¡Qué rico es disfrutar lo prohibido!
Sucedió un sábado en la tarde, mi madre salió de compras al centro comercial y mi padrastro y yo fuimos al cine a ver una película, jamás había tenido una salida con mi padrastro y menos para ir a ver una película al cine.
De pronto no sé cómo, pero una sensación electrizante invadió mis piernas al ver a mi padrastro tan galante, apuesto y bien vestido.
No paraba de observarlo y eso a él no le incomodaba. De hecho él no dejaba de observar mis senos que inmediatamente se pusieron duros y se marcaban muy apretados en mi blusa.
Se echó una mirada fugaz por toda mi anatomía y eso a mí me excitaba.
No dejaba de observarme y ni yo a él, que no sé cómo que se me escapó un gemido y me sonrojé toda. Estaba mojada y mi puchita estaba palpitando de los nervios y de tanta tensión acumulada.
La película se acabó y bajamos al estacionamiento para irnos a casa.
Durante el camino no paraba de observar a mi padrastro, se veía tan atractivo manejando con sus gafas oscuras y su barba bien delineada y tupida. Dios mío!!! Esto es un pecado y una prohibición desear a mi padrastro, no me imagino si mi madre se entera que estábamos coqueteando en el cine con miradas perversas.
Y les juro que no sé cómo puse los ojos en mi padrastro. Era algo mágico, pero nada me importaba más que dejarme llevar por mi instinto.
Cuando llegamos a casa, mi madre aún no regresaba de sus compras y mi padrastro me tomó en sus brazos y me llevó a la recámara principal, donde él duerme con mi madre.
Cuando me bajó al suelo, no pude contenerme y lo azoté a la cama.
-Hazme tuyo hija -me dijo.
-Si papito, pero si mi madre regresa y nos descubre…
-Va a tardar, ya sabes que cuando se va de compras se tarda mucho.
Y entonces comencé a desvestirme y sin querer traía puesta la mejor lencería para dejar sin aliento a mi padrastro.
Estaba sudando, extasiado de que me cogiera fuertemente y de que le moviera mis senos duros y erectos para que jadeara hasta quedarse sin garganta.
Ese día le cumplí todas las fantasías sexuales a mi padrastro y fue algo delicioso, tener sexo con una persona prohibida y que por supuesto que estaba consiente que eso no se hace y menos traicionar a su esposa conmigo.
Y nada nos detuvo, ese día follé bien rico con mi padrastro y estimulé su fruta madura.
Y mi madre seguía en sus compras. Cuando de repente escuchamos mi padrastro y yo unos pasos, era mi madre que llegaba de sus compras.
Y mi padrastro y yo nos vestimos rápidamente. Agotados de tanta actividad sexual y de tanta estimulación. Fue algo mágico y maravilloso, que estoy segura que esto si se va a volver a repetir.
– Andy Pau