Mi nombre es Lizette, tengo 32 años y quisiera contar una de las experiencias eróticas más extrañas qué he vivido.
Actualmente vivo con Alex, mi pareja y llevamos ya varios años juntos. Nuestra relación se podría decir que es estable y nuestra vida sexual es digamos satisfactoria, nada extraordinario.
Lo curioso de estar con Alex, es que él tiene un hermano gemelo llamado Axel qué prácticamente es idéntico a él. Inclusive el tono de su voz es muy similar y solo prestando mucha atención podría diferenciarlos, pero no siempre puedo.
Muchas veces me he llegado a equivocar en las reuniones familiares pensando que le hablo a Alex, pero Axel me ayuda diciéndome que él no es Alex, sino Axel. En esos momentos, le agradezco por su sinceridad, sin embargo un día todo cambió.
Fue en una ocasión que Alex y yo salimos de vacaciones a visitar a su hermano quien vive en una zona montañosa y con mucha vegetación. Llegamos y nos recibió como siempre, con una gran sonrisa gustoso de vernos.
Ese día que llegamos a su casa yo llevaba puesto un pantalón de mezclilla y unas botas. No es por nada pero una de las cosas que más me gusta de mí es mi trasero, lo tengo como levantadito, por lo que se me ve muy bien la ropa ajustada. La noche llegó y Alex y yo nos acostamos. Hablamos un poco y nos quedamos dormidos, pues estábamos cansados del viaje qué fue un poco largo.
Durante la mañana me lave los dientes, me desnude y me metí en la ducha dejando la puerta semiabierta. Poco después entró Alex mientras yo me enjabonaba el cuerpo, o eso fue lo que yo pensé.
Comencé a enjabonarle la espalda y le pedí que diera vuelta para enjabonarle el pecho. Mientras lo hacía el observaba mi cuerpo como admirándolo.
–¿Estas bien? –Le pregunté
–Si, es solo que me gustas mucho Liz –Me dijo
Como me agradó lo que me dijo, le di un beso. Después que nos enjuagamos, Alex se colocó detrás de mí y me tomo por la cintura.
–Sabía que me buscarías, como ayer en la noche no hicimos nada… –Le dije.
–Así es Liz, tú sabes cuanto te deseo –Me dijo Alex.
–¡Y yo a ti! –Le respondí gustosa de entregarme a él.
Alex no tardó mucho en encontrar mi entradita húmeda y empezar a moverse de atrás hacia adelante. De hecho, lo sentí más animado qué de costumbre mientras me hacía suya por detrás. Mis gemidos comenzaron a inundar todo el cuarto de baño, pero el agua de la regadera lo disimulaba un poco. Alex finalmente salió de mí se vino en mis nalgas, pero afortunadamente estaba en la ducha por lo que fue muy fácil para enjuagarme. Alex me beso, se colocó una toalla en la cintura y salió del cuarto de baño.
Al estarme enjuagando me quedé pensando en la forma en como me había hecho el amor.
–Seguramente está contento porque estamos de vacaciones. Me gusta verlo así. –Pensé dentro de mí.
Baje las escaleras y encontré a Alex y a Axel hablando en la cocina. Les pregunte que querían que hiciera de comer, hice mi lista de compras y me subí al auto. Mientras iba manejando hacia el supermercado, un pensamiento extraño surgió en mi mente.
¿Y si el qué había entrado en la regadera había sido Axel y no Alex? Me pregunté y de pronto una extraña ansiedad se apoderó de mí.
Tanto que me detuve a un costado del camino.
¡Pero qué cosas pienso! Me dije hacia mis adentros y descarté rápidamente aquella loca idea.
Conforme iba adentrándome por los pasillos del supermercado, aquel pensamiento volvió a surgir en mi mente, especialmente cuando caminaba por donde estaban los jabones y los shampoos.
Trataba de no pensar mucho en eso, pero el pensamiento seguía ahí en el fondo, como esperando a que lo reconsiderara e hiciera algo al respecto. No tenía la certeza pero empecé a tener un fuerte presentimiento de que había tenido intimidad con Axel en la regadera, ya que Alex es un poco más tranquilo, pues le gusta llevar un ritmo más lento cuando me hace el amor.
