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El final de mis vacaciones en Long Beach
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Luego de mi sesión lésbica de sexo, que para que decirlo, fue maravillosa, me quedé pensando en la noche anterior, de lo bien que me la pasé con Mary, ya en mi tercer día de vacaciones en Long Beach, la comencé a extrañar, levantándome de la cama a las 3 pm, ya que estuve toda la noche, con mi amante en su casa, fui a la playa sola a tomar baños de sol, que me cayeron bien, porque cerca estaba el barco-museo, luego fui allí, a visitar a mi niña, Mary, a saludarla.

Al llegar al museo, no la vi por ningún lado, recorrí todo el lugar, justo estaba ahí un tipo, quizá era compañero de Mary, le pregunté en mi poco inglés, me supo decir que Mary ya no trabaja en el lugar, que renunció el día anterior, que se iba a terminar de estudiar su carrera que la abandonó por trabajar, eso me supo decir un ex compañero de ella, le agradecí al señor, y me fui saliendo del lugar.

Serian tipo las 7 pm, cuando llegué al hotel, me encerré en mi habitación, me puse a llorar desesperadamente, como si ella se hubiera muerto, ella dejó en mi un sentimiento de amor, de ese amor cuando te enamoras de alguien, creía en un momento que Mary sólo me usó como una de sus amantes, que era “otra en su lista”, con esa pena, no salí para nada del hotel, y también porque estaba agotada de la noche revoltosa de aquella jornada.

Me desperté tipo 9 am, como era el último día de mis vacaciones, porque al siguiente, salía por el mediodía, de regreso al país, así que decidí pasármela bien, superar la ausencia de Mary, y disfrutar al máximo de ese día, así que cogí mi terno de baño, el que me regaló Daniel, en Puerto Rico, es tipo hilo, viéndome en el espejo, me quedaba bien sexy, yo mismo me veía mi trasero bien respingón, con ganas nuevamente de que un hombre me dome, palmee mis nalgas y sentir un pene que me llene toda por dentro, además de mi ternito de baño, me cubrí con una bata blanca, ligera, tomé mi bolso y salí hacia la playa.

Llegué al balneario, de mi bolso saqué mi toalla, la puse en la arena, y me tendí en ella, con vista hacia el sol, me saqué el bloqueador, me lo puse en mis piernas sexys, mis brazos, rostro, torso, lo que no pe pude poner fue en la espalda, pero así, no dejé d disfrutar en el sol, aquella tarde maravillosa, hasta que, leyendo una revista, me quedé dormida un rato.

Cuando me desperté, decidí ponerme de cúbito ventral, no pude ponerme bien el bloqueador, cuando alguien me dijo que, si me ayuda en colocarme el bloqueador, giré mi cabeza ¡y era Juan! si Juan, mi amante negro y cubano, que tuve en Boca Ratón, Miami, el mismo líder religioso, no sé cómo me reconocería, enseguida le dije que me pusiera el bloqueador, él mientras lo hacía, conversábamos de todo, me decía que se vino acá a California a reflexionar un poco, que él hace estos viajes solo, sin su esposa ni su grupo religioso, luego él se coloca tras mío, para poderme untar el bloqueador con comodidad en toda mi espalda que no tenía sujetador, sin querer, su entrepierna roza con mis nalguitas, notando ese paquete grande que trae, sin duda, me comencé a excitar porque extraño un pedazo de carne así dentro mío.

Juan terminó de colocar el bronceador en mi espalda, ató mi brazier, nos levantamos y decidimos pasear por la playa, él, negro de casi 2 metros de estatura se puso a mi lado y caminamos por la orilla del mar, luego decidimos entrar a nadar en el mar, fu maravilloso, olvidé a Mary por completo, poco a poco iba cayendo la tarde, hasta que salimos del mar, conversamos un poco, ahí me habló de que su esposa, María (del mismo color de Juan) le estaba siendo infiel con uno de sus compañeros de grupo, con Osvaldo, un tipo alto y blanco, que Juan, sin querer, los vio besándose en Miami, en la habitación de él, claro fue luego de que hiciéramos el amor por primera vez, cuando entró al descuido donde Osvaldo, sin que se diera cuenta, me contó que notó que María había pasado la noche con él, bueno, en fin, ambos se engañaron de igual manera.

