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El mesero de la calle 59
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Esa noche me había citado en su departamento, era su noche libre del trabajo, sus mensajes me llegaban al celular con la misma impaciencia que me esperaba en su piso, uno de esos mensajes era una foto recién tomada donde mostraba su miembro saliendo del pantalón, un miembro de buen tamaño que mostraba cual exquisito estaba.

Llevábamos dos días mensajeándonos a cada rato, parecía que nos conocíamos de hace mucho, era tanta la complicidad que habíamos tenido al mensajearnos, que mis nalgas extrañaban sus manos tocándome como lo había hecho hace dos días en la parte trasera de ese bar donde trabaja.

Desde que llegué con mis amigas al bar, me fije en él y en cada momento él me regalaba una sonrisa al pasar, la noche cayó y el efecto del alcohol me hizo desinhibirme que en un momento cuando le pedí un nuevo trago, le dije al oído que me moría por follar con él.

Yo me encontraba despechada, decepcionada y con la autoestima baja por haberme enterado que el imbécil de mi novio me había puesto el cuerpo con su ex. Ese sábado por la noche, en el bar lo había seguido hasta el fondo de un pasillo del bar, estando ahí me arrincono en una esquina y con mucha facilidad me subió el mini vestido que llevaba, haciéndome sentar en un banco sucio al mismo tiempo que me alzaba las piernas para meterse en medio de mí y empujarme su verga en esa posición.

Todo fue tan rápido que pareciera que habían sido segundos, fue tan rico disfrutar de ese chico y la adrenalina que se generó con tal travesura que acabó dentro de mi y de igual manera tuve un orgasmo, fueron como 10 minutos llenos de adrenalina que sujetándome del cuello me dio enormes embestidas. Al terminar dentro de mí y mientras se acomodaba el pantalón me dio su celular para guardar mi número.

Eso dio pie a que esos dos días nos sexteáramos hasta largas horas de la noche, habíamos compartido muchas cosas incluso hablamos de muchas cosas banales entre sí. Me había insistido que nos viéramos una vez más, que se moría de ganas de volver a estar dentro de mí, me había gustado la manera como me abordo en la esquina del bar y de solo acordarme de esa verga con el glande rojo me hacía mojar la pantaleta. Era inevitable no querer verlo de nueva cuenta, mi cuerpo más que mi mente lo necesitaba, moría por sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos y sentir esa verga dentro de mí.

Sin más, acordamos vernos la noche de ese lunes, al salir de la Uni fui al centro comercial para comprar mi atuendo para la noche que le dedicaría a mi nuevo amante, el chico del bar que me traía vuelta loca; era de tez blanca, con pecas en la cara delgado y con unas manos enormes, se notaba que hacía alguna clase de ejercicio pues sus pectorales al igual que sus brazos estaban firmes.

Se acercó la noche, quedamos en que la cena correría por su cuenta, es decir él se encargaría de todo pues me citó en su departamento. Me mando la ubicación y en punto de las 9 pm salí con rumbo a su piso. El taxista al verme con mi atuendo no pudo resistirse mirarme con descaro como si me quisiera romper la ropa y hacerme suya ahí mismo, quizás en otra ocasión le hubiera permitido al tipo del taxi follarme en cualquier callejón donde el me llevará, pero ese no sería el momento adecuado, pues mi cita me esperaba en su departamento y yo moría por estar con él. El taxi me dejo en la puerta del edificio, al llegar le avise y con un mensaje me pidió subir al tercer nivel, al departamento 35.

Me había gustado tanto ese chico que me esmere en mi atuendo: falda negra corta con un mini fruncido que me sentaba bien al caminar, un top blanco que me llegaba al ombligo que sujetaban mis senos con solo dos botones, debajo había elegido un conjunto de tanga negra de encaje al igual que mi bra de media copa, mis zapatillas de tacón alto. Me sentía una completa puta yendo a ser penetrada por su hombre.

Tal fue mi sorpresa que al abrir la puerta, este chico estaba completamente desnudo, en su mano izquierda llevaba un antifaz y con la derecha tomaba su verga semi-erecta, yo quede boquiabierta de lo sorprendida que estaba viendo, no me esperaba tal recibimiento y menos de esa manera.

Enseguida me invitó a pasar, en cuanto di un paso hacía dentro, me tomo de la mano, cerró la puerta y me empujo hacía la puerta, apoye las manos y mi espalda sobre la puerta mientras este chico presionaba su cuerpo hacía el mío, en seguida mi cuerpo reacciono lubricando mi entrepierna, mordí los labios de los excitada que me estaba poniendo tal situación. Sentía su verga apoyada en mi entrepierna, aun por encima de la tela de mi falda, pude sentir el contorno de su verga ejerciendo presión a la altura de mi vulva.

—Te estaba esperando bonita, me tienes con la cabeza vuelto loco, muero por tener tu cuerpo toda la noche —me dijo plantándome un beso, pasó su lengua sobre la comisura de mis labios, yo suplicaba porque me besara y me tomara ya mismo.

—Yo también tenía muchas ganas de verte, que propones —le dije dibujando una sonrisa coqueta en mi cara.

