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El móvil dentro de mi vagina y una tarde de sexo con Roberto
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Las risas se agolpaban en la mesa del comedor cuando aparecí con lo que iba a ser un pavo bien asado y en vez de eso presentaba una especie de pájaro carbonizado, Óscar, mi marido, a pesar de las risas intentaba disculparme echándole la culpa al horno. Fue la última cena que todos compartimos juntos antes de que terminara el verano y empezaran las clases, Óscar, su hermana Carmen, mi mejor amiga, Sergio su esposo y el benjamín de la casa el hermano pequeño de Óscar y Carmen, Roberto, que había cumplido los 20 años y en su segundo año de universitario me iba a tener como profesora en una de sus asignaturas.

Al final unas pizzas a domicilio fueron la cena mientras las marinábamos con el vino tan caro que Carmen había traído para la ocasión y al final de la cena mientras los chicos se entretenían con el fútbol, Carmen y yo hablábamos en la cocina con una copa de vino en las manos, las dos un poco desinhibidas por aquel exquisito zumo convertido en vino que parecía que no se subía a la cabeza, Carmen me contaba su última locura.

– Que si, Lara, que te juro que es tremendo, te lo pasas genial.

– Pero tía, es una guarrada.

– Pues lo limpias antes tonta.

– Ya, y después no jajaja.

Carmen, me contaba que un día se le ocurrió meterse su móvil solo con el vibrador dentro de su vagina y le hacía sonar y sonar llamándose continuamente, que incluso salió a dar una vuelta con Sergio y cuando la llamaban se ponía muy cachonda y nada más llegar a casa el polvo que hecho fue el mejor de su vida. Carmen me pedía el móvil para ver cuanto me vibraba, la verdad que nunca utilice esa opción, pero cuando la pusimos, las dos nos miramos y nos echamos a reír fue entonces cuando Carmen me dijo “tía déjamelo”, las dos estábamos muertas de la risa, prácticamente llorando, lo que despertó el interés de los chicos por aquellas risas.

– De que os reís chicas.

– De nada, jajaja, de nada.

– Venga contarnos el chiste.

– Jajaja de nada, solo de la intensidad que le vibra el móvil a Lara jajaja.

Los tres nos miraban como a bichos raros y siguieron pegados al televisor viendo el fútbol al darnos por imposibles.

No había pasado más que un mes de aquella conversación cuando Carmen, me pregunto si lo había probado ya y que si no, no sabía lo que me estaba perdiendo. Así que me decidí aquella tarde aprovechando que estaba sola, me baje las bragas hasta las rodillas y medio tumbada en el sillón metí el móvil en mi vagina y lo hice sonar llamándome con otro teléfono, la primera vez apenas notaba nada hasta que el teléfono seguía y seguía vibrando en mi interior y poco a poco notaba como un placer me llenaba por dentro, como me iba mojando cada vez más y el móvil se iba deslizando fuera de mí teniéndolo que meter una vez más con mi mano.

Estaba tremendamente mojada, con mis dedos acariciando mi clítoris y con la otra sujetaba el teléfono fijo llamándome de vez en cuando, Carmen tenía razón, me estaba volviendo loca, me estaba masturbando con el teléfono móvil y sentía que iba a estallar en un pequeño orgasmo cuando la puerta de casa se abrió de repente y Óscar entro. Me había subido las bragas de prisa y corriendo, dejándome el teléfono dentro de mi vagina, quería ir al servicio, a la habitación, a algún sitio para quitármelo, pero ese día Óscar había llegado con ganas de hablar y prácticamente me secuestro allí en el salón durante más de una hora contándome lo que había sucedido en el trabajo.

Una hora en la que recibí tres llamadas, en la que mi cara cambiaba por completo mordiéndome los labios, cruzándome de piernas y tapándome la cara, fue algo glorioso, esas palabras fueron las que utilice cuando se lo contaba a Carmen, mientras se meaba de la risa.

– Al final me corrí delante de tu hermano sin que este se percatara de nada, hay a veces que es más pánfilo que me gustaría devolvértelo.

