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El gran amor por el más joven de mis hijos (I)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Hola, soy la Dra. del sexo. Para los que no me conocen aún, soy una mujer muy fogosa, ardiente y sin límites. Soy una mujer que le gusta lo prohibido y lo disfruta como el fruto más dulce y jugoso, me tomo mi tiempo para saborear los placeres del tabú. Actualmente tengo 40 años, soy madre de cuatro hijos. Físicamente soy una mujer frondosa, con senos grandes del tamaño de jugosos melones y completamente naturales. Un trasero bien formado y grasoso al golpearlo tiembla muy rico y me encanta que me nalgueen. Una de las cosas que más amo en esta vida es el incesto, lo practico con dos de mis hijos, pero aún no había podido hacerlo con el menor, hasta hace unos años. Todo paso después de que me llamaron a la universidad por una conducta inapropiada de mi hijo menor. Todo esto pasó antes de la época del COVID.

El director de la universidad me había citado para hablar de un incidente que tuvo mi hijo Eduardo con otros muchachos de su equipo de futbol americano. Apenas había comenzado en el equipo era el chico nuevo y yo creí que habían comenzado a ser duros con él a burlarse, ya había pasado por eso con su hermano mayor y ahora con él, pero a ciencia cierta no sabía que realmente había pasado porque mi hijo no me había querido contar. Fui a la oficina del director vestida ligeramente. Llevaba un vestido de verano con unos tirantes delgados de tela ligera y un escote pronunciado. Ese día el calor estaba insoportable así que ni siquiera llevaba un brasiere. Mis senos frondosos danzaban a la par del caminar de mis tacones y el aire acondicionado de la universidad hacia que mis pezones se pusieran erectos saludando a todo aquel chico que volteaba a verme con mirada perversa y de deseo. La piel de mis senos brillaba con el sudor y lucia más apetecible para los hombres. Por fin llegue a la oficina del director. Pude sentir de inmediato su mirada dirigida a mi pronunciado escote, pero me conformé con solo sonreír. Me invito a sentarme y aproveche para provocarle un poco haciendo que viera mi enorme escote. Era un hombrecillo delgado de unos 60 años. Cabello y bigote gris y barriga de cerveza. Después de observarlo por un minuto comenzó a platicarme del problema de mi hijo.

-Señora Julia me temo que su hijo estuvo en una trifulca con algunos muchachos del equipo, se fue a los golpes con dos de ellos y a uno le rompió dos dientes.

-Bueno, lo único que me dijo mi hijo de todo esto fue que el solo se estaba defendiendo de ellos.

-Pues sí, pero el inicio el pleito, por lo que la escuela tiene ciertas reglas en contra de eso, tendré que expulsarlo definitivamente.

-No por favor, señor director debe haber algo que yo pueda hacer, hare lo que usted me diga, hablare con mi hijo y le prometo que hare que se comporte mejor.

-Bueno si puede haber una forma de que su hijo se quede en esta escuela -dijo con cara de viejo verde y perverso.

– ¿Cuál es? -pregunte con curiosidad, pero imaginándome su respuesta.

Él se sentó en su escritorio frente a mi silla muy cerca de mi y miraba fijamente mis senos. Vi como un pequeño bulto se insinuó en sus pantalones de poliéster baratos. Sabía que era lo que él deseaba y por mi hijo estaba dispuesta a todo. No dejaría que por error la oportunidad de educación de mi hijo se fuera a la basura incluso si tenía que dar placer a ese viejo verde y horrible. Lo miré con ojos seductores y acariciando un poco la línea de mi escote le dije -se bien lo que desea, tómelo ahora señor director-.

El pequeño hombre se abalanzo sobre mis pechos, pegando su bigote a mis pechos húmedos y fríos por el sudor. Empezó a lamerlos desesperadamente y yo solo sujetaba su cabello acariciándolo. Bajé lentamente los delgados tirantes de mi vestido veraniego y expuse mis dulces frutos ante él. Él se siguió directo a mis pezones, amamantándose de ellos como si fuera un bebe hambriento, mamaba de una de mis tetas y la otra la masajeaba con su otra mano. Se intercambiaba constantemente para probar el sabor de ambas. Quedo extasiado por el sabor de mis frutos enormes que su pene ya estaba a punto de estallar. Lo empuje hacia atrás, despegarlo de mis senos fue una tarea difícil, pero logre hacerlo. Le dije que se recargara en su escritorio y me puse de rodillas.

-Prométame que después de esto, mi hijo no será expulsado de la escuela.

-Si, si, lo prometo. Yo me encargare de que no le pase nada más.

-Muy bien, creeré en su palabra señor director.