Tenía dos opciones, llegar, reclamar y hacer un drama; o tratar de relajarme y disfrutar de la nueva experiencia, fingiendo que no sabía nada. Opté por la segunda opción, pues si he de ser sincera me gustó lo que había sucedido en el cuarto de baño.
Al día siguiente salimos muy temprano para ir a visitar un lugar turístico famoso en ese lugar. Note que Alex y Axel iban vestidos prácticamente igual, pero no le di mucha importancia. No era la primera vez que lo hacían.
Al llegar nos encontramos con unos amigos y desayunamos ahí. Más tarde cada quien se fue con quien quiso. Alex me tomó de la mano y nos adentramos en el bosque.
Mientras íbamos caminando le lance una pregunta muy específica para saber con quién de los dos estaba.
–Es muy bonita esta área. Me recuerda cuando fuimos a escalar. ¿Te acuerdas? –Le pregunté.
–Si, lo recuerdo. A mí también me gusta zona. –Me respondió.
Claramente me encontraba con Axel, ya que nunca he ido a escalar en mi vida con nadie.
Al llegar a una área apartada Axel se colocó detrás de mí y comenzó a besarme el cuello.
–Te deseo tanto Liz –Me dijo mientras me restregaba su miembro.
–Lo sé Alex, y yo a ti. Pensé que lo haríamos en la noche.
–Si, es solo que esos jeans te quedan muy bien, hacen que se te levante el culito.
–¿Quieres culito? –Le pregunté mientras Axel manoseaba mis pechos.
–Si, sólo por esta vez hagámoslo aquí –Me dijo Axel al oído.
–Bueno, pero rápido. No sea que alguien nos vea –Le dije mientras desabrochaba mi pantalón de mezclilla.
Axel me bajo los pantalones y la tanga, al tiempo que yo intentaba desabrochar su pantalón.
Mientras se bajaba el pantalón, yo estaba inclinada apoyándome en un árbol, esperando, como cuando espera uno a ser inyectada por el doctor. Finalmente Axel encontró el camino y entro en lo más profundo de mi.
–Oh si, Alex, ¡dame rico como me gusta! –Le dije.
Axel empezó a moverse, despacito al principio, pero después mucho más rápido, y volvió a cogerme con el mismo entusiasmo con el que me hizo el amor en la ducha.
Alex se mueve tan rico. ¡Me hace sentir tan sexy, tan deseada! Pensé dentro de mí.
¿En dónde estará Alex? ¿Sabrá que me fui con Axel? Fue otro de los pensamientos que tuve.
Axel salió de mi por un momento. Aproveché para hincarme y hacerle sexo oral. El pene de Axel era muy similar al de Alex, pero sabía ligeramente diferente. Lo dice alguien que conoce el sabor de su pareja después de miles de prácticas orales.
Axel me ayudo a levantarme y volvió a darme rico por detrás, haciendo que me invadieran varios microorgasmos.
Supe por la forma de gemir de Axel qué se iba a venir, por lo que me hinque de nuevo y comencé a masturbarlo.
Cuando las primeras gotas de su esperma empezaron a salir, metí mi pene en mi boca, quería conocer el sabor dulce de su semen, pues no sabía si volvería a tener la oportunidad de tener sexo con él. Al terminar nos besamos apasionadamente, aunque me preocupaba un poco que percibiera un sabor extraño en mis labios, un sabor a sexo, a su propio semen.
–¿Y Axel está con alguien actualmente? –Pregunté mientras volvíamos por el bosque.
–No actualmente está soltero. Estaba en una relación, pero se terminó hace unos meses –Me respondió.
¿Será posible que hayan intercambiado lugares solo para poder sacar la necesidad sexual de Axel? Pensé dentro de mi. Si es así, me alegra que cada vez que me ve el trasero, me lo pida haciéndose pasar por Alex.
Las vacaciones estaban llegando a su fin y Alex y yo regresamos a nuestra casa. Retomamos nuestra rutina y por las noches Alex me hacía el amor a su manera, tierno y dulce a diferencia de Axel que era todo vigor.