 —Que hagas lo que yo te diga, que dices —me dijo mostrándome el antifaz que llevaba en la mano.

—Sí, acepto. —le dije ansiosa por saber que iba a pasar.

Hizo un movimiento de cadera restregándome su entrepierna, me beso con pasión acariciando mi barbilla y enseguida me puso el antifaz cubriéndome por completo la vista.

—Estás segura de continuar, te aseguro que vas a disfrutar, pero este es el momento para desistir —me dijo, no tenía duda que quería entregarme nuevamente a ese hombre, ese juego me estaba gustando, sentía mojar mi tanga con solo sentir la respiración de ese chico.

—Sigue, no te detengas, quiero ser tuya esta noche y las que quieras papacito —le imploré ansiosa de que seguiría.

Metió su mano por debajo de mi falda y con su palma toco mi vulva por encima de la tanga.

—jajaja, estás bien mojada y ni siquiera empiezo, así me gusta que seas una puta.

Quitó los botones de mi blusa y me la quito con desesperación al igual que mi sujetador, tomo mis senos entre sus manos y en cada pezón hizo pasar su lengua provocando que mi cuerpo se estremeciera, no podía ver, solo sentía sus manos acariciando mi cuerpo. Bajó mi falda con la misma desesperación que me había quitado la blusa, estando e la altura de mis rodillas envolvió mis piernas entre sus manos subiendo hasta llegar a mi tanga que ya suplicaba desprenderse de mi cuerpo, bajo mi tanga hasta el suelo y estando agachado llevo sus labios a mi vulva, con una mano en mi nalga izquierda ejerciendo presión y la otra sobre mi pelvis sumergió su cabeza entre mis piernas y con su lengua me dedico un oral que me hacía retorcer de placer, cubría mi vagina con toda su boca y con labios mordía los labios externos de mi vagina provocándome placer.

No me importó estar cerca del pasillo del edificio pues de mi boca empezaron a salir gemidos que no pude ahogar, de pronto subió hasta mis pechos los tomo con sus manos, mordió uno, luego el otro y enseguida regreso hasta mi entrepierna para seguir chupando mi vagina, seguía gimiendo de placer y llevando su dedo hasta mi boca me ordenó que me callara.

Esa orden hizo que mordiera los labios para ahogar mis gemidos, una mano yacía en mi senos acariciándolos por igual mientras seguía chupando mi vagina, sus dedos se hicieron notar dentro de mi, primero uno, luego dos, ese hombre me estaba volviendo loca de placer, con una mano me acaricia los senos, mis nalgas, con la otra me estimulaba mi clítoris, el interior de mi vagina y su boca recorría desde mi vientre hasta mi clítoris y mis labios vaginales, con ese ritmo y sin parar me estaba dando el mejor placer que había recibido en mi vida.

Yo no aguantaba más que no podía ahogar mis gemidos, sentía que estaba a punto de correrme cuando este chico se incorporó dejándome así extasiada, le suplicaba.

—Que haces, mi amor, sigue, por favor, esta delicioso todo que me estás haciendo.

En seguida y con tono fuerte me dijo:

—No, yo elijo en que momento te vendrás —con todo sarcástico y riendo siguió— Todavía no quiero que te vengas, ¿me entendiste putita? —yo asentí con la cabeza.

Sentí su cuerpo nuevamente sobre mí, su respiración en mi cuello el cual aprovecho para besar, acto seguido me volteo de cara a la pared, sentía su respiración en mi espalda, mordió mi hombro dejando marca, una marca como diciendo "soy tu dueño y me perteneces”, me arrincono más hacía la puerta sentía su verga restregándola sobre mis nalgas y con movimientos empezó a buscar la entrada de mi coño, hasta que entró, me tomo de las caderas y empiezo a penetrarme moviéndose de arriba hacia abajo pudiendo recorrer todo la cavidad de mi vagina.

Siguió penetrándome con fuerza que estoy segura que los demás inquilinos nos estaban escuchando, tenía una verga gruesa que llenaba todo mi interior y me estaba sacando gemidos casi gritos de las embestidas que me daba, saco su verga de mi coño y enseguida me volteo nuevamente frente a él, alzó mi pierna y me metió su verga nuevamente, me abrace a el sobre su cuello y me dedique a disfrutar, lo tomaba de las nalgas presionándolo hacia mi para que me metiera toda esa verga gruesa que me está dando.

Mi cuerpo reaccionaba a sus embestidas, empecé a mover la pelvis para disfrutar más de esa verga que no aguantaba, sentía que me iba a venir.

—Mi amor, me voy a venir, no aguanto, por favor déjame venirme, te lo suplico.

—así me gusta putita, que supliques. Si, puedes venirte, anda, córrete —me dijo.

Con esa autorización mi cuerpo empezó a expresar satisfacción pues tuve una descarga eléctrica que duró varios segundos mientras tenía un orgasmo intenso, mi hombre enseguida se vino dentro de mí, echando toda su leche por todo el interior de mi vagina.

Caminamos como pudimos después de tan rica cogida y aún con la respiración entrecortada caímos en un sillón.

Espero que lo hayan disfrutado, la noche no acabó ahí, pero lo que siguió después de eso, lo contaré en un próximo relato, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

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