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El permiso de conducir (3): El examen final
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Dimos un par de clases más y el último día antes del examen Sergio me miró sonriente antes de bajar del coche.

-Habías pensado que con sexo podrías manipular a los hombres, y creo que se han aprovechado de ti!

-Pues sí, tengo que reconocer que he sido una gilipollas y me han engañado!

-Bueno, veo que no te ha importado ofrecer tu cuerpo a dos hombres para conseguir tus propósitos, pero… te importaría ofrecérselo a una mujer?

Le miré con verdadera intriga sin saber por dónde iba.

-Que me estás diciendo?

-Conozco a una tía que está en el comité de exámenes, una mujer de unos cincuenta años que creo que podría conseguirte el permiso!

-Joder, y no lo podías haber dicho antes?

-No sabía hasta donde estarías dispuesta a llegar!

-Pues a todo por tener el permiso!

-De acuerdo! Hablaré con ella, pero como dices, espero que estés dispuesta a todo!

-No lo dudes!

Le dije finalmente, aunque nunca había mantenido relaciones con otra mujer, pero por obtener el permiso, ya me daba igual cualquier cosa.

Sergio hizo una llamada en ese momento y comenzó a hablar con una mujer.

-Hola Ana! Mira, tengo un problema que a lo mejor tú puedes resolver!

Le oí decir mientras aumentaba mi intriga.

-Si, sí! Yo te la presento, habláis y ves lo que puedes hacer!

Volvió a hablar Sergio, aunque yo no podía oír lo que decía ella y eso me estaba desesperando.

-Tienes esta noche libre? Me pregunto de repente.

-Si, bueno, tengo que ir a casa, pero a partir de las nueve estoy libre!

-Vale, entonces quedamos a las 9:30 pm en Meridiano!

-Sabes dónde está el pub Meridiano?

Me preguntó después de colgar.

-Si, me pilla cerca de casa! Creo que puedo ir andando!

-Yo estaré en la puerta, esperándote. Pasamos, te presento a Ana, me tomo una copa con vosotras y después ya es cosa tuya lo que acuerdes con ella. Ana tiene un puesto elevado en el comité de exámenes. Por ella pasan todas las fichas de los examinadores y algunos son de su confianza. Creo que es la persona indicada para que te concedan el permiso.

-Gracias Sergio! No sé cómo podría agradecértelo! Le dije entusiasmada.

-Bueno, cuando te den el permiso ya hablamos! Me dijo con su sonrisa cínica.

A la hora indicada estaba Sergio en la puerta esperándome. Me había puesto un vestido granate hasta la rodilla con una raja lateral que dejaba ver hasta la parte alta de mi muslo al andar. Los tirantes dejaban mi espalda al aire y el escote era realmente generoso, siempre me gustaba resaltar mis grandes tetas.

Entramos y la tal Ana estaba tomándose algo en la barra. Era una mujer de más de cincuenta, pero mantenía un tipo bastante estupendo. También llevaba vestido hasta la rodilla con una raja trasera y un escote algo menos generoso que el mío. Su melena, de rubio teñido, la hacía parecer más joven.

Después de las presentaciones, Ana me miró de arriba abajo descaradamente.

-Me ha comentado Sergio que te has presentado dos veces y te han suspendido!

-Así es, señora! Le dije intentando transmitir respeto.

Ella hizo una mueca a modo de sonrisa marcada por sus labios pintados de rojo intenso.

-Ya he visto tu expediente y creo que has tenido mala suerte con los examinadores que te han tocado!

-No lo sabe usted bien! Contesté recordando a los dos cabrones.

-También me ha dicho – dijo mirándole fugazmente – que lo quieres ya, y que estás dispuesta a cualquier cosa por obtenerlo!

Ya había reflexionado sobre ese hecho y no dudé en la respuesta.

-Lo que sea necesario!

En ese momento Sergio dio un último trago y se despidió aludiendo que había quedado con alguien. Nosotras seguimos hablando brevemente y a los pocos minutos me sugirió que podíamos ir a su casa para hablar más tranquilamente del tema. Acepté de inmediato sabiendo lo que podría pasar, pero a estas alturas ya me había preparado mentalmente para esa situación.

Subimos a su casa, que era un ático a dos manzanas del bar y nada más cerrar la puerta se acercó hasta mí. Medía algo menos que yo, pero levantó la cabeza para dejar su boca a la altura de la mía.

-Creo que sabes a qué hemos venido!

Sabía que mi tratamiento cortes, situándola por encima de mí, le había gustado y continúe con él.

-A lo que usted desee, señora! Le dije casi metiéndole las palabras entre su boca entreabierta.

