Habíamos quedado para comer en el Hostal La Gavina, era un lugar bastante lejos de casa y con el nivel que hay en ese local era poco probable que ni a ti ni a mí nos reconociéramos, aunque tú, al no estar comprometida, tampoco era problema. Llegamos cada uno con nuestro coche, de hecho, eran los más sencillos del parking, cuatro Ferraris, algún Lamborgini… "buenas tardes Shasra, me alegro de que hayas venido", "hola Xavier, ya sabías que no fallaría". Dos besos en cada mejilla, aunque al cambiar de lado nuestros labios se frotaron ligeramente, mientras nuestras manos estaban cogidas más tiempo del que indica la cortesía, como si quisiéramos retener el tacto el uno del otro. Pero con actitud digna como si no pasara nada entramos dentro.
Mesas separadas que permitían hablar tranquilamente. Una comida buena, o más que buena, acompañada de un vino sabroso; pero lo mejor de todo fue nuestra conversación, no parábamos de explicarnos y preguntarnos cosas, como dos ametralladoras. Me gustaba mirarte y contemplar tu sonrisa, tus ojos y tus labios y vi que te gustaban mis manos. Yo, con la excusa de que te había caído la servilleta, me levanté para dártelo muy cerca, quería sentir tu olor y que tú sintieras el mio. Nos atraíamos pero no lo dijimos.
Nuestros ojos estaban un poco vidriosos, habíamos pedido cava después del vino. Salimos fuera, pero a las cuatro de la tarde el calor era insoportable y tuvimos entrar dentro para buscar un lugar y seguir la conversación. De golpe, paseando y conversando por uno de esos pasillos te cogí de la cintura, deseaba hacerlo desde el día que te conocí, aunque era virtualmente, tienes un no sé qué seductor. Tú, me dejaste hacer, y lentamente me fui acercando tus labios a los míos y nos dimos un beso. Tú, no te apartaste y cuando yo lo quería hacer me pusiste la mano en la cabeza y me acercaste a ti, el beso pasó a ser largo e intenso, nuestros labios pugnaban para ver quien chupaba y besaba más al otro, nuestras lenguas se buscaban y entraban en la boca del otro en busca de placer, gemías de placer y no queríamos parar nunca. "Shasra", "Xavier" nos decíamos flojito mientras nuestros labios no se podían separar. Nuestros cuerpos estaban completamente juntos, sintiendo el deseo uno del otro. Poco a poco fui separando mis labios y los conduje hacia aquella parte que une tu labio de arriba con el de abajo, dulce placer. Subí por la mejilla, luego la nariz, hacia la frente y bajé por tu otra mejilla en dirección a tu cuello, te dejabas hacer, la piel del brazo la tenías rizada, y de repente cuando mis besos se acercaban a tu cuello tú te tiraste sobre el mío. Como pude me deshice y te devolví la moneda, tu cuello izquierdo estaba al descubierto y fue víctima de mis besos, lametones, chupadas… tus piernas empezaban a desfallecer y tu piel me excitaba de lo más.
Una camarera que atendía las mesas de fuera salía de una habitación pequeña, allí guardaban las toallas. Te volví a coger de la cintura y te dije "quieres venir Shasra?", No dijiste nada, tus ojos lo dijeron todo. Entramos en la pequeña habitación que estaba llena de toallas limpias, de todos los tamaños y nos volvimos a abrazar. Tu rodilla pasaba entre mis dos piernas y la mia rozaba tu entrepierna, volvimos a besarnos pero de repente… la camarera abrió la puerta, me giré y le pregunté si había otra habitación con toallas , dijo que si y le dije "mire, por favor, en las próximas dos horas, todas las toallas que necesite las coge del otro lugar, me deja la llave de acuerdo?", así lo hizo, probablemente contribuyo el hecho de que mientras ella me daba la llave yo le ponía en su mano un billete de cincuenta euros, a saber. Cerramos por dentro y me cogiste la cara y vas espetá "Xavier, a que estás esperando"?
Con el brazo hice caer una pila de toallas en el suelo y mis labios se lanzaron a comer los tuyos, tú te dejabas y contraatacabas con la lengua, dios mío! Qué lengua!, dulce, suave, sabrosa. Nos tumbamos en el montón de las toallas y te dije al oído "Shasra déjate hacer". Te estire y yo encima tuyo, del cuello bajaba un poco más abajo mientras tus manos me tocaban por debajo de la ropa y las mías recorrían tu piel. Desabrochaba lentamente tu blusa y mis labios cada vez se acercaban más a tus sujetadores. Tu pecho se tiraba arriba como ofreciéndome lo mejor que tenías, deseosa de que fuera más allá. Mi mano fue acariciando tu espalda, desabroché el sujetador y pude contemplar como tus pezones estaban erectos, les di besos a los pechos pero sin tocarte los pezones y tu vas exclamar "Xavier, por favor, cometelos, come-telos ya!". Te besé un pezón y al otro lo chupe, y entonces fue un no parar, te lamía, besaba, acariciaba con las manos y más y más tú sentías placer y hacías pequeños gemidos, cada vez respirabas más y más rápido, estabas fundida. Poco a poco, mientras una mano tocaba un pecho y la lengua el otro, con la otra mano iba bajando.
