Algunos años atrás, cerca del 2014, conocí a César, un chico bien parecido, de cuerpo atlético y bien definido, con una sonrisa encantadora y con un toque de simpatía y arrogancia. Era el típico jugador de soccer, popular, engreído y con fama de mujeriego.
Jugaba para la universidad y por azares del destino, tuvo que esperar 6 meses para entrar con mi grupo y recuperar sus materias. Todas morían por él, lo seguían a cada paso. A mi me parecía alguien normal. Jamás pensé todo lo que viviría.
Yo, una chica de 1.65, con barriga, senos grandes y piernas largas, no era la mujer más guapa, no destilaba sensualidad como las demás.
Todo empezó por una solicitud de amistad en mis redes sociales, César me mandaba mensajes siempre, me llamaba para desearme un buen día, o una buena noche, me visitaba o me invitaba a cenar. En un año empezamos a entablar una relación, pero nunca definimos lo que éramos, cogíamos en un motel cada 2 días, o a veces en su carro en un estacionamiento abandonado, su miembro no era de gran tamaño. Le gustaba correrse en mis senos, en mi cara. Yo nunca tuve un orgasmo causado por él, terminaba tocándome en mi casa viendo algún video erótico.
Un día, me pidió mi celular para conectarse y enviar un mensaje, él olvidó cerrar su sesión y vi mensajes de otras mujeres con las que tenía sexo los días que no nos veíamos. Me destrozó por completo el darme cuenta que me negaba por estar "gorda", y decía que le daba pena que nos vieran en público.
En uno de sus partidos conocí a Carlos, quien era su mejor amigo y jugaban en el mismo equipo.
-Hola Lovely, soy Carlos, voy en el salón a lado del tuyo, mucho gusto.- Me dijo mientras estrechaba mi mano y con una sonrisa pícara.
-Mucho gusto Carlos, que mal que no te recuerde, pero me alegra conocerte. – Le respondí mientras agachaba la mirada y notaba el bulto que quería romper sus pantaloncillos.
Carlos en comparación con César, era un hombre con barba, musculoso, muy guapo, simpático y muy bien dotado. No tenía fama de mujeriego, era una persona muy amable y dedicada a sus hermanos y papás.
Un día a la salida de la universidad, miré a Carlos esperando el bus, y le ofrecí un aventón, curiosamente él vivía a unas calles de mi casa, él aceptó y lo llevé a donde vivía. Durante el camino, empezamos a platicar de nuestra vida, de los gustos, y relaciones.
-Lovely, ¿qué tienes con César? ¿Son pareja?- preguntaba con curiosidad.
-La verdad, no lo sé, a veces pienso que no somos nada y en otras ocasiones siento que somos pareja, pero en realidad no está definido.- Respondí con la voz entrecortada.
Él sonrió y tomó mi mano, dejándome saber que el sería mi confidente.
Con el paso de los meses empezamos a convivir más, nos hicimos muy buenos amigos. Una noche en mi casa tuvimos una reunión de amigos, a la cual César no quiso asistir ya que no quería relacionarse con mis amistades, pero para mi sorpresa Carlos llegó por ser invitado de mi mejor amigo Enrique.
Entre el alcohol y la hierba, empecé a bailar en los brazos de Carlos, mis amigos uno a uno se fueron yendo. Nos besamos mientras sus manos me acercaban más a él, yo ponía fuerza, pero me debilitaba al sentir su miembro entre mis piernas.
-No te alejes, sé que lo deseas también.- Me susurraba al oído mientras desabrochaba mi sostén.
Empezó a lamer mis senos y a morderlos, mis pezones duros le hacían saber que estaba excitada, poco a poco comenzó a quitarme la falda, y noto que no usaba panty e introdujo un dedo en mi vagina húmeda, me tumbo en el sillón mientras se hincaba, con su mano separo mis labios vanidades, empezó a introducir su lengua:
-Carlos, cógeme, quiero sentir tu pene dentro de mi, por favor. -Suplicaba, mientras el me hacía el mejor sexo oral de mi vida.
Al contrario de mi petición, el siguió chupándomela hasta que me corrí en su boca, era el primer orgasmo que me provocaba un hombre.
Él me tomó por la cintura, me hincó, y me puso el pene en la boca, empecé a lamerlo, y luego lo puso entre mis grandes senos, mientras tiraba de mis pezones, él se venía en mi boca, me trague su semen, se limpió un poco, me levanto y me acostó en la cama, intento metérmelo pero mi estrechez y mi grito de dolor lo detuvo. Tomó lubricante y poco a poco empezó a introducir su gran miembro en mi vagina, entre dolor y placer empecé a gemir, me voltee y le di la espalda, me tomó de la cintura y me embistió, jalo mi cabello y azotó con su mano mi glúteo, ese golpe detonó en mi un deseo incontrolable.
-Carlos cógeme, hazme tuya, hazme tu puta. -le repetía entre gritos ahogados de placer.
-Lovely, tú ya eres mía. -Me respondía mientras me embestía fuertemente.
Nos corrimos al mismo tiempo, el dentro de mi, se recostó a mi lado y me beso apasionadamente, con sabor a sudor y sexo. Al amanecer se vistió y se fue rumbo a su casa.
César llamo a las 7 de la mañana y me aviso que estaba afuera de mi casa, me puse una bata, y salí, con las piernas temblando, con sudor de otro hombre en mi piel, y con semen en mi boca, me besó y me abrazó, sé que mi aroma, y mi sabor le extraño, me miraba con duda, pero esa es otra historia.