Relato anterior "Preñada en Las Vegas por mi esposo ¿o mi suegro?", dejo el enlace al final del relato.
Mi vida había cambiado, ahora era madre de un hermoso bebé, al que todos chuleaban, decían que estaba hermoso que parecía bebé de comercial de tv o revista y me sentía orgullosa, me gustaba presumirlo, sin embargo, estaba inconforme con mi cuerpo, pensé que automáticamente que naciera el bebé, recuperaría la figura, pero no fue así, tenía unos 10 u 11 kg. de más, a los siete meses del nacimiento del bebé lo desteté y empecé una dieta, salí a caminar en las tardes con la carriola del bebé y la ayuda de mi empleada doméstica, quien también se desempeñaba como nana.
Un par de meses más tarde había perdido unos 5 kg, pero todavía no alcanzaba mi peso ideal y sentía que necesitaba tener más firmeza y tonalidad en mis músculos.
Se avecinaba el bautizo del bebé, el cual se realizaría al cumplir el año y quería estar despampanante, así que me inscribí a un gimnasio cerca de mi casa, era un gimnasio pequeño, pero con lo suficiente para lo que requería, sólo quería un poco de cardio, lo que es spinning, bicicleta fija, cinta para correr, step, remo, mi intención sólo era bajar de peso y tonificar mis músculos, a fin de volver a tener el cuerpo delgado y firme de siempre y ese culito redondo y respingado que tanta admiración causaba.
Muy temprano en las mañanas y en las tardes estaba muy concurrido, pero después de las 9 de la mañana estaba siempre casi vacío, así que empecé a ir cada tercer día alrededor de las 10 u 11 de la mañana, a esa hora tampoco estaban los instructores, ya que normalmente solamente acudían en las tardes, pero el encargado me dijo que él era también instructor y podía apoyarme en lo que necesitara.
Después me enteré de que el encargado, Don Diego, era también el propietario del gimnasio, un señor maduro de piel morena apiñonada, de pelo entrecano y complexión muy atlética, musculoso y varonil, alto, alrededor de 1.80 de estatura y unos 45 años de edad, desde el primer día, me impactó, cuando me dio la mano después de inscribirme me apretó la mano con firmeza y seguridad y sentí que mi corazón empezó a latir con fuerza.
Pronto me di cuenta que efectivamente apoyaba como instructor a los pocos asistentes en el horario que asistía y en ocasiones aprovechaba también para hacer ejercicio como uno más de los clientes, mientras hacía ejercicio no le quitaba los ojos de encima desde mi bicicleta de spinning o caminadora y siempre terminaba con mi coñito húmedo, me encantaba ver su cuerpo musculoso y varonil haciendo ejercicio.
Poco a poco fuimos haciendo amistad, además de guapo y varonil, era gracioso y siempre me sacaba alguna sonrisa, buen conversador, siempre tenía algo interesante que decir.
Al cabo de un par de meses, había perdido otros 5 kilos y había recuperado la figura, nuevamente tenía un cuerpo espectacular y me di cuenta que a Don Diego no le resultaba indiferente, a través de los espejos lo descubrí varias veces con su mirada puesta en mi culo y en forma discreta se lo exhibía, para que se deleitara con él, nuevamente empezó a nacer en mí, el deseo de ser infiel, me resultaba un hombre muy atractivo, después de lo ocurrido con mi inquilino y mi suegro, me había dicho a mí misma que ya no debería volver a la tentación de caer en los brazos de otro hombre, pero mi alma de puta me traicionaba, mi mente empezó a maquinar algún plan para seducirlo, me di cuenta que el gimnasio cerraba de la 1 a las 2 de la tarde que era la hora que utilizaba Don Diego para comer y empecé a ir casi a esa hora que estaba semivacío, me ponía un atuendo de prendas de lycra que se ajustaban a mi figura, de la parte superior ligeramente escotado, resaltando mis tetas, las cuales debido a mi embarazo y posterior lactancia, se notaban más voluminosas y turgentes, unos leggins deportivos de lycra que me quedaban de infarto, se me ajustaban como una segunda piel y se metían entre mis carnosas nalgas de tal forma que parecía que mis nalgas estaban desnudas.