– Jajaja, a mí no que ya lo soporte mucho tiempo, ahora te toca a ti querida.

– Jajaja. – Las dos estábamos muertas de la risa.

Después de aquella experiencia, me arriesgue un día a metérmelo nuevamente e ir con él a clase, por regla general un día laborable no me llamaban mucho, pero si lo hacían por lo menos durante un ratito me iban a hacer un favor. Llego la media mañana y no había recibido ninguna llamada hasta que estando en clase, en la clase en la que estaba Roberto mi cuñado, mi semblante cambio por completo mientras que estaba explicando a los chicos un problema, el móvil sonaba y sonaba insistentemente y tuve que sentarme cruzándome de piernas.

Mi voz se iba debilitando por momentos, no había tenido en cuenta que realmente esta opción podría llegar a pasar, los chicos se daban cuenta de que algo me estaba pasando, pero no sabía que, nadie salvo Roberto que por casualidad escucho a su hermana contarme lo del teléfono y recordando aquella conversación supo que era posible que yo la hubiera puesto en práctica. Por fin el teléfono dejo de vibrar y por fin aunque con las bragas totalmente empapadas, mis pezones muy excitados y queriéndomelos tapar, me puse nuevamente de pie para proseguir con la explicación.

Nuevamente el móvil empezó a moverse en mi interior, nuevamente no paraba y era más insistente que antes, al final di por acabada la explicación y casi por terminada la clase cuando vi a Roberto con el móvil en la mano, tremendamente excitada le miraba fijamente mientras los demás pasaban los apuntes de la pizarra, no sé por qué, pero sabía que era el quien me llamaba, de un modo u otro sabía lo del móvil y me estaba haciendo perder los papeles, mordiéndome los labios, cruzada de piernas sentía como el móvil vibraba y se metía más en mi vagina, penetrándome como una pene, pero sin salir, estaba al borde de explotar cuando termino la clase y Roberto me miraba sonriéndome.

Mientras todos salían pedí a Roberto que se quedara y con voz firme le dije que parara, él sabía muy bien por qué lo decía, pero en ese momento estaba yo tan excitada que una llamada más, tan solo una más…

No habían pasado ni 15 minutos y en una habitación de hotel cercano a la facultad, estábamos los dos desnudos encima de la cama, yo estaba saboreando la polla de mi cuñado Roberto, metiéndomela poco a poco en mi boca mientras que mis manos bajaban y subían por ese tremendo tronco que tenía, salivándolo para que mis manos resbalaran por él y con su polla continuamente entrando y saliendo de mi boca, lamiendo y mordiéndole con mis labios su glande, no me podía creer que le estuviera haciendo una mamada a mi cuñado, pero me había puesto tan caliente que se merecía un premio, aparte Óscar esa tarde se quedaría a trabajar hasta tarde y luego se iban de cena, así que yo no tendría a nadie que me aliviase en casa.

Roberto gemía de placer cuando su polla desaparecía dentro de mi boca, pero iba a tener algo más que ese premio, lo tumbe boca arriba y gatee por el hasta poner mi vagina en su boca, me empezó a lamer mis labios y mi clítoris, con movimientos circulares su lengua me iba recorriendo entera mi vulva, la sentía tan activa y deliciosa que estaba empezando a beber de mi néctar, metiéndome su lengua en mi vagina mientras me cogía y me rodeaba con sus brazos mis muslos, yo no podía más que mover mi pelvis hacia uno y otro lado, agarrándome con las manos los pechos, enredándome la melena y cogiéndome del cabecero de la cama a la vez que gemía, que lengua tenía Roberto, que movimiento, con que acierto se posaba allí donde yo la requería, aquel regalo que yo le hice, pero que él me devolvió con creces antes de que me la metiera, Roberto termino por agarrarme de los glúteos apretando mi sexo contra su boca metiéndome muy profundamente su legua a la vez que su nariz rozaba continuamente contra mi clítoris.

