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El nuevo gerente de TIC
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Luego de haber sido contratado como Gerente de Aplicaciones, redes y Medios (TIC) de una buena empresa de Gestión Financiera, me fue asignado un vehículo a la semana de trabajo. Según el memo interno recibido, las llaves de este vehículo las podía retirar en la cabina de vigilancia del sótano.

Como siempre, permanecía hasta altas horas de la noche en la oficina y más ahora que disponía de transporte propio. Cerré la oficina y ciertamente en ese piso sólo estaba yo. Fui en busca del ascensor y apunté al sótano. Llegué y me dirigí a lo que debería ser la cabina de vigilancia, al llegar no había nadie. Miré a un lado y otro, decidí caminar y buscar al vigilante de guardia, no creí conveniente llamar a viva voz o silbar fuerte, sería grosero. Al caminar sólo vi dos vehículos allí. Al fondo del estacionamiento me pareció ver una oficina y acudí hacia allá, seguro el vigilante estaba allí.

Me encontraba cerca cuando escuché lo que parecían voces, más cerca aún pude oír con claridad.

"- cuando vayas a acabar, déjame tragar tu leche"

Vaya, no quise ser morboso, pero sonaba interesante la propuesta. Así que disminuir mi marcha y ya cerca de una ventana al lado de la puerta, pude observar lo que ocurría dentro; dos guardias de seguridad, debidamente uniformados en su torso, estaban sin pantalones, tocándose sus miembros, sentados cada uno en su silla, vaya, se masturbaban tranquilamente. Me quedé paralizado y temí interrumpirlos, lo más sabroso y me asombró fue sentir como mi miembro comenzaba a latir. Nunca había pensado en el sexo entre hombres, pero aquella imagen era algo nuevo y desconocía que efecto tendría en mi.

El trigueño de la derecha, fornido, era como un vigilante de seguridad bancaria, pelo al rape y de verdad musculoso. El de la izquierda, delgado, pura fibra y cero grasa. Se tocaban lentamente sus vergas y conversaban tranquilamente,

– Te digo Nelson que necesito un buen culo para llenarlo, tengo como una semana sin sexo.- dijo el trigueño musculoso, el otro respondió;

– Yo me casé para poder tener sexo en mi casa, pero ver otra verga frente a mi, siempre me ha vuelto loco.

Y seguían dándose caricias y yo ya deseaba cascarme una buena paja, pero eso era indecible, indebido y de verdad contraproducente. Elegí devolver mis pasos y hacer ruido a lo lejos, para darle tiempo a ellos de acomodarse y que no pasara nada. Ya giraba mi cuerpo y comencé a caminar, cuando me encontré con otro guardia de seguridad justo a mi espalda. Estaba aterrado y él me miró a los ojos, duro, serio, decidido a descubrir quién era yo.

Sólo desvió mi mirada para ver mi bulto hinchado y hacerme el gesto de silencio, subió su dedo índice a sus labios y se acercó a mí. Su mano me apretó el bulto y se acercó más. Acarició con firmeza mi pantalón y con su otra mano, buscó la hebilla de su cinturón. No me podía mover, tenía su cara justo a la mía y podía sentir su aliento y su perfume, sus ojos azules, penetraban mis ganas. Sin ningún problema sentí como bajó el zipper de su pantalón, yo no dejaba de mirar sus profundos ojos. Fue entonces que desvió su mirada hacia abajo y yo le miré hacía allí. Su verga rosada, gruesa, venosa, inmensa se encontraba allí, desafiante.

Subí los ojos y él colocó cada una de sus manos en mis hombros, presionó hacia abajo, primero suavemente, luego con mayor fuerza. Abrí mis ojos asombrado, este vigilante, calvo, con candado y bigote castaño. miró de nuevo hacia abajo. Quizá por la fuerza de sus brazos en mis hombros y quizá por temor, di un paso hacia atrás y doblé mis rodillas. Llegué a tener mi cara frente a su miembro y en verdad, mi boca se hacía, debo reconocerlo; agua.

Lo olí, rayos! era un aroma atractivo, su pene era hermoso y recto como un mandato, un mandato divino. Cedí con temor, nunca lo había hecho, nunca lo había visto entre hombres y temía errar con creces. Tragué su glande con suavidad y lo que pensé sería algo asqueroso, me resultó algo agradable. con una mano lo tomé y lo mantenía en la posición adecuada para que cada entrada en mi boca no representara un riesgo entre mis dientes y la piel de este pene, que me permitía disfrutar de su presencia.

