como si fuera un augurio, al entrar a la autopista, un camión cambió repentinamente de carril hacia donde entraba Lucía, produciendo un inevitable choque que hizo dar vueltas de campana al auto de Lucía quedando de cabeza. Javier hizo parar al taxista seguido de los demás autos detrás.

“Lucíaaa!” gritó desesperado Javier.

Al llegar al lugar vio con horror que el coche se comenzó a incendiar. Sin dudarlo se metió por el vidrio roto hasta donde estaba ella, quien estaba semi inconsciente de costado sangrando de la frente y el labio.

Javier inmediatamente comenzó a forcejear el cinturón de seguridad pero estaba atascado. Ante el movimiento, Lucía recobró la conciencia y lo vio frente a ella.

“No me toques imbécil!! lárgate de mi vista!!! lárgateee!” seguido de varios golpes en el rostro y cabeza que eran soportados por él mientras luchaba con el cinturón.

“Lucíaaa tengo que sacarte del auto, cálmatee!”

Lucía reaccionó recién donde estaba y todo el humo llamas que se veían alrededor de ellos, se asustó mucho, pensó que era su fin.

Javier seguí jalando con todas sus fuerzas pero no cedía.

“Ya vete, no hay nada que hacer, vete, esto va a incendiarse en cualquier momento”

“Nooo, nunca, te sacaré de aquí así sea lo último que haga!!”

El fuego iba avanzando ya haciendo aparición por el lado de Lucía. Javier al ver esto se puso encima de ella para protegerla con su cuerpo, sintiendo un gran ardor en la espalda por el fuego, pero sin dejar de jalar con todas sus fuerzas.

Y de pronto cedió, el cinturón cedió. Inmediatamente cogió a Lucía primero de los brazos para luego abrazarla y sacarla del auto, y mientras se alejaban recién a 2 metros, el coche se llenó de fuego como una bola, mientras ellos se desplomaron en el piso tosiendo como locos.

Al poco rato apareció la ambulancia de bomberos y los auxiliaron rápidamente. A ella le pusieron un collarín, oxígeno y la pusieron en una camilla, a él le dieron oxígeno sentado. Mientras los separaban hicieron contacto visual, ella con las cejas fruncidas viéndolo, pero no era una mirada de enojo, era de desconcierto, él la miraba serio con agua en los ojos, hasta que se perdió en la ambulancia.

Redención

“Contusiones generalizadas, y fisura en la tibia”, dijo el hermano de Lucía mientras regresaba de hablar con el doctor, a la habitación del hospital donde se recuperaba Lucía, totalmente consciente mirando a su familia alrededor de su cama con una ligera sonrisa, le dolía todo el cuerpo.

“Mi chica es fuerte”, dijo su padre.

“Aun así, todo ha sido un milagro, si no fuera por el chico que te sacó de ahí, no la contabas, y yo me hubiera muerto también”, dijo su madre sollozando.

“Como me gustaría conocerlo, y darle un abrazo, nadie haría eso, y menos por una desconocida, debe ser una gran persona”

Lucía al escuchar esto no pudo evitar sonreír, “si supieran…” se dijo. Lo cierto es que tenía sentimientos encontrados, seguía sintiendo furia contra Javier, pero a la vez un sentimiento que no sabría describir. Había arriesgado su vida para salvarla, y no lo entendía.

Al día siguiente, estaba solo su mamá y hermano, su padre al ver gratamente que estaba bien, se fue a trabajar ya que lo necesitaban.

El doctor recién salió de la habitación donde les dijo antes que Lucía podía ir a su casa en la tarde, con sus respectivas recomendaciones y cuidados, que su madre y hermano escucharon atentamente.

“Bueno hija, estoy muy feliz que hayas podido recuperarte, hasta ahora me parece increíble que después de todo lo que me contaron, estés a salvo aquí, tu ángel bajó a tierra y te sacó de ese infierno” afirmó la madre.

“Ahora hay que ver como irás a la universidad, ya que aún te faltan un par de trabajos no?”

“Si, aunque ya los tenía listos, no se preocupen, ya veré como los llev…”

Lucía se quedó muda viendo la puerta de la habitación. Ahí estaba Javier viéndola respirando de forma agitada. El corazón de Lucía comenzó a latir rápidamente, “que hago?” pensaba inquieta.

La madre y el hermano viendo su cara, giraron hacia la puerta.

“Qué haces aquí infeliz?! vienes a burlarte o qué?, lárgate de aquí!” dijo la señora Ester.

“Maldito, no voy a dejar que te rías de nosotros”, dijo el hermano seguido de un golpe que le dio en el estómago que hizo encorvarse a Javier pegando la rodilla en el piso.

“Paren los dos!” gritó Lucía. Varios enfermeros y algún médico vinieron corriendo por el escándalo.

“Lo siento señores, fue un mal entendido” dijo Lucía.

“Que dices hija? que hagan salir a este tipejo, no tiene nada que hacer aquí”

“Mamá, él es el chico”

Hermano y madre se miraron extrañados.

“Que chico?”

“Javier es el que me sacó del auto en llamas mamá”, dijo Lucía bajando la cabeza.