Tú estabas tan centrada con tus pechos que hasta que no notaste que desabrochaba tu falda no dijiste "eres muy malo Xavier" y yo "quieres que pare Shasra?" "Si paras ahora te…" desabrochada la falda, mi mano tenía el camino expedito hacia tus bragas y te acariciaba los muslos, cada vez más cerca de tu sexo. Esperabas que entrara por arriba pero mi mano entró por un lado de un muslo y diste un pequeño bote, querías pero no sabías cómo. Mi mano se acercó a tu clítoris y lo toqué, estabas mojada, muy mojada y te dejabas hacer. Tu propio jugo me sirvió para lubricar tu clítoris, cada vez lo tocaba un poco más intensamente y más fuerte y la otra mano no paraba de recorrer todo tu cuerpo y tus pechos con mi boca. Decías "Xavier si, tócame, tócame, tócame". Tu vientre subía y bajaba y las caderas lo seguían compulsivamente. Levantaste la cabeza y con tus mejillas rojas y los ojos llenos de lujuria dijiste "Xavier, que me estás haciendo?” siente Shasra, siente, disfruta del placer, entrégate ". Y vaya si lo hiciste, tus manos me tocaban anárquicamente, tocaban todo lo que podían de mi cuerpo todavía vestido. Gemías, gritabas y terminaste con un grito que seguro se oyó en todo el hotel.
Poco a poco cerraste las piernas y te quedaste quieta, estiraste un brazo y me acercaste hacia ti, nos dimos unos besos tiernos y dulces. "Me gustas Xavier" "Me gustas mucho Shasra" nos dijimos al oído abrazados en ese suelo. Ambos sabíamos que aquello sólo acababa de empezar y nos quedaba mucho por descubrir de nuestros cuerpos y deseos.
"¿Estás bien Shasra?" "Y tanto Javier, he sentido mucho "Cuando me chupabas los pezones y me tocabas el… ey, que haces Xavier?, dónde vas ?, estábamos muy bien aquí abrazados y…" "Voy de expedición Shasra". Había decidido bajar hacia tu vientre mientras me sacaba la ropa y cuando llegué a tu pubis ya estaba desnudo y tú me mirabas con cara de medio sorpresa, medio lasciva. Mis labios besaban tus muslos, cada vez más al interior de ellas, más y más, hasta besar el espacio que hay entre ellas y tu sexo, piel suave y muy sensible. Miraba cuando pasaba de un lado a otro como el clítoris cada vez latía más ostensiblemente y la vagina cada vez más mojada. Tus piernas se iban abriendo y abriendo temblorosas, tus manos me agarraron del pelo y me orientaron hacia tu clítoris, decías flojito "si, si". Empecé a besar tu clítoris y tú empezaste a jadear cada vez más fuerte, tus manos ya no fueron tan delicadas con mi pelo y ya empujaban mi cabeza sobre tu clítoris y chillabas, Shasra. Sentías tanto que dudabas entre dejarme seguir o hacerme parar, yo lamía y besaba y tú me decías "para Xavier, para, sigue, sigue", hasta que dijiste "más fuerte, muérdelo, comételo".
Yo seguía y seguía, y con la barbilla froté tu clítoris y tu alarmada me dijiste que volviera, y, finalmente, con un gran chillido cerraste las piernas, casi me chafas la cabeza de la fuerza, y te quedaste extasiada, yo paré. Estabas tumbada sobre las toallas y mi cuerpo desnudo se puso sobre ti, tú abajo y yo encima, me acerqué a tu cara y te di un beso en la mejilla y nos pusimos pecho contra pecho. Entonces te pusiste encima de mí y nos besamos, buscaste mi pene con tus manos y te gustó tocarlo, lo mirabas con ojos de ansiedad. Me deshice de tus manos y te puse de nuevo abajo, acerqué mi pene en tu vagina y te penetré despacio, en la primera acometida hiciste un escalón y quedaste con la boca abierta y yo me sentía desatado y vicioso. Tú ya no querías que parara, ya no era mi pene, era mi polla, ya no era tu vagina, era tu coño, cada vez más fuerte "fóllame Xavier fóllame", yo te penetraba y te volvía a penetrar y tú te dejabas hacer o me tocabas los pechos o el culo o me besabas con mucha saliva. Yo te tocaba los pechos, pero poco porque necesitaba las manos para aguantarme sobre tu cuerpo, hacíamos la postura del misionero pero parecía que estábamos follando dos bestias del sexo. Chillabas mucho y yo disfrutaba viéndote dándote placer, gemías de placer Shasra.
