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El sauna del gimnasio
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hola a todos mis lectores, me llamo José, tengo 23 años y este relato es verídico, sucedió en la ciudad de Villavicencio, Colombia.

Como todos los chicos jóvenes de mi edad, solía ir a entrenar al gimnasio, en mi caso y para quienes conocen era el que quedaba en el Centro Comercial Llanocentro de la ciudad de Villavicencio.

Un día normal, me encontraba entrenando pasada la hora del almuerzo, me gustaba hacer un calentamiento previo en la caminadora porque quedaba al lado del pasillo donde entraban todas las personas, así tenía un desfile de mujeres frente a mi, yendo y viniendo.

Ahí la vi por primera vez, ella era una mujer de unos 30 años, con cabello castaño, pocos senos, pero paraditos, un abdomen plano sin estar marcado y unas nalgas bastante grandes firmes. En lo personal a mi siempre me ha gustado que vistan solo top y un corto bicicletero que en este caso le hacía ver unas nalgas de en sueño.

Después de dejar la zona de cardio subí a hacer pesas, empecé por el área de brazos, y ahí la volví a ver, a través del espejo cruzamos miradas, nada fuera de lo común, ella me sonrió, yo también. Traté de ser lo más disimulado posible, pero me era imposible no bajar la mirada para ver cómo se le marcaban las nalgas al hacer peso muerto. Ahí empecé a tener una gran erección.

Parecía un adolescente en plena pubertad, babeando por una cola y una señora mucho mayor a mi. Así que preferí dejar esa zona y pasar a hacer pierna, pero allí llegaría ella de nuevo, dos máquinas al frente, yo "intentando ejercitarme" cuando en realidad solo veía como el sudor mojaba sus senos y las máquinas quedan con el contorno de sus glúteos marcados entre sudor y calor.

Termine mi rutina haciendo abdomen, coincidimos en que fuimos a buscar una colchoneta al tiempo, nuevamente nos sonreímos, pero nada más. Yo ya la había imaginado en todas las poses y creo que ella ya se había dado cuenta de mi erección, así que preferí irme no sin antes acercarme y tratando de hacer alguna conversación preguntarle si sabía si el sauna estaba en servicio, pero de lo embobado que estaba no sé qué responderle al seco "si" que me respondió.

Ya en el baño me moje la cara me relaje y empecé a pensar en otras cosas, me cambié, me puse una pantaloneta y entré al sauna, el cual es mixto.

En principio estaba solo, solo un señor saliendo cuando yo ingresaba, allí estuve cerca de 10 minutos hasta que en medio del vapor vi que entró una mujer con un brasier deportivo pequeño y una especie de traje de baño entre bicicletero y cachetero.

Cuando cerró la puerta y se acercó me di cuenta que era ella. La mujer que me comí con la mirada arriba por 40 minutos.

-Hola nuevamente- le dije con una sonrisa.

-Hola -también se rio- después que me preguntaste lo del sauna quede un poco antojada de venir.

-Si, es que es bueno venir para la recuperación después del ejercicio

-Y para hacer ejercicio acá también- me dijo en un tono un poco serio

Ahí me quedé callado, cerré los ojos y traté de disimular la erección que tenía, sin embargo, fue en vano.

-Eres nuevo acá?

-Si -le respondí- llegue hace unas semanas y no conozco a nadie acá en Villavicencio.

-me refería a nuevo en el gimnasio, pero bueno, ¿qué haces acá en Villavicencio?

-soy conductor

-debes ser perro entonces

-Pero de una sola ama

Ella abrió los ojos y miro mi erección a través de mi pantaloneta.

-como que el que está respondiendo es el de abajo

-tal vez -le dije acercándome a ella- ¿y que me puedes decir de ti?

– ¿Que te digo? Me separé hace un mes, el me dejó por una de 20, entré al gimnasio para pasar el tiempo, y acá estoy.

-Que chistoso el te dejo por una de 20 y yo soy de 23.

-¿23? Creí que tenías al menos 27

-tengo 23, tiene sus ventajas salir con alguien tan joven… ya sabes, somos obedientes, discretos y muy complacientes.

-jajaja ¿de que hablas? Ustedes son inmaduros.

-yo creo que tú propones y yo dispongo

-mm propongo que me dejes ver lo que tienes ahí abajo.

En ese punto ya tenía la verga a reventar. Pero me animé y se la mostré, mi verga es gruesa, curva a la izquierda y cabezona por la circuncisión.

Ella quedó inmóvil, creyó que no lo haría, pero cuando reaccionó con su mano temblando la cogió por la base.

-alguien va a venir, nos van a echar -dijo

-tranquila, no hay nadie, el vapor nos ayuda

Acto seguido ella empezó a masturbarme suavemente al principio tímidamente por la base y luego en círculos por la cabeza.

-tienes un buen pene

-y tu una buena cola

-si, lo sé, todos me lo dicen

– pero pocos lo disfrutamos -le dije de forma pícara mientras se lo agarraba.

Ella siguió masturbándome con una mano mientras se agarraba un seno con la otra.

-que tal si lo metemos? -le pregunté

-no hago nada sin protección.

En mi mente me convencí que tenía que venirme y jugarme el todo por el todo, así que metí mi mano por debajo de su pantaloneta y no le pareció importar.

Le saqué un seno por encima del bra, y me lo lleve a la boca, y lo disfruto, cerró los ojos y botó un ligero suspiro.

Nos sentamos uno al lado del otro y ella me masturbaba y yo a ella. Jugué con su clítoris, arriba abajo, de un lado a otro, en círculos, estaba bastante mojada, gemía suave, pero hacía caras como si quisiera gritar, hasta que le dije que me iba a venir, a lo cual ella me quito y metió mi verga en su boca. Me empezó a chupar duro mientras me masturbaba, me escupió la verga y me dijo que le diera mi leche. Yo para ese momento no aguante más y me vine.

Ella se tragó todo para no dejar evidencia. Me subí mi pantaloneta y me quedé ahí unos segundos, hasta que vi que ella empezó a masturbarse. Yo le baje del todo su mini short y quedó sin nada abajo. Le empecé a hacer un oral, comiéndome sus labios (gruesos por cierto), y mordiendo suavemente su clítoris, a lo que ella solo respondía contrayéndose un poco y recogiendo su abdomen.

Metí dos dedos dentro de su vagina y con mi lengua seguí con su clitoris hasta que ella botó un suspiro y de forma ahogada me dijo que ya había llegado.

Le puse se short, me senté al lado de la y nos besamos de manera lenta y apasionada un par de minutos.

Cuando nos recompusimos salimos de ahí, bastante sudados y rojos, por el calor del sauna y el fuego entre nuestras piernas.

Nos dimos otro pico y cada quien salió por su lado.

No la volví a ver en el gimnasio, pero siempre me excito al pensar en lo qué pasó.

Si hay mujeres en Villavicencio que gusten de encuentros así o parejas que deseen contactarme pueden escribir a mi correo:

[email protected]

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