Aprovechó mi provocación para besarme, un beso desgarrado lleno de un fuego intenso que desprendían sus labios. Me dejé llevar dejando que su lengua recorriera mi boca mientras me agarraba para restregar sus tetas contra las mías. Tampoco las tenía mal, aunque algo más pequeñas, en eso era difícil superarme. Cuando separó sus labios me sonrió mirándome a los ojos.

-Creo que lo pasaremos bien! Puedes ayudarme con la cremallera? Dijo dándome la espalda.

Le bajé la cremallera y ella retiró los tirantes de sus hombros dejando que el vestido escurriera por su cuerpo hasta caer al suelo. Se quedó quieta, con su cuerpo esbelto presidiendo el centro del salón. Parecía esperar algo, y entendí que quería que la acariciara. Puse mis manos en sus hombros y los acaricié despacio a la vez que rozaba mis tetas contra su espalda. Se giró y bajo la cremallera lateral de mi vestido, yo misma corrí los tirantes para que resbalara como había ocurrido con el suyo. Tiro ligeramente de mi sujetador hacia abajo haciendo que los pezones saltarán fuera de la tela que los aprisionaba. Acercó la boca y me los chupó como ningún tío lo había hecho antes. Su lengua era larga y carnosa y la enroscaba en cada uno de ellos como si fuera una serpiente. Empecé a pensar que me había perdido cosas interesantes. Sentí como sus dedos acariciaban mi cuerpo casi desnudo bajando por el vientre hasta llegar al tanga granate que me había puesto a juego con el vestido. Retiró la tela e introdujo la punta de un dedo entre mis labios genitales, lo hizo con suavidad, diría que con una delicadeza exquisita, algo que además de gustarme, me produjo una excitación especial.

Las suaves penetraciones hicieron que mi vagina mojara su dedo. Lo sacó, lo olió y lo chupó como chupas un helado de chocolate en un caluroso día de verano. La verdad es que ver cómo lo hacía me excitó de una forma incomprensible.

-Huele y sabe muy bien! Me susurró con un brillo diabólico en sus ojos.

Puso su mano en mi vientre y me empujó con suavidad hasta que mi culo se pegó contra la mesa alta que había en el salón. Me desabrochó el sujetador con lentitud y me lo quitó dejándome tan solo con las bragas. Sus manos se metieron entre mis muslos y los abrió con delicadeza, volvió a pasar la mano por las bragas y mirándome a los ojos susurró.

-Me gusta sentirte mojada!

No me dio tiempo ni a reflexionar la respuesta, en un instante ya se había agachado y su lengua lamía la humedad de la tela.

-Como me gusta este sabor a sexo!

Y retiro la tela para dar un gran lengüetazo a todo mi coño. Joder, que lengua tenía la muy zorra, era como una serpiente astuta y voraz. Cuando me quise dar cuenta ya me penetraba con ella como si fuera una polla que se enroscaba. Sentí la punta tintinear en mi clítoris, después lo lamió y lo sirvió cerrando sus labios. Fue una sensación que me hizo vibrar y me sujeté con las dos manos a la mesa. Abrí más las piernas dejando más espacio a su boca, aunque lo que me apetecía es apretarle la cabeza contra mi coño. No pude controlar mis jadeos que se hicieron bastante sonoros y aumentó el ritmo de sus succiones hasta provocarme un fuerte orgasmo, vamos que me corrí en su puta boca como una cerda, algo que pareció encantarla. Cuando se despegó de mi coño y se incorporó, pude ver el dibujo de la lujuria en su cara que estaba empapada de flujo y saliva. La restregó contra mis tetas a la vez que volvía a ponerme los pezones como piedras. Después me los pellizcó tirando de ellos produciéndome un leve dolor.

Se fue hasta uno de los sofás que había en el salón y se sentó espatarrada mostrándome sus pequeñas bragas negras adornadas con ligeros encajes. Se quitó el sujetador a juego y sus redondas tetas afloraron con dos puntiagudos pezones en el centro de grandes aureolas, algo más oscuras que su piel.

-Ponte eso! Me dijo señalando un liguero y unas medias que había sobre una de las dos mesas pequeñas que bordeaban el sofá.

Me puse las medias y el liguero sintiéndome algo extraña por ser una prenda que nunca había usado. Ella me miraba paciente mientras acariciaba con sus dedos el centro de sus piernas. Volví a ponerme los zapatos de alto tacón y me acerqué hasta ella. Creo que sabía lo que quería, pero espere a que me lo pidiera.

-Tienes una boca preciosa, cielo! Espero que sepas usarla! Me dijo acariciándose los pezones.

