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El lado oscuro de Luna (Capitulo II)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Narrador.

 En el capítulo anterior recordarán que Luna salió muy enojada de aquel lugar, sentía que fue a perder el tiempo, en su mente había pensamientos que luchaban unos con otros buscada respuestas, lo que más le perturbaba era el silencio de aquel hombre, se auto criticó por qué no debió haber contado con lujos de detalle su vida íntima, y porque ¿No la detuvo? Solo se limitó hacer un par de preguntas y a escuchar las largas y específicas respuestas; ella seguía preguntándose sobre la insistencia de su madre para ir a esa sección.

Luna.

– Bueno ya no hay marcha atrás, ya le conté una pequeña parte de mi vida, pero honestamente no sé qué me paso, siento que hablaba con mi conciencia, me sentí en confianza y sin darme cuenta solté varias cosas que nadie sabe ¿Será que vuelvo a ir la próxima semana? Algo me dice que sí, pero por otra parte me da cierta pena con él, fui muy grosera al salir de ahí casi que, tirando la puerta, fue frustrante que no hiciera ningún comentario de lo que confesé, pero bueno ya veré si me animo a ir.

Llegando a casa. Hola, madre – ¿Cómo te fue? – Bien – ¿Solo me dirás eso? – ¿Que más quieres que te diga? – por lo menos ¿Si te gustó o no? – Hablamos luego, me voy a mi habitación – ¿Vas a comer? – no mami gracias, camino a casa comí algo ligero – está bien.

– Entre a mi zona de confort, cerré la puerta, solté la cartera sobre la cama, me paré frente a mi mejor amigo y confidente (el espejo de cuerpo completo que está en mi cuarto) parada ahí venía a mi mente aquel hombre que por un momento conoció parte de mi intimidad.

Me miré de arriba abajo, detallé lo bien que se veía mi silueta con esa ropa y como mi cuerpo se estaba trasformando debido al duro entrenamiento.

Luego me comencé a desvestir lentamente, primero quité las sandalias altas de tiras rojas y de fino tacón, luego el ajustado jean azul oscuro a las caderas y poco a poco fue desabotonado los cinco botones de la blusa blanca manga larga un poco trasparente, de esas que dejan ver el brasier, hasta quedar en un conjunto íntimo blanco de finos encajes (que por cierto me lo regaló mi madre) me miraba y admiraba como lucía en mi cuerpo aquel sexy atuendo.

Por un momento dirigí la vista al piso donde habían quedado las sandalias; y me provocó verme en ropa íntima con ellas puestas, estilo modelo de catálogo, así que me las coloqué de nuevo.

Posé de diferentes maneras frente al espejo ¡Verme en ese conjunto de tanga hilo y brasier más las sandalias altas, WOW! De verdad que me gustó verme así de sensual, me daba la vuelta y miraba mi espalda, mis piernas, mis formadas nalgas, me encanta como se veía el hilo entrando entre ellas, y como caía mi cabello suelto a media espalda, me gusta mucho todo lo que veo, hasta el contraste del rojo con el blanco, no sé si es narcisismo con un toque de fetichismo, pero de verdad es que me veo deseable. (Honestamente, desde hace muy poco tiempo es que me estoy tomando en serio mi sexualidad).

Pensar en "el terapeuta" por llamarlo de alguna manera, me estaba calentando, debo reconocer que mientras le contaba lo del chico en el auto mi vagina se contraía y hasta me sentí muy húmeda, no sé si por recordar ese momento, o porque se lo estaba diciendo a un hombre apuesto, alto, de piel blanca, cabello negro que pinta algunas canas, barba canosa bien cuidada, rasgos gruesos, con anteojos a la moda, cosa que lo hacían lucir más interesante, el cual le calculo unos 50 años ¡Pero bien llevados! Esa confesión me produjo morbo; y mientras narraba la situación en vez de ver al chico fantasma, a quien realmente veía en la escena era "al terapeuta". Que cosa más loca, pero me gustó imaginar que era ese cincuentón que estaba conmigo dentro de ese incómodo auto.

Mi mente se puso más creativa y comencé a fantasear con él. Que entraba de improvisto a mí habitación y estando parada ahí en ropa interior y sandalias, me tomaba por las caderas, pegando mi espalda a su pecho y su miembro erecto entre mis glúteos, paseando sus manos por mi abdomen hasta terminar en mis grandes pechos al cual apretaba con deseo desenfrenado, mientras yo sentía su cálida respiración en mi cuello, mi piel se eriza, cierro los ojos, siento como mi entre piernas tiene contracciones, mi pantys comienza a mojarse, sus manos bajan hasta mi húmeda cueva el cual acaricia suavemente, mete la tela en medio de ella dejando mis labios desnudos y con dos dedos explora mi sexo en busca de mi clítoris, al encontrarlo lo frota mientras narra en mi oído lo que está haciendo y en voz baja me dice – Sé que te guste desde que me viste y tú también me gustas, sé que te agrada como masturbo tu vagina mientras sientes mi erección pegada en tus nalgas.