No le había dejado levantarse, me había dado la vuelta mirando ahora hacia sus pies y cabalgando sobre él, su polla entraba y salía de mi vagina a la vez que mi cuerpo subía y bajaba, teníamos un enorme espejo enfrente de nosotros y miraba como su polla desaparecía en mi coño una y otra vez, como mi semblante había terminado por entornar los ojos, por tener la boca continuamente abierta mientras respiraba y jadeaba, su polla se ocultaba en mi interior regalándomelo el placer del que Carmen me había hablado, echando mis manos hacia atrás me incline y Roberto empezó a cogerme de los pechos, mi pelvis empujaba su polla dentro de mí, con movimientos rotativos la empujaba casi sin salir de mi vagina, rozándonos los sexos desnudos más y más en mi interior piel contra piel, su glande a la vanguardia liberando el placer de cada centímetro de mi vagina rosada húmeda y mojada.

No podía más, el aguante de Roberto me estaba sorprendiendo, metiéndome su polla una y otra vez, notaba que algo ya cambiaba en él, sus manos dejaron de acariciar mi pecho y me había cogido de las caderas para moverse conmigo, en mi interior también había algo que presagiaba que llegaba al final, mis músculos se tensaban y empezaba a tener pequeños escalofríos y espasmos, me eché hacia delante cogiéndole de los pies, tumbada sobre sus piernas y mirando fijamente al espejo y empecé a presionar mi vagina contra su polla para metérmela más en mi interior, empezaba a gritar, a gemir fuertemente y los dos acompasábamos nuestros movimientos con el sonido de nuestros sexos al entrar y salir, con los muelles de la cama que empezaban a sonar, hasta que sentí como Roberto explotaba en una tremenda erupción, lanzando contra mí, en mi interior chorros de su semen que iban llenando mi vagina, semen que empezó a ser barrido por mi flujo cuando literalmente inundo mi vagina, entonces si hubo música, la música del placer, gemidos y gritos se entrelazaban como lenguas de fuego.

Intente darme la vuelta con su pene dentro de mí para besarle, quería verle la cara, tumbarme a su lado recostar mi cabeza sobre su pecho sudoroso y descansar mientras jugaba con mis dedos dibujando su cuerpo, levantando y soltando su pene que ahora parecía muerto y digo parecía porque una vez más mi sorpresa fue mayúscula cuando la sentí tan grande y tan dura como antes.

– Roberto, ¿y esto?

– Ya ves, Lara, tú que la excitas.

– Claro la culpa mía no, jajaja.

– Tú lo has dicho, pero la pregunta mi querida profesora es, ¿y ahora que?

– A mí se me ocurre una forma de aliviarte ese dolor ¿y a ti?

– Lara, a mí varios, a mi varios.

– Pues a que esperas, yo ahora soy tu alumna, ilústrame.

Me cogió por sorpresa y me tumbo boca arriba poniéndose Roberto encima de mí abriéndome las piernas con las suyas, me besaba continuamente mi cuello, mis labios y terminamos en un beso profundamente apasionado cuando su glande encontraba la entrada de mi vagina y se metía deslizándose despacio y en silencio hacia el interior, subí con ímpetu mi pelvis apoyando mis pies con fuerza en la cama para que me penetrara más adentro a la vez que exhalaba aire con un gemido delicioso, haciendo que se pusiera él a cuatro patas sin poderse tumbar sobre mí, empecé a bajar y subir mi pelvis metiendo ya sacando su polla de mi vagina tremendamente húmeda y mojada, de manera juguetona me movía arriba y abajo, un juego que duro un rato teniéndole a mi merced, teniéndole parado y siendo yo quien se movía para que su pene me fuera penetrando.

Roberto me miraba fijamente, nuestros besos, nuestras muecas de placer, nuestro deseo, mi deseo porque me follara no tenía fin, pero el del tampoco, yo había empezado, pero él lo iba a terminar, haciendo fuerza con su cuerpo termino por tumbarme por completo en la cama, y aprovechando que mis piernas estaban flexionadas me subió primero una y luego la otra sobre sus hombros, con mis talones sobre ellos, mis piernas plegadas sobre mis pechos, Roberto tumbado sobre mí, pero elevando su torso casi de rodillas con sus manos extendidas sobre la cama a ambos lados de mi cuerpo, me penetraba de una manera especialmente profunda, teniendo mi vagina extra lubricada por la excitación del juego de antes, empezaba a sacarme los gritos más profundos y altos de la tarde.

