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Él es ajeno
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Tiempo de lectura: 7 minutos

La profesora no paraba de reclamar el poco interés que teníamos por su clase, nos recordaba que estábamos por graduarnos y ser profesionistas a cargo de grandes procesos en las industria y debíamos tener responsabilidad aun con cosas como una clase de relleno como lo era la suya, trate de desviar mi atención y prendí mi celular con ganas de revisar mis redes sociales, al abrir la aplicación una foto de él con su nueva novia ocupo la mitad de la pantalla, estoy segura que el horror se podía leer en mi rostro a kilómetros.

Sin titubear toque su nombre de ella, su perfil era privado, una mueca de descontento salió naturalmente. Lo único visible era su nombre y su fecha de nacimiento, para mi sorpresa era menor que yo y mucho menor que el, la chica tenía apenas 20 años mientras que el 24. Estaba celosa, su foto de perfil estaba llena de filtros así que sabía que si la llegará a topar no la podría reconocer. Eso no me impidió preguntarle a él y le mande un mensaje por privado:

– ¿Cuándo planeabas decirme que tienes nueva novia? – para mi sorpresa respondió inmediatamente.

-Algún día que contestarás mis mensajes.

-La universidad me tiene ocupada.

-Se nota, pero ¿Por qué lo preguntas?

-Simple curiosidad. – contesté dejando de lado mi teléfono. No podía creerlo, tiene novia, que tonta quería alguien así, él era frío, antisocial, nada romántico y lo único que quería de mi era sexo, no tenía problema en lo último, era una bestia, me hacía sentir cosas que nadie más ha podido, aun así, manteníamos una ligera amistad que muy de vez en cuando terminaba en el mintiéndomela frenéticamente en el carro de sus padres. Aunque ya tenía más de medio año en que nada similar ocurría, supongo que era porque se había topado con su nuevo juguetito. Dejé el tema por hoy no quería involucrarme con él ahora que estaba en una relación.

Los días pasaron y cada que subía algún estado con ella mi estómago daba vueltas, decidí borrarlo de mi lista de contactos, al poco tiempo se dio cuenta y me mandó un mensaje:

– ¿Por qué me eliminaste?

– No me di cuenta, creo que mi teléfono tiene algún virus – mentí.

– ¿Y por qué solo a mí?

– ¿Estuviste revisando mi perfil?

– Ya no puedo

– ¿Qué necesitas?

– ¿Tengo que ocupar algo para poder hablarte?

– Mmm no, pero tampoco es usual que lo hagas.

– Esta bien, solo quería salir a platicar, ¿a qué hora sales de la facultad?

– ¿Sobre qué?

– Tengo unos problemas que necesito contarte.

Era normal de él, nos conocimos desde que somos niños, nunca fuimos amigos ni nada parecido, pero estábamos consientes de la existencia del otro, terminé aceptando y le dije que llegaría en el autobús de las 7pm y me respondió diciendo que me esperaría en la primera parada.

Al cabo de un rato, salí y tomé el autobús, no esperaba nada ya que él estaba con alguien más. Al llegar vi su carro estacionado, me acerque y abrí la puerta, lo salude y le pregunté a donde iríamos, el solo comenzó a manejar y me dijo que simplemente daríamos la vuelta mientras me platicaba como ha estado, pues ya teníamos tiempo sin hablar, se estaciono en un campo de futbol y comenzamos a bromear sobre los celos de su novia, de cómo estaba llevando su relación y de pronto salió el tema de si él había sido infiel alguna vez, él me contestó que había sido el otro en algunas otras ocasiones pero de parte de él jamás haría algo así.

Entre risas y bromas él se acurruco en mi hombro, eso me desconcertó completamente, en todo el tiempo que llevábamos de conocernos el jamás había hecho algo así, le pregunté si se sentía bien y de un golpe se acomodó diciendo que simplemente me había visto más gordita de lo normal y que le parecía más cómoda. Me enojé y le solté un golpe en el hombro, le recordé que practicaba deporte y que era imposible, con el coraje del momento sin querer solté un comentario:

– Gorda tu novia, que por cierto no creo que esta situación le parezca – a lo que me contestó alzando los hombros.

