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El hipnotista (capítulo 1): Etan. El amuleto
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Etan y Kendra, terminaron una maravillosa cita. Habían ido a bailar, disfrutar de una exquisita cena y ahora tomaban unos tragos. 

-Lo lamento, pero debo irme. Mañana tengo una reunión de trabajo muy importante, la cuenta del Banco Alemán se mueve mañana y tengo que preparar mucho material. Lo lamento, me gustaría que nuestra noche siguiera.

Dijo Kendra, mientras tomaba su bolso.

-No te preocupes, yo sabré cobrarla. ¿Quieres que te acompañe a tomar un Uber?

Cuestionó Etan, mientras pagaba la cuenta.

-No es necesario, mi compañera, Olivia, ya viene, trabaja por la zona y pasará por mí. Enserio que me siento mal por esto. De verdad que disfruté de la cita y ¿qué te parece si el viernes en la noche tenemos la segunda parte?, ¿pasas por mí a las 8?

Cuestionó la chica, mientras se levantaba.

-Claro. Hay un club en la zona sur que quiero mostrarte, te gustará.

Dijo Etan insinuante.

-Yo más bien tenía la idea de cocinar para ti, abrir una botella de vino, y mostrarte una nueva línea de lencería que compré.

Dijo Kendra con la mirada fija en la entrepierna de Etan.

-Es una cita preciosa.

Aceptó Etan.

-¿Te quedas?

Cuestionó Kendra.

-Si, creo que tomaré otra copa, tengo unos días de vacaciones hasta el próximo viernes y quiero disfrutar de la noche.

Respondió Etan, mientras ordenaba otro trago.

-En verdad lo siento, te llamaré mañana después de la junta para ver si quieres almorzar.

Dijo Kendra a la vez que se despedía de Etan con un nada tímido beso.

-Y yo contestaré tu llamada encantado.

Dijo Etan mientras devolvía aquel acto.

Kendra soltó una ricita ruborizada y se despidió del atractivo muchacho. Etan pidió otro trago y pensó en lo que podría hacer esa noche. Kendra lo había dejado caliente, deseaba estar con ella y pensó en darse una vuelta por los clubes de la tercera avenida.

-Pensé que nunca se iría. Hola, soy Demian.

Dijo un atractivo muchacho pelirrojo de ojos verdes.

-Ya me iba. –

Respondió Etan cortante, mientras se colocaba de pie, pues a leguas notó que aquel muchacho era gay.

-¿Cuál es la prisa?-

Dijo Demian, al tiempo que clavaba sus verdes ojos en los azules profundo de Etan.

Un extraño resplandor dejó a Etan con la mente confundida, de pronto todo dio vueltas a su alrededor y sólo el verde de los ojos de Demian existía, únicamente su voz parecía imponerse al ruido del bar, a la música, a las conversaciones.

-No irás a ninguna parte hasta que yo te lo ordene.-

Dijo Demian con un tono autoritario, pero suabe.

-Muy bien.-

Respondió Etan desconcertado y con una ligera expresión ausente, al tiempo que volvía a sentarse.

-Bien, vas a hacer y a creer todo lo que yo te diga, empezando ahora.-

Ordenó Demian, sin retirar la vista del azul profundo de Etan.

-¿Qué tienes en mente?-

Diez minutos después, ambos daban un espectáculo. Demian devoraba la boca de Etan y él respondía a los besos del ojiverde con increíble pación, mientras se manoseaban uno al otro.

-Disculpen caballeros, pero el bar está por cerrar.-

Dijo una camarera sonrojada, por interrumpir aquella escena gay tan candente.

-No te preocupes, Etan y yo ya nos vamos. Ven, aún queda mucho por explorar.-

Dijo Demian con una voz seductora, mientras cogía a Etan de la mano.

El ojiazul se dejó llevar sin oponer resistencia y siguió a Demian fuera del bar.

-Recuerda, ahora Yo soy tu Amo, y tú eres mi esclavo. A partir de hoy eres mío. Y eres mi esclavo sexual.-

Ordenó Demian al oído de Etan, mientras lo llevaba a bordo de su camioneta.

Etan no opuso resistencia y subió a la camioneta de Demian. -Desde que te vi con esa rubia desabrida, me encantaste. ¿Eres soltero verdad?-

Inquirió Demian, mientras desabrochaba algunos botones de la camisa de Etan.

-Si, Soy soltero.-

Respondió Etan perdido en una especie de trance.

-Cuando te dirijas a mí, debes llamarme mi Amo, o mi Señor. ¿entendiste esclavo?-

Mandó Demian.

-Si, mi Amo, lo que tú quieras.-

Admitió el ojiazul sin resistencia.

-A partir de ahora eres gay. Toda la atracción sexual que sentías antes por las mujeres, la sentirás por mí. Yo soy el único sujeto de tu deseo y atracción sexual, tu mayor placer será el complacerme, obedecerme y servirme como esclavo. ¿De acuerdo?-

Mandó Demian.

-Si, mi Amo. lo que quieras. A partir de ahora soy gay, y tú eres mi mayor sujeto de deseo sexual. Mi misión es complacerte, obedecerte y hacer lo que me digas. Si mi Amo.-

Respondió Etan, mientras colocaba las manos sobre la entrepierna de Demian.

Después de una hora de conducir hacia las afueras de la ciudad, Demian llevó a Etan a una finca a las orillas del lago de cristal y al pie de las montañas del diablo.

