Hola nuevamente, les saluda Martha, de 48 años, de la Ciudad de México, bajita de estatura, un poco gordita, tetas de buen tamaño, lo que más sobresale de mí y lo que más les gusta a los hombres, con los que he cogido y con los que no, son mis nalgas, grandes y redondas, así es como soy; me encanta el sexo, aunque ahorita, por la pandemia de salud, que estamos viviendo en todo el mundo, he bajado mucho mi actividad sexual, limitándose a mi marido y a alguno que otro amigo cariñoso, que he hecho a lo largo de mi vida.
Gracias por sus comentarios, me agrada saber que les están gustando mis relatos, recuerden que son 100% reales, son parte de mi vida.
Me han comentado que quisieran saber y que les cuente más de mi vida desde que empecé; también que les relate lo que viví con mi padre y mis hermanos, también quisiera contárselos, pero quisiera dejar esa parte de mi vida, guardada; si bien, esa situación, fue un detonante para ser lo que soy, hoy en día, en cuestión del sexo, también es algo que me apena y me hace sentir culpable.
Me enfocaré a contarles, de cuando ya tenía la mayoría de edad, que fue solo un año, ya que a los 19 años, me casé con el que hoy es mi esposo.
Al llegar a mis 18 años, ya había cogido con una buena cantidad de hombres, jóvenes, maduros, solteros y casados; todos y cada uno de ellos, dejó una huella en mi cuerpo y dentro de él. Por coincidencia todos tenían una verga de buen tamaño, algunas gruesas, otras delgadas, pero todas deliciosas.
Me casé, creyendo que al hacerlo controlaría ese fuego ardiente, que siempre traía entre mis piernas, pero no fue así; al ya no estar en el seno de la casa paterna, hizo que mi calentura fuera más intensa. El sexo que tenía con mi esposo era delicioso, pero yo necesitaba más, como les comenté siempre tuve la fortuna (sin buscarlo), que los hombres que me cogieron tuvieran la verga grande o muy grande, eso hizo que me acostumbrara a sentirla hasta adentro de mi panocha, sentir como llegaba al fondo y hasta en ocasiones más allá, me ponía a mil, las mujeres que lo han experimentado me van a comprender perfectamente.
Lamentablemente, el amor me cegó y terminé casándome con un hombre con una verga pequeña, apenas 12 cm ya parada. Al principio, cuando cogí por primera vez con él, de inmediato sentí la diferencia, pero el amor, me hizo pensar que me acostumbraría a ese pequeño miembro, pero con el paso de los meses, me di cuenta de que algo me faltaba, a pesar de que disfrutaba mucho coger con él, siempre terminaba insatisfecha.
Eso provocó que al medio año de andar con el que hoy es mi marido, lo "engañara" con uno de los tantos amigos cariñosos, que tenía en el trabajo.
Llevaba el mismo tiempo insistiéndome que cogiéramos, que el tiempo que llevaba de novia, siempre quise ser fiel, pero esa tarde caí.
Luis es moreno claro, alto, complexión media y con una verga deliciosa de 22 cm. Y la sabe utilizar de manera muy rica.
Ese día, llevaba una minifalda roja y un bikini del mismo color, qué hacían que mis nalgas, se vieran todavía más grandes de lo que eran, blusa blanca y un brasier también blanco con algo de relleno, que hacía que mis pequeñas tetas de aquellos días, resaltarán más; desde que me subí al camión, como iba lleno, los hombres buscaban la manera de quedar detrás mío para repegarme su verga, regularmente yo siempre me acomodaba, de manera que no lo hicieran, pero ese día, iba más caliente de lo normal, así que cuando sentí algo que me agrado no me quite, aquel hombre, al notar que cuando me arrimaba su verga no decía nada, tomó confianza y se acomodó bien entre mis nalgas, cada vez que frenaba el camión, el aprovechaba para hacerme sentir el tremendo animal que traía, me agarraba de las caderas para que lo sintiera aún más; mis remordimientos y el amor, hicieron que en cuanto llegamos a la terminal de los camiones, diera por terminado aquel cachondeo, pero la inquietud estaba sembrada.
En cuanto llegué a mi trabajo, Luis empezó con sus coqueterías, siempre que podía y nadie nos veía, trataba de manosearme, pero no lo dejaba, ese día con lo que había pasado en el camión, ya iba muy excitada, así que cuando el paso detrás mío, me puso la verga en las nalgas, yo no me quite como siempre, él lo notó y me agarró de las caderas y me atrajo más para que sintiera su vergota, como todavía no llegaban muchos empleados y los pocos que había sabían lo puta que era, sabía que no harían, ni dirían nada; me empezó a agarrar las tetas, primero encima de la ropa, después por dentro, con la otra mano, subió un poco mi minifalda y la metió a mi panocha, mi bikini estaba mojadísimo por la excitación, me estuvo acariciando por un rato.
En un momento, me jalo y me llevo a una pequeña bodega donde teníamos algunas cajas de archivo muerto, cerró la puerta y me dijo "ahora sí chiquita, te voy a meter la verga, como te gusta", se acercó a mi y nos besamos con tanta pasión, me agarró las nalgas y subió mi minifalda hasta la cintura, bajo mi bikini y empezó a estrujar mis nalgas "no sabes cuánto he extrañado tus nalgotas y poderlas tener entre mis manos" me dijo, yo ya acariciaba su verga, se sentía durísima y deliciosa, se la saque del pantalón y del calzón, se la mame como desesperada, como queriendo recuperar el tiempo perdido, tuve que detenerme ya que de otra manera le iba a sacar los mocos y ambos sabíamos que en ese momento no queríamos eso, acomodo unas cuantas cajas a manera de cama, y me recostó sobre ellas, me quitó el bikini, se bajó un poco más el pantalón y el calzón, me subió las piernas a sus hombros, sabiendo que es una de mis posiciones preferidas, ya que la verga me entra hasta el fondo, la acomodo en mi panocha y de un solo golpe me la dejó ir, estaba tan mojada, que llegó al fondo de mi ser, me sentía en la gloria, tanto tiempo sin sentir esa sensación de tener totalmente llena mi panocha me hizo llegar al orgasmo, fue una cosa que no sabría explicar claramente.
Luis siempre me decía que mi panocha estaba hecha especialmente para su vergota, porque se acoplaban perfectamente, comenzó a moverse muy rápido, sintiendo como sus huevotes, chocaban ruidosamente en mis nalgas, de esa manera me saco varias venidas; cuando sentí que él se iba a venir, la saque y se la empecé a mamar, no tardando ni un minuto cuando me arrojó sus mocos, eran muy ricos, espesos, calientes y en gran cantidad, no desperdicié una sola gota, todos me los tragué, saboreándolos, como hacía un rato no lo sentía.
Todo esto pasó en 10 minutos, nos limpiamos, nos acomodamos la ropa, aunque yo sin bikini, ya que estaba demasiado mojado y no me lo puse, salimos de la bodega; ya había más gente en la oficina, las mujeres me veían con molestia y envidia y los hombres sabían que la puta de la oficina había regresado.
Espero que les haya gustado este relato, procuraré subir los relatos más seguido, pero con la vuelta a la "normalidad" me queda poco tiempo para escribir. Saludos.