Abrí lentamente la cremallera de su pantalón. Podía sentir la desesperación en su rostro. Quería con ansias una mamada mía. Bajé de golpe su pantalón y ropa interior y descubrí un pene que me decepciono. Un pene de 12 centímetros con prepucio apretado y que no bajaba y un arbusto blanco de vello púbico. Baje su prepucio con mi mano ensalivada y una masilla blanca en su glande me hizo retroceder, el olor era insoportable. Una disculpa dra. no he tenido muy buena higiene últimamente -dijo con una sonrisa burlona-. Yo me escupí en la mano y ensalivé su pequeño pene para lubricarlo un poco. El hizo una mueca de placer inclinando hacia atrás su cabeza. Comencé lentamente a limpiar ese queso maloliente con mi lengua. La humedad de mi lengua hacia adherirse cada partícula de aquella asquerosa masilla. El solo se limitaba a tomarme del cabello y gemir con lo que era un sonido parecido a una cabra, algo muy desagradable, aun mas que el sabor de su pene. Me iba comiendo poco a poco esa asquerosa y pegajosa sustancia y eso lo volvía loco. Eso es dra. cómase todo mi queso putita -dijo con una gran sonrisa, sin soltar mi cabello-. De repente empujo su diminuto falo hacia el fondo de mi boca, de un momento a otro sentí sus viejos y holgados testículos en mi garganta. Tomo mi cabeza con ambas manos y empezó a embestir mi boca como si de una vagina se tratara. Mírame puta, mírame a los ojos -dijo apretando los dientes-. Yo resistía cada embestida suya mientras escuchaba sus gemidos agudos y desagradables. Mis ojos lagrimeaban por el asqueroso sabor de su verga. Por fin dijo la frase que quería escuchar: “me vengo”. Asentí con mi cabeza y empecé a darle mi boca mas duro, el hizo la cabeza de nuevo hacia atrás y sus piernas temblaron mientras una gran cantidad de leche espesa inundo mi boca y garganta. Ni se te ocurra escupirla puta -dijo enterrando su verga en mi boca hasta donde pudo-. El sabor y la consistencia eran grotescos, pero, tenía que recordarlo. Todo esto lo hacía por amor a mi hijo. El amor que sentía hacia mi pequeño consentido era mas grande que todo eso. Bebí cada gota de su grotesco semen con lágrimas de asco en mis ojos.

-Vaya que es una mujer en toda la extensión de la palabra, dra. Julia, me hizo descargar mi leche en un santiamén.

-Bueno espero y haya quedado satisfecho y cumpla su promesa.

-Claro que lo hare, es solo que está muy equivocada si solo cree que con una chupada puede hacerme cambiar de opinión, yo lo quiero todo -dijo mirando mi cuerpo de rodillas.

-Está bien, lo entiendo -dije mientras me quitaba el vestido por completo.

-Sin ropa interior, vaya que es una puta señora mía- dijo mientras se tocaba y ponía erecto su diminuto falo.

Se puso un condón que llevaba en su billetera y rápidamente me empujo con brusquedad boca abajo hacia su escritorio. Mis senos se aplastaron contra la firme madera. Él ya estaba duro de nuevo, algo realmente sorprendente para alguien de su edad. Me jalo el cabello y mi cuello se dobló hacia atrás sintiendo su fuerza de hombre, y empezó a fornicarme rápidamente, gemía como loco y hacia rebotar mis glúteos, yo apenas y podía darme cuenta que estaba dentro, el seguía haciéndolo muy rápido cada vez más. Después de un par de minutos un sonido gutural se escapó de su boca y se recostó en mi espalda besando y lamiendo mi sudor en el cuello.

-Usted me ha dejado loco señora, mis respetos -dijo sin aliento.

-Gracias director -dije mientras me ponía el vestido de nuevo.

-Yo dejare que su hijo continúe en mi escuela, pero espero verla aquí al final del semestre y podamos discutir el desempeño académico de su hijo -dijo sonriendo.

-Claro, por su puesto señor director. En el fondo sabía que él no estaría conforma y pediría aún más. Búsqueme en Facebook ahí estaremos en contacto. Le deje mi contacto anotado en un papel.

Me salí de inmediato de su oficina aun con el sabor tan penetrante y fétido de su queso y semen en mi boca, pero con la seguridad de que mi hijo aún podría cumplir sus sueños y seguir estudiando. Me senté en mi auto y me vino a la mente un recuerdo de lo más recóndito de mis pensamientos. Era mi hijo pequeño, apenas estaba en sexto grado y me dijo:

-Mamita, tu eres muy bonita y un día yo tendré un trabajo donde ganare mucho dinero y yo me casare contigo.

-Hay mi amor, pero yo no soy nada linda, tú puedes buscarte una niña bonita que sea de tu edad y casarte con ella.

-No mamita, yo te quiero solo a ti, te quiero mucho.

Me conmovió su inocencia y el amor tan lindo que tenía por mí, y lo abracé a mi pecho y le dije que lo amaba demasiado.