En ocasiones cuando estaba en la caminadora se paraba frente a mí para darme instrucciones y notaba como desviaba su mirada, fingía no darme cuenta, y si estaba en el área de pesas, escogía a propósito los aparatos que estaba delante de esa área y observaba como se daba gusto viendo el balanceo de mis nalgas y tetas cuando hacía ejercicio, no en pocas ocasiones lo descubrí tocándose la entrepierna. y ver crecer su paquete, y vaya que se le marcaba, alcanzaba a notar el contorno de su verga en posición horizontal, apretada por sus pantalones deportivos, se notaba gruesa y larga, si bien los hombres musculosos tienen la fama de tenerla chiquita, don Diego era todo lo contrario.
Un día llegué más tarde que de costumbre, cerca de las 12:30, apenas media hora antes del cierre para comer, me disculpé con Don Diego, diciéndole que se me había hecho tarde y si me dejaría pasar, a lo que no puso objeción.
Unos diez minutos después se despide el último cliente, don Diego lo acompaña a la salida y cierra la puerta con llave, quedando solamente en el gimnasio Don Diego y yo, ahí me dispuse a atacar, estaba en la caminadora, le hablé a Don Diego y le dije:
– Don Diego, creo que la rutina que estoy haciendo no me está haciendo efecto, quisiera tener mis glúteos más firmes y paraditos.
Me volteé y le di una vista privilegiada de mi culo, y le dije;
– Mire, toque, se siente flácido mi glúteo.
Con un poco de recato acercó su mano y palpó la dureza de mis nalgas.
– Tienes un trasero precioso, solamente hay que ponerlo un poco más duro.
Después siguió dando un apretoncito a mis piernas y expresó:
– Las piernas están firmes, se nota que te ha ayudado el ejercicio.
Su mano subió a mi vientre y también lo palpó.
– Hay que poner más firme tu vientre, pero no te apures, yo te ayudaré.
Sus toqueteos me excitaron muchísimo, mi vagina se humedeció, mi piel se erizó y casi le pido que me cogiera allí mismo, pero me contuve, aunque había dado el primer paso, me gusta más sentirme seducida, lo dejé hacer, aunque a esta altura estoy segura de que ambos sabíamos cómo terminaría todo.
– Ven hermosa, para endurecer los glúteos lo mejor son las sentadillas con un poco de peso.
Me llevó al área de pesas, esa área estaba rodeada de espejos y me dijo:
– Sólo te voy a poner un poco de peso porque es la primera vez, pero cuando logres hacerlo bien, hay que ir aumentando el peso.
Se puso detrás de mí y me tomó de las caderas frente a un espejo, Don Diego estaba completamente pegado a mí, sentí el calor de su pecho en mis hombros, y un bulto grueso y largo en la parte baja de mi espalda, alcanzaba a distinguir el contorno de su verga, y definitivamente era un bulto muy grande.
– Mira al espejo para que veas tus movimientos y te asegures de tener la postura correcta.
La barra me quedaba un poco más alta que mis hombros y trajo una especie de escalón, pero ancho y largo, me hizo subir al escalón y me tomó de los brazos, levantándolos y haciendo que agarre con ambas manos la barra, la piel se me puso de gallina a medida que sus fuertes manos recorrían mis brazos y me los elevana, nuevamente me tomó de las caderas y expresó.
– Excelente, abre más las piernas y mira al espejo.
Así lo hice, sentía un calor recorrer mi cuerpo, alcancé a ver su cara a través del espejo y me guiñó un ojo en forma pícara.
Nuevamente se repegó a mí y su verga quedó entre mis nalgas, me hizo levantar la barra y ponerla en mis hombros, pesaba un poco y para poder cargarla tuve que encorvarme un poco, el contacto de su verga con mis nalgas fue más fuerte.