Con cuidado subí mis ojos y él estaba con los ojos cerrados. Puso sus manos en mi cuero cabelludo y no ejerció ninguna presión, sólo quería indicarme la suave velocidad que deseaba. Así estábamos bien, mi forzador gentil y yo, cuando surgieron los vigilantes que estaban en la oficina.

– Vaya Johan, trajiste compañía y nos dejaste fuera! – dijo el delgado.

– Caramba Johan, entra y compartamos a tu amigo.

Dejé de chupar y me levanté lentamente. Johan, mi forzador; me dijo:

– te gustaría que ellos participaran o…

Vaya, ese "o…" ¿podría significar que solos seríamos él y yo? quizá podría ser " te jodemos a coñazos aquí mismo" rápidamente decidí:

– Lo que tu digas Johan.

– Bien entremos.

El flaco y el fornido, aún desnudos de la cintura para abajo, ya se quitaban uniformes y franelas. Entré y busqué donde ir colgando mi sweater y ropa toda. Ya estaba casi en bolas, solo con calcetines y Johan a mi lado , cuando desde la otra oficina

llamó uno de ellos,

-vengan, adelante.

Avanzamos y al entrar, observé dos camas individuales, cada una bien amplia para dos personas. Aunque no creo que alguien duerma esta noche.

Entre las dos camas, el fornido y el delgado de pie, sobándose los penes.

– Ven, siéntate – indicó el fornido. Lo hice.

Ellos de píe, se acercaron a mi y cada uno apuntó su miembro hacia mi cara, levanté los ojos y miré a Johan, hacia el dirigí mi boca, mientras cada una de mis manos fue a los otros compañeros. Al rato miré hacia arriba y Johan y el flaco se besaban, el fornido, sólo me miraba a mi. Mis labios y boca se desplazaban a cada tanto de una buena verga a otra, quería tragar todo.

Johan se separó del grupo y se acostó en la cama adyacente, el flaco y el trigueño me hicieron ponerme de píe acercarme a Johan, quien me orientó a sentar mi culo cerca de su cara, comenzó una serie de lengüetazos y lamidas divinas, mientras separaba mis nalgas firmemente. El flaco se sentó en la otra cama y comenzó a mamar al fornido.

Bien empapado mi culo, Johan me hizo colocarme en cuatro pata en la cama, detrás de mi, lamió un poco mi culo y de píe, apunto su verga para entrar, donde nadie había osado. Que fuerte es sentir que tu culo será perforado por primera vez. Johan se dio cuenta y de prisa busco, que se yo donde un gel o algo así y me untó el hoyo. De allí a sentir, como mi culo se dilataba poco a poco, lentamente y dejaba entrar la gruesa verga de Johan, duró un buen rato. Johan demostró pericia, paciencia y gentileza. Ya bien herido y aguantando entre el dolor y el placer, el ritmo fue subiendo y las ganas aumentando.

El flaco se levantó y junto al trigueño, colocaron sus miembros al alcance de mi boca, no era fácil tragar y mover mi cuerpo por el ritmo de Johan. Quien de pronto se separó de mi y cedió su lugar al trigueño. Quien a pesar de poseer una buena tranca, no calzaba la talla de Johan. Esto hizo que el flaco tomara mi cabeza y empujaba con mayor libertad su bello miembro en mi boca.

EL trigueño comenzó a gemir profundamente y el flaco lo miró. El flaco sacó su verga de mi boca y el trigueño la de él de mi culo. El flaco se movió rápido y metió la verga del trigueño, directamente de mi culo a su boca. Apenas logro tragar ese miembro, cuando el trigueño le apretó la cabeza hacia si, dejando ver que estaba eyaculando y el flaco feliz de tomar la lefa de su amigo.

Así estaba yo admirando al Flaco tragar todo, cuando apareció Johan y me hizo acostarme en la cama y se colocó detrás. separó con una mano una nalga y con decisión penetró en mi, que ricura!, la tibieza profunda de su gruesa verga es inolvidable. Comenzó a entrar y salir, con suavidad pero a un ritmo ascendente. El trigueño se retiró, ya había sido secada tu verga por el flaco, quien se acariciaba la verga y nos miraba de cerca.