Me acerqué y alargué las manos para tocar sus tetas. Nunca había tocado las tetas de otra mujer y la curiosidad aportó decisión en mi cerebro. Las presioné con suavidad sintiendo su carne semidura con el tacto de mis dedos, rocé los pezones con las yemas sintiendo como se endurecían. Ella alargó la mano hasta mi mejilla y después de acariciarla me atrajo hasta su boca. No puse oposición, tan solo abrí los labios y sentí como su lengua penetraba ágil como una serpiente mientras sus labios devoraban los míos. Su mano sujetaba mi nuca como para no dejarme escapar y dirigió mi boca hasta sus tetas. Comencé a lamerle y a chuparle los pezones hasta notar como su cuerpo se excitaba. En ese momento oí su voz algo agitada.

-Dentro de un momento sentirás a alguien detrás de ti, pero no te inquietes, es de la familia!

Me quedé parada, casi en un estado de estupefacción, eso sí que no me lo esperaba.

-Sigue, sigue, no pares! Me apremio.

-Tú me darás placer, y el a la vez te lo dará a ti! Pero no mires hacia atrás, no quiero que le veas! Me dijo con naturalidad, pero con firmeza.

Ahora ya sabía para quien era la visión del liguero. Por culpa del puto permiso ya se la había chupado a un tío y otro me había follado, ahora lo haría un tercero y ni siquiera le vería la cara. Como cosa positiva puedo decir que la experiencia sexual con Ana me estaba gustando.

Después de chuparle los pezones hasta ponérselos como las astas de un toro, su mano fue guiando mi cabeza por su vientre hasta llegar al centro de sus muslos. Comencé a pasar la lengua por la tela de las bragas, que ya estaban algo mojadas, y pude sentir el sabor de su flujo. Dejó escurrir su cuerpo sobre el sofá hasta que la mitad de su culo quedó fuera. Me hizo un ademán para que le quitará las bragas y tiré de ellas hasta descubrir su coño adornado con una pequeña mata de bello en la parte alta. Pasó dos de sus dedos sobre los labios genitales con suma lentitud haciendo que se abrieran hasta mostrarme su abultado clítoris.

-Vamos guapa! Aquí tienes el juguete! A ver qué tal manejas esa lengua!

Aquella zorra me trataba como si fuera su hija y pensé que era el momento clave. Nunca había chupado un coño, pero si esa “mamá zorra”, por llamarla de una forma cariñosa, quería una buena mamada, yo estaba dispuesta a sorberle hasta los higadillos.

Comencé a pasar la lengua repetidamente por el clítoris hasta que sentí como se tensaban sus muslos, presioné con mis labios sobre el y lo succioné como si fuera un sorbete de limón. A los pocos instantes un pequeño torrente de flujo empapó mis labios.

-Así, asiii! Gimió acariciando mi cabeza.

-Ahora méteme bien la lengua!

El sabor me pareció agradable y abrí la boca y profundicé con la lengua en su vagina mojada. Era un sabor especial que no había sentido antes y lo deguste con mis manos aferradas a sus glúteos.

“Joder, que me está gustando poner a esta zorra caliente!”. Pensé mientras no paraba de mamar sus jugos.

Estaba inclinada sobre su regazo con el culo en pompa cuando sentí una carne húmeda y cálida ente mis muslos. Di un respingo, pero mamá zorra tenía mi cabeza sujeta y la apretaba contra su coño. A los pocos segundos ya sabía que era una lengua la que estaba lamiendo mi coño, y no lo hacía nada mal. Supuse que era del familiar que me había hablado y abrí más mis piernas para sentir su cara pegada a mi coño. Después de meterme la lengua y ponerme más guarra de lo que estaba, paso a mi culo y sentí como lo empapaba de saliva para después meterme toda la lengua en el esfínter. Yo ya estaba que me salía, y chupaba el coño de Ana con más ganas.

Noté como salía la lengua de mi recto y en apenas dos segundos una polla comenzaba a penetrar en mi coño. La verdad es que estaba tan excitada que realmente me apetecía una buena polla en ese momento, pero la que entraba en mi vagina parecía descomunal.

Me la llenó por completo y sentí un gran vacío cuando la sacó. Volvió a penetrar y la volvió a sacar haciendo que perdiera el ritmo de la mamada que le estaba haciendo a mamá zorra. No obstante, ella no cesaba de apretarme la cabeza contra su coño. Comencé a sentir el placer de la penetración, esa buena polla estaba haciendo las delicias de mi coño y no tardé en empezar a jadear entre los jugos de Ana. Ella restregó mi boca contra su coño y se volvió a correr empapando mi cara por completo. Después me agarró la cara con las dos manos para mirarme a los ojos cuando estaba a punto de correrme. Parecía que disfrutaba viendo mi cara desencajada y ni boca jadeante.