– Muy bien hermosa, ahora empieza, dobla las piernas y mira al espejo, intenta mantener el cuerpo recto, no te preocupes yo te apoyaré.
Y vaya que me apoyó, para hacer la sentadilla tenía que empujar mi culo hacía atrás, e ir bajando tallando su verga, su cuerpo pegado al mío, sujetaba mis brazos, dobló también sus piernas siguiendo mi movimiento.
– Bien, hermosa, ahora hacia arriba.
En ese instante empujó su pelvis hacía arriba y su verga se incrustó entre mis nalgas.
Estiré las piernas para levantarme, con su "apoyo", el sudor recorría mi frente, me sentía ansiosa, no estaba completamente segura si quería cogerme o solamente aprovecharse y toquetearme, pero me excitaba mucho.
– Excelente preciosa, pero tienes que doblar más las rodillas, y doblar un poco la columna hacia adelante- Puso una mano en mi vientre empujándome contra él y la otra en la parte baja de mi espalda haciendo que empine el culo, apretando más su verga en medio de mis nalgas.
– Listo, vamos, hazlo de nuevo, que no te de pena empinar ese hermoso culito que tienes.
Y así lo hice, empiné el culo lo más que pude en la siguiente repetición, frotando su enorme y duro garrote en medio de mis nalgas, duro y tibio, al terminar de bajar sentí la cabeza de su verga justo en la entrada de mi culo, mi culito se contrajo al instante, fue una sensación deliciosa, casi podría decir que sentí el palpitar de esa verga cabezona.
Al subir hacia arriba empujó su pelvis y su verga parecía que se incrustaba en mi culo a través de la ropa, mi culito se contraía y relajaba, deseoso de sentir esa larga y gruesa barra de carne.
Ya no podía más y sin recato al levantarme y dejar la barra, le acaricié su verga y le dije:
– Ya no puedo, es suficiente, me duele el cuerpo, creo que necesito un masaje.
– Claro bella dama, vamos a los vestidores y le daré mi mejor masaje.
Entramos a los vestidores de damas y llegamos a una cama de masaje, me reclinó sobre la camilla haciendo que empinara el culo y me dio una nalgada.
– Ufff, hermosa, que buen culo tienes, pero vamos a ver si no te quedaron demasiado tensos los músculos por el ejercicio.
Me bajó mi licra hasta las rodillas y mi culo quedó expuesto, solamente protegido por mi tanga, empezó a acariciar mis nalgas, sobarlas, masajearlas y separarlas. Lo dejaba hacer recargada en la cama de masaje, vaya que lo hacía bien. me encantaba sentir sus grandes y suaves manos recorriendo mi piel.
– Parece que estás un poco tensa hermosa, necesitarás un masaje completo- dijo quitándome mis leggins de lycra y mi tanga y me dio otra nalgada para subirme a la camilla.
Me acosté completamente desnuda boca abajo, salió un segundo y cuando regresó abrió mis nalgas y sentí un chorrito de líquido viscoso caer en medio de ellas al tiempo que me propinaba otra nalgada.
– Tienes un culito perfecto, sólo falta endurecerlo un poquito y la mejor forma de tenerlo durito y paradito es el sexo anal, preciosa, vamos a darle una buena sesión y verás que tendrás el mejor culito del mundo.
Sentí su dedo pulgar frotar mi arrugado agujero, todo mi cuerpo se estremeció, una vez que embadurnó bien el aceite por fuera, su dedo presionó con suavidad, no fue difícil que se colara dentro con la lubricación que daba el aceite, no pude evitar dar un gemido ahogado, y empiné la colita invitándolo a continuar, así que lentamente me lo introdujo totalmente, empezó a moverlo en forma circular, acariciando mis paredes internas y disfrutando la estrechez de mi culito.
– Mmmm, hermosa, que estrechito y calientito, como aprieta mi dedo, si así aprietas mi dedo no quiero ni imaginarme como apretarás mi verga cuando te recorra por dentro, ufff.