-No me importa.

– ¿Seguro?

-Sí, es mi novia, no dueña de mi vida.

– Le arqueé una ceja y puse una cara de satisfacción.

-Aunque ya es algo tarde, debería llevarte a tu casa.

– ¿Me estas corriendo? – conteste indignada. –Esto es lo que me pasa por querer ser buena gente, no te preocupes me voy sola- coloqué mi mano en la manija de la puerta dispuesta a salir y de repente sentí sus brazos alrededor de mi estómago y su cara cerca de mis pechos.

-No hahaha, no quise decir eso, no te vayas.

– ¡Entonces cuidado donde pones la cara! – el bajo la mirada y vio mis pechos debajo de su mandíbula, apartó el rostro, y con tonó sarcástico contestó:

-Como si fuera la primera vez que mi cara está ahí.

– ¿¡Disculpa?! –contesté exaltada. Te recuerdo que tienes novia tonto, no es lo mismo.

– ¿Qué tiene?, ¿acaso por tener novia no puedo tocarte? –comenzó a acercarse y sus labios estaban muy cerca de los míos a tal punto de rosarse.

– ¡No! – aun así, bajó sus manos a mi cintura, y apretó con fuerza mis caderas, podía sentir sus manos calientes sobre la ropa. Se apartó y colocó sus manos en el volante del auto y su vista hacía el campo vació.

-Está bien.

– Y según tu nunca fallarías- dije con ironía.

– No lo haría –contestó haciendo que algo dentro de mí encendiera. Coloqué mi mano en su cachete para voltear su cara hacia mí y le hice una pregunta: – ¿Seguro? – lo miré fijamente y me acerque para rosar mis labios con los de él, no quería besarlo, solo provocarlo como él lo estaba haciendo conmigo. Sin titubear me respondió con un sí, cerró los ojos y metió su mano detrás de nuca acercándome más a él y me comenzó a besar.

Fue un beso tan sutil esperando a que yo siguiera con el juego y así fue, abrí mis labios y cedí, nuestras lenguas se toparon y comenzaron a jugar, a este punto mi entrepierna estaba palpitando, deseando tenerlo.

Sentí tu mano intentar colarse dentro de mi blusa, sabía cómo hacerlo y en un segundo tenía uno de mis pechos, lo apretaba y acariciaba al mismo tiempo que su lengua se metía en mi boca, me susurro muy agitado, no alcance a escuchar y seguido su mano se posó a lado del asiento, apretó algo y me fui hacia atrás, cuando intente levantarme su mano derecha se posó sobre mi cuello y haciendo presión me mantuvo ahí, con su otra mano se desabrocho el cinturón y desabotono su pantalón, se dejó caer sobre mi podía sentir su respiración acelerada.

Sin pensarlo sujeto el cuello de mi blusa y lo rasgó hasta quedar descubiertos mis senos.

Tomó uno y se lo llevó a la boca, mientras el segundo lo tomó fuertemente con su mano y comenzó a tirar de mi pezón, en cuanto sentí su lengua tocar mi pecho comencé a gemir, trataba de ahogar los pero no funcionaba. Su lengua recorría cada centímetro mientras sus labios me apretaban, soltó mi pecho y su mano descendido a mi entrepierna, para su suerte, hacía buen clima así que traía puesta una falda, metió su mano y apartó la tela qué me cubría, sentí un dedo entrar y a el susurrar mientras sonreía. – Estas tan mojada. – yo solo podía gemir, no podía creer lo que estaba pasando. Comenzó a meter y sacar sus dedos, podía escuchar lo erotico qué sonaban sus dedos al entrar y salir, hacían qué me mojara aún más.

No sé por cuánto tiempo estuvimos así, solo podía gemir y apretar su cabeza mientras él me lamía los pechos.