Johan mantenía su frenesí sobre mi y yo los disfrutaba plenamente. De pronto el flaco se aproximó y se colocó cerca de Johan, cerca de su cara. Masturbándose, lo que hacía que Johan acelerara el paso, y a cada paso, más profunda la entrada. Fue casi un pacto entre ellos, el flaco jadeaba y se halaba la verga durísimo y Johan hacia lo propio, de pronto: el flaco eyaculo sobre la cara de Johan y Johan entró por ultima vez en mi culo, asegurando así que todo su semen quedaba en mi, Johan tragó la verga del flaco y chupo con ansías.

Johan se retiró de mi y quedé allí, empapado en sudor y harto de semen en mi culo.

Creí que sería todo, cuando el flaco, se acostó de prisa; y me hizo levantar para sentar mi culo en su cara, lamia mi raja y tragaba todo lo que mi culo expulsaba.

Johan se acercó y se inclinó para besar mi verga, la manoseo, la tragó y comenzó una mamada, el flaco no dejaba de tragar el liquido marrón claro que fluía de mi lastimado culo. La mamada de Johan, era preciosa, sabrosa. digna de su estilo. Se levanto y puso su culo ante mi cara, inclinó su torso y quedó justo su culo ante mi boca, abrí esas firmes nalgas y al sacar mi lengua, llegó un profundo perfume.

Lamí, lo hice como si fuera un alimento vital, como si de ella dependiera mi existencia.

– Roberto, deja ya que voy a sentarme – el flaco se levantó y se retiró, Johan me hizo sentar en la cama y el se ubicó para sentarse en mi y ser penetrado. Así lo hice. Johan tenía la capacidad de apretar mi güevo con sus esfínteres, lo cual es, como pude comprobar; un arma de control sexual, me hizo sentir ganas de eyacular muy de prisa. Y eso fue lo que ocurrió. Johan, suspiró y dijo:

– Roberto ven – acudió el flaco y se acostó, yo apreté a Johan y expulsé mi última gota. Johan de inmediato se levantó y puso su culo sobre la boca de Roberto, el flaco.

Los miré y supe que Roberto era un tragador impulsivo y Johan todo un macho forzador. Fui al baño y me duché, no había una toalla, pero no importaba, me deje secar y salí. Allí estaban los tres. Nelson, el trigueño; debidamente uniformado, Johan y Roberto se fueron al baño. En silencio me comencé a vestir, aun estaba algo mojado.

Nelson me ofreció café. lo tomé, Estaba bueno y fue acertado. a los minutos, ya terminando de vestirme. salieron Roberto y Johan. Dijo este último,

– Que hermosa noche hemos tenido, como te llamas? -me preguntó Johan, le dije

– Soy Santiago, Santiago Ferreira y tu?

– Johan Torres, todo un placer conocerte.

Miré a Roberto y él dijo:

– Soy Roberto Cervantes, y mi amigo aquí es Nelson Arturo.

De pronto Johan, frunció el ceño y preguntó:

– ustedes no se conocen, creí que Santiago era amigo de ustedes – Roberto y Nelson, se miraron asombrados y dijeron casi al unísono;

– No es amigo tuyo? – todos me miraron sorprendidos, con los ojos desorbitados

Sonreí y pregunté:

– Hacen estas fiestas con frecuencia? – no respondieron; continué – espero me inviten próximamente, Soy el nuevo Gerente de TIC y vengo por las llaves del vehículo que me asignó la Directiva.

Todos quedaron boquiabiertos, ni se movían, nada estaban paralizados de asombro. Sonreí y agregué;

– Descuiden, creo que podemos continuar siendo amigos, reunirnos de vez en vez, total, estoy agradecido a ustedes por haberme hecho descubrir esta área que desconocía. Tengan, mi tarjeta personal, estoy dispuesto a servirles de ayuda. veo que ustedes son buenos amigos, ¿aceptan a uno mas?

– Si – dijo Johan – Estoy encantado de ti, fui tu primer hombre.

Roberto y Nelson se miraron y comenzaron a reír profundamente, Johan y yo nos vimos y unimos nuestras carcajadas.

Entregada mi llave, me despedí, contento. A mí, que siempre me costaba hacer buenas relaciones inter laborales, ahora tenía 3 amigos con todo el derecho de cogerme y yo a ellos.

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