Hacía rato que nuestra vida sexual estaba en decadencia, aburridos sexualmente el uno con el otro, el sexo se había vuelto algo rutinario y espaciado.
Algo había que hacer para recuperar la arrechera de años pasados, este jueves mientras cenábamos, decidimos hacer una cita de sexo a y amor, de dedicarlos a explorar a ver qué pasaba. Gastaríamos nuestros esfuerzos en solo darnos placer, a ver si recuperábamos lo que perdido, ya veíamos.
Nos citamos para el sábado, quedamos en que mi novio se encargaría de la parte alimenticia, san duches, cerveza, papitas y nueces, más algo de vino.
Esa tarde me prepare, me fui a donde un brasilera que me depilo el coño, mi culo y las ingles, quede como bebe recién nacido, después me fui a casa me bañe, y depile las piernas. Me hice un lavado por si acaso terminábamos disfrutando de algo de sexo anal, solo pensarlo me calentaba.
A eso de las 7 pm, ya esperaba a que llegara mi novio, me vestí súper sexy, me puse una tanguita pequeñita y picarona, una faldita de colegiala, y una remera que dejaba ver mis senos por los lados.
Sonó el timbre, le abrí la puerta y con sus ojos muy abiertos entro a mi apartamento, nos sentamos a cenar, y el no quitaba sus ojos de mis atributos, yo notaba el bulto en sus pantalones. Terminamos y nos sentamos frente a la televisión no ver nada, nos acariciábamos y besamos, nuestras manos pasaban por encima de nuestros cuerpos como palpando el placer de cada punto. Sus manos pasaban por entre mis piernas tocando mi coño por encima del pequeño triangulo de la tanguita, mis manos acariciaban por fuera el mango de su sexo que duro y grande estaba bajo su pantalón.
La pequeña ranura entre mis piernas estaba ya casi incendiada, sentía el calor y los líquidos deslizándose por mis muslos, le tome su verga, y la saque a que reparara un poco, se veía cabezona y deliciosa, acerque mis rojos labios y le di lengua, despacito y rápido a la vez, el ojete de su glande tiembla de placer y pareciera me guiñaba pidiéndome más. Le hice caso y me la comí, que delicia, pasee mi lengua por toda su cabeza, la jale con mis manos y la bombee con mi succionadora boca. Gemía y suspiraba mientras el mamaba, la arrechera reprimida de los dos estaba reventando.
Mientras el tocaba mis nalgas y metía sus dedos entre ellas, acarándolas y pasando las yemas de sus dedos por el ojo de mi culo, que se volvía loco cuando le hacían eso. Metió uno de sus dedos en mi trasero, lo sacaba y metía al mismo ritmo que mi cabeza subía y bajaba en su acalorado miembro.
Aproveche que tenía su dedo en mi culo, y pensando en algo nuevo, le acaricie el culo a él y ya con los dedos húmedos se lo metí, salto un poco, pero se aguantó, se lo metí y saque suavemente, mientras lo mantenía excitado con mi boca en su verga.
Recordé un juguete que habíamos comprado hacía ya un tiempo pero que había quedado en el olvido, un consolador curvo para acariciar la próstata por el culo. Le pregunte si lo estrenábamos, me miro algo indeciso, pero en esa arrechera en que estamos, no había vuelta a atrás, así que lo saque del armario, le puse baterías nuevas y no lo quedamos mirando.
Lo encendí y después de mojarlo con mi boca, me lo seguí comiendo y al mismo tiempo despacio le fui metiendo el consolador en el culo, parece que le gustaba, se movía y gemía como nunca, llegue hasta su próstata y ya sentía yo la vibración atreves del pene en mi lengua. Algo de líquido seminal salía por el ojo de su dura verga, y su sabor me puso más caliente, seguí mamándole su miembro, gemía y lloraba de alegría al mismo tiempo, el ya estaba dedicado y concentrado en su mismo, así que me metí un dedo en el coño y rápidamente le di fuerte a mi pepita saltarina.
Él ya estaba casi al otro lado del orgásmico abismo, Se empezó a venir por oleadas llenado mi boca de su preciado semen, con sabor a la piña que de postre nos habíamos engullido, su pene vibraba y disparaba como una ametralladora, mi orgasmo no llegaba, solté su pene que ya empezaba a escurrirse después de semejante orgasmo, y se acercó a mi cuca, la cual agarro a besos y a comérsela como si fuera el ultimo manjar de la tierra, mi dedo seguía rastrillando mi pepita, y uno de sus dedos penetraba mi culo, le advertí que me iba a venir fuertemente, y apenas me empecé a venir, me volteo en cuatro y de una pego su boca en mi ano y termino metiendo su traviesa lengua en mi culito, mientras yo mojaba con mi orgasmo el tapete de la sala, frente al televisor, que había quedado solo de callado espectador de nuestro nuevo futuro en lo que al sexo se refiere.