De repente se apartó, tomo mis piernas y las subió a sus hombros, acerco su cadera a mi, podía sentir su miembro por debajo de su ropa, estaba enorme, saco su pene y lo comenzó a frotar en mi, estaba desesperada, no quería jugar, lo quería adentro, por un segundo reaccione y le pregunte si traía condón, el solo se rió y respondió; —"hoy te voy a llenar y no me importa nada"— metió su pene de un golpe, mi espalda se arqueo un poco y un gran gemido salió, mis ojos se desorbitaron mientras el comenzaba con un mete y saca, podía escuchar como chocaban sus testículos cada vez que lo metía, estaba chorreando y su pene entraba y salía sin problemas, lo atraje hacia mí y comencé a besarlo, sentía la punta de su pene chocar contra mi interior, en cualquier momento me vendría, recordé que él tenía novia y traté de apartarlo, me volvió a tomar del cuello, esta vez con más fuerza, traté de replicar pero inmediatamente me beso para callarme y comenzó a meterme la más fuerte y más rápido, mis gemidos aumentaron, y con ello el comenzó a decirme guarradas; "te esta gustando? ¿Te la sigo metiendo? Qué rico gimes, estás chorreando, te voy a llenar de leche, eres una perra, ¿debería tratarte mal? ". Perdí la noción del tiempo pero todo a nuestro alrededor estaba oscuro, supongo que había pasado más de una hora desde que comenzamos, él seguía metiéndome la, mi vagina palpitaba y mi voz se quebraba. Solo podía suplicar por más, no quería que parará, comenzó a acelerar el ritmo, sabía lo que se aproximaba, apreté su espalda mientras sentía como se corría dentro de mí, sin dejar de meterla y sacarla.

Cuando su pene salió de mi, lo siguió un chorro qué ocurrió hasta el asiento, bajó mis piernas y se recostó sobre mí, podía escuchar lo acelerado qué estaba, busqué su rostro y lo besé. Lo acosté de lado y nuestras miradas se cruzaron, le dije que ahora tendríamos que limpiar, el se rió y me beso, me levanté y traté de acomodarme frente a él, estaba acostado boca arriba, viendo el techo del auto, me inque frente a él y sin decir nada metí su pene a mi boca, él se levantó de inmediato y pude ver en si rostro asombro, comencé a meter y sacar su pene, con mis manos lo acariciaba y con mi boca trataba de succionar lo un poco, comenzó a gemir, tomó mi cabeza, metió sus dedos entre mi cabello y comenzó a follar mi boca, sus gemidos aumentaron y con ello la velocidad, trataba de no ahogarme pero sentía como su pene tocaba mi garganta.

Sin esperarlo vino una segunda descarga, sentí como su leche comenzó a escurrir por mis labios, mientras exclamaba lo rico que la chupaba. Soltó mi cabeza, así que seguí con mi trabajo, procuraba lamer todo, mi lengua recorría su pene desde la raíz hasta la punta y cuando llegaba a ella, le daba lamidas más grandes y lo metía nuevamente a mi boca.

Después de un tiempo solté su pene y lo besé, baje por su cuello dando pequeñas mordidas, me aparté y le dije que era momento de ir a casa. El regreso a su asiento, encendió el coche, puso una mano sobre mi pierna, levantó la falda qué me acababa de acomodar y la subió hasta mi entrepierna.

—Dejame verte mientras te llevo a tu casa.

—¿Qué gano yo?

—Que esto se repita. —sin dudarlo levante mi falda y abrí mis piernas.

—¿Así?

—Perfecto, ahora enséñame tus tetas. —me quité la sudadera, ya que alguien había destrozado mi blusa, por suerte mi sujetador estaba intacto, le dio un golpe a mis senos.

—Son tan grandes qué no me importaría meter mi pene ahí.

—¿Y tu novia?

— Eso no importa ahora, a ella la amo, pero no puedo vivir sin ti, todo de ti es tan excitante qué no me imagino dejarte.

—Pero yo no quiero ser plato de segunda mesa cariño, quiero mis propias cosas.

—Tú pide lo que necesites.

—¿Me darás lo que quiera y cuando quiera?

—Si te puedo seguir cogiendo, hago cualquier cosa por ti.

—Me reí, y lo besé —jamás me había sentido tan bien, al llegar a mi casa y pensar en todo lo que había ocurrido, no podía evitar pensar en que le estaba haciendo daño a alguien inocente, y tenía que admitirlo, ahora que es ajeno me gusta aun más, lo quería para mi, quiero volverlo loco por mí, no me importa a sobre quien tenga que pasar.

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