Así me contó Juan, su engaño, pero que quizá se lo merecía, cuando él me preguntó:

Juan: ¿Aún me extrañas Alfonsina?, ¿Por qué no he sabido nada de ti?

Yo: Hace 3 días estoy acá, mañana me regreso a mi país, y de lo otro (recuerdo que me gustan ambos géneros), si Juan, te extrañé.

Él ríe:

Juan: Yo igual mi Alfonsina, te extraño cada instante en que te hice el amor allá en Miami.

En ese momento, me puse excitada, me olvidé de Mary, y volví a mis raíces, a tener hombres y como Juan, mejor:

Yo: Igual mi negro, que rico estás, ese torso que tienes me vuelve reloca.

Juan: Tengo ganas inmensas de besarte, pero me olvidé que eres casada…

A lo que, abracé a Juan:

Yo: Ya te olvídate que soy viuda Juan.

Juan: Cierto, así que…

Sin dudarlo, le clavé un beso rico a mi negro, Juan, recordando lo buen besador que es, lo hizo de la misma manera como en Miami, nuestras lenguas jugueteaban de lo rico, su grande y carnosa lengua jugueteaba con la mía que es finita, así estábamos, luego él me besa el cuello, recordando las veces que él me cogía con pasión:

Yo: ¿Tiempos que quiero estar con un hombre de verdad como tu mi chocolate rico, bésame así mi Juani, así de rico, y si nos ve tu mujer…?

Juan: Ya te dije que vine sólo, así que no te preocupes.

Seguíamos besándonos a orillas del mar, sentía como las olas del mar mojaban nuestros pies, con todo, él acaricia mis nalguitas respingonas. Les dio una palmada, que me dolió, pero más que dolor, era placer puro.

Juan: Extrañaba acariciar estas nalgas, son más ricas que las de mi mujer, este trasero es mío mi Alfi.

Yo: Son tuyas mi rico, soy tuya mi amor.

Seguíamos besándonos, hasta que acaricié su palo, su gran palo, extrañaba tener un pene en mis manos, y si era el de Juan, mejor:

Yo: Extrañaba tener un pene grande, como el tuyo, que ganas de comérmelo todo, mi vida

Juan: Bueno Alfi, vamos a mi hotel, así tenemos tiempo para todo.

Nos dimos otro beso, luego, tomados de la mano, fuimos a la arena, cogí mis cosas, eran más o menos las 6 de la tarde, fuimos al hotel donde estaba Juan, por coincidencia, era el mismo hotel en el que yo estaba, pero él estaba en una suite presidencia, la mejor habitación del hotel, llegamos ahí, nos citamos horas más tarde, nos fuimos a bailar, tenía que mi último día de vacaciones disfrutar al máximo, siendo tipo 11 y 30 pm, regresamos como esposos al hotel, todo el camino nos besamos como locos, sin duda, Juan era mi mejor amante, no sólo por el tamaño, (los penes de Daniel y Carlos eran grandes, pero no como el de Juan), sino por el amor y cariño que nos teníamos.

Al llegar al hotel, fuimos a su suite, si su suite, el mismo que allá en Miami cogí rico con mi negro cubano, a los besos, abrimos, la puerta, entramos a la suite, una habitación enorme, con una cama más que matrimonial, él me carga como si fuéramos esposos, hasta que:

Juan: Mi Alfonsina, siempre quiero tenerte así, frente a mí, que seas mía, solo mía.

Yo: Mi Juan, eres mi negro rico, enorme.