Los pollazos ya eran tremendos haciendo que todo mi cuerpo se contrajera y se volviera a expandir. Ana acercó su cara a la mía para sentir mis jadeos contra sus labios cuando todo mi cuerpo tembló y una bocanada de flujo inundó mi coño.

-Te está gustando ehh, pequeña zorra!

Me dijo casi metiéndome las palabras en la boca. Asentí levemente con la cabeza mirándonos fijamente a los ojos, a las dos parecía salirnos fuego de ellos.

No habían acabado mis temblores cuando noté como la misma polla que había salido de mi coño, ahora presionaba contra mi culo. Abrí más la boca ante la sorpresa.

-Ya has aprobado, nena! Pero quiero ponerte una buena nota!

Susurró Ana contras mis labios para después empezar a comerme la boca.

La dura y extensa polla fue penetrando hasta sentir como llenaba completamente mi culo. Noté como lo abría casi desgarrando la carne del interior. Intenté gemir, pero la boca de Ana no me dejaba hacerlo. La dura polla salió y volvió a entrar hasta el fondo sintiendo como unos huevos chocaban contra mis muslos. Ana, sin dejar de comerme la boca, agarró mis grandes tetas y las estrujó casi de una forma sádica. Yo me había apoyado con las manos en sus muslos y le clavaba mis dedos a cada penetración que sentía. Mi culo se fue abriendo y las penetraciones se hicieron más potentes. Ana alargó una mano y la llevó hasta mi coño metiéndome dos de sus dedos. Comenzó a masturbarme como si fuera una posesa mientras sentía como la polla reventaba mi culo. No le parecieron suficientes dos y probó con un tercero. En ese momento mi coño y mi culo estaban totalmente llenos. La muy hija de puta parecía querer meterme la mano entera. Fueron largos minutos de embestidas mientras mamá zorra me masturbaba como si la hubieran poseído. Me mordió los labios y yo a ella cuando me corrí de nuevo, pero la polla que horadaba mi culo parecía no acabar. Arañé sus muslos cuando me vino la segunda, a la vez que sentí unos fuertes jadeos del hombre que había tras de mí y su polla me llenaba el culo de leche.

Noté como la leche chorreaba por mis muslos cuando me sacó la polla del culo. Mis piernas temblaban estrepitosamente mientras intentaba tomar aire con la boca totalmente abierta. Acabé cayendo de rodillas entre las piernas de Ana mientras ella me miraba con cara de perversión.

-Te has ganado el permiso con una nota alta! Mañana te lo entregará Sergio!

Al día siguiente quedé con Sergio, y con su sonrisa cínica me entregó el permiso.

-Que tal te fue anoche? Ya veo que te han concedido el permiso! Me dijo mientras tomábamos un café sentados en una terraza.

-Bueno, creo que me lo gané con creces!

-Supongo que sí! Ana es bastante exigente y me ha comentado que lo sacaste con nota!

-Le hice una buena comida de coño, y para ser la primera, creo que le gustó bastante!

-Y a ti, te gustó?

-No me importaría probarlo de nuevo, jajaja! Pero me gustó más la polla que sentí por detrás!

Me quedé mirándole para ver la cara que ponía, y noté una sonrisa diferente. La verdad es que Sergio nunca se me había insinuado y era algo que me extrañaba.

-Oye Sergio, en todo este tiempo de clases, nunca te has insinuado y es algo que me tiene algo intrigada!

-Si imparto clases de conducir, tengo que ser profesional. No puedo ir tirando los tejos a todas las alumnas.

-Bueno, tengo que reconocer que al final he conseguido el permiso gracias a ti, y quizás eso se merezca un premio!

-Bueno, creo que ya me has dado el premio!

-Como que te lo he dado?

Ahora se rio más abiertamente acabando con una mueca perversa.

-Ana es mi tía, el primer examinador es su marido y el segundo es mi tío, el hermano de Ana. Y la polla que te follo ayer era la mía!

Me dijo con una sonrisa totalmente perversa.

El muy cabrón parecía haberlo organizado todo para que me follara toda la familia y yo ni me había enterado.

-Eres un cabrón! Tú lo has organizado todo!

-Perdona, pero la idea de examinarte mostrando tus encantos para que te aprobaran ha sido tuya. Tu decidiste que hacer en los dos primeros exámenes, aunque intenté quitarte la idea. En el último examen, conociendo ya tu comportamiento, tan solo te ofrecí aprobar siguiendo tu estilo, y tú aceptaste entusiasmada. Creo que no me puedes reprochar nada.

Me quedé pasmada mientras el pagaba los cafés y dándome un beso en la mejilla se marchó dejándome mirando al infinito con cara de tonta.

Si has llegado al final, por favor, valora si te ha gustado. ¡Gracias!

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