Poco a poco, cogí tu cuerpo y te pedí que te giraras, que te pusieras a cuatro piernas, mi polla no había salido de tu coño y una vez colocados volví al ataque. Ahora contemplaba tu espalda y la acariciaba con las manos, en la habitación había un espejo y tu mirabas como te penetraba por detrás, yo de rodillas y tú a gatas, ambos sintiendo mucho, tú estabas deshecha e inundada de placer, chillabas, dijiste mi nombre e incluso me insultabas con perversión. Mirando el espejo, viste que al otro lado de la puerta que era de láminas blancas con grandes espacios para mirar dentro, había alguien.
Era la camarera que nos miraba y estaba gimiendo, se estaba masturbando viéndonos así, a ti, aun te excitó más y te mostraste para que ella te viera bien… hasta que vas reventar de placer excitada por nuestro brutal sexo y su presencia, caíste rendida y escurrida. Yo me tumbe sobre tu espalda y poco a poco saqué mi pene de tu coño, cuando finalmente salió emitiste un breve suspiro de placer. Pequeños besos en la espalda y te dije cosas cerdas en la oreja. Tú estabas quieta, pero no muerta, sonreías y sonreía. Mi polla estaba erecta en sobre manera, te giraste paulatinamente, yo estaba de rodillas sobre las toallas y cogiste mi polla, le diste un beso y me preguntaste "sobre dónde quieres eyacular Xavier, sobre mi cara o sobre mis pechos?", "sobre tus pechos Shasra". Te estiraste y me masturbaste, qué placer verte tumbada delante de mí, desnuda, mostrándote toda, seductora tu piel, seductor tu cabello, seductores tus labios, seductoras tus manos… estaba demasiado excitado para durar mucho y mi semen saltó sobre tus pechos, tus ojos eran de vicio y tu entrepierna aún estaba abierta, yo te miraba y aún me excitaba más. Tuve un orgasmo largo, intenso, gemía, soplaba y te decía que no pararas por favor, y yo seguía sintiendo y oyendo, me sentía un animal desatado, finalmente cogí tu mano desbocada y la paré. Me acosté a tu lado, sobre las toallas, tenía la boca seca. Nos abrazamos desnudos, sabíamos que todavía teníamos mucho por descubrir. "Me gustas muchísimo Shasra" "Te adoro Xavier", nos besamos tiernamente y largo.
Necesitábamos agua o cualquier cosa para calmar la sed, las copas estaban vacías, levanté la cabeza y la camarera aún miraba, no quería perderse nada; le guiñe un ojo mientras le decía "queremos agua", y en pocos minutos picaba en la puerta, con una botella de agua y dos copas de cava, con unos ojos pícaros me dijo "tienen todo el tiempo del mundo, hoy termino mi turno tarde", con una sonrisa de agradecimiento pensaba que tal vez quería participar.
Me di la vuelta y tú me estabas mirando de arriba abajo, deje las copas en el suelo y me senté sobre ti, te sientas, y te cojo con mis piernas por detrás de la espalda y bebiendo agua entre besos me excitabas con tus labios húmedos. Cojo la blusa y te tapo los ojos, te estiro encima las toallas y empezó rociarte de cava. De la nariz, va cayendo en la boca y con la lengua no dejó ninguna gota mientras tus labios intentan atrapar los míos. Siento tus caricias en las piernas y sigo llenándote de cava, tu cuello, alrededor de tus pezones que no dejo de chupar, en tu ombligo que volteo con la punta de la lengua, mientras tu polla me dice "estoy aquí", y la noto entre mis pechos, lo cojo y la meto en la copa al mismo tiempo que mi coño frota tus cojones y tus manos presionan mi culo. Estoy excitada, tu respiración, tu voz que repite mi nombre, tus manos que recorren mi piel y dejo de golpe la copa y la cojo bien fuerte con las manos, mis labios acarician la punta, la lengua la lamen toda al compás de tus manos que me enredan el pelo, la chupo hasta que mi boca la hace prisionera y me dices "qué placer", la dejo, cojo tus labios con los míos y te saco la venda de los ojos y te digo "mírame, Xavier" al mismo tiempo que bajo recorriendo con la lengua todo tu cuerpo, sin dejar ni un rincón, hasta que la vuelvo a hacer mía con mi boca, con mis labios, te miro, me miras, la siento y te siento gemir, te sueltas suspirando y te corres en mi boca, los labios, placer consentido!, te abrazo y al oído “Shasra que dulce que eres!”.