Lo empezó a meter y sacar en forma deliciosa, literalmente como si me estuviera cogiendo con ese dedo, me encantaba la sensación, abrí las piernas y cerré los ojos agudizando los músculos de mi culo, para disfrutar sus caricias.
Cuando ya entraba y salía con facilidad echó otro chorrito de aceite y empujó un segundo dedo, di un respingo de sorpresa, y lancé otro gemido.
– Te gusta nena, que rico se te abre la colita, va a ser un placer enorme reventarte tu hermoso culito.
Me dio un par de azotes en mis nalgas y los movía y sacaba, era un placer sublime, empecé a mover el culo en forma circular, apretando y liberando sus dedos, abría sus dedos como en tijera dilatándome y sentí otro chorrito entrar en lo más profundo de mi culo, la sensación de ese líquido fresco y viscoso entrando dentro de mi agujerito fue muy placentera.
Sacó sus dedos y sentí mi culito vacío, necesitaba sus dedos y le reclamé.
– Ay papi, que rico, sigue, no saques tus dedos, por favor.
– Aguanta putita, ahora viene la mejor parte.
Abrí los ojos y volteé hacia atrás, estaba completamente desnudo, no me di cuenta en qué momento se desnudó, su verga lucía imponente, larga, gruesa, con una cabezota rojiza y brillante, lo vi tomar el botecito de aceite y esparcirlo por toda su verga, la cabeza brillaba, jaló mi cuerpo de tal forma que mi culo quedara al borde de la camilla. El momento había llegado, cerré los ojos y me preparé para ser empalada.
Sentí su verga resbalar entre mis nalgas, la empezó a mover de arriba a abajo recorriendo mi rajita, desde mi clítoris a mi culo, una sensación muy rica, ya deseaba sentirlo dentro de mí y moviendo el culo, le dije.
– Anda papi, estoy que ardo, empálame, ya no aguanto, entiérrame esa rica verga.
Lo vi sonreír a través de un espejo y abriendo más mis nalgas apuntó su capullo al centro de mi orificio y empezó a hacer presión, poco a poco mi esfínter se abría y dejaba pasar la cabeza, la cual quedó atrapada en mi interior.
– mmmm, listo nena, ya entró la cabeza, que suavecito me aprietas la verga, se nota que ya te han enculado, ¿Te gusta?
– Un gemido fue mi respuesta, siguió presionando suavemente y sentí como el grueso hongo me iba abriendo, centímetro a centímetro, hasta sentir su rizado pelambre acariciar mis nalgas, me tomó de la cintura y dando un movimiento de cadera terminó de clavarme por completo su rica verga.
Empezaron las embestidas, lentas y profundas, la sacaba hasta dejar sólo la cabeza y me la enterraba hasta que sus huevos golpeaban mis nalgas, que rico me cogía, me encantaba sentir como su verja me recorría por dentro frotando mis paredes internas, una caricia que me hacía delirar.
– ¿Te gusta nena?
– Si, siiii, siiii, dame más, dame más duro.
Entonces me la sacó y me acomodó en la camilla, puso unas toallas bajo mi cintura que me hacían empinar el trasero y se subió a la camilla, cerró mis piernas y nuevamente buscó mi agujero, sentí la cabeza de su verga en mi culito y lo traspasó sin mucha dificultad, a pesar de tener las piernas cerradas, me la fue clavando profundo y se recostó sobre mi cuerpo, vaya que pesaba, pero me gustó sentir mi cuerpo aplastado por el suyo, su pelvis aplastando mis nalgas, mi espalda aplastada por su pecho musculoso, era una sensación de dominio, me sentía sometida, reinició sus embistes, al tener las piernas cerradas sentía más intenso el roce de su verga contra mis paredes internas, costaba avanzar, incluso un poco de ardor, pero superado con creces con el placer que sentía.
De pronto me la sacó y me dijo:
– Ahora sigues tú nena, el siguiente ejercicio para levantar el culo son sentadillas, levántate mientras me acuesto y te vas a clavar solita la verga, vamos.