Esa tarde llegue a casa, mi hijo estaba en su habitación y sus hermanos habían salido. Fui a su habitación después de haber tomado una ducha y remover cualquier rastro de la suciedad de aquel viejo verde. Toque a la puerta de mi hijo y él me dijo que pasara. Estaba inmerso en su celular y le dije que teníamos que hablar, el dejo su teléfono un momento y me puso toda su atención.

-Hijo, hable esta tarde con tu director y logre que te quedaras en la universidad.

– ¡En serio mama, wow, muchas gracias! -exclamo abrazándome con mucho amor.

-Mi amor, ahora si tienes que explicarme lo que paso, no voy a aceptar una negativa y debes decirme toda la verdad.

-Mama, pero… me da pena hablar contigo de estas cosas es algo muy vergonzoso.

-Recuerda que soy tu madre, conmigo puedes hablar de lo que sea mi amor.

-Vale… unos idiotas se burlaron de mi en las regaderas y empezaron a llamarme con sobrenombres como Mr. Elefante o el burro inútil por el tamaño… por el tamaño de mi pene, dicen que soy un raro, un fenómeno.

-Mi amor, si tu pene es mas grande que el de ellos es lógico que tengan algo de envidia y se pongan un poco celosos, pero sus insultos no deben afectarte como para irte a los golpes.

-Es que yo mismo pienso que soy un fenómeno, mamá, dijo con un par de lágrimas en sus ojos. Mi pene no es normal lo siento así, las chicas con las que he salido dicen que es grotesco y que nunca lo harían conmigo porque las lastimaría.

-No digas eso mi amor, no lo eres, eres hermoso justo como tú eres. Ellas no saben lo que dicen amor, apenas están empezando a vivir. Pero si realmente crees que hay algo malo en ti, permíteme examinarte, recuerda que soy dra.

-Pero ma, me da algo de pena contigo.

-No seas ridículo corazón yo te cambiaba los pañales, anda vamos bájate los shorts para examinarte.

El accedió y se bajó poco a poco sus shorts y su ropa interior. Un grueso falo salió a tomar aire. El prepucio cubría todo el glande y si tenía algún parecido a la trompa de un elefante, tenía la misma majestuosidad. Hice un esfuerzo por no asombrarme y soltar alguna expresión picante. Lo tomé en mis manos y comencé a examinarlo minuciosamente. Podía sentir el peso y el calor de su miembro en mis manos.

-Parece que todo está en orden mi amor ¿con tu tamaño así de grande, puedes tener erecciones?

-Si mama si puedo, pero, tengo algunos problemas.

-Ok mi amor, muéstrame como lo haces, necesito ver como es tu erección, si tiene la suficiente fuerza, porque si no, quizás tendrías que tomar algunos medicamentos para mejorar la circulación o quizás una nueva dieta.

-Está bien mama -dijo mientras empezaba a tocar ese varonil miembro tan imponente.

Llevaba ya varios minutos, pero no podía lograr una erección, comencé a preocuparme un poco, pero quise intentar algo nuevo. Tal vez te ayudé ponerle un poco de crema mi amor -dije mientras traía el bote de mi cuarto. El parecía algo frustrado. No te preocupes corazón, te diré como hacerlo para que tengas una erección de manera mas eficaz y mas rápido, todo está en la manera. Puse un poco de crema en mi mano y un poco en su pene. El me miraba fijamente el escote. Yo lo noté, pero no dije nada. Así es como mueves tu mano mi amor -dije mientras aplicaba unos movimientos de muñeca sensuales y lentos-. El abrió la boca, muy excitado y de inmediato aquel gran miembro despertó. Su glande se mostró a mis ojos rosado e imponente. Las venas se llenaron de sangre y saltaron a la vista su verga parecía un musculo bien ejercitado como los de su cuerpo tan joven. Mi mano ya no cerraba por completo por el grosor. Mi mano perdió el control.

-Mama, lo haces muy rápido, creo que no deberías…

-Shh mi amor, necesito ver si también puedes eyacular correctamente -dije mientras mi cuerpo subía en temperatura y mi vagina se humedecía añorando aquel magnifico miembro.

No había pasado ni un minuto cuando el soltó un gran gemido y se agarró con fuerza de las sabanas, reclino su cabeza y tembló como si pasara un terremoto. Una enorme fuente de leche salió de su enorme falo, varios chorros impactaron en mi cuerpo, mi cara y cabello. Él no podía detenerse, salía y salía.

Parece que todo está bien mi amor, tienes muy buenas eyaculaciones, fuertes y abundantes. Ahora solo falta saber porque lo haces tan rápido amor, parece que eres un eyaculador precoz, pero no te preocupes corazón eso se puede arreglar -dije mientras limpiaba la leche que había caído en mis senos y la probaba un poco. Mami te va a enseñar muchas cositas mi amor, y todo te va a fascinar.

Continuará…

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