El hermano y la madre se quedaron de piedra con los ojos abiertos a mas no poder, mirando primero a Lucía y luego giraron donde Javier, que seguía de rodillas en el suelo con la cabeza gacha.

Este se acercó en esa posición donde la madre y sollozando le abrazó los pies.

“Perdóneme señora, perdóneme por todo el daño que les hice pasar, perdón por favor, fui un completo imbécil, un monstruo, aunque no lo merezca, le pido perdón, por favor!”

Javier estaba llorando como nunca en su vida lo hizo. La mamá estaba en shock, con agua en los ojos sin saber que hacer al igual que el hermano. Lucía no se esperaba esta reacción, a pesar de salvarla, esto no se lo esperaba, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Su madre seguía viendo su castaño cabello desde arriba mientras este seguía abrazada a sus pies. Comenzó a apretar el puño con todas sus fuerzas recordando el sufrimiento de su hija por obra de él, pero después pensó en lo que hizo, salvó a su Lucía, le devolvió la vida. Entonces se arrodilló con él y lo abrazó.

“Gracias, gracias, gracias!”, dijo llorando en el hombro de Javier, quien paró de llorar devolviendo el abrazo.

Después se acercó al borde de la cama de Lucía y la miró.

“Lucía, quiero que sepas que estoy muy arrepentido de todo lo que te hice pasar, te pido perdón, fui un imbécil, un monstruo, un…”

“Si fuiste un imbécil” interrumpió Lucía ante la mirada resignada de Javier.

“Solo un imbécil se le ocurriría entrar a un auto en llamas para salvar a alguien que odia”

Javier la miró sin saber muy bien como interpretar eso.

“No te lo voy a negar, yo te odiaba, porque sabía que eras mejor que yo y no podía hacer nada, por eso me comporté como un retrasado que no supo canalizar sus frustraciones”

“Y lo seguiste haciendo hasta el último momento”

“Lucía, no me voy a exculpar sobre el robo de tu USB, porque en cierta forma yo incentivé ese golpe bajo contra ti. Yo mostraba mi frustración frente a las chicas del salón y estas actuaron pensando que es lo que quería, pero te juro que no, yo quería ganarte limpiamente, yo ya estaba cambiando, tú me hiciste cambiar, veía lo equivocado que estaba pero no quería admitirlo, porque yo te…”

Todos se quedaron mirándolo en silencio, incluyendo el personal del hospital que se quedaron en la puerta viendo todo.

“…te deseo lo mejor” remató Javier.

Todos se miraron como esperando otras palabras, menos Lucía que lo miraba fijamente, no queriendo creer en sus palabras, pero dentro suyo las sentía sinceras. “Otra vez me supera”, pensó resignada pero tranquila.

Luego de eso, Javier se paró y se acercó al hermano, y le dijo que por favor lo perdonara también. Este, contagiado por el momento lo abrazó con fuerza, produciendo un alarido en Javier.

“Ahh!”, mientras todos lo miraron sorprendidos.

“Es que aún me queda la quemadura en la espalda, perdón por el grito” dijo Javier.

La sonrisa fue inevitable en todos, hasta en Lucía y el mismo Javier, que se miraban como nunca pensaron que lo iban a hacer.

Distancia

Pasaron dos días y Lucía ya en su casa, se preparaba con sus muletas para ir a la universidad. Su madre dejaba sus tareas para acompañarla hasta allá, no haciendo caso de las súplicas de Lucía diciendo que no era necesario, pero era su hija y su deber era cuidarla.

Cuando se acercaron a la puerta de la calle y la abrieron, se encontraron con Javier cara a cara, quedando otra vez mudas.

Javier: “Que suerte que alcancé, vine para acompañarte a la universidad y así ver que llegues sin problemas”, dijo Javier.

Lucía: “Pero que dices? no sé por qué has venido, no soy una inútil”

Después de un breve momento incómodo su madre dijo:

“Vamos hija, si ha venido para ayudar, anda con él que yo tengo que trabajar de forma urgente, no puedo dejarlo.”

Lucía: “Como? pero si hace un ratito me dijiste que no había problema que ya estaba todo arreglado.”

Madre: “Pues escuchaste mal, estoy súper ocupada, te agradezco este gesto Javier, vayan con cuidado”, mientras volteaba dentro de la casa con una sonrisa oculta.

Lucía la miraba con ojos de furia, pero no pudo hacer nada, fue con Javier hasta su auto, donde la ayudó a entrar.

Mientras iban en camino, Lucía soltó:

“Bueno, como quizás me expulsen por culpa de tus amiguitas, voy a tener que hacer traslado a otra universidad, así que quizás no me veas mas por acá, podrás estar tranquilo.”

Javier sonrió

“No te preocupes, fui donde el profesor y le expliqué la situación, le di el USB original, tuve que inventarme una historia, porque aunque se lo merecían, no pude acusar a nadie, pero al menos tú ya estás libre, aunque no con la mejor nota, pero la suficiente para que el próximo ciclo recuperes la beca”, esto último lo dijo con una sonrisa forzada.