Mi mente estaba fabricando esa fantasía, la sentía tan real que gemía de placer, ahí parada mis piernas abiertas perdían equilibrio, podía sentir su calor corporal, sentía que mis dedos eran los de él, seguí frotando, aún con los ojos cerrados me fui agachando, hice la forma de un puente colocando una mano atrás en el piso para sostener el peso de mi cuerpo y con las piernas abiertas me incliné hacia adelante, mi otra mano estaba metida dentro del pantys frotando con pasión, abrí los ojos y lo que veía me excitaba más. Veía a una mujer morbosa, llena de una loca lujuria masturbándose frente al espejo, mi cara era otra, mi cuerpo no era el mismo, ya mis gemidos estaban pasando a gritos descontrolados, la imagen que proyectaba el espejo me excitaba tanto o un poco más que imaginar estar con mi "terapeuta". Subía y bajaba el cuerpo, por momentos llegaba a mí mente la imagen como sí el estuviera en posición de perrito metido en medio de mis piernas lamiendo mi vagina y eso de verdad que me ponía más caliente. Seguí acariciando el clítoris hasta alcanzar el orgasmo más deseado de mi vida.

Caí tumbada boca arriba en el piso, suspirando y cansada, luego me fui a ducharme y a seguir recordando ese placentero momento, mientras el agua corría por mi cuerpo pensaba en ¿Cómo será la segunda sección? Me gustaría hacer una locura y vestirme provocativa a ver si logro robarle unas miradas o quizá se incomode, parezco una niña con juguete nuevo ¡jajaja jajaja!

Seguí con ganas de masturbarme y sólo me venía a la mente como será tener sexo con él, desearía seducirlo para descubrir su punto de quiebra, no estoy segura de poder lograrlo, se ve que es un hombre de ética y de respeto, debe ser casado y con hijos mayores, quizá hasta nietos tenga.

Salí de la ducha envuelta en la toalla, fui al cajón de ropa íntima y saqué un cachetero negro y un top rojo, lo puse sobre la cama mientras terminaba de secar mi cuerpo, luego unte crema de almendras y me coloque la prenda, peiné el cabello, me tumbe en la cama a pesar hasta quedarme dormida.

Narrador.

Llena de intriga, al día siguiente su madre entra en la habitación de Luna, ella seguía durmiendo, se acuesta a su lado y la despierta. Le da los buenos días con mucho cariño y le dice – tenemos que hablar, ya son las 9:00 am, levántate y ven a desayunar – mami tengo sueño y no tengo hambre – anda a levantarse – okey, madre ya voy. Su madre se fue a la cocina y ella se levantó, se aseo y bajo.

– Amor ¿Cómo te fue? – bien mami, sólo le conté algunas cosas y él se limitó solo a escuchar, es un hombre bastante interesante y buen mozo, me llamo la atención ese señor – Luna ¿Cómo qué edad tiene? El me lo recomendó una amiga, pero no me dio detalles – es un hombre como de 50 años y me llamo la atención – hija, pero ese señor puede ser tu papá – técnicamente sí, pero no lo es, además mi padre es menor que el, jajajaja.

– ¿En serio Luna? No te puedo creer que te gusten los hombres mayores – pues si madre, y no es de ahorita – me gustaría que me contaras todo lo que pasa contigo, te he notado distraída y distante, hasta de mal humor, eso me preocupa, por eso te conseguí esa cita – bueno mami, me toca ir el martes que viene. Me gustaría que me acompañaras a comprar ropa, se me metió en la cabeza seducir a ese señor – "Luna por Dios" se te ocurren unas cosas – es en serio madre ¿Me acompañas o no? – okey está bien niña caprichosa, no conocía que fueras así.

– Su madre fue a su habitación a ducharse y cambiarse y Luna hizo lo mismo, a la hora y media salieron juntas a comprar algunas cosas y a pasar el día juntas.

Fueron de tienda en tienda escogiendo diferentes ropas, ambas no se ponían de acuerdo en que comprar, por un lado, Luna escogía los vestidos o faldas más cortos y por otro lado mamá algo más recatado, a pesar de que ella es muy sexy en la forma de vestir.

Hasta que por fin se pusieron de acuerdo en un par vestidos y calzado, sin contar otras compras más, pasaron un día fabuloso. Luna antes de montarse en el carro miró a su madre y luego de una pausa dijo – mami, quiero que me acompañes el martes a mí segunda sección, no para que entres conmigo, sino para que conozcas al terapeuta y me esperes al salir para ir a comer algo – está bien hija, como has crecido ya eres toda una mujer.