Las sensaciones que estaba teniendo de placer excedían a las que antes había tenido, a las que siempre había tenido, me la estaba metiendo de tal manera que mi cuerpo entero temblaba antes incluso de tener un orgasmo, nunca me habían follado así, nunca había sentido tanto placer cuando me penetraban, la sentía entrar y salir envuelta en mis flujos, empapada de mis jugos que ya chorreaban por mi vagina, apretaba las sabanas con mis manos fuertemente, moviendo mi cabeza gritando a diestro y siniestro, sentía como se me escapaba sin remisión todo el placer que tenía acumulado en cada penetración hasta que empecé a correrme, un orgasmo que no fue uno sino varios seguidos.

Roberto gemía, gritaba conmigo cuando empezó a eyacular dentro de mí, disparando su semen a gran velocidad contra mí, sintiéndole tan dentro que me estaba provocando otro orgasmo, no podía ni hablar, casi ni respiraba, inhalando profundamente aire por la boca para exhalarlo despacio todo esto en forma de gemidos y gritos, su cara de gozo y de placer era un reflejo a la mía, más de un minuto de orgasmos, más de un minuto cuando él rendido cayó sobre mi cuerpo cuando mis piernas se abrieron a él y nuestros cuerpos sudorosos se unían en un baile, cuando nuestras lenguas se entrelazaban como una sola, Roberto me acababa de regalar el orgasmo más genial de mi vida.

Los dos caímos en un pequeño sueño, me puse de lado hecho un pequeño ovillo con mis piernas, mis ojos se habían cerrado un momento con Roberto abrazándome por la espalda, sintiendo su respiración, amoldándose a mi cuerpo. Un momento dije, pero cuando abrí los ojos habían pasado dos horas, cuando abrí los ojos fue porque note como Roberto intentaba metérmela por detrás de mí, tenía su pene a las puertas de mi vagina, entrando y saliendo de ella tan solo unos centímetros.

– Perdona, Lara, al despertarme sin querer se ha metido, ¿te he despertado?

– ¿Sin querer? Mmm. Sin querer te voy a dar yo sin vergüenza mmm.

– Te ha molestado.

– Me hubiera molestado que no lo hicieras.

– Te gusta

– Me encanta que me la metas Roberto mmm, y ahora sigue, mmm sigue así.

– ¿Sabes?

– Di… mmm dime aaahhh.

– Me alegré de que decidieras meterte el móvil en tu coño.

– Y a mí que lo supieras.

– ¿Qué se siente?

– Gozo, placer, no sé explicarte, pero mmm calla y fóllame, calla y fóllame.

Fue decirle eso y de un empujón me la metió entera, una vez más la sentía dentro de mí, su mano se turnaba apoyándose en mi cadera mientras que me penetraba, en mis pechos acariciando mi pezón, una vez más Roberto me hizo sentir tanto que una vez más mis gemidos volaban por la habitación, que mi pierna se elevará, flexionándola por detrás de el para que la pudiera meter más profundamente, nuevamente nuestros besos, nuestros labios no descansaban gimiéndonos el uno al otro con nuestro aliento en nuestros labios, su semen, una vez más navegaba por los restos de mi flujo que ya me había inundado la vagina.

Era tarde, ya había anochecido cuando entre en casa, cuando me duchaba me iba acariciando el cuerpo, recorriendo y recordando donde él me había besado, pasándome las manos por mi sexo donde él me había penetrado, sintiendo todavía su semen en mi interior. Cuando llego Óscar venía con ganas de sexo esa noche, pero a mí me dolía la cabeza, la cabeza no era sol el pretexto, esa noche quería dormir solo con él dentro de mí, quería recordar cada momento con él.

Contigo… Roberto.

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