Lucía, miró al frente mientras decía:

“El tuyo estuvo mejor”

“Cómo?” dijo Javier.

“Que tu trabajo estuvo mejor que el mío”, aclaró Lucía.

“Supongo que nunca lo sabremos”, dijo sonriendo Javier.

Javier la llevó los días que faltaban para acabar ese ciclo que ya era poco. María y la gente que fue testigo de esa rivalidad, estaban sorprendidos con la cercanía que ahora tenían ese par.

“Seguro que tus amiguitas no me van a hacer alguna trampa por estar cerca de mi?, mira que no quiero problemas , soy capaz de darles en la cabeza con la muleta” dijo con burla.

“Bueno, quizás agarro la otra muleta y luchamos juntos, a ver quien gana esta vez”, rio Javier.

Cada vez que hablaban se quedaban unos segundos mirándose sin decir nada, para luego mirar a otro lado sonrojados y un poco tensos.

Luego de acabar el ciclo, el receso antes del otro era de mes y medio, tiempo en el que dejaron de hablar. “Ya no hay necesidad, ya lo veré el otro ciclo” pensaba ella.

En ese tiempo, mientras ya dejaba las muletas y estar ya recuperada, pensaba en él, recordaba que no le agradeció nunca haberla salvado, pero se decía que ya lo haría.

Empezó el siguiente ciclo, y Lucía estaba un poco nerviosa, no sabía como reaccionaría al verse de nuevo con Javier, no sabía porque eso le inquietaba y la ponía nerviosa, “que mierda me pasa?, concéntrate en lo tuyo”, se decía.

Pero pasaron los días y ni luz de Javier, no lo veía por ningún lado, se dio el trabajo de pasear por todo el campus varios días y semanas, pero ni rastros. Llegó incluso a preguntar a las amigas de este por su paradero, respondiéndole con no muy buena cara que no sabían nada.

La angustia la embargó, que podía haber pasado? Se dio el tiempo de ir en todos los horarios, varios días pero nada. “Donde estás Javier? no ves que te necesito?” pensaba ella.

Como último recurso, se averiguó donde vivía y fue a buscarlo. Era una casa enorme donde le atendió en la puerta un personal de seguridad. Al presentarse, salió su madre.

“Javier se fue de la casa sin rumbo conocido” dijo la madre de Javier.

“cómo, por qué?”

“Verás, no fue su culpa, su padre lo martirizaba demasiado por el hecho de no ser siempre el primero, de estudiar lo que su padre quería, de decirle que iba a trabajar con él apenas termine, de tildarlo de mediocre, fracasado y tanta barbaridad más, luego parece que se tranquilizó todo, pero cuando acabó el último ciclo, vino y dijo que se iba, a pesar de las amenazas de su padre y de decirle que si se iba dejaría de ser su hijo, igual lo hizo”, dijo apesadumbrada la señora.

Lucía al escuchar eso, de alguna forma se explicaba la actitud que tuvo Javier hacia ella, pero sintió mucho miedo al sentir que quizás nunca mas lo vuelva a ver, y eso la ponía muy triste.

“Si llegas a encontrarlo alguna vez, dile que me perdone algún día por favor, nunca lo defendí, no pude”, con lágrimas en los ojos la señora se alejó de Lucía hacia su casa.

Lucía sentía un hueco en el pecho, no lo podía evitar. Su madre lo notó, su hija le contó todo y la señora no pudo evitar sentir pena por ella al descubrir que su pequeña estaba enamorada por primera vez.

Pasó el tiempo, Lucía acabó la carrera de forma sobresaliente. La llamaron de varias empresas, escogiendo una que le daba excelentes condiciones para crecer profesionalmente.

Pasó un año, Lucía estaba supervisando un gran proyecto en ese momento, cuando le dijeron que si podía atender a un proveedor que venía a ofrecer productos innovadores para generar energía limpia y renovable.

Mientras lo esperaba en la oficina, le avisaron su llegada por intercomunicador, autorizando su entrada.

Sintió la puerta abrirse mientras ella terminaba de escribir unos apuntes en su libreta.

“Espero que el segundón de aquí no te atormente como lo hice yo”

Lucía se quedó quieta levantando lentamente la vista, y ahí estaba, Javier, mas guapo que nunca y dedicándole una hermosa sonrisa.

Dejó lo que estaba haciendo, se paró dirigiéndose a él.

“Si sabe lo que le conviene, ni que se atreva, mira como terminaste tú”, dijo ella.

Se quedaron mirándose un momento frente a frente, para luego fundirse en un beso apasionado mientras se abrazaban muy fuerte.

“Por qué te fuiste, por que me dejaste?”, dijo ella.

“Yo no te merecía Lucía, me porté terrible, y cuando me di cuenta que estaba enamorado de ti, me dio fuerzas para enfrentar a mi padre y rehacer mi vida, por algo que nazca de mi, pero tú merecías algo mejor, mucho mejor y no un cretino segundón”

“Pues yo a mi segundón lo amo con locura, y esta vez sufrirás peor que yo si se te ocurre abandonarme otra vez” mientras lo volvía a besar.

“No lo haré princesa, nunca más lo haré”, dijo Javier

FIN

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