Llegó el esperado martes, Luna se levanta feliz porque irá a su segunda sección, se va a duchar y luego escoge la ropa, la coloca sobre la cama, se para frente al espejo, primero se pone un Body tipo hilo de fina blonda color negro, una minifalda del mismo color, una blusa blanca de lino sin mangas, le hace un nudo adelante y la deja casi abierta ya que el Body en V adelante luce como un accesorio muy coqueto que solo cubre las areolas y pezones, se monta en unas sandalias negras altas de tiras patente que dejan los pies al descubierto, sus unas están pintadas de color vino tinto, tanto en los pies como en las manos, se maquilla muy sutil y se perfuma con una fragancia cítrica, peina sus cabellos y sale de la habitación a la de su madre para decirle que es hora de irse.

Luna. Mami, estoy lista, vámonos – dame un momento estoy en el baño dando los últimos toques – está bien.

– Su madre al verla por un momento se quedó sin palabras y cuándo reaccionó, solo dijo.

– Hija estás hermosa, toda una mujer, me sorprendes – gracias mami, tú también estás hermosa, vámonos que es tarde

– Luna tu definitivamente quieres conquistar a ese hombre, a esa edad que tiene, más bien está bueno para mí. – Madre por favor – está bien hija, no te enojes.

– Llegaron a la sección, Luna se anotó y sé fue e la sala de espera a seguir conversando con su madre, al poco rato la asistente de dice – pasa te están esperando. Luna se para un poco nerviosa y le dice a la mamá – ya vengo – okey, hija, éxito.

– Hola ¿Cómo está? – hola, muy bien, toma asiento en el sofá – gracias, quería disculparme con usted por la actitud de la vez pasada, me comporte como una niña malcriada, de verdad discúlpeme por eso.

– No tengo nada que disculpar, para eso estás aquí, entiendo que quieras respuestas inmediatas, pero todo llega a su tiempo, así que no te preocupes y vamos a lo próximo, si quieres te acuestas para que estés más cómoda, yo me sentaré aquí frente a ti en este sillón – ¿Me puedo quitar las sandalias? – seguro que sí, ponte lo más cómoda que puedas.

– Esas palabras hicieron clic en mi cabeza, juraría que me bajo un chorro de fluido vaginal, era mi momento de seducirlo, así que, lentamente fui soltando mis sandalias una a una, abrí mis piernas lo más discreto que pude, pero con la intención que viera mi ropa íntima, al terminar de quitarlas las coloque a un lado e inocentemente abrí más las piernas, el me miró directo a mi cara y luego bajo la mirada hasta mis pies, luego fue subiendo hasta llegar a mi entre piernas. Quito la mirada y sonrió.

– ¿Ya terminaste? – Sí – entonces empecemos ¿Porque volviste a la segunda sección?

– Realmente deseo saber la razón de mis cambios, de un tiempo para acá me siento con muchos deseos de tener sexo, estoy contantemente pensando en sexo, me excito de la nada y me la paso con las pantaletas mojadas, me imagino teniendo sexo con hombres y hasta con mujeres, me excita verme en el espejo en ropa íntima y desnuda, siento que estoy enamorada de mí, me gustan los hombres mayores y por otro lado me atraen las chicas de mi edad que sean bonitas y de buen cuerpo, no siento deseo que me penetren, me gusta que me toquen y el sexo oral, tanto como hacerlo y que me lo hagan, siento mucha curiosidad del sexo anal y el beso negro, me da como miedo perder la virginidad.

– ¿Te masturbas? – Sí y mucho, es como un vicio. Me gusta verme haciéndolo, me gusta mi olor y mi sabor, dos veces y hasta tres veces por día lo hago.

– ¿Desde cuando tienes está práctica?

– Desde hace tiempo, veía revistas de chicas en traje de baño o publicidad de ropa íntima y eso me excitaba, sentía una sensación allá abajo y de inmediato me tocaba, y más cuando escuchaba a mi madre tirando con mi tío, tenían sexo rudo y eso parecía gustarle a mi mamá.

– ¿Porque tienes miedo de perder la virginidad?

– Realmente no lo sé, pero siento que me estaría faltando a mí misma ¿Sabes algo? – No, dímelo tú. El día que salí de aquí molesta, al llegar a mi casa recordé todo lo que le había confesado y eso me produjo una gran excitación y me masturbé pensando en usted.

– Al escuchar la confesión de Luna, el trago grueso y se le quedó mirando sin parpadear, hubo un silencio y ella comenzó a acariciar sus piernas mientras lo veía a los ojos y le preguntó con gran descaro – ¿Puedo masturbarme mientras usted sigue con las preguntas?

– No lo veo conveniente ¿Realmente por qué viniste? – Por qué quiero que me ayude a entender quién soy en realidades y ¿Porque usted me atrae tanto?

– Él sonrió y le dijo – Nos vemos el martes que viene.

Continuará.

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