Durante estos dos años pasaron muchas cosas y hubo miles de experiencias, poco a poco se las iré contando.
Llevaba un buen tiempo siendo novia de un chico que era demasiado genial, e incluso muchas personas pensaban que podríamos ser la pareja ideal, ya que teníamos muchas cosas en común, la música, el ejercicio, la comida, la pasión por la vida y también la pasión que había entre nosotros.
Un sábado por la mañana estaba completamente sola en mi casa, haciendo ejercicio en el patio trasero, Jesús quedó en ir a mi casa para desayunar juntos; al llegar paso hasta el patio, lo saludé y continúe terminando mis ejercicios, al terminar le dije que me bañaría a lo que respondió que era mejor así.
Siempre que inicia vamos con los besos y las caricias desenfrenadas ya no podíamos parar y justo así sucedió, pensamos en ir a la sala, pero nos pareció más excitante hacerlo en el patio, los vecinos no pueden ver hacia el patio, pero era algo diferente para ambos.
Nos tiramos en el tapete de yoga, nos quitamos toda la ropa desenfrenadamente ya que siempre era de esa manera, el tomo de su chamarra un condón se lo colocó y entonces comenzó la sinfonía de sonidos de placer sin fin y las caricias y besos que estando con el parecían jamás terminar, y eso nos encantaba.
Cada que su miembro entraba y salía de mi tenía un escalofrío en el vientre que hacía que gritara como una loca, y más aún cuando escuchaba y sentía su respiración agitada y excitada en mi cuello o en mi oído, lo mejor eran los pequeños gemidos que salían de nuestras bocas y se ahogaban en un profundo beso.
Cada encuentro entre nosotros duraba el tiempo más que perfecto para alcanzar varios orgasmos los dos juntos.
El viento comenzaba a soplar y tocaba nuestros cuerpos desnudos haciendo que nos llevarán a un pico se placer aún más alto.