Con un mando a distancia abrió la reja de entrada y condujo hasta aparcar la camioneta al lado de una antigua plantación.

-Ven, vamos adentro.-

Ordenó Demian.

Una vez penetraron en la casona, Demian llevó a Etan hacia la sala y decidió robarle más besos al hipnotizado Etan.

El ojiazul respondió enseguida y puso las manos en la espalda y miembro de Etan. Los dos comenzaron a tocarse y besarse una y otra vez, mientras Etan acariciaba el cuerpo de Demian.

-Quítate la camisa.-

Ordenó Demian.

Etan se desabrochó sensualmente la camisa, uno a uno los botones y arrojó la prenda hacia un lado. Demian disfrutó del torso desnudo de Etan, besó y chupó el cuello del ojiazul, mientras sus pezones y miembro se erectaban rápidamente.

-Eso, así, disfrútalo, gózalo.-

Dijo Demian, mientras exploraba a cabalidad la boca del ojiazul.

-Hmmm, Si, mi Señor, yo disfruto. Yo te complazco. Me encanta que me uses. Yo soy tuyo.-

Afirmó el hipnotizado Etan.

-Ahora, quítate el resto de la ropa.-

Ordenó Demian.

Etan obedeció. Desabrochó la evilla del cinturón, se lo quitó y lo arrojó a un lado. Luego se sacó los zapatos, enseguida se bajó la bragueta de los geans, la cual resonó fuertemente en el silencio de la casa, para finalmente sacarse los pantalones.

-Amo, debes saber que nunca he tenido sexo con un hombre. Yo no sé cómo hacerlo.-

Demian volvió a besarlo y le rompió el bóxer, por lo que Etan quedó sólo con los calcetines. -Quítatelos, te quiero totalmente desnudo.-

Mandó Demian.

-Si Mi señor, desnudo para ti…

Dijo el ojiazul sumiso.

-Me encanta tenerte desnudo, completamente encuerado. Eres un puto guapísimo. Quiero que ahora seas totalmente mío, mírame a los ojos y entra en un trance profundo. Te quiero como un zombi, te quiero en un trance profundo, como un sonámbulo, sin voluntad, sólo quiero que me obedezcas. Quiero que seas un zombi sonámbulo.-

Ordenó Demian con placer.

La mirada de Etan se quedó en blanco y su expresión se tornó completamente vacía. -Sssi… Mi Amo… Seré un zombi sonámbulo…-

Respondió Etan, desnudo entre los brazos de Demian y con la mirada vacía.

-Bien, quiero que subas a mi alcoba. Es arriba, la primera puerta al final del corredor. Quiero que subas allí, lleva toda tu ropa y colócala en mi armario. Después, quiero que camines desnudo por la casa con tus ojos cerrados y los brazos por delante. Recorre todo el pacillo de arriba y vuelve aquí. Enseguida, quiero que vengas a mí, y empieces a quitarme la ropa. Prenda por prenda, pero cada vez que me quites una, vas a llevarla a mi habitación y poner la prenda en el armario. Cuando yo esté desnudo, vas a llevarme a la cama y me suplicarás que yo te posea, que te haga mío. Y mientras te cojo, lo disfrutarás, lo gozarás y gritarás que eres mi esclavo zombi.-

Mandó Etan.

-Sssi… Mi Amo…-

Dijo Etan en conformidad.

-Y quiero que repitas que eres un zombi, un sonámbulo, un zombi un sonámbulo, que eres mío y que estás dormido, en trance, hipnotizado. Cuando yo te diga, “Despierta”, saldrás del trance y volverás a tu personalidad normal, mas cuando escuches de mi voz, pero sólo de mi voz, “Trance Zombi”, volverás a este estado de hipnosis, y cuando yo te diga “Duro como tablón”, estarás bajo mis órdenes, aunque seguirás como si estuvieras despierto. Bien haz lo que te mando.-

Pidió Demian.

-Sssi. Sssi… Lo haré…-

Dijo Etan, mientras desnudo subía las escaleras.

Tras unos minutos Etan volvió a bajar en la posición que Demian le ordenó. -Soy un zombi sonámbulo… Estoy dormido… En trance… Estoy hipnotizado… Soy tuyo…-

Dijo el ojiazul, al tiempo que recorría la planta baja de la casona.

Etan llegó hasta Demian y comenzó a desnudarlo. Primero lo palpó todo y le quitó los zapatos. Enseguida el cinturón y los calcetines, para después sacarle el pantalón y la camiseta. Mas cada vez según las órdenes, iba a dejar las ropas a la habitación de Demian.

Cuando el pelirrojo quedó en bóxer, Etan se lo quitó y Demian en esta ocasión lo siguió a la planta superior.

Etan sintió a Demian y lo condujo hasta la cama del brazo, sin dejar de repetir lo ordenado.

-Soy un zombi sonámbulo… Estoy dormido… Estoy en trance… Estoy hipnotizado… Soy tuyo…-

-“¡DESPIERTA!”-

Ordenó Demian mientras chasqueaba sus dedos.

-¿Qué?, ¿dónde estoy?, ¿por qué estoy desnudo?, ¿quién eres tú?, ¿qué hago aquí?, ¿qué coño pasa?-

Dijo Etan desconcertado, al tiempo que salía del trance.

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