Desde que nos conocimos hemos sido muy buenos amigos, pero la segunda de nuestras salidas terminó con una de mis mejores experiencias sexuales.
Nos quedamos de ver en su casa para tomar unas cervezas y platicar y después nos recostamos a ver una película.
Él me abrazaba y yo recargué mi cabeza en su pecho, de repente sentí su mano sutilmente bajar hacía uno de mis senos y empezó a acariciarlo, primero despacio, luego más evidente mientras yo permanecía quieta.
Hasta que decidí tomar acción y me puse sobre él y empecé a mover con ritmo mi cadera mientras lo besaba y él acariciaba mis tetas e iba bajando por mi cintura hasta llegar a mis nalgas y las apretó.
Me quité la blusa y seguí frotándome sobre su pene mientras notaba su erección crecer. Él me quitó el brasserie y disfrutó de lamer y chupar mis pezones.
Luego me jaló hacia abajo, se puso sobre mí, quitó su pantalón y su ropa interior y yo pude ver algo que me maravilló y asustó al mismo tiempo, además de tener la verga enorme, tenía un gran piercing atravesando la cabeza de su pene.
Vio mi sobresalto y me dijo que no me preocupara que lo iba a gozar. Y yo ya moría de curiosidad por esa nueva sensación.
Él también moría de ganas por cogerme porque sólo levantó mi falda, hizo a un lado mis bragas y me fue introduciendo primero la mera punta, luego un poco más, hasta llegar al piercing y sentí como el frío metal acariciaba mis labios mayores y se iba abriendo paso lentamente por mi vagina. Ese frío me iba recorriendo todaaa por dentro y sentía un pequeño ardor que de no haber sido por lo mojada que estaba, hubiera sido mayor.
Ya tenía toda esa verga adentro, ahora venía lo bueno; él, completamente extasiado por los gemidos que emití cuando me iba metiendo su verga, empezó a cogerme con brutalidad, me embestía rápido y con mucha fuerza y yo sentía la fricción del metal contra mis paredes vaginales y como llegaba hasta el fondo de mí.
Me ordenó ponerme de a perrito, me jaló a la orilla de la cama, el subió una pierna en ella y me dejó ir su verga adentro de golpe, me dio aún más duro que en la posición del misionero tanto así que mis gemidos se convirtieron en gritos y por un momento creí que el piercing me había lastimado y estaba sangrando, pero no, toda esa humedad era sólo mi vagina chorreando fluido para recibir esa rica verga con su delicioso y peculiar adorno.
Me cogió sin piedad hasta que apenas alcanzó a sacarla para correrse delicioso sobre mi espalda y nalgas.
Después yo le di un rico oral jugando ese piercing con mi lengua y llenando su sabroso pedazo de carne de mucha de mi saliva.
Luego le supliqué que me la metiera de nuevo, así que me puso en cuatro, me metió su verga completita de golpe y poco a poco me fue poniendo boca abajo, y empezó a castigar mi pussy con la misma rudeza con la que lo había hecho antes, yo sólo podía hundir mi cabeza en la almohada para ahogar mis gritos.
Rápidamente cambió de posición y me puso de lado y él detrás de mí. Ahora me cogió más lento, y yo disfrutaba de esa vergota y el piercing entrando y saliendo casi completamente de mi chorreante y ya en este punto adolorida pussy.
Cuando se iba a venir, me puso de nuevo boca abajo, juntó mis piernas abrió mis nalgas con una sus manos y vacío su rica leche encima de mi culito.
Cuando llegó el momento de irme a casa, lo hice un delicioso dolor entre mis piernas que apenas y me dejaba caminar pero que sería un recuerdo de esta experiencia.
Después les contaré otro par de cogidas únicas que me dio este chico.
Por último, me gustaría agregar que muero por conocer a otro chico con un piercing en la verga para revivir esas sensaciones. Porque lamentablemente mi coprotagonista de esta historia ya está casado.