En eso, le comí la boca a besos, si, que rico sentir los besos de un hombre, si es negro, mejor, quería comerme sus labios gruesos, que rico que él besaba, desabotoné su camisa, dejando su torso trabajado, pero venido a menos, por su edad, a punta de besos, bajaba por todo su torso, mordía con ganas sus tetillas, que estaban bien paradas,

Juan: mi amor, se nota que estás falta de un hombre. Hambrienta de un macho que te coja rico.

Yo: si mi vida, un hombre como tú me hacía falta, así que te voy a comer rico…

En eso, bajo hasta su cremallera, por encima sentí su pene, ya erecto, era enorme, extrañaba el palo de Juan, ya que quería sentir nuevamente estar con un hombre, más que nada, de un negro viril como Juan.

Yo: este palo esta duro, me lo quiero comer y luego quiero sentirlo adentro.

Juan: y que esperas mi vida, es todo tuyo.

Así que desabroché su cremallera, bajé su pantalón y bóxer, y su miembro se chocó con mi cara, que hermoso y rico pene, para mí, sin perder tiempo, chupé su cabeza, enorme, con su liquido preseminal delicioso, que rico!!!, olía a macho, a hombre, no me alcanzaba la boca para devorar tremendo palo, en eso, yo arrodillada, Juan me quita la blusa, estando en brazier, que me lo quita ahí mismo, exponiendo mis senos al aire, mientras yo devoraba su pene, mi vagina botaba líquidos de lo humedecida que estaba, empapando mi tanga, que rico, cuando, también quise más, así que:

Yo: date vuelta, que extraño de ti algo…

Juan: ya se cosita, con gusto…

En eso, pongo mi cara en medio de sus nalgas, comienzo a comerme su culito, el anilingus, el beso negro, como ustedes quieran decir, rico, sin duda, el ano de Juan sin duda era el mejor culito que me comí:

Juan: así Alfonsina, sii, sii, que rico que me comes, eres sin duda una golosa de primera, que rico, sii sii, ooh yes, yesss.

Yo: tu culo es mío mi negro, que rico que es, me encanta, te lo como cuando yo quiera.

Seguía comiéndome a Juan, él sintió que se iba a venir, así que me separó mi cara de su ano, me besó rico, me levantó, poniendo mi cara a la altura de su miembro, y comenzamos un 69, con Juan parado, que rico, mi boca llena con el pene de Juan y él comiéndome a placer mi conchita, seguíamos así, siento que él pone un dedo en mi culito, que rico, aunque me dolió, pero sin duda, me estaba viniendo:

Yo: si mi negro, hazme sentir, siii aaaahhh que rico…

No me aguanté más, me vine en su boca, llenándolo completamente de mis jugos, lo empapé todito, pero más me excitó que estaba todo mojado, que rico mi hombre todo mojado.

Con su fuerza, Juan, me pone frente a él, mis piernas abrazaban la cintura de Juan y mis brazos rodeaban su cuerpo:

Juan: ahora si prepárate Alfonsina, en tu último día de vacaciones. Te voy a pegar una cogida inolvidable, para que te acuerdes de mi, tu negro, de juan, así que lista…

En lo cansada después de mi tremenda corrida:

Yo: lista siempre Juani, así que cógeme rico, dale, que me voy a acordar de ti.

Así como estábamos, él parado y yo, sostenida por Juan, comienza a meterme su palote y:

Yo: aah sii aaah, que rico, dame duro Juani… Siii

Juan: Alfonsina te romperé toda

Yo subía y bajaba sobre el pene de Juan, sin duda, estaba, cabalgando rico, abrazada en los hombros de mi macho, seguía en la revolución, él me jalaba, el mete y saca era rico, sentía como todo el pene de Juan, mi negro estaba todito dentro mío, comencé a temblar, que rico orgasmo que estaba teniendo:

Yo: Juani que rico mi hombre siii, siiiiii, aaaahhh siii, cógeme duro siii, siii aaaahhh

Después de terminar rico, me arrimé al pecho de Juan, lo abracé rico, nos besamos, que rico que es esa posición, él parado y yo sentada en su pelvis, ensartada y todo, nos acostamos, y comencé a cabalgar su rico pene, entraba y salía con facilidad, parecía una baquerita muy sexy, sólo me faltaba el sombrero, gritaba como loca:

Yo: aaaahhhh siii, siii, que rico, cógeme rico mi semental, dame asii, siii.