Así lo hice, se recostó y yo me puse en cuclillas encima de su verga, sentía el enorme pedazo de carne en la entrada de mi culo, fui bajando poco a poco y lentamente fue entrando el hongo dentro de mi cuerpo, lo fui haciendo lento para que mi huequito se fuera acostumbrando al grosor de su tremenda cabeza, cada que sentía que mis pliegues se acostumbraban al diámetro, bajaba un poquito más, hasta que sentí sus huevos tocar mis nalgas, fue una sensación de plenitud extrema, estaba empalada hasta lo más profundo, me quedé un momento quieta y empecé a sacarla hasta la cabeza y otra vez bajaba hasta estar completamente llena de carne, un placer indescriptible recorría mi cuerpo en cada embestida, mi cuerpo se estremecía y corrientes de electricidad recorrían mi cuerpo, mis fluidos escurrían, era tanto que parecía que me estuviera orinando, que placer me estaba dando esa rica verga y me encantaba empalarme por mí misma, me dijo:
– Ay putita no sabes que hermoso se ve como mi verga va entrando por tu culito y como se la traga toda.
– ¿En serio?, ¿Te gusta?, pues vamos a ejercitar mi culito un poco más.
Me recliné hacia adelante agarrándome de sus piernas y levante el culo hasta dejar sólo la punta dentro y me dejaba caer poco a poco para que viera como desaparecía su cilindro de carne en mi culo, movía mis caderas en círculo y de arriba a abajo cada vez más rápido, cada metida gemía más fuerte y al mismo tiempo lo hacía gruñir de placer, eso me encantó, ahora yo mandaba, era la encargada de dar placer, cada que apretaba el culo lo hacía gruñir, estaba segura que si me movía y apretaba el culo podía hacerlo acabar a la hora que quisiera, pero dejé que disfrutara un poco más de mi culo, dejaba entrar su verga hasta lo más profundo y luego apretaba el culo cuando la sacaba, me ardía al hacerlo, pero me sentía poderosa al hacerlo gemir de placer.
– Ay, aghhh, así hay, que rico me aprietas la verga, agggh, así, apriétala- gritaba.
Después de un rato decidí que era hora de acabar y lo empecé a cabalgar con frenesí, todo mi cuerpo convulsionaba, la saque hasta dejar solamente la puntita dentro y me deje caer, me la clavé hasta lo más profundo, al tiempo que apretaba el culo con fuerza, de inmediato sentí su verga vibrar y ensancharse y chorros de leche inundar mis entrañas, tuve un orgasmo estremecedor que recorría toda mi columna, por un momento sentí desvanecerme, los espasmos en mi culo apretaban involuntariamente su verga, exprimiéndole hasta la última gota, poco a poco su verga empezó a vibrar con menor intensidad y fue perdiendo su firmeza, cuando la sacó de mi culo estaba totalmente flácida y disminuida, me acurruqué junto a él, sentí que su cuerpo seguía temblando, aquel hombre tan fuerte y musculoso se veía ahora tan débil, tan frágil, me sentí la más puta del mundo, había superado a un macho poderoso y reducido a su mínima expresión, después de unos minutos de descanso, un poco repuesto expresó:
– Eso estuvo de puta madre, nunca en mi vida me habían hecho gozar tanto, me has destrozado, siento que me hace falta el aire, el aliento, me has hecho gritar y gruñir de placer, siento que todo mi cuerpo se estremece y tiembla, es increíble.
No contesté, solamente le di un beso de agradecimiento, estábamos sudados y olorosos a sexo, así que nos incorporamos y fuimos a las regaderas, su verga se veía tan disminuida que se me hizo tierna, se me antojó enjabonarla, pobrecita, seguía muy flácida.
– Ufff, me sacaste toda la leche, hasta me duelen los huevos, que culo tan increíble tienes, nunca me había pasado esto, pero te dejé bien llena de semen, ¿lo sientes?,¿Te gustó?, las paredes del ano absorben los nutrientes, el semen es pura proteína, y las proteínas son esenciales para el crecimiento y fortalecimiento de los músculos, así que mi semen será absorbido por tu cuerpo e irá a parar a tus lindas nalgas y piernas, no lo dejes escapar, aguanta todo lo que puedas mi semen en tu culito, las paredes internas lo absorberán y así una parte de mí formará parte de tu cuerpo.