Realmente nunca quise preguntarle a Alex sobre lo que había ocurrido en casa de su hermano. No tengo idea porque dejó a su hermano a solas conmigo, mientras él se hacía el desaparecido. Al principio, cuando me di cuenta, me molesté, pero siendo sincera me gustó estar con Axel. Era como estar con Alex, pero de una forma de más pasional.
Los días y las semanas pasaron y me olvidé por un tiempo de lo que había sucedido, sin embargo Alex me contó que Axel nos visitaría en unos días. Mi corazón latió con fuerza, pues sabía lo que podría ocurrir.
Axel llego a nuestra casa y se instaló en una de las habitaciones. Al llegar la noche Alex y yo comenzamos a tener relaciones. Como yo me encontraba arriba de él, yo marcaba el ritmo que me gustaba.
Alex y yo íbamos a intentar otra posición, pero me dijo que saldría a apagar la luz del pasillo. Alex volvió e hizo qué me apoyaría en mis 4 puntos. Alex acarició mis nalgas por un momento, me tomó por la cintura y se introdujo en mí, por lo que empezó a darme muy rico por detrás, tanto que hizo qué me sujetará de las sábanas al tiempo que mis nalgas chocaban con sus muslos. Mis gemidos eran cada vez que más fuertes y de pronto lo supe, su forma de moverse me recordó los encuentros que tuve con Axel en la ducha y en el bosque. ¡Axel estaba detrás de mí, cogiéndome como él sabe hacerlo!
Axel salió de mí, e hizo qué me recostara de espaldas.
–Te extrañaba –Le dije solo para ver que decía.
La habitación se quedó en silencio por un momento.
–Lo sé –Se limitó a responder después de un breve silencio. Su forma de responderme me impidió saber si había entendido mi indirecta.
Axel me tomo de nuevo por la cintura y lo volví a sentir dentro de mí. Aquellos movimientos rápidos qué me volvían loca volvieron, al grado de que mi culito rebotaba una y otra vez con la ayuda del colchón. Después Axel se apoyó en la cama con los dos pies, puso sus manos en mis hombros y empezó a moverse de nuevo, dejando caer su peso en mi culo haciéndome gemir como loca de placer.
Mientras Axel me hacía suya, comencé a pensar en Alex:
Alex seguramente está afuera escuchando como su hermano me da muy rico una y otra vez. Pensé dentro de mí
Alex salió de pronto y sentí un líquido caliente que caía en mi espalda y en mis nalgas. Me volteé buscando con mi boca las gotas de semen que aún eyaculaba su pene.
–Iré por un vaso de agua Liz –Me dijo Axel después de que nos tranquilizamos.
–Está bien –Me límite a responder.
Un gemelo entró a la alcoba y toqué su pecho para saber si estaba agitado.
Me sorprendió que no estuviera agitado ni sudoroso después de semejante forma de hacerme el amor, por lo que claramente era Alex.
Ah si, claro, se me olvida que le gusta pedir apoyo para poder satisfacerme. Volví a pensar dentro de mi
Sin embargo Alex no pudo ocultar su excitación al escucharme gemir con todo mi ser, se puso detrás de mí y empezó a hacerme el amor de forma más lenta hasta que se vino. No lo cuestioné sobre como se recuperó tan pronto del encuentro anterior, pues claramente no fue así.
Cada gemelo mi hizo suya esa noche, y siendo sincera me encantó darles el culo a los dos.
El día siguiente fue muy similar. Los gemelos me buscaban, me manoseaban los pechos, el trasero y terminaba dándoles lo que querían: mi culito delicioso. Ese día, los gemelos me cogieron de lo más rico, cada uno por separado y yo me sólo me limitaba a gemir y a disfrutar.
Como Axel tenía que volver a su casa, lo acompañamos a su auto.
–Gracias por haberte venido –Le dije en voz baja al oído mientras me despedía de el con un beso.
–Axel me miró como un poco desconcertado –En ese momento se dio cuenta que ellos no habían podido disimular del todo, pues su forma de hacerme el amor los delataba.
Axel se marchó y no supimos mucho de él. Tiempo después me enteré que Axel estaba en una nueva relación. Las visitas a su casa o a la nuestra ya no eran como antes, pues ya tenía quien lo vigilara. Ahora solo hago el amor con Alex y me gusta, pero hay días que extraño la energía de Axel.