Juan: toma rico, duro, duro, duro, sii, muévete rico

Seguíamos así, que rico, ya hasta perdí el conocimiento, si, que rico, otro rico orgasmo me vino, perdí el conocimiento, que excitada que estaba, sin duda, era la mejor faena que tuve en las vacaciones, sentir nuevamente un pene dentro mío, un gran pene, así que me levanté de ahí, nos besamos rico con Juan, me puse de espaldas a él para sentir su palo:

Juan: ahora te vas a acordar de mi, mi putita Alfonsina.

No me gustó que me llamase putita, pero excitada y todo, me daba lo mismo, me puso en 4 patas, abrió mis nalgas, y puso si, puso su miembrote en mi culito.

Yo: papi, me duele mucho, aaaahhh

Juan: te lo estoy metiendo despacito, verás que ya no te va a doler mi vida.

Él es experto en sodomizar, porque ya no me fue doliendo mientras me culeaba, así que él fue lento, y luego comenzó a penetrarme más rápido, si, que rico, me dolía menos, pero estaba excitadísima, que no me importaba el dolor, seguíamos así, que rico era os choques de sus bolas con mis nalgas, de lo excitada que estaba, tome una almohada bien cercana, la mordí, si, la mordí a ella, nunca había mordido la almohada mientras tenía sexo, que rico era ese placer que me brindaba mi amante de ébano, hasta que:

Juan: Alfonsina te voy a extrañar, que rico, toma mi manjar que me estoy viniendo, toma sii.

Yo: riégame todita, lléname de tu leche mi cuquita, si, échele leche, sii dame todita siiii

En eso, mi negro Juan se descarga tremenda cantidad de semen, que llenó mi ano, el calor de su leche lo sentía hasta en mis intestinos, mi anoto estaba rojizo de tanto revolú, sentí que su pesado y sudado pecho, se arrimó a mi espalda, el pene de Juan salió solito, ya chico, luego de tremenda descarga, me abrazó por la cintura, nos pusimos de ladito, nos quedamos arrimados, y nos dormimos.

Más o menos, las 2 am, me levanté a coger mi ropa, para irme a mi departamento, cuando Juan me agarra del brazo, me besa y de nuevo cogimos rico, lleno de vitalidad, su pene estaba más duro que nunca, me penetró con todas sus fuerzas, hasta inseminarme, si, otra rica cogida que ya era difícil que se recupere mi negro, asía que cogí toda mi ropa, y desnuda, me fui hacia mi departamento, tome mi ducha, con mi vagina y ano inflamados e inseminados, me acosté con un dolor en mi pelvis, fruto de tremendas sesiones sexuales con mi negro Juan.

Al día siguiente, fui a la habitación de Juan, lo encontré haciendo su maleta, me despedí, no sin antes, coger, pero esta vez fue rapidito, sólo levantó mi falda, bajó sus pantalones y cogimos rico, esta vez, si duramos como 15 minutos, noté la prisa de Juan, para irse, así que nos tomamos los números de teléfono y nos despedimos con un beso, al medio día, tomé mi vuelo desde Los Ángeles hasta mi país.

Y bueno, así fue mi travesía por el Caribe y Norteamérica, donde la pasé bien, y claro conocí cada experiencia sexual, sin dudas unas vacaciones soñadas, que, si se repiten, ya no será en el Caribe y Norteamérica, sino por otros destinos.

Suerte y nos vemos en otro relato, ya dentro del país, conociendo nuevos y recordando viejos amantes.

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