– OK, apretaré las nalgas para que no se salga y prometo que lo mantendré dentro, pero es difícil, siento la cola muy floja y sin querer me escurre un poco. ¿Estás seguro de que ya no te queda leche? – le dije mientras acariciaba su verga suavemente,
Poco a poco el bulto empezó a crecer y ponerse duro, apretando las nalgas para no dejar escapar el semen de mi culito me agaché y metí su miembro en mi boca, le mamaba el miembro con fervor, se la lamía, la besaba, le succionaba la cabeza, hasta que estuvo nuevamente completamente dura y gimió.
– Aaah, putita, que rico, agggh, como mamas, ufff, ya me duelen los huevos, pero no importa, todavía debe quedar algo de leche.
– Que bien amor, porque todavía falta mi mascarilla de semen para tener la piel de mi cara suave y radiante.
Seguí mamando subía y bajaba mi cabeza sobre ese imponente miembro mientras masturbaba y le acariciaba los huevos, me sentía tan dominante, pronto empezó a gruñir y temblar, sentí que estaba a punto de estallar y la saqué de mi boca, le seguí masturbando, tenía frente a mí ese imponente nabo, cabezón y brillante, vi cómo se ensanchó y salieron trallazos de semen directo a mi cara, tuve que cerrar los ojos para que no me entrara semen, ya no con la misma intensidad, pero aún en forma abundante, ahora si estaba segura que le vacié los huevos hasta la última gota, después me embadurnó toda la cara de semen caliente y espeso, restregando la cabeza de su verga, gozaba de lo lindo viendo cómo me llenaba toda la cara de su néctar, metió la punta de su verga a mi boca, la mamé golosa, todavía alcancé a exprimirle algunas gotas y abriendo la boca le mostré su rica leche tibia y dulzona en mi lengua y me la tragué.
– Puta madre, me vas a volver loco, eres maravillosa, mi amor.
Me levanté y le di un rico beso, un beso con el sabor a su verga y su leche.
Nos terminamos de bañar, haciendo caso de no aflojar las nalgas para no dejar escapar su semen de mi cuerpo.
Me ayudó a vestir para no tenerme que agachar y por accidente dejara escapar su semen y así me fui a casa, apretando las nalgas.
Llegue a casa y le dije a mi empleada doméstica y nana que me dejara descansar un rato, que venía muerta del gym.
A pesar de apretar las nalgas, no pude aprovechar todo su semen, de vez en cuando sentía algún flujo que escurría, lo noté en mi ropa interior que quedó con una plasta de semen endurecido al siguiente día.
Así me convertí en la amante de mi instructor del gym, todos me halagaron por recuperar mi figura y hasta mi esposo me decía que estaba más buena que nunca, que mis nalgas estaban más levantadas y firmes y mi piel muy suave y radiante.
Mis amigas me preguntan cuál es mi secreto para tener mi cuerpo tan bien cuidado, así como mi piel y les digo que no hay secreto, todo es producto de un duro trabajo de gimnasio, así como algunas cremas y mascarillas suavizantes, lo que no les cuento es en que consisten las rutinas de ejercicios que me da mi instructor y que tan buenos resultados me han proporcionado, ni las mascarillas que me proporciona para tener la piel suave y radiante.
Incluso mi marido se animó a inscribirse al gimnasio, cuando está en su etapa de descanso me acompaña y se hizo amigo de don Diego, incluso en una ocasión le agradeció por ayudarme a recuperar la figura, y sonriendo le dice que no es nada, solo algunas rutinas para tonificar músculos, que no había nada que agradecer, ya que todo ha sido por mi esfuerzo y dedicación, que incluso está sorprendido por la excelente forma en